Con Vicisitud fuera de juego excepto para finales de año y la BIDA reclamando el tiempo del resto de colaboradores, me encuentro con una paradoja curiosa: dado que ya hago vídeos para mi canal de YouTube y hablo de tonterías en podcasts, al final este blog se está quedando para… ser un blog. Un lugar al que acudir para hacer lo que más me gusta.
No, no es ir al baño. Que también desde que sigo una dieta que me hace tener un porcentaje de 75% de perfects e incluso algún double perfect en mi reciente viaje a Escocia, lo cual me hizo especial ilusión por el inmaterial sentimiento de sentir que algo de mí ya formaba parte física del mundo celta.
Me refiero a escribir por el placer de hacerlo. Que es como masturbarse por la risa y no porque llevas un mes sin desatascar (el estrés y la falta de tiempo son muy malos) y tienes miedo de tener síndrome de blue balls. Que no digo que me haya pasado recientemente, pero..
Bueno, sí.
Hacer artículos me entretiene porque me permite concentrarme en algo, que es muy buena cosa para alguien que tiende al déficit de atención, amén de hacer una actividad con la que se puede tener música de fondo y escuchar los últimos diez discos que me he comprado para llenar el vacío existencial.
Y de eso voy a hablar hoy.
Pero antes, un prólogo. Como esos que escribo para libros de amigos y luego se me olvida que los he hecho cuando me comentan con alegría “Paco, ya sale el libro tras dos años”. “¿Qué libro?” “Eeeeeh… para el que escribiste el prólogo” (Conversación real, lo juro). Esta parte del texto va sobre un artículo que hace tiempo que quería escribir pero que abandoné para empezar a hacer uno sobre mediums totomantes que tampoco he terminado. Que sé que os interesa más porque sois humanos y os va la vergüenza ajena como todo el mundo que ve religiosamente First Dates.
Yo fui de los que se metió muy de lleno en la corriente del Nuevo Ateísmo a principios de los 2000. Como muchos, fue por el documental “Root of All Evil” de Richard Dawkins (título que él desaprobaba) y posterior lectura de “The God Delusion” del mismo autor. Fue una corriente que nació sobre todo del 11S, como la mejor película de Uwe Boll:
Y que murió también en el Islam, cuando muchos empezamos a darnos cuenta de que al movimiento se habían apuntado una cantidad anormal de racistas, supremacistas y, lo que es mucho mucho peor, listillos que acabarían siendo fans del Snyderverse y, por supuesto, de Jordan Peterson. Más allá de los fundadores (el benévolo Dennett, el científico desconectado del mundo Dawkins, el oscarwilde polemista de Hitchens o el derechón en el armario de Harris, primero en sacar libro), los fans fueron los peores, porque todos desprendían una hedor a SOY MÁS LISTO QUE TÚ más torero y más gitano que acabó traduciéndose en canales de Youtube que pasaron de ‘Mal el islamismo’ a ‘Viva el Brexit y los inmigrantes a su puta casa’. Que, siguiendo con el tema de la caca, porque esto es Vicisitud y Sordidez, no veas lo que me estoy riendo con lo del grupo de nadadores intoxicados por nadar en aguas fecales desde que no hay regulación de la UE. El Reino Unido puede ser el primer país en ganar un Premio Darwin. Cosa que creo que apoyaría el propio Dawkins, cuyo perfil de divulgador renació un poco a partir de 2016 por su desconsuelo ante Trump y el desastre de Cameron.
Yo veía esa actitud altiva con mucho recelo, dado que sé positivamente que la mayor parte de la humanidad es estúpida o mediocre, por lo que concluía en algo distinto que ellos: no que YO soy más listo porque veo la tontería de creer en seres imaginarios, sino que también soy una medianía y que, por ley de probabilidades, ellos también. Pasé los años posteriores a la caída del movimiento trabajando el entender a los demás. Comprender a mis amigos y familia religiosa y aceptar que puedo ser fan a un nivel intelectual de alguien como John Green, que es religioso y mucho mejor como comunicador y escritor que yo.

Así que incluso miembros del movimiento (que como siempre no aceptaban del todo la etiqueta) han llegado a conclusiones de ‘Bueno, antes cosas tan chungas como el islamismo, el catolicismo moderado ni tan mal’ (más o menos dicho por Dawkins en un reciente podcast). Pero yo iba un paso por delante. Porque este artículo, después de decir que soy mediocre, ha sido impulsado por una sensación de orgullo intelectual al escuchar a un filósofo llamado Peter Boghossian exponer y nombrar algo que llevo unos años diciendo:
La hipótesis de la sustitución. Que ya está en el título del post, copón. Pero, ¿a que no queda más dramático presentarlo así, tras dos puntos y de manera jactanciosa? Es que no puedo evitar pensarlo todo como una película, desde textos hasta mi pliego de descargo para el juicio que tengo en otoño.
Boghossian es el autor del mítico estudio falso “The Conceptual Penis as a Social Construct”, broma que me hizo gracia pero que le salió regular. Vale que no me fío mucho del señor, dado que está claro que dicho experimento fallido para probar una supuesta tendencia a publicar acríticamente cualquier estudio de género apesta a ‘Tengo una agenda que quiero probar’ más a ‘Creo que pasa esto… voy a ver…’. Pero bueno: entiendo que es un señor más preparado que yo que una entrevista de hace un par de días entre con Dawkins expuso esta hipótesis sobre cómo la gente no está abandonado la religión por el ateísmo, sino que lo está sustituyendo por otras religiones seculares.
Este es el momento en el que aclaro, para los que no siguieron el Nuevo Ateísmo ni están en redes viendo la triste pelea entre terfs y radicales feministas, que Dawkins últimamente ha pasado de ser conocido por ser Darwinista y ateo a ser señalado por ser ‘anti-reconconocer que se le llame a una persona trans por el sexo que elija’ y ‘anti-concepto de género’. Sólo nombrarlo en este artículo (¡al inventor del concepto de ‘meme’ y la persona que más ha hecho por la divulgación de la evolución desde el propio Darwin!) hace que ya alguno haya dejado de leer y se hayan puesto a comentar. Supongo que para demostrarme muy amablemente que acabo de hacer el equivalente en internet de la Foto de Colón al reconocer que sigo leyendo a este señor. Y no pasa nada. Que uno de los grandes males de la humanidad es el victimismo. Junto al chucrut, claro.
Pero regresemos a mis años de fandom del Nuevo Ateísmo. En aquella época, cuando decías que La Religión + El Estado es lo peor, siempre te contraargumentaban con ‘Pues mira Stalin’. Ante ello, la respuesta de manual era ‘Stalin era un culto a la personalidad, así que casi una religión de estado’, a lo que yo solía añadir ‘Y menudo bigotón. Qué gloria, Qué barbaridad’. Siempre me pareció una salida un poco facilona y cogida con pinzas. Así que tenía que intentar explicar qué cojones le pasa a la gente. Por qué siempre necesitan alguien a quien admirar y que les dé sentido a su vida.

Reflexionando sobre ello entre artículo, podcast, sentirme esclavizado por la vida de oficina del capitalismo actual y vídeos para Youtube, empecé a fijarme en que algunos de los movimientos más recientes comparten múltiples puntos con las religiones. El problema es que todo iba acompañado de lo que se llama ‘El síndrome del acaso seré yo maestro’, porque varias de esas tendencias eran los movimientos de moda y muchas de ellas eran… progresistas. Porque, sobre todo en Espppaña, la religión siempre ha ido de la mano del conservadurismo. Por mucho que se pueda argumentar que alguien católico ha de ser necesariamente de izquierdas y que muchos no entienden que Marx hablaba de la religión como una evasión del trabajador oprimido que sería innecesaria con la dictadura del proletariado. Pero lo de ‘opio del pueblo’ así sin contexto queda mejor para decirlo en un vídeo de Wolf Street Wolverine o alguno de esos imbéciles.
Sin embargo, primero en cosas como las pseudociencias que ya criticaba el movimiento escéptico que floreció de la mano del nuevo ateísmo y no dudó en distanciarse de los segundos, y luego en lo que se ha venido a llamar… arrgg… odio la palabra… “woke”, muchos integrantes eran gente que se declaraba no conservadora.
La explicación: la sustitución. Ya han habido religiones seculares con Stalin o con cualquier nacionalismo. Siempre he tenido claro que este último es el hobby de la gente sin aficiones. “Vamos a adoptar un credo a base de tópicos y una concepción infantil de la historia y la sociedad porque no voy a misa, no me gustan los videojuegos ni sé tocar un instrumento”. A ver: menos banderas y más hacer zorritos monos en ganchillo si queréis producir algo con el que sentiros realizados. Sin embargo, con la mayor caída de la religión las hordas de gente buscando algo en lo que creer y una causa aumentan. Sea defender que las vacunas matan, que la tierra es redonda, que ser Andaluz es como mínimo mejor que ser murciano o que si dices ciertos maleficios como ‘negro’ te condenas.
Porque, sí, como ya he avanzado voy a por los que yo llamo ‘neovictorianos’, porque estas tendencias de falsa progresía me empezaron a llamar la atención cuando se centraban obsesivamente en el sexo como algo pecaminoso. Ahí me di cuenta de que básicamente eran una religión para guarripijis.
Veamos algunos elementos esenciales de las religiones:
1.- Pecado original: Para los neovictorianos, todos nacemos con un pecado de nuestros ancestros según la pigmentación de la piel o nuestro sexo. Tenemos que purgar a lo largo de la vida mediante actos de contrición públicos el ser de tal sitio o tal origen. Básicamente, hay que fustigarse por existir.
2.- Palabras con poder: Rezar oraciones es una manifestación un poco más avanzada del pensamiento mágico de las religiones primitivas. Vamos: que decir EXPETRO PATRONUM hace que, mágicamente, desaparezca el patrón de tu curro. O no era eso. Es que no soy mucho de Harry Potter, sobre todo porque me han llenado Edimburgo de tiendas mierders de souvenirs y las peleas del tema terf y tal me dan mucha vergüenza – algo que me hizo estar un tiempo alejado de Dawkins, de hecho, dado que creo que yerra en ciertas cosas que dice, si bien tiene razón en ciertos razonamientos básicos sobre las posturas más extremas del movimiento.
En el caso de esta gente, hay palabras que no se pueden decir. Algo, por otra parte, muy anglosajón y, como mucho de estas creencias, se quiere imponer aquí. Como antiguamente las palabrotas que nombraba George Carlin en su famoso monólogo, pero ahora ya no tienen que ver necesariamente con sexo o caca: son adjetivos o sustantivos que PER SE más allá de que puedan dañar los sentimientos de una persona causan desazón a los bienpensantes y han de ser eliminadas de la sociedad, independientemente del contexto. Como, una vez más, ‘Voldemort’ en el Potterverso o ‘Gotelé’ en mi casa, no se pueden decir.
3.- Sexo mal: Las religiones siempre se han sentido amenazadas por pensar y por el sexo. Lo primero lo entiendo. Lo segundo no lo tengo tan claro. Sea como fuere, el frungir siempre ha estado por encima de nimiedades como tener esclavos o masacrar a los enemigos. Los neovictorianos también parecían en sus inicios estúpidamente obsesionados con el acto lúdico en cuestión, llenándolo de sentimiento de culpa en pos de… mirad: no tengo ni idea por qué les parece tan malo el hacer cositas. El mundo sería un lugar mejor si se follara más. Menos los incels. Esos no se merecen un toto. Por pesaos.
4.- La fe: Aquí comparten todos la misma característica. La razón es más inútil que los pelos de los pezones y hay que creer lo que sea porque sí. Desde más pensamiento mágico como que una persona puede ser lo que quiera con solo desearlo hasta que el neoliberalismo funciona y el mercado se regula. Porque los neoliberales cryptobrós también han adoptado ciertas tendencias similares a las religiones. Ellos también caen en la sustitución irracional como vía de dar sentido a sus estúpidas vidas. En este caso mediante la explotación de otros y creerse la patraña de ‘quien trabaja, triunfa’. Estarían más seguros creyéndose que la culomancia funciona. O al menos nos dejarían tranquilos y tocarían más nalgas.
Sí, existe la culomancia al igual que la totomancia. Ya escribí de ello en el pasado. Con sumo placer.
5.- Santos patrones: Todos tenemos figuras de autoridad que seguimos más o menos. Yo, por ejemplo, a Diana Oliver cuando se trata de BritPop o a Marlow cuando se trata de todo lo relacionado con las ¿mujeres? escocesas y la buena televisión británica. Pero esta gente lo lleva al paroxismo, elevando a los altares a ministras que han metido la pata, a médicos que publicaron estudios falsos sobre vacunas, a youtubers que hablan sobre autónomos sin tener ni puta idea, políticos que ponen teorías pro Putin, influencers que te hablan de comer sol por el culo (con la consiguiente mejor cosa que se puede encontrar un proctólogo en su consulta: cerete quemado) o a Daniel Lacalle, que al menos tiene la habilidad de hacernos reír:
Todos tienen legiones de fanáticos que te entrarán en tromba en twitter si dices algo que ponga en duda su Santa Buena Nueva. Perdón: X. Que ahora tiene todo lo que le que faltaba para ser la mugre de internet: nombre de canal porno y que postear se dice «shittear».
Podría seguir poniendo equivalencias (dogmas, ritos, etc), pero es más divertido si buscáis vosotros las similitudes. Porque, como siempre digo, esto no se trata de pontificar (más metáforas religiosas) sino de haceros reflexionar y que saquéis vuestras propias conclusiones. Y de escribir un poco mientras escucho Capercaille, me da pena no estar en un lugar frío y reflexiono sobre el pensamiento mágico que me hace sentir que haber dejado parte de mi descomer en el norte me hace de alguna manera más celta. Paco: eres de Algeciras. AL JAZEERA AL HADRA. AL-GE-CI-RAS. Depón las flautas y vete a la feria.
Pero hay una consideración más antes de terminar: ¿Cuál es el principal problema aquí para alguien como yo? Pues lo mismo que cuando se empezó a disolver el nuevo ateísmo: que te encuentras en compañía de idiotas y, por lo tanto, tienes precaución de expresar estas opiniones e incluso no paras de cuestionártelas. Al Boghossian lo defendió una vez Bennett, pero también Jordan Peterson. Por lo tanto, empiezas a transitar con el mismo cuidado que un monaguillo en un seminario por la noche a ver quién comparte tus conclusiones. Puedes pensar como yo que el género es un constructo, algo que comparto con Dawkins, pero automáticamente hay mil transfobos liándola en redes sociales y ni te da tiempo a añadir: “Oyes, que es lo que creo, pero mira: lo primero para mí es que la gente sea feliz”. Y, como dice Dawkins, llamar a alguien por el pronombre que quiera es una cuestión de educación y empatía básica. Lo patético es liarla con insultos en redes y pedir el voto a fascistas, como he visto recientemente. Ya se sabe: el mundo actual alejado del discurso mesurado y racional y lleno del “o estás al 100% conmigo o eres DE LOS OTROS”. Ese miedo al diferente. Ese tribalismo casposo que, a estos de entrado el siglo XXI deberíamos haber abandonado ya como abuelo fascista en una gasolinera cuando llega el verano.
¿Que esto último es un chiste de mal gusto y hiere tus sentimientos? Pues, como decía Stephen Fry, so fucking what. Este pensamiento laico religioso de que los sentimientos se anteponen siempre a la razón es una tontada. Lo cual no quita que me preocupe un poco la reacción que pueda tener este artículo (que publico en verano a ver si lo lee menos gente y a sabiendas de que Hellen tiene uno casi terminado para ir después). Pero a principios de año Juan Pérez y yo decidimos adoptar un nuevo mantra. Uno que abandoné provisionalmente por diversos problemas graves que he tenido, pero que pienso recuperar. Es el de…
