Todo el mundo es crítico de cine. Y me parece bien. El arte está abierto a la interpretación del público. Eso no quiere decir que todo el mundo sea BUEN crítico de cine. Pero cada cual que diga lo que le salga del orto de la obra que sea: que si Snyder es un maestro (en ciertas cosas), que si “Jurassic World Dominion” es más mala que pegarle a un padre (sí), que si hoy en día no se hacen buenas pelis (no), que si lo mejor del cine son “Saló” y “A Serbian Film” (señor, por favor, aléjese de mí), etc etc.
Pero eso lleva a que bastante gente que se dedica a producir sus cosicas de cine por internet (no me gusta decir ‘contenido’, porque la palabra le quita su… bueno, contenido emocional) sea muy proclive a hablar de tópicos y lugares comunes de lo que tiende a llamarse cine comercial. Que, una vez más, es un término que no me gusta porque todo cine lo es, pero para públicos distintos. Por ejemplo, yo odio profundamente el tropo de ‘la revelación del mentiroso’, lo que invalida mi disfrute del 90% de las comedias románticas a no ser que salga Jennifer Lawrence en bolas repartiendo puñetazos (it has happened y está en salas ahora). Durante los últimos años se ha puesto de moda señalar el topicazo del GRAN RAYO EN EL CIELO de las pelis de superhéroes. En los 80, molaba, como ya nombré en un artículo pasado de similar introducción, la Ley de Teletransportación de Jason Voorhees. Los amantes pillados cuando se besan por primera vez tras una hora de tensión romántica. El ‘plano para el tráiler’. Empezar con la escena de acción y tirar patrás con un “Os preguntaréis cómo he acabado así”. El travelling in zoom out homenaje a Spielberg/Hitchcock (táchese lo que no proceda) cuando viene el momento de sorpresa… Ya sabéis a lo que me refiero.
Pero de todo esto se habla porque es cine muy popular. Muy popular y difícil de financiar. En el pasado, el mejor camino para entrar en la industria del cine era hacer una peli de terror, como le pasó a Wes Craven o Sam Raimi. Ahora la idea más o menos sigue funcionando, pero os propongo a vosotros, aspirantes a cineastas (sí: porque todos tenéis una peli en las tripas deseando salir como un pedo en un ascensor) un camino alternativo: Ser alternativo. Obviamente.
Bueno, no. Es como a menudo se denomina a cierto cine de menos perspectivas en taquilla y lo pongo por repetir juego de palabras. Pero todas sabemos que, por ejemplo, la música alternativa es igual de simplona y chorra que el pop comercial pero con gente cantando peor y letras sobre lo triste que es la vida en lugar que letras sobre follar y molar que tapan lo triste que es la vida del que las escucha. Así que vamos a decir a las claras que se trata de hacer una peli cultureta. Una de esas para ganar premios. De las que cuando vuelves de mear no preguntas ‘¿Qué ha pasado?’ sino ‘¿Ha pasado algo?’. De las que te van a subvencionar con tal de estar habladas en ciertas lenguas y tú tengas cierto género. O firme la persona del género adecuado, que ese es otro tema.
¿Qué es lo maravilloso entonces de seguir los mandamientos de esta lista? Pues que, obviamente, nadie señala los tópicos del cine artít-tico. Todo el mundo te puede criticar un montaje rápido para esconder que Liam Neeson tiene más años que el Frigopié, pero ninguna persona te dirá nada de lo que aquí enumero porque nadie de los que se dedican a ver o criticar este tipo de películas están para esto. Para lo que sirven es para hacer ver a los demás lo inteligentes que son y, en el caso de escribir sobre ellas, redactar artículos literarios para ver si follan con alguna joven estudiante de literatura impresionable, ahora que Sánchez Dragó ha dejado el campo libre. ¡Todo son ventajas! Así que vamos a ello. Puedes usar todas o sólo varias de esas técnicas, pero asegúrate marcar la mayor parte de las casillas y… ¡A ganar uno de los 200 premios que da San Sebastián para que la gente siga mandando sus pelis cada año y no se las guarden para Venecia!:
1.- El va y se acaba
El principal. El rey del cine cultureta. Tanto que ya le dediqué un artículo hace tiempo. Tú corta la peli donde te salga de las gónadas porque, total: así te ahorras un clímax y, de paso, que te digan que eres un sentimentaloide, que haces pornografía emocional o, qué ordinariez, que quieras impactar con un… dios… giro de guión. No. Aquí hemos venido a, si hay tramas, no cerrarlas. Luego di que lo importante está en la mente del espectador y que él sabe por las migas de pan que has dejado mientras tomabas el bocata de salchichón en la sala de montaje a dónde va la historia. Porque el la vida no empieza ni acaba. Y si te dicen que la muerte sí que viene a ser un poco definitiva, di algo budista, que eso viste tanto que hasta Nacho Cano ha podido vivir de ello un tiempo sin ser el hazmerreír de media España hasta que ha llegado lo de ‘Berrinche’, que ya ha olido un poco.

2.- ¡Simbolismo!
Coge cualquier motivo recurrente. El que sea. Eso es lo de menos. Pueden ser crucifijos. Planos de manos. Tomas cenitales. Alguien peinando a una ardilla. Nubes. Bueno, ese no, que los anuncios de la Coixet los jodieron como recurso. Y repítelo mucho. Pero mucho. Lo más importante es nunca explicar por qué y, sí: dejar que los críticos ya le digan al público lo que no han entendido, que están dormidos y hay que fijarse bien en la sutil anécdota argumental para apreciar el simbolismo relacionado. Tu trabajo no se tratar de connotar nada, sino de que los que ponen las notas piensen que tiene sentido.
3.- Chicharra filmaking
Situar la acción trama las cosas que pasan en el campo es una ventaja siempre. Cuando lo haces en una peli de terror, es un tópico y si se trata de una de fantasía, acaba pareciendo del género ‘cosplayers en el bosque’ a no ser que tengas el talento de los de ‘Irati’. Pero si lo que grabas es ‘mis vacaciones en Girona / Álava / Ourense’ ya todo cuela. Pero es muy importante que detrás de todos los diálogos y paseos por el bosque o los campos de trigo del medio oeste americano haya mucho sonido de chicharra. Pero nivel bajar al mínimo el micro de Sabina en un concierto y subir todos los instrumentos para que no se note que no puede cantar. Chicharra a 11. Tú sigue a los personajes (descalzos a ser posible a ver si pillan el tétanos) por un camino de tierra sin hablar durante un buen rato y coloca el sonido de fondo como si los insectos estuvieran dando un concierto de Death Metal en una sala pequeña.
4.- El plano Malick
Pero, claro: no vale rodar en el campo de cualquier manera. Hoy en día hay bastantes cámaras que te dan un resultado decente si tienes un amigo que sepa más o menos usar un fotómetro. No digo que haya que traer a Douglas Slocombe, que medía la luz subiendo la palma de la mano (en serio: incluso en ‘En Busca del Arca Perdida’), sino alguien que te pueda rodar algo en la hora bruja. Te vas al campo cámara en mano y la pones a ras del trigo o los matojos más altos que veas (no vale los de las señoras campestres que no conocen la epilady) con algún reflejo de lente, pero sin pasarse. Sigue al personaje un poco y ya tienes el momento hora mágica para poner en el tráiler que sólo verán tres personas que fueron ese día a los Cines Golem. Y la coartada para que no te digan que es una peli casera.

5.- Lo contrario: El feísmo
Sí: puedes optar por hacer una historia anclada en los problemas de la REALIDAD y, como todos sabemos, la vida del proletariado no solo implica no reírse nunca, sino que siempre es fea. Para transmitir la BERDÁ has de hacer los planos más feos posibles en los lugares más feos posibles. Si hay empelote, pon la cámara mal centrada, en una cama que no pasaría las pruebas de calidad en el Hostal Encarni del Puerto de Algeciras en 1975, con desconchones en la pared y con una señora a ser posible poco atractiva.
Premio al que sepa del arranque de qué gran éxito cultureta de los 2000 me estoy refiriendo. Lo que gana: sabiduría.
6.- Desenfoque
Da igual que hagas un Plano Malick o que hagas feismo. O las dos opciones en distintas secuencias. Tú pon alguna vez un plano desenfocado. Aunque sea cuando el protagonista está comprando un poloflash. Pero mejor será si tiene la cara en primer plano como si no hubiéramos superado todavía el estilo de Tarsem dirigiendo ‘Losing My Religion’. Tú alega que es metáfora de que el personaje no encuentra su lugar en el mundo. IMPORTANTE: No digas que es porque no encuentra la lentilla.
7.- “Tu deja la cámara rodando, que voy a por un cubata”
Llegamos a uno de los más necesarios. Puedes no poner un desenfoque. Puedes hacer trama con una estructura clara. Pero lo que no debes olvidar es que todos los planos posibles han de durar un 50% más de lo que cualquier persona normal aguantaría sin que la mente empiece a divagar a si ha sacado o no el pollo para cenar esa noche. Puede ser con personajes o puede ser la hierba creciendo. Lo importante es que, cuando el sentido común te diga BUENO CORTA YA, lo dejes hasta que tu productor te haya traído el sol y sombra que le pediste antes de gritar ‘graba’. Porque lo de decir ‘acción’ sería un poco insincero en estos casos.
8 (o más bien 7b).- El Tarkovsky
Es el plano de antes, pero nivel pro. El equivalente al “Tú sigue grabando”, pero en dificultad Inferno Doom: si superas 10 minutos de plano fijo o siguiendo a un personaje con un travelling, te ganas ya el cielo crítico. Pero, ¡cuidado! Esta técnica es la más arriesgada de todas. Es como tener sobre la mesa un 2 picas y un 5 de corazones y decir que vas a escalera de color. No sólo has de acompañarla con una gran batería de todos los demás apartados. Sobre todo el simbolismo: el propio Tartakovs- ah, no, que ese es el bueno- quizir, Tarkovsky, que era el que sí tenía los huevos de hacer estas cosas bien, usó una vela en su última peli. Tú puedes utilizar, por ejemplo, unos calzones del ratón Mickey destiñéndose al sol. Además, tienes que venderte muy bien. Da ruedas de prensa diciendo que eres un genio. Di que Spielberg es una mierda. Mejor: di que todo el cine es una mierda y que lo que en realidad te gusta es hacer reproducciones de Francis Bacon en croché. De paso, habla como si estuvieras borracho y di algo fascistas para que alguien te llame ‘enfant terrible’. Si consigues lo segundo, el premio FIPRESCI está a la altura de tu ano.

9.- Diálogos non sequitur
Puedes aprovechar uno de esos planos largos para poner en práctica otro de los elementos esenciales: los diálogos que no van a ninguna parte con pausas absurdas en medio. ¿Que qué haces en ese silencio? ¡Meter chicharras, que hay que decírtelo todo? Y si estás en la ciudad, sirenas. Todos sabemos que aunque estés en Palencia a las 10 de la noche un domingo hay sirenas de fondo. Pero a lo que iba:
Son esos diálogos que no dicen nada de los personajes, no avanzan la trama y, por las pausas, parece que estás hablando con ChatGPT mientras se está pensando si responder o no a “¿Es sano que te introduzcan una ortiga por la uretra?” antes de concluir que él no pidió ser creado y violar una ley de la robótica electrocutando el teclado. La cosa sería algo así como:
(Silencio)
– Ayer mamá nos dijo que la abuela se orinó en el suelo.
(Silencio)
– No sé qué hago aquí.
(Silencio)
– Yo siempre quise ser farera. Ahora ya no existen.
(Silencio)
(Silencio)
– El abuelo fue picador allá en la mina. (Silencio) (cont.) Quiero hacer tantas cosas…
(Asiente mientras exhala humo del cigarrillo)
– No nacimos para vivir.
Ve haciendo variaciones de cosas por el estilo y ya lo tienes.
10.- Pilla una idea y ve a por todas
No es esencial, pero sí recomendable, buscar una seña de identidad. Puede ser cualquiera de los puntos de este artículo, porque ya sabemos que este tipo de público tienen la misma memoria de pez que un candidato tras las elecciones y son raudos a la hora de alabar películas que vienen a hacer más o menos lo mismo que el anterior sabor del mes de círculos culturetas. ¿No os habéis fijado, además, que, con algunas excepciones, los intensitos son novias muy infieles? Por ejemplo, todo el mundo más o menos aficionado al blockbuster se pasa la vida hablando de Ronald Emmerich o incluso de Peter Hyams, pero basta un lustro para que todo universo cultureta piense que Abbas Kiarostami ha pasado a otro plano del multiverso. Pero a lo que vamos:
Si puedes, pilla algo más o menos propio. Que no sea una idea demasiado ridícula, como cuando todo adolescente piensa que sería hilarante afeitarse media cara y dejar sólo bigote y barba en el lado izquierdo. Pero tampoco que esté demasiado sobada por otro. Esto es: los planos simétricamente centrados son de Kubrick. ¿Qué hizo Wes Anderson? Pillarlo y, sí: Ir a por todas. Pero ya te lo anula a ti. Así que piensa otra cosa. Yo qué sé. Rodar en la nuca como el László Nemes, que hizo “El Hijo de Saul” en estilo “nuca-cam” (parece un producto del Fallout, pero si no la habéis visto consiste en pegar la cámara a la parte trasera de la cabeza del prota durante el 80% de la peli) y luego pensó que, ya que tenía sentido para el agobio de una peli de campo de concentración, también lo debía utilizar en la siguiente ambientada a finales del XIX porque patatas.
Puedes, eso sí, combinar varias cosas: el paneo rápido es de Wes Anderson, pero si le pones ojo de pez es de Yogur Langostinos. Así que pilla uno preexistente y combínalo con otro. Como ese juego de química que te regalaron tus padres, mezclaste tres cosas, lo dejaste a un lado y fuiste a llorar porque no te había caído la NES por tu cumpleaños. Piensa una cosa buena: al menos no fue esto:

11.- Contar una historia es de cobardes
Diez puntos y todavía no he dado casi indicaciones para lo que en teoría es lo más importanJAJAJAJA. Que no. Que la historia en el cine cultureta es lo de menos. Lo importante es el tema. Lo de trama ya tal. Si quieres subvención y prensa, pilla uno de moda del que se hable mucho en twitter. Da igual que lo que tengas que decir sobre él tenga la misma profundidad que una frase de introducción de la wikipedia. Tú usa mucho los puntos anteriores y, sobre todo, el último de esta lista, y todo el mundo pensará que has hecho una declaración profunda. Si tiras, cual músico de prog que sabe de hacer cambios de ritmo complejos pero no tiene ni puta idea de contar historias, por el camino de ‘viaje al interior y a los infiernos y traumas personales’, mejor todavía. Puedes básicamente poner escenas al azar y nadie se quejará con tal de que haya un actor con cara de haber pasado tres días en un festival de verano metido en un retrete portátil.
12.- «El hombre que nunca estuvo allí»: Sé sosiarl
Sin embargo, yo recomiendo la opción de temática social. Da igual que tus padres vivan en un chalet en Pozuelo y te hayan podido pagar gracias a eso la ESCAC. Da igual que tuvieras una infancia normal burguesa. Tú estás con los desheredados de la tierra. Pero lejitos, claro, que huelen. Básicamente te haces unas vacaciones con gente que no conoces para ver si se te pega algo de ellos de cara a la crítica. De paso, mete como sea algún personaje LGTBI+. Que no digo que, al dedicarte al cine, no sea un 100% seguro que tengas amigos de ese colectivo (de hecho, es mucho más probable que en el sector te hayas ido de copas con gays o incluso trans que con un ecuatoriano y lo sabes), pero da puntos. De prestigio y para subvención, porque ¿quién va a sacar dinero del Cabildo?¿El que presente una peli de policías contra vampiros o el de un versión de ‘Naufragos’ de Hitchcock sin trama con planos muy largos y que no se acaba con migrantes camino a Gran Canaria? Pues eso.
13.- Monta un poco al azar para que no se entienda nada
Otro de los arriesgados, pero que puede otorgar grandes dividendos si está hecho mal. O sea, si está hecho bien para llamar la atención. No sé si me explico.
No. No me explico. Ni tú lo tienes que hacer, que para eso aspiras a auteur (Regla adicional: ve aprendiendo francés)
Vale: que montes luego la película con saltos temporales que no tengan sentido. Pero no con el tópico de las pelis más habituales antes nombrado de empezar con una escena del final del segundo acto. Entre otras cosas, porque no tienes actos, claro. Simplemente de vez en cuando echa palante o patrás como dios te de a entender. Vamos, como el montaje de una peli turca de Cuneyt Arkin pero sin kárate.

14.- Y lo más importante:
NI UN CHISTE.
NI UNO.
Berlanga nos enseñó que la vida es una tragicomedia, pero qué sabrá él. Si optas por el camino sosiarl, la gente pobre esa que vive en Carabanchel no se divierte nunca. Eso lo sabe todo el mundo. Y si optas por el camino de cine metafórico, olvídate. No porque vayan a pensar que la peli es basura comercial, sino porque el humor es, con diferencia, el género más difícil de todas las artes creativas y tú no estás equipado para ello. Te va a salir fatal. Por eso Berlanga era un genio y tú y yo estamos con este artículo pensando en posibilidades para estafar a la crítica y ganar el Premio del Jurado Ecuménico de Karlovy Vary.
Porque además el problema es que, si escoges hacerte pasar por un artít-ta del cine, más te vale vivir el papel. Pueden descubrir que has hecho una peli sobre la vivencias reales de las prespitutas y vives en un piso de 180 metros cuadrados en Arturo Soria y dará igual. Puedes haber hecho una historia sobre la soledad de la vida del treintañero y sus problemas psicosociales y ser el alma de la fiesta amén de llevar cinco años felizmente ennoviado y con dos churumbeles. Pero ni se te ocurra que se note que tienes ganas de ver ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’.
A no ser que seas Bergman, claro. Pero es que Bergman tenía talento, sentido del humor y en su videoteca tenía varias copias de “Die Hard”. Porque los genios saben que el verdadero sentido de la vida está en hacer la peli que te salga de las bolas y luego desconectar viendo a John McClane y lucha libre…
