¿Os acordáis de cuando no había redes sociales destructoras de mundos? Porque creo que hasta la gente joven (esto es, de la edad de Marlow para abajo) está de acuerdo con que al lado de Twitter, Thanos es buena gente y Kang el Conquistador es… bueno: por ahora el protagonista de uno de los mayores batacazos de taquilla en segundo fin de semana de la historia de Marvel. Pero sabéis lo que quiero decir. Me he pasado una semana sin mirar redes por falta de tiempo y lo he echado de menos lo mismo que Gianna Michaels a su himen. A propósito: ¿podemos ya como sociedad pasar página sobre esa idiotez de la virginidad? Catolicismo: no ayudas llamando Virgen a una de tus figuras míticas, aunque sea virgen de pecado original y no de que el también inexistente San José no frungiera como buen campesino de la Edad Antigua (que follaban distinto: ellos siempre tras un día de trabajo labrando y pasar por la posada, mientras que los de ahora lo hacen tras un día de trabajo labrando y pasar una hora llorando porque los intermediarios les están quitando la posibilidad de vender a un precio que les permita siquiera pagar los condones).
Pero a lo que iba. No sé a lo que iba. Porque he empezado a escribir sin idea clara más allá de la intención de hacer una entrada-blog. Esto es, cuando contabas en este formato tu vida triste y las frikadas cinematográficas que te tragabas por ver si te caía un trabajito colaborando con un medio de los que paga en lugar de contar tu falsa vida maravillosa en Tik Tok o hacer críticas en Facebook a ver si te cae un trabajito en un medio de los que paga una puta mierda. Y sí: he hecho la misma estructura de chiste dos veces. Asumidlo. Porque esto lo estoy escribiendo con un resfriado del copón tras dos días encerrado en casa tosiendo y con más mocos que Bill Murray en Cazafantasmas y, por qué no decirlo, más poca vergüenza por la calidad mi trabajo que Bill Murray en «Ant Man (y un poco de La Avispa): Cuánta Manía».
Van tres veces la misma estructura. Prometo no repetirla.
El caso es que no tengo fuerzas para hacer vídeos o directos ni cara para un instastory (que creo que no se puede estar en Tik Tok si los huevos o las tetas te cuelgan ya más un centímetro de la media: FACT). A veces he pensado en hacer reacciones cortas para Instagram sobre las pelis que acabo de ver, pero tampoco tengo muy claro si se pueden decir palabrotas en esas redes (en serio, sociedad, además del rollo de la virginidad, deshagámonos de la censura a las palabrotas). ¿Por qué ibas a soltar palabrotas, Paka, si tú sueles ser benévolo con las pelis? Pues os cuento:
Soy en general de ver el lado positivo de muchas pelis por lo que yo he llamado ya en otras cosas que hago “La Teoría del Armadillo Transexual”. La metáfora es sencilla. Sencilla y asquerosa, claro: cuando llevas ya visto todo el porno del mundo, ya sólo te quedan dos caminos. O, tras recorrer media producción alemana, regresas al llamado ‘vainilla’ o ya sólo te ponen pelis zoofílicas de armadillos transexuales porque sólo buscas lo que nunca has visto en pos de un chute endorfínico que no llegará. Pues en cine un poco de lo mismo. Cuando has visto tantas películas como yo o muchos críticos, te quedan dos caminos:
- El yihaidista extremo, que es el camino al lado oscuro que recorren la mayoría, haciendo cosas aberrantes como votar como mejor peli de la historia una en la que hay 10 minutos de una señora haciéndose el café. O, como hace un par de años en Berlín, elegir como mejor filme a una cosa que empieza con una escena porno. Porno feo, claro, que era rumana.
- El Camino de la Iluminación, esto es, ser benévolo y ponerse como un profesor de primaria calificando pelis como “Progresa Adecuadamente”. Al menos la música era bonita. Al menos había algún diseño cuqui. Al menos hay un chiste de orificios (Y, sí: me refiero otra vez a “Ant Man 3: Colorinchismanía”)

Ello no quita, por supuesto, que los que vemos pelis para pagar la hipoteca nos encontremos mierda que nos haga tener ganas de decir “discapacitado intelectual” variando un poco el término. Que, ahora que lo pienso, es más ofensivo hacer un chascarrillo con la expresión correcta que directamente decir “subnormal”. Qué difícil es decir burradas en los tiempos de Twitter…
Y, con esto, he encontrado de qué va esta actualización de la web. Ya sé el titular:
NO SABÉIS LA CANTIDAD DE PELIS QUE EXISTEN.
No, en serio. Si fuerais a un mercado de cine os daríais cuenta de que hay muchos países en el mundo y que en cada uno se hacen varios ‘Por los Pelos’ y cada uno tiene un puñado de Albert Serras invitando a la gente a que NUNCA vuelva a ver una peli que tiene muchas estrellas de la crítica en el cartel. Pero antes os voy a explicar qué son los mercados de cine. A quién se haya imaginado un montón de puestos en los que la gente grita “Comprad, comprad mis hermosas pelíííículas”, estáis en lo cierto. Más o menos. Vale: sólo quería hacer una referencia a Astérix para quitarme el mal sabor de boca de la última, que ha logrado lo impensable: 14 comedias francesas seguidas en las que no me he reído ni una vez.
Pero sí que hay puestos (que si eres más guachis llamas “stands”) y sí que hay vendedores que te quieren hablar de su producto haciéndote la pelota preguntándote por la familia y tal. Que eso es lo que pasa en los mercados de abastos, aunque sospecho que muchos ya no vais por esos antros de perdición a no ser que sea para tomar ginotics baratos en el de Lavapiés como mis amigos.
Del que acabo de venir es del European Film Market, así llamado porque es un mercado de cine que se celebra en Europa y no un mercado de cine solo europeo, dado que, de ser lo último, es altamente probable que la gente dejara zurullos de coña en la puerta de los stands británicos. Bueno, y en los de todos, que el siglo XX nos enseñó lo bien que se llevan los paisillos de Europa entre ellos. Y el XIX. Y el XVIII. Y el XVII. Bueno, ya pilláis el concepto.
Allí se colocan compañías de todo el mundo a tener reuniones es puestos con sus posters y tal. A veces son uno por compañía y, como en los antiguos barrios gremiales, se pueden encontrar casi todas las pequeñas de un mismo país en la misma calle. Concretamente, las de Francia, quizá porque nadie quiera ponerse al lado de ellos por si se les ocurre hablarles en francés y ellos te miren con desprecio porque no has pronunciado adecuadamente “Bonjour, ça va?”. Otras veces hay un solo puesto para países más chiquitines de esos que no piensas que tengan cinematografía pero que POR SUPUESTO que la tienen. Que yo tengo un libro con todos los carteles de las películas kazajas de la historia. He dicho que tienen cinematografía, no que sea extensa.
Algunos, los más guays de la vida (o sea, la mayoría de los americanos) se van a hoteles alrededor para no mezclarse con la plebe. Y ya si eres A24 te vas a 20 minutos andando para dejar claro que aquí manda su polla. Tres veces me tuve que hacer el camino lloviendo a 4 grados con un viento de la hostia. Mi bravo paraguas fucsia murió en uno de los intentos, de hecho. Al menos me llevé una camiseta de recuerdo, unos ojitos de “Todo a la vez en todas partes” y una invitación a comer en uno de esos hoteles en los que te sientes tan fuera de lugar si eres hijo de un obrero de Algeciras que puedes percibir que tienes todo el rato la bragueta abierta aunque esté abrochada. Y que una de las que trabaja allí es amiga y me cae muy bien. Buena gente. Muy simpática.
Vale, sí, que estoy infatuado con ella. Menos mal que no lee Vicisitud y Sordidez y que su dominio del Español es sólo ligeramente meilleur que el mío del français.

También es verdad que, a punto de ganar el Oscar (ojalá) y con la peli terminada más codiciada del mercado, es lógico que estén subiditos. Pero esto no va de esa peli (‘Past Lives’, la han comprado ya para España y está muy bien, rollo romántico en la que no se expresan demasiado las emociones como, digamos, ‘Lo que queda del día’, pero con coreanos enamorados en vez de ingleses estirados). Aquí estoy para que seáis conscientes de una verdad que se comenta poco en los círculos de aficionados al cine:
Lo que llega a España ya está filtrado. Quizir: en el mercado hay tanta cosa que beber de una es como echar un trago en una charca con las infinitas posibilidades de acabar cagomitando. Lo que llega puede ser bueno como el agua de Algeciras (¿Creíais que iba a decir Madriz, no? PUES TAMBIÉN, que el mito es cierto) o al menos desagradable pero en teoría potable sin retortijones como la de Barcelona. Pero al menos suele ser consumible. Que no siempre, claro. Muchas cosas se compran por distintos motivos: subvenciones, echar a suertes que tal peli infumable va a caer en gracia de la crítica, casi siempre imprevisible, ofertas de zoco (todos tenemos algo que no queríamos simplemente porque salía barato), etc. Pero son muchísimas más las cintas que se quedan por el camino. No sólo de países o con talento ignoto: este año me he llegado a salir de una peli con Stellan Skarsgard y su hijo y de otra con Jennifer Connelly.
Porque en estos mercados te sales de pelis y entras en otras si no tienes una reunión. Vas de flor en flor como desesperado en discoteca a eso de las 3 de la mañana a ver qué hay. Joer, siguiendo las metáforas de ligar, a eso del último día yo suelo decir que me doy “la putivuelta” a ver si veo alguien sin reuniones que pueda tener alguna joyita sin vender que me pueda enviar para tragármela tranquilo en casa. ¿A veces incluyen pelis casposas de género que pido por la risa? Nos ha jodido que sí. Que esas también llegan filtradas, aunque todavía no entiendo cómo nadie pudo comprar ‘Mad Heidi’, una peli más cara de lo que parece cuya única gracia es hacer un chiste sobre intolerancia a la lactosa cada tres minutos. Llamadme loco, pero la idea se me agotó al cuarto de hora.
Pero por cada ‘Mad Heidi’ que llega a España, hay miles de ‘Amazing Bulk’s que sólo aparecen en la CutreCon. Decenas de pelis francesas que nadie mira ni aun con las fuertes subvenciones de la UE y el gobierno gabacho a la distribución. Comedias alemanas, ese pleonasmo. Comedias islandesas, ese sinsentido que puede acabar con el mundo tal y como lo conocemos si se recita en alto. Terror uruguayo. Dramas a cascoporro hechos a ver si cuelan en premios y que acaban casi siempre más enterrados que Ted Danson en ‘Creepshow’. Estamos hablando que de algunos catálogos de compañías de medio nivel pueden acabar en España uno o dos títulos de ocho o diez, algunos comprados por mí cuando el resto de gente ha pasado de ellas dado que, encima, el negocio en salas no está para tirar cohetes. Tampoco es porque os anime a tirar cohetes: soy como un perrico y odio los ruidos fuertes, si bien no soy de olerle el culo a la gente cuando les conozco. Normalmente sólo se lo pellizco. Bueno, tampoco. Eso es más de Vicisitud, aunque hay cierto distribuidor internacional que me agarra todo el culámen y que insistió una vez en llevarme a un local de intercambios en Berlín. Dado que, como dice Guille Stardust, en Alemania los baños de ese tipo de sitios se describen como “urinario, urinario, señor con embudo, urinario”, pues prefiero que no.
Dios, qué sórdida es Berlín. Al menos tiene el Museo Bud Spencer. No, en serio.

Así que siempre que vuelvo de estos mercados llego con una sensación benevolente hacia todo tipo de pelis que estoy seguro que me hace tener aura mesiánica cuando voy a poner mis puntos en Letterboxd. Web que uso no porque quiera que la gente sepa lo que me ha parecido una peli, sino para llevar un diario de ellas porque son tantas las que me trago que os juro que una vez tuve esta conversación:
- Paquito, tú quieres el western ese de John Cusack
- No lo conozco. No lo he visto
- Sí, le has puesto tres estrellas en Letterboxd
- Hostia, eso significa en mi código “Si me la ofrecen la pillo”. A ver el tráiler… hosti tú, pues sí, la he visto.
La compré, claro. Pero en el frenesí de ir a ver pelis, salirse veinte minutos antes del final porque tienes una reunión y tragarse tanto filme MEH, decidme ahora que os cuente algo de la biografía alemana sobre Fritz Lang durante el rodaje de ‘M’. ¿Que eso qué es? Exacto: nunca llegó a España. Creo que era floja. No me acuerdo. O aquella sobre The Clash con Jonathan Rhys Meyers. Que voy a comprar como película de librería este año porque tampoco estaba tan mal pero el precio era muy elevado para ser un poco del montón, que ese es otro problema. ¿Por qué os creéis que ‘Under The Skin’ sólo llegó a España durante la pandemia? Porque se pedía un dinero irreal para una peli muy cultureta solamente porque se veían dos tetas de Scarlett Johansson. Que, amigos, a ver si vamos como sociedad TAMBIÉN pasando página sobre las tetas. Que son sólo mamas. Tampoco es algo tan importante. Y, ya que estamos, las pollas. Más tetas, totos, pollas y culos en el cine hacen un el mundo un lugar mejor o, al menos, como decía mi viejo amigo (¿qué será de él?) Portrait de los tiempos en los que los blogs se usaban para artículos muy tontos, más potórrico. Que en su idioma era “más feliz y alegre’.
Así que lo que me pasa es que llego después de ver basura aburrida en la que un señor le dice a una nominada al Oscar “No me gusta tu coño porque huele a vieja” después de prespitar en un coche y todo me parece mucho mejor que al resto de mis amigos de redes sociales. Feck, que el mismo día en el que regresé, incubando este resfriado, me fui a ver “El Onvre Hormiga y su novia de peinado horrible: Quantum of Solace” y sólo pude decir “joder, es mala, pero me he echado un rato. Le casco tres estrellas en mi lista de Letterboxd». ¿Luego se me pasa un poco con el tiempo? Más o menos. Que justo antes de ir entré en rabia y frenesí al verme “Wakalliwood Forever”, sin salirme de Marvel. Pero sí que es verdad que tiendo a ser más benigno con pelis que no me gustan gracias a mi trabajo y a estas visitas. Porque cumplo varios requerimientos para ello:
- Ver mucha peli mediocre tanto en mercados como en el trabajo.
- Haber hecho una peli mala y saber lo difícil que es rodar lo que sea.
- No ser aficionado al porno de armadillos transexuales. Yo ya con que una chica guapa haya tenido el detalle de prespitar por la defensa de la gran bandera del onanismo me quedo contento.
Así que la próxima vez que vayáis a ir a redes a cagaros en que ‘ya no hay pelis buenas’, sed conscientes de que igual estáis esperando que todo sea una puta experiencia orgásmica y que esas son pocas y se encuentran después de mucho trabajo de expurgación si no eres Netflix, que le da luz verde por lo que parece a cualquier cosa que le pongan por delante a ver si hay suerte. Un poco como la Cannon de nuestro tiempo. (En su descargo, hay que decir que sí hay muchas pelis decentes en Netflix y que el chiste lo he hecho para aprovechar su mala imagen, pero todas las visibles están ocultas por el malvado algoritmo, porque luego nos vemos lo que sea con la estrella de turno… de ahí que no descarto que algún desaprensivo acabe pillando los dos filmes de actores conocidos que he nombrado).
Poned vuestras notas en Filmaffinity (web en la que, si sois tan indocumentados como para consultarla, hay que sumarle a todo dos puntos), comentadla en Facebook o directamente no veáis las pelis para decirle a los demás que lo habéis hecho, sino para tener una vida cultural más completa. Pero, qué cojones: ahora que sabéis que lo que os llega ya está seleccionado, que hay mucha más mierda mediocre en el mundo (en serio: diría que a España, quitando la inmensa producción China e India, llega un 10% de lo que se vende en los mercados) y que hacer una peli es complicado, sed un poco más benévolos. La próxima vez que vayáis a poner un 1 en webs de puntuación pensad si es mejor que ‘Birdemic 3.’ O que cualquiera de Albert Serra. Y entonces igual le cascáis un 4 y medio o un 5, que es lo que suelo hacer yo con las de Letterboxd que no me gustan mucho pero que, como las veo muy pronto, no quiero joderles demasiado la media y así me acuerdo cuando me preguntan por ellas que no quiero comprarlas. Sobre todo si me llaman mañana y me dura este constipado que ya me está hasta afectando al raciocinio y al intestino como si hubiera bebido de la charca de películas de animación rusas o pakistanís.
