Música chunga: Eläkeläiset

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Aquí Paco Fox: vuelve Belisaurio, colaborador que ya se había asomado por aquí para hablarnos de sordidez musical ochentera francesa y de sordidez musical finlandesa of all places. Pues a ese país del norte acojonado ahora con cierto expansionista vuelve para hablarnos de, efectivamente, música chunga:

 

Más de un aficionado a los covers, si es que tal terrible subespecie humana existe, se habrá percatado de que al buscar versiones de casi cualquier cosa siempre aparece alguna perpetrada por un grupo de nombre extraño lleno de diéresis, cuyo títulos son aún más extraños y contienen más diéresis todavía, como en una especie de quenya escrito sin espacios. La banda en cuestión se llama Eläkeläiset, y es justo y necesario hablar de ella en profundidad, porque tiene mucha chicha que descubrir más allá de unas cuantas versiones divertidas y curiosas. Muchos de sus vídeos en YouTube consisten simplemente en el videoclip original con la versión sonando por encima, lo que produce un efecto de contraste tan feliz como perturbador.

Fundado en 1993, Eläkeläiset son un grupo finlandés proveniente de la ciudad de Joensuu, en Carelia del Norte, que es como decir la Cuenca del país nórdico, por lo auténtico, relativamente remoto y despoblado de la región. Mientras nuestra Cuenca dio a luz al inmortal Perales, su equivalente finlandés ha aportado un mastodonte musical no menos intenso, peculiar y firmemente vinculado con la senectud. No en vano, eläkeläiset significa “los jubilados” en aquel idioma nórdico tan claro y accesible, y ello se debe a que su música retoma un género originario de mediados del siglo XX denominado humppa, que en las décadas más recientes tan solo baila y disfruta la gente de edad avanzada.

Comienza la temporada primavera/verano 1957 en la planta joven de El Corte Inglés.

La fórmula de Eläkeläiset consiste esencialmente en resucitar aquel estilo musical viejuno y olvidado, emparentado con el foxtrot, y tocarlo a toda velocidad con instrumentos algo más modernos, como bajo, teclado y órgano electrónicos, pero conservando elementos clásicos como la percusión ligera y el acordeón. Para algunas canciones se adoptan otros estilos antediluvianos un poco menos acelerados, como la polca o la yenka (sí, como la de Enrique y Ana), lo que explica que muchos de sus temas lleven siempre la partícula humppa, polkka o jenkka dentro de sus títulos, en función del ritmo al que obedecen. Pero lo más notorio de este grupo es que casi todo lo que hacen son versiones, que resultan prácticamente irreconocibles debido al cambio radical de formato.

Pero todo esto no sería más que una anécdota irrelevante del mundo de la música chunga si obviáramos el aspecto quizá más importante de esta agrupación: la presentación. Desde el principio se mostraron como una cuadrilla de señores mayores (a pesar de ser todavía prácticamente imberbes) que tocaban música de bailes de salón para un público objetivo igual de avejentado. De hecho, TODAS y cada una de sus canciones hablan de gente mayor loca por bailar humppa. Y cuando digo todas, me refiero a más de quince discos completos con una quincena larga de canciones cada uno, y eso sin contar los epés… Vean aquí su outfit primerizo de orquesta de pueblo decadente en todo su esplendor:

Basta con observar el gesto del público para percatarse de que una propuesta como esta no fue del agrado inmediato de la audiencia más joven. Enfundados en sus trajes de “conjunto de corte moderno” sesentero y sus gorras de graduados en Bachillerato (ylioppilaslakki se llama el invento, que todos los finlandeses con estudios se calzan sobre la sesera con ocasión del 1 de mayo), estos intrépidos carelianos daban a entender que no pretendían precisamente modernizar el concepto de la música tal y como se comprendía a mediados de los noventa.

Lo que más llama la atención tal vez sea el grado de seriedad con el que ejecutan la canción, que contrasta no poco con el soniquete cutre del teclado y la voz desgañitada. Es preciso mencionar aquí que, al contrario de lo que se piensa, el pueblo finlandés tiene un gran sentido del humor, pero es un humor irónico, indirecto y bastante absurdo, un poco como el británico, lo que hace que a veces sea un poco difícil de pillar a la primera, que es lo que le ocurrió al parecer al público que asistió a esa grabación.

El gusto de Eläkeläiset por las canciones de rock y los ritmos cada vez más endiablados de sus versiones lograron que cierto sector del público rockero, punk y hasta jebi se interesara por ellos, incluso más allá de sus fronteras. Pronto el grupo salió de su Finlandia natal para ir a prodigarse por el resto de Europa, empezando por Alemania, donde sus covers incomprensibles pero cañeros y su estética llamativa (véanse los rapados de señor mayor del vídeo de arriba) causaron sensación desde el minuto uno. A los alemanes también debió de molarles el acentazo y el inglés macarrónico que gastaban (y siguen gastando) los miembros del grupo, que junto con su extraño humor los convertían en toda una rareza digna de estudio y atención (vean el vídeo entero, la entrevista del final no tiene precio).

El título significa “En la corte del Rey del Humppa”. Sí, amijos, también le han dado al progresivo.

Otro rasgo muy característico de la banda, casi desde sus inicios, ha sido el estilo visual de sus portadas, camisetas y merchandising, compuestos casi en exclusiva por dibujos infantiles de corte naíf que le dan mucha personalidad. El ilustrador es Pekka Jokinen, quien también se ocupa de la página web del grupo (www.humppa.com), de la tienda en línea y del puesto de venta en las giras, lo que lo convierte en un sexto miembro no musical en toda regla, más o menos como el colega bailongo de los Madness. Él es también el creador del logotipo del grupo, escrito con letra atadita de niño de primaria, y del icónico reno que les sirve de símbolo.

Sofisticado diseño escandinavo


Sus primeras incursiones más allá de las fronteras nacionales tuvieron tanto éxito que pronto se convirtieron en importantes tours con una docena larga de fechas, principalmente en Alemania, pero también en otros países colindantes, que el grupo acomete regularmente casi cada año desde finales de los noventa. Es tanta la afluencia de público que no pocas veces consiguen colgar el cartel de “completo”, a pesar de tocar en salas relativamente amplias. En el vídeo que figura más arriba, grabado por quien suscribe en la época en que vivía en Bochum (una ciudad alemana que daría para guía turística sórdida, pero esa es otra historia) puede verse con qué entusiasmo recibe el público teutón las canciones más movidas, montando un pogo de tal intensidad que dejaría en mal lugar a los fans de Slayer en el Combat Tour.
Pido disculpas por la mala calidad de imagen y sonido, debidos a una simple cámara de bolsillo, pero este es el único vídeo del que tengo constancia que captura al mismo tiempo dos de los momentos esenciales de un concierto del grupo: además del mencionado moshpit de la muerte, hacia la mitad puede contemplarse la característica cópula con el teclado electrónico perpetrada por Onni Varis, principal compositor y tarado mayor de la agrupación, un espectáculo que puede verse en todos los recitales (en cuatro de cuatro, por experiencia personal), añadiendo calidad y emoción. Quien canta esta canción es el organista Petteri Halonen, un fichaje un poco más reciente que tiene la ventaja de dominar un alemán nivel instituto perfectamente adecuado para encender y animar a una recua de germanoparlantes en un ambiente concertil.

Comparados con los brutales directos en suelo teutón, los conciertos de Eläkeläiset en Finlandia son recitales tranquilos y apacibles, en un ambiente más íntimo y coleguil, donde lo más parecido a un arrebato de violencia es la conga que ocasionalmente se monta con alguna de las canciones favoritas del público. Buen ejemplo de ello es el experimento que figura sobre estas líneas: una colaboración más o menos reciente del grupo con la orquesta municipal de Kuopio (porque la de su Joensuu natal no se atrevió, al parecer), mezclando música clásica con temas de Eläkeläiset, eso que todos los grupos de renombre tienen que hacer alguna vez, desde Metallica hasta Cañita Brava.
Este tema en cuestión no parece una versión porque está realmente cambiado, ¿se atreven los lectores a adivinar cuál es? Hasta ahora lo han tenido bastante fácil… La gran mayoría de sus temas son versiones, pero estos titanes del humppa empezaron también a crear canciones propias a partir del disco Humppaelämää de 2003.

La mesa es para las botellas, los instrumentos sólo se apoyan ligeramente

Vamos ahora con otra particularidad del grupo: su alcoholismo festivo. Mucha gente sabe que los finlandeses son un pueblo con propensión a ponerse como las Grecas a la menor ocasión, pero al menos un servidor nunca había visto a un grupo que tocara parapetado tras unas mesas repletas de botellas de alcoholazo de las que iban dando buena cuenta entre canción y canción, sin que su velocidad y precisión se resintieran visiblemente.

Ese es el grado súmmum de la borrachera, que no se note lo cocido que vas de lo concentrado y profesional que pareces en todo momento (recordad, niños: si se nota, lo estáis haciendo mal). En el pasado Eläkeläiset también tenían costumbre de esconder un alijo de botellas en las cercanías de la sala en la que iban a actuar y colgar un mapa en su página web con instrucciones para encontrarlo, en una especie de guiño alcohólico a los Goonies tan simpático como bienvenido.

Y llegamos ahora a uno de los platos fuertes: ¡Eläkeläiset estuvieron a punto de ir a Eurovisión! En el año 2010 se presentaron a la final de la televisión finlandesa con un temazo llamado Hulluna humpasta que, ¡chorprecha!, hablaba de estar loco por bailar humppa. Quedaron en un honroso tercer puesto, por detrás de unas mujeres muy simpáticas pero un poco ñoñas llamadas Kuunkuiskaajat (otro nombre con mucho punch internacional…), que se quedaron a las puertas de pasar a la final europea.

Es difícil de prever lo que podría haber montado este grupo en un plató eurovisivo, por lo pronto destrozar un teclado a martillazos es algo que hasta la fecha aún no se ha visto, que yo recuerde. A un servidor al menos le extrañó mucho en su momento que el país que escogió como candidatos a los monstruitos del hard rock (Lordi) o a los Manowar de Tampere (Teräsbetoni) se echara atrás a la hora de votar por la apisonadora humppa… Demasiada caña, supongo.

¿Quién necesita parches teniendo típex?

Llegados a este punto, es preciso hablar un poco del tipo de fans que ha generado este grupo. Hablamos antes de rockeros, punks y jebis como miembros de la turba abigarrada que sigue a Eläkeläiset en sus conciertos, pero estaríamos faltando a la verdad si obviáramos que entre ellos había también gente de ordem e progresso que se organizó en agrupaciones locales para disfrutar de su pasión por el humppa de una forma más normativa y germánica: las Humppajugend. Emulando a los seguidores más fanáticos de Turbonegro, que responden al nombre de Turbojugend, los aficionados más acérrimos cosen parches en sus chupas con el simbolito del grupo y su lugar de procedencia, o los dibujan ocupando toda la espalda, como se ve en el ejemplo de la imagen.

Pese a haber sido casi tan fundamentalista en sus inicios como los fans de la primera fila en los conciertos de Un Pingüino en mi Ascensor (sé de lo que hablo), este movimiento ya está un poco de capa caída, porque los miembros de aquellas “juventudes” ya peinan sobradamente canas –o suspiran por su cabello perdido–, pero todavía se ve a algún que otro descarriado portando con orgullo en su chaqueta sus señas de afiliación humppa.

Después de casi treinta años de actividad, nuestros héroes carelianos siguen vivitos y coleando, aunque cada vez se prodigan menos, cosas de la edad provecta sobre la que tantas veces han cantado y a la que poco a poco van aproximándose. El vídeo que figura sobre estas líneas es un breve clip grabado más o menos recientemente en un rato de asueto durante una gira, y me parece otra buena muestra del humor absurdo que destila todo lo que hacen. Naturalmente, la canción habla de vestirse para salir y petarlo bailando humppa, por si acaso tenían alguna duda.

Los lectores atentos habrán advertido que entre los músicos se encuentra un nuevo rostro; en efecto, en 2018 el batería de –casi– toda la vida, Kristian Voutilainen, se marchó del grupo y su puesto fue ocupado por Tapio Santaharju, nada menos que el baterista original durante los dos primeros años del grupo. Por lo demás, el núcleo duro se ha mantenido sin cambios desde el principio: Martti Varis al bajo, Lassi Kinnunen al acordeón (desde 1995) y, ya lo hemos dicho, Onni Varis al teclado, con la parte del cuerpo que sea.

Antes que limitarme a seguir enlazando un montón de vídeos dispersos, y para que los intrépidos lectores puedan hacerse una idea verdaderamente fidedigna de lo que es la experiencia de un concierto de Eläkeläiset sin tener que viajar a alguna ciudad alemana fea y gris o a algún municipio finlandés no menos feo y gris, la mejor opción que se me ocurre es remitirles al concierto que dio el grupo en el Wacken de 2011 (lo más parecido al Valhalla del metal, donde ya habían tocado antes en dos ocasiones), que encontrarán sobre estas líneas.
Esto es así por tres razones: (i) es el concierto grabado con mejor imagen y sonido de todos los que he visto en YouTube, (ii) no fue un concierto en Finlandia, por lo que hay más inglés macarrónico y gracioso que finés impenetrable y (iii) a esas alturas de la historia Onni Varis estaba aprendiendo a tocar el violín y ofrece un fantástico recital de “gato desafinado aullando” que hará las delicias de sus oídos.

Devastando Centroeuropa desde 1996

Comparando con los vídeos anteriores podrán comprobar cómo poco a poco el grupo pasó de unos inicios humildes, en que apenas sabían tocar, a convertirse en una máquina de humppa atronadora e imparable, capaz de poner a bailar a masas ingentes de personas que ni siquiera entienden lo que están cantando. Tengan en cuenta que no hay muchos grupos que hayan logrado estirar lo que empezó como una broma hasta convertirlo en una trayectoria de casi tres décadas haciendo exactamente lo mismo, pero cada vez mejor.

Por ponerlo en perspectiva, es como si Los Sobraos hubieran seguido haciendo versiones rumberas hasta nuestros días, a disco nuevo cada dos o tres años, como si Gigatron se dedicara exclusivamente a las versiones y nunca se hubiera disuelto temporalmente, o como si Los Gandules… Qué digo, son exactamente como Los Gandules: humor absurdo y años y años haciendo versiones, cada vez mejor grabadas y con más harte.

La portada del último disco hasta la fecha. Valors finlandeses.

Aquí termina nuestro repaso de este curioso grupo de versiones, que seguramente a estas alturas del artículo ya les haya conquistado irremediablemente para siempre (o todo lo contrario, que puede ser). Una aplicación práctica de lo que han descubierto hoy, de eficacia probada, es montar un pequeño concurso en su próximo cumpleaños/Nochevieja/partida de dominó en el hogar del jubilado: congregar a un grupo de gente, ponerles una buena selección de canciones de Eläkeläiset e intentar que adivinen cuáles son las originales.

Como habrán comprobado ya, no es tan fácil como podría parecer, y en ocasiones las versiones están tan cambiadas que casi no se reconocen, lo que tal vez explique por qué el grupo nunca ha tenido, que yo sepa, ningún problema judicial por tema de derechos de autor. Por eso o porque nadie presta mucha atención a la música cantada en finés, que también puede ser.

No me resisto a colar un último vídeo, correspondiente a una de mis canciones favoritas, que no es una versión, al igual que Hulluna humpasta. No solamente es una tonadilla feliz y animada, sino que tiene un videoclip muy molón que la acompaña y es otra buena muestra del humor finlandés. Para entender la gracia es preciso mencionar que el título, Keväthumppa, significa “humppa primaveral”.

Concluimos revelando los nombres de las versiones que se escuchan en los vídeos, para quien ya se haya rendido y no haya querido hacer trampa buscando en Google: después de los reconocibles Nirvana, Van Halen, Cranberries y Bon Jovi, las siguientes fueron, por orden: Rancid – Time Bomb (Humppapommi), Pet Shop Boys – Domino Dancing (Päivätanssit) y Battle Beast – King for a Day (Humppapeto).
Estas dos últimas seguro que han sido las más complicadas, la primera por lo cambiada que está y la segunda porque es más reciente y mucho menos conocida (o eso piensa quien suscribe, como jebi de la vieja escuela), pero es que no hay fronteras musicales para el humppa, que es capaz de abrazarlo todo e insuflar en cualquier género una buena dosis de alegría y buen humor, cosas que nunca están de más en la vida cotidiana. Humpataan!

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