Cinco directores mainstream que hicieron porno

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Vivimos solos y morimos solos. Sin embargo, el follar es mejor en pareja. O en trío. O en cuarteto. Ya si llegamos al número de gente de una chirigota o, peor todavía, un coro, todo se puede poner un poco lioso. Que te paras a descansar un momento y de repente igual te llevas un lefazo en la cara, que vendrá muy bien para el cutis, pero no es lo que más me apetece en este momento de mi vida. Ni en los anteriores.

Por lo tanto, follar es algo muy importante en el ser humano junto con esclavizar, denigrar en nombre de dios o no recoger las cacas de los perros. Está tan unido a nuestra naturaleza que sin ello no existiría la humanidad así como concepto. Menos los de Bilbao, que se reproducen por esporas. Es lógico que los narradores de historias desde el principio de los tiempos allá por la prehistoria hayan contado cuentos alrededor del fuego sobre fornicio. Y si aburría mucho, probablemente mandaran a comer con los lobos al que tomaba la palabra por joder una buena reunión al lado de la fogata. Imaginaos a Albert Serra o Robert Bresson de la época en esa situación: se morían de hambre y eran devorados en el bosque por coñazos. Bueno: tachad eso. Bresson no se merece estar en la misma frase que ese diletante, aunque sí que era un poco gilipollas: una vez pidió un montón de animales para grabar una escena de El Arca de Noé y sólo grabó sus huellas en la arena, con el consiguiente VETE A TU PUTA CASA que le espetó Dino de Laurentiis)

Sin embargo, siempre he defendido que el sexo en el cine suele ser, al contrario que en el hentai, un rollo. Corta la acción, detiene el fluir de la narración y se hace más repetitivo que un reguetón, aunque he de reconocer que el ATÚNCONPÁN es buen ritmo para hacer guarreridas, muy superior sin duda al 4×4 de la música de baile habitual. Yo soy de follar a ritmo de rock progresivo, lo cual explica el terror que produzco en la cama cuando meneo el bullaraque alternando 9/8 con 5/4 para pasar a un solo de batería en las nalgas de la chica.

Lo cual no quita que muchos directores se hayan visto atraídos por el sexo en el cine. Generalmente soft core, esto es, de mucho culete empujando pero poco plano de penetración. Y ver un polvo sin penetración es como una peli de acción en el que la gente saca las metralletas y dicen “¡Piun, piun!” sin salir fuego ni nada. Sin embargo, hasta Kubrick estuvo interesado a finales de los sesenta en hacer una porno mainstream con el guionista de ‘Doctor Strangelove’. Se iba a titular ‘Blue Movie’, iba de, oh qué original, un director mainstream buscando hacer una porno con dos estrellas a lo Doris Day y Rock Hudson (aunque con el segundo veo más una rollo tener a Jeff Stryker en el cartel) y al final acabó publicándose como libro que no he leído. Supongo que será comedia, porque si algo nos demostró la era dorada del porno-chic, es que los dramas guarretes no erotizaban mucho y que el camino correcto era el de los 80: hacer ‘Bárbara la Bárbara‘ o el remake porno de ‘Lío en Río’ (‘Blame it on Ginger’), a fecha de hoy todavía mi peli favorita del subgénero.

¿Que qué es el ‘porno-chic’? Pues alrededor de mediados de los 70, sobre todo con el éxito de ‘Garganta profunda’, se puso de moda ir a ver pelis porno con trama y tal NO para desfogarse y dejar la moqueta como la de un piso de estudiantes en Manchester, sino… para verlas de verdad. En pareja incluso. Con amigos también. Espero que no con tus padres. De esa era salieron algunas cintas interesantes: la mítica ‘Tras la puerta verde’, la malrollera ‘The Devil In Miss Jones’ o la menos conocida pero mucho mejor ‘The Opening of Misty Beethoven’, cuyo director Radney Metzger acabó pasándose al cine mainstream con poco éxito. Como él muchos otros que empezaron en la época en la que era sólo medio vergonzoso hacer porno intentaron hacerse un hueco en el cine más convencional. Desde actores como mi adorado Harry Reems (bigotón), Ginger Lynn, Traci Lords o incluso el chunguete Jamie Gillis (al que vi el otro día de repente haciendo un papel corto en ‘Halcones de la noche’ junto a Stallone) hasta directores como… pues a eso vamos.

No voy a nombrar gente que pasó la mayor parte de su tiempo en la serie Z como Ray Dennis Steckler, Jesús Franco (qué trauma alquilar su ‘Falo Crest’ en el videoclub) o Joe D’Amato, que todo el mundo sabe que acabó sus días trabajando en grandes películas como ‘Rocco Ghost’, en la cual la gente se saludaba cogiéndose las pollas con las manos en lugar de las manos, lo cual me parece una idea que haría de este mundo un lugar mucho más divertido, sobre todo si de fondo sonara siempre un claxon al hacerlo. Esto se trata más bien de gente que quizá no supierais que habían hecho películas de prespitación. (El ímpetu para hacer este artículo surgió de cuando descubrí por una reedición remasterizada la de uno de la lista, pero está ampliado por uno en inglés encontrado en Pastemagazine.com, que quede claro. Porque de TODO lo que se me ocurre escribir ya hay algo anterior y eso no me va a detener siempre. Así que a ello):

Meción especial:

Matt Cimber:

Pongo a este hombre tan poco conocido, que es de los que sólo se movieron por el bajo presupuesto, por tres motivos:

1.- Es la persona que inspiró al personaje interpretado por Marc Maron en ‘Glow’ y, por lo tanto, el creador del programa ‘Las chicas con las chicas’, que es como lo tituló aquí la primera ridícula y jloriosamente sórdida Telecinco, muy distinta a la actualmente ridícula y solo sórdida Telecinco, ese canal que había olvidado pero de cuya existencia he tenido que ser dolorosamente consciente por culpa de toda la promoción que metían durante el Eurobasket reciente.

2.- Rodó ‘Hundra’, una explotación de Conan española con música de, atención, Ennio Morricone. De ésta no hablan en el documental de Tornatore.

3.- Su nombre suena como Matt CIMBEL. Que me parece muy adecuado para el tema tratado.

No he podido encontrar la película, titulada ‘Sex and Astrology’, pero parece ser, según quien leas, que bien era porno, bien estaba muy cerquita y era una especie de ‘Satyricon’ de Fellini con más purpurina. Lo cual está bien. El mundo sería mejor con más saludos con pollas y más purpurina, aunque días después de echártela y tras cinco duchas todavía encuentres rastros en los michelines. No que yo me haya pasado con la purpurina últimamente. No.

Bueno sí.

Todavía hay gente que duda de mi heterosexualidad. NO LES CULPO.

Wes Craven

Empezamos con el más famoso y el que me despertó la necesidad de hacer este artículo. No es raro pensar que el mítico director de terror que siempre se encargaba en toda entrevista de recordarnos que era CUUUULTO y ex profesor de humanidades hubiera hecho porno. En primer lugar porque incluso su mítico remake de Bergman (CUUUULTO) “La última casa a la izquierda, tirando camino arriba, pero no vayas a la derecha por Leganitos, sino en la paralela dirección a Callao” tiene trazas de cine de explotación sexual y es probable que se barajara que fuera de hecho una peli del subgénero.

En segundo lugar porque lo dijo él. En plena era del porno-chic y mientras buscaba financiación para una nueva película, le surgió la oportunidad de rodar un pornazo, que firmó con pseudónimo. A lo largo de los años en varias entrevistas reconoció que había realizado tal tarea, pero nunca dijo el título al que se refería. Pero los cinéfilos del mundo pudieron rastrear la película en cuestión, encontrándola por fin gracias a un pequeñísimo detalle que revelaba la verdadera autoría de la misma:

Craven sale en ella.

¿Wes? ¿Quién es Wes? Yo me llamo ‘Tipo de Incógnito’.

No sacando rabete, aunque el señor no estaba de mal ver de joven. La peli, titulada «The Fireworks Woman», está entera en XHamster, que de las webs de paj… quizir, de ver pornografía con fines educativos es la que por algún motivo tiene más cine clásico. Y que tiene el nombre más extraño. Es como cuqui y siniestro a la vez, con trazas de leyenda urbana sobre Richard Gere.

Se trata de una cinta pretenciosilla en la que Craven hace de lo que puede identificarse como el diablo (porque en el plano final desaparece) que se dedica a lo largo del metraje a hablar con la protagonista que quiere zumbarse (y se zumba) a su hermano. Todo un poco turbio. Que nunca he entendido muy bien el fetichismo del incesto. ¡Con lo que molan otros fetichismos como el de follar vestido de Spiderman y decir que la corrida es la tela de araña! En mi caso, empero, mi fetichismo sexual ahora mismo es follar.

Muchos cinéfilos la han visto para rastrear temas o recursos visuales recurrentes en la obra de Craven. Yo sólo me aburrí. Pero seguro que si te estrujas las meninges sale un buen invent que compara la obra con Bergman o las uñas de Freddy. O con su creación más aterradora: darle un papel a Gloria Estefan en ‘Música del corazón’.

Jaime Chávarri

Para los que tengan la historia del cine español un poco anquilosada, Chávarri dirigió EL mejor documental de la historia de nuestro cine, que dirían en La 2: “El desencanto”, una imagen sobre cómo los pijos pueden ser más insufribles si además son pijos culturetas. Además, tiene películas que todos tienen que ver como su adaptación de “Las bicicletas son para el verano” (de lo mejor que salió de la Era Miró) o, sí, “Las Cosas del Querer”, uno de los éxitos sorpresa de esa época que hasta tuvo secuela, algo muy poco habitual en el cine de prestigio.

Vale que hizo “Gran Slalom” con Juanjo Puigcorbé, claro. Pero esa no es su peor película. La cinta que él considera su peor es “Regalo de Cumpleaños”.

Un porno sado.

Que firmó con su nombre en 1988.

Putoamismo

Yo a esto le llamo tener unos cojones que se acercan a un agujero negro y lo iluminan.

El caso es que, estando rodando por Barcelona, conoció a través de Carlos Suárez a José María Ponce, el único que, aparte de Jesús Franco, andaba por los 80 produciendo porno en España. Pornos muy malos, a propósito. Que hasta yo sabía a finales de esa década que de esos había que huir al acercarse por el videoclub. Supongo que tras cincuenta y cinco gintonics de allí salió el hacer una peli con él dirigiendo y Suárez (¡¡¡Director de foto de «La Vaquilla» y «La Escopeta Nacional» y realizador de «Makinavaja: El último choriso”!!!) de cámara. Con tres actores y en dos días hicieron su cinta sado, la cual salió en vídeo con su nombre bien destacado en un recuadro blanco:

Definición gráfica de sudarte fuerte lo que digan de ti.

El caso es que Chávarri no quedó contento con la experiencia. No por haber rodado sexo explícito y que toda la industria lo supiera, sino porque en un finde no pudo hacer una peli suficientemente buena. Y es que no todo el mundo puede ser Roger Corman. Pero Jaime es el único de esta lista que firmó su guarrerida y eso me da más orgullo patrio que la victoria del Eurobasket.

Abel Ferrara

Un tipo que empezó haciendo pelis sórdidas que reflejaban el Nueva York más sórdido todavía que nosotros sólo conocemos por «Taxi Driver». ¿Cómo no iba a debutar en el porno? En 1976 (año de varias pelis de esta lista), dirigió “9 Lives of a Wet Pussy”, un título con humor tontorrón que es lo que quiero yo en mis guarreridas.

Mucho gatete con cara de cabrón, pero no se ve el pussy.

El caso es que Ferrara, cuyas pelis nunca me han gustado mucho (ni siquiera su cine de prestigio como ‘Teniente Corrupto’: el remake de Herzog es mejor porque sale Nicolas Cage a +11 Db de cageismo), se gana el segundo premio de ‘Con dos cojones’ por aparecer en la peli como intérprete (cosa que repitió luego en ‘The Driller Killer’). Pero no como una especie de espíritu a lo Craven. No. A ÉL LO EMBORRACHAN LO VIOLAN SUS DOS HIJAS. Posiblemente con doble de picha de por medio, pero vamos, que muy bien, Abel. Mejor eso que verme otra vez tu biografía de Pasolini.

William Lustig

Lustig es muy apreciado por los fans del fantástico por haber creado ‘Maniac Cop’ y por mí por haber creado ‘Maniac Cop’ con Bruce Campbell de protagonista. Otro de esos directores del Nueva York sórdido, como se puede comprobar en la también muy apreciada ‘Maniac’ (lo de la variedad con los títulos no es lo de este señor), era lógico que Lustig debutara en el porno-chic en 1976 con ‘The Violation of Claudia’. El plan era el mismo que el de Sam Raimi y tantos otros, pero sustituyendo ‘peli de terror como debut para poder hacer otras cosas’ con ‘peli de felpudos para poder hacer una de terror’. Que, os recuerdo, estamos en la época en la que estas películas recibían reseñas de la crítica y se anunciaban en los periódicos (aunque, dato trivial de la IMDB, ésta fue una de las últimas que aparecieron en The New York Times). Sea por las criticas, sea por puro aburrimiento de intentar hacer algo que no fuera sólo prespitación sin sentido, Lustig se marcó un remake de ‘Belle de Jour’ de Buñuel. Que no era algo fuera de lo normal: la nombrada “The Opening of Misty Beethoven” no tiene que ver con hacerle cosas a una compositora sorda y sí con adaptar la historia de ‘Pygmalion’ / ‘My Fair Lady’. ¿Habría mejorado esta última con más felpudos? No, pero quizá si Jeremy Brett hubiera cantado la demasiado ñoña ‘La calle donde vive mi amor’ con la pisha fuera al menos no pasaría rápido esa secuencia cada vez que veo la peli.

Lamentablemente, Lustig no llamó la atención lo suficiente para encontrar financiación, por lo que a continuación rodó “Hot Honey” (que supongo que si la miel está muy caliente sirve para depilarse las ingles). Según he leído, es más floja y parece hecha con más desgana (en 1978 la era del porno-chic estaba ya a punto de fenecer), pero, sin embargo, finalmente le permitió a Lustig hacer algo que es mucho más apropiado para que todo el público vea por encima de penes y matojos: un señor reventándole la cabeza a Tom Savini con una escopeta.

Porque los Republicanos y Vox lo tienen claro: Niños, aprended a disparar, que eso de ver follar está muy feo y os puede traumatizar.

Lloyd Kaufman

Nunca he sido muy fan del jefe de la Troma como director. Como personaje interesante, sin embargo, por supuesto que sí. Pero sus películas suelen ser demasiado excesivas y su humor chorra no es lo mío. ¿Hay exceso y humor chorra en “The Divine Obsession”, una de sus seis pelis porno y la única que he visto porque quiero mucho a los pocos lectores que hay aquí pero no TANTO? Por supuesto. Pero también chunguez, crítica de la explotación femenina y una señora meándose sobre un muñeco de Pinocho, que, visto lo que han hecho Disney y Zemeckis con el personaje, me parece un acto digno de encomio.

Este título en cuestión lo rodó el mismo año en el que estaba ayudando a John G. Avildsen con las localizaciones y la segunda unidad de una peli pequeña condenada al fracaso porque el protagonista tenía cara y voz de faltarle dos hervores: “Rocky”. Con esto quiero decir que Kaufman no es un imbécil y, aunque he leído que sufre de algunos problemas psicológicos, es un buen profesional y un tipo leído, pero para bien: en lugar de hacer Bergman mal como Craven, él pone a la protagonista a recitar medio ‘Romeo y Julieta’ mientras un director de reparto se la folga. “Puedo hacer ahora el principio de La Tempestad”, le sugiere mientras se limpia toda la vileza. Porque Kaufman es de esos tipos cultos que usan dicho saber no para sentirse superiores a los demás, sino para hacer una versión con caca de, precisamente ‘La Tempestad’ (él, obviamente, hace de Próspero uniendo así su nombre a John Gielgud y Walter Pidgeon y si pensáis que me da gran placer escribir el nombre del dueño de Troma en la misma frase que el de un actor que es Sir, pues habréis acertado).

Espero con ansias su versión de Hamlet en la que Yorick es un zombi que se pelea con el fantasma del padre. Al final todos se peen.

Lo curioso de la película es que tiene un lío tonal tremendo. Lo que empieza con limpieza de cimbeles con peluches y un señor con una corrida falsa de las que llega al techo al ver a la protagonista (la cual no hizo más cine, pero cierta capacidad interpretativa tenía) acaba con la chica drojándose, prostituyéndose y al final, metafóricamente, pegándose un tiro en un espectáculo de burlesque que se revela que es sólo metafóricamente la muerte de sus ganas de vivir, ya que al final se ve que muere de anciana.

¡RISAS! El porno de los 70 no era desde luego como las habituales cintas de Ginger Lynn de los 80. Eso sí: hay una especie de violación sado que me sentó un poco mal, pero extrañamente el guion justifica su existencia dentro del viaje psicológico de la protagonista, que disfruta de ello y lo ve como su caída definitiva. Vamos, que está más pensada y es más entretenida que “Sargento Kabukiman”.

Y ahí lo dejo. Como comentaba al principio, he dejado fuera algunos directores menos conocidos. La pregunta es: ¿sabéis de alguno más? O, lo más importante: ¿Habrá hecho algún Chávarri de la vida un porno bajo pseudónimo? La perspectiva de, otra vez, un Bresson rodando un coito en el que sólo se ven las uñas de los pies o de Tarkovsky haciendo lo suyo en plano fijo de 10 minutos con un ligero travelling que cubre sólo 20º me parece fascinante.

Aunque yo tendría curiosidad por ver, desde fuera y en plan making of, el momento en el que Barry Sonnefeld decidió dejar de ser cámara de porno porque algo le salpicó a la cara en un rodaje.

Pista: no era líquido blanco.

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