Sordidez Latinoamericana 101 – Las Canciones

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Aquí Paco Fox: El otro día por CuriousCat un anónimo me dijo que había escrito un artículo de 24 páginas para el blog. Creí que era una broma referida a los viejos post épicos que solíamos hacer aquí cuando la gente… leía y tal. Pero no: resulta que me lo ha enviado por twitter. La verdad que mandar una colaboración y que sea así de bestial de extensión es echarle cojones. Cualquiera lo mandaría a paseo. Yo, obviamente, admiro los cojones. Quizir, el valor. Los cojones sólo si están un poco recortados, que si no parecen los pelos del recordado Punset. Pero no nos desviemos: así que os dejo con J8 y su repaso a la sordidez musical de latinoamérica:

 

¿Les ha ocurrido alguna vez que han disfrutado tremendamente de algo pero no entienden muy bien por qué? ¿Algún comportamiento, situación, obra de arte, expresión o avenida estúpidamente trazada que los haya fascinado pero sin poder desgranar los motivos por los que haya sido así? ¿Se han sentido incapaces de abordar la titánica tarea de relacionar estos casos entre sí e identificar los valores que determinan la experiencia?

Pues yo sí, y demasiadas veces. Tuve que llegar a este blog (hace poco más de 6 años) para empezar a entender lo que sucedía muy dentro de mi. Y como un par (de decenas) de épicas lecturas no bastaban para entender el contexto referencial-espacial-temporal-socio-político-lingüístico, pues tuve que leerme todo el blog para comprenderlo.

Dos veces. La primera, de madrugadas trabajando en medio del desierto en una estación de tren ubicada en el kilómetro 1000 de la Panamericana Sur. Y la última, durante la pasada cuarentena.

Y entre las múltiples conclusiones que he podido obtener del tema (fuera de las obvias, como que soy un parásito incapaz de vivir en democracia y al que le encanta perder el tiempo), es que este contexto referencial-espacial-temporal-socio-político-lingüístico es muy importante. Hay obviedades que son tan universales que son difíciles de poner en duda, como que Japón, Italia y Alemania funcionan permanentemente en un nivel aparentemente inalcanzable de sordidez. Pero, por el contrario, cuesta más el poder identificar aquellos indicios más sutiles aunque figuren al alcance de la mano, donde la vicisitud demora en ponerse en evidencia. Y cuando al fin sucede, el resultado es sublime y glorioso.

Qué frase para pesada la penúltima. Debería insertar un chiste de caca aquí.

Que, para el contexto referencial-espacial-temporal-socio-político-lingüístico de los distintos autores del blog, vendría ser todo lo que habla español (y portugués acaso, pero aún no es hora de liarnos) pero no es peninsular. En otras palabras: el continente americano.

(si, ya sé que hay gente en Guinea Ecuatorial y acaso en Filipinas que habla español también, pero que vengan ellos y redacten su propio post)

Pero si evaluar la vicisitud y la sordidez desde ESPPPPPPPPPPPPAÑA requiere un blog entero, hacerlo desde AMEEEEEEEEEEEERICAAAAAAAA (entonado con la pasión con la que lo hace Perales… o mejor aún, como Nino Bravo) podría llevar también igual (o probablemente mayor) cantidad de espacio y tiempo. Y lamentablemente nadie se ha puesto a la tarea aún. Podría haberlo hecho yo de haber descubierto ente bloj cuando aún era un blogger activo allá hasta el 2010 y así beneficiarme de los conocimientos en rock progresivo, cine (cutrongo), arquitectura satánica y Fórmula 1 impartidos aquí en tiempo real mientras todavía era un adolescente. Pero la vida es dura. Igual, uno lo está más -culpemos al encierro de esto-, y por lo tanto, más vale ponerse a la tarea.

Pero, ¿por dónde comenzar? Dado que no soy un experto en cine latinoamericano (y peor aún en el colonoscópico, aunque hay por ahí un par de joyas que podría compartir en una segunda o tercera parte de este artículo), que la arquitectura satánica es un gran ausente en casi todo el hemisferio (aunque tengamos gloriosas excepciones como Brasilia) y nuestras megabarriadas casi nos hacen desear ser sodomizados por Satán, que el rock progresivo no tiene ese matiz tan neverfucker debido a lo tan poco conocido que resulta para casi todo el mundo y que muchos metaleros de la región terminan siendo tan pedantes y argolleros como un hipster de toda la vida, pues decidí empezar con algunos ejemplos básicos que puedan representar los grandes valores musicales de la sordidez latinoamericana.

(Y de paso, ya que me leí el blog entero dos veces, el siguiente y lógico paso es hacer los tutoriales. Y como no me apetece ponerme un condón en la cara, pues toca hacer crítica musical metida dentro de un post escrito según las reglas que recomiendan los propios autores. Disculparán la escasez de chistes de caca, ando estreñido y no me salen con facilidad)

Y antes que salgan corriendo, les garantizo que esto no va de los tubérculos musicales de nuestra región (aunque podría, y de hecho hay un par de referencias). En parte, porque Lady Di ya lo hizo con notables resultados (incluyendo la referencia a la bachata, el cual debe ser el más desagradable de los géneros musicales de la región salvo la basura esa del funky carioca que créanme que NO QUIEREN ESCUCHAR). Y en parte, porque como se ve en los integrantes de la lista de discos con valores, el ideal es que la calidad no tiene por qué verse enfrentada a la sordidez. Así que, al igual que Santiago Rouco con los botones de su Casio, les presentamos la mayor diversidad de ritmos que una lista introductoria a la sordidez latinoamericana compuesta por 10 artistas/bandas y 10 canciones suyas les puede ofrecer, sin ningún orden en particular.

Ricardo Arjona – Tu Reputación

Porque hay que empezar fuerte.

Era mi taxi un Volkswagen del año 68…

Una de las cosas con las que nunca pude estar de acuerdo fue con el tratamiento que Arjona recibió en el único post en el que se hizo presente. Y es que jamás de los jamases Arjona recibiría calificativos tan suaves por ningún crítico musical cultureta en esta parte del mundo.

Porque para el latinoamericano con tales ínfulas, Arjona es el anatema supremo del mal gusto. Ni siquiera gente como Camilo (no hablo del Sesto ni del Séptimo: probablemente le quisieran chantar el ordinal de “infinito negativo”) y su carismático bigotón podrán jamás aspirar siquiera a ese nivel.

Podrán decir muchas cosas de él -y no interesa si tienen razón o no-, pero como mínimo deben también mencionar que el suyo es el mejor bigotón del pop actual.

Claro que uno no nace entendiendo eso. De niño te pueden agradar Mujeres o Historia de Taxi porque son distintas y suenan en las radios del corazón. De adolescente, toparse con el Santo Pecado y encontrarlo una obra maestra. Y luego llegas a la universidad y te encuentras con que la mitad de las personas lo condenan por hortera y ridículo. Pero uno no lo comprende. Cuesta sangre, sudor y lágrimas defenderlo, y se hace peor cuando aparecen las acusaciones de plagios cutres y de copia barata, de la mano de las canciones sobre la menstruación. Pero se resiste, y en el camino se encuentra a otras (pocas) entidades valiosas que lo defienden con la misma pasión. ¿Pero qué tiene de rescatable Arjona que valga tanto la pena defender su legado?

Mi humilde contribución a una futura ampliación de la Lista de Discos con Valores (si me hacen caso, claro. Lo dudo). Como dice Paco Fox con las películas: los discos hay que escucharlos. Sobre todo éste. Y que redacte una nueva reseña, que incluso en el tercer mundo está feo eso de ser un indocumentado.

Hasta que uno descubre Vicisitud y Sordidez. Lo lee, lo relee, y eventualmente llega a la conclusión que uno es sórdido. Y que ciertas personas que conoces también. Casi todas ellas defienden a Arjona. Y finalmente, caes en cuenta que Arjona es un sórdido.

Entonces buscas la referencia a Arjona en el blog, que en algún lado debe de estar, y te das cuenta que la única que hay no sabe a nada porque sencillamente sus canciones no han cruzado el charco con la gloria que deberían. Y te duele. Mucho.

La OVRA de Arjona es demasiado extensa y grandiosa como para caber en un apartado como éste, y el chiste del post es que sea tan introductorio como lo es el primer dedito sondeador en el orto antes de un anal doble. Tengan en cuenta que estamos hablando de alguien con rimas que hasta en Mecano dirían que se está pasando de la raya, con recursos estilísticos delirantes y cuyo conjunto de innovaciones en el uso de la lengua de Cervantes (apropiadamente bautizadas como arjonismos) dan para un blog completo que ya ha sido escrito.

¿Qué canción escoger? Pues una de sus grandes glorias. Aunque no sea de las más conocidas, definitivamente es de las que mejor refleja su grandiosidad. Una que rebosa de rimas grandiosas, recursos estilísticos sobresalientes y arjonismos a flor de piel. Y porque ninguna otra canción triunfa tan gloriosamente tan sólo haber llegado a su primer verso. Una cocina Surge a quien supere esto. Una cocina Surge que nunca será entregada.

Tu reputación… son las primeras seis letras de esa palabra.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡APLAUSOS!!!!!!!!!!!!!!
Se presenta en mi ciudad en Noviembre. Entradas algo caras para mi economía actual, pero haré todo el esfuerzo por ir.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Pregunta con trampa. Como Arjona, no hay ni habrá otro. Pero acá prometemos sucedáneos, así que hay que apañárselas. Si buscas a gente a la que la crítica especializada (?) continuamente destroce, pues al ya mencionado Camilo. Si buscas baladitas, pues una búsqueda en Spotify o sus equivalentes te responderá con gusto y mucho mejor que yo. Pero, si quieres rimas desvergonzadas al nivel, pues ahí no te puedo ayudar: toca saltar el charco y volver a escuchar a Mecano.

El Chombo – Cuentos de la Cripta Pt. 2

Es hora de enfrentarnos al elefante en la habitación. Porque no podemos hablar de música de Latinoamérica sin hacer referencia al reggaetón. Pero para hacerlo, por gusto perdemos tiempo en Daddys Yanquis, Malumas y Bad Bunnys (que sospecho que tiene ciertos valores, pues conjugar misoginia y odas por parte del feminismo no es algo que se consiga así nomás. O en realidad si: las mujeres igual de salidas que los hombres, pero siempre y cuando escojan con quien, y si te niegas a aceptar que tu no formas ni formarás parte de su selección pues eres un incel y un Villano del No Follarás En La VidaTM. La vida es dura)

Pero antes, más vale organizarnos. Que lo que acá buscamos es diversidad, colores y muchos sabores. Y como soy un friki de los mapas y un frustrado estudiante de Ciencias Sociales devenido en desarrollador backend de poca monta, pues a aplicar esos conocimientos:

Para efectos prácticos, Latinoamérica se divide en:

  • Mesoamérica. Lo que es México (y cuando digo México, quiero decir el espacio geográfico del Primer Imperio Mexicano) y Guatemala. Lo que en el resto del mundo se puede resumir en: mariachis, bigotones, mayas y aztecas, rancheras, el Chapo, tequila, tacos y corridos. Grandes sórdidos cuando les da la gana, y el apartado anterior lo demuestra (Arjona es guatemalteco).
  • El Caribe. Básicamente, cualquier lugar nombrado en una canción de Don Omar o Daddy Yankee, pero que acá definiremos como todo lo que está entre Miami y las partes de Colombia que todo el mundo conoce (eso es: Carlos Vives, Shakira y Maluma). El resto del mundo los puede resumir en: reggaetón, salsa, bachata, merengue, la mara salvatrucha, chavismo y la crisis venezolana. Si bien sus aportes al mundo de la sordidez suelen ser escasos y con justa razón, siempre hay de dónde sacar algo. Porque pocas cosas más sórdidas que cualquier emisión de Caso Cerrado con la Doctora Polo.

Solucionar lo aburrido de la vida en pareja con gangbangs no es una mala idea.

  • El Río de la Plata. Argentina, Paraguay y Uruguay. Si en las demás divisiones el mestizaje es muy importante (con enormes poblaciones indígenas o de extracción africana por la esclavitud), acá salvo Paraguay -donde por algún motivo todos hablan en guaraní y lo usaron como estrategia para clasificar a 4 mundiales seguidos en durísimas eliminatorias donde cualquiera en la cancha puede entender tus insultos y puteadas y los que no pueden juegan mucho mejor que tú- hicieron algo más práctico y anglosajón: cargarse a todos los negros y pueblos nativos y mandar a casi todos los restantes a sus guerras intestinas como carne de cañón. Esto hace que los argentinos sean algo así como españoles e italianos todos mezclados pero tras pasar por un colador que les quitó algo de la sordidez peninsular.
  • Brasil. Que para nuestro artículo no les haremos mucho caso porque, si bien entiendo algo de portugués, la verdad no me interesan mucho. Y la música brasileña en general me da igual. Que venga uno de ellos y escriba su propio artículo.
  • Los Andes. Bolivia, Chile, Perú, Ecuador y las partes de Colombia que no le interesan a nadie. Para el resto del mundo: montañas, llamas, zampoñas, quenas, Machu Picchu y mal de altura. Y para qué negarlo: los más sórdidos, con MUCHA diferencia. Que soy peruano y sé de lo que hablo, y porque no en vano somos el país de la región que más ha aparecido acá. Y porque lo único más sórdido que cualquier emisión de Caso Cerrado con la doctora Polo es cualquier emisión noventera de Laura en América.

De acuerdo, esta no es de los 90s sino del 2002 aproximadamente, se hace notar la falta de carritos sangucheros y lengüetazos en las axilas. Pero sirve mejor para la comparación con el video de la doctora Polo

En fin, que me pasé de introducción y me olvidé de lo que hablaba. Bueno, vamos con el Caribe.

Sabemos que del Caribe salen múltiples tópicos de esta parte del mundo que a muchos desagradan, con el reggaetón a la cabeza. Pero nos estamos concentrando demasiado en la imagen final -que igual no es tan mala como las inmediatamente anteriores allá a finales de los 2000s cuando Don Omar contaminaba casi todo con su presencia tras haber hecho su única canción realmente buena (con Era Yo incluido) con los igualmente repugnantes bachateros de Aventura-. No, que la historia del reggaetón tiene sus cosillas interesantes y quien nos ha educado mejor en las mismas es un jubilado panameño jovial y que se mola mucho a sí mismo más conocido como El Chombo.

No le hagas caso a su camisa.

Ente onvre, en su canal de Facebook nos ha instruido sobre toda la música popular bailable de esta parte del mundo, de forma didáctica y explicando en qué consisten cosas tan básicas como la pérdida de relevancia de la salsa (si vas a escoger un ritmo caribeño, pues este es el mejor), los básicos del dembow o del tumpa-tumpa (cosas importantes para alguien que, a estas alturas y tras 2 leidas enteras de blog -con reproducciones de los videos- todavía no sabe bien qué son el chunda-chunda o el chispún y cuáles son las diferencias entre las dos).

Pero ojo, que no es cualquier payaso que se pone a escribir de la música de un hemisferio porque le dio la mera gana. Ente onvre tiene una carrera respetable, tanto como productor como…

… por supuesto, como intérprete.

En una de las múltiples evoluciones del calipso y el reggae importado por jamaiquinos y otros caribeños que se afincaron en Centroamérica para sembrar fruta o para construir un canal que nos llevaron hasta el reggaetón de hoy, uno de los puntos intermedios fue la plena panameña de finales de los 90s. En esos años, El Chombo nos deleitaba con ritmos bailables más evolucionados que los de El General y al fin completamente alejados del merengue de la época…

Sonaba en todas las fiestas.

…para darnos algo mucho más sofisticado y progresivo (?) como todas las suites de Los Cuentos de La Cripta.

En esta parte del mundo, nada describe tan adecuadamente el Y2K como Los Cuentos de la Cripta… ¡parte 2! – Electric Boogaloo ft. Paul Rodgers

Porque si el metal nació de Tomi Iommi queriendo hacer música de terror con su guitarra bajada en afinación tras perder las puntas de sus dedos en su trabajo en una planta siderúrgica, el reggaetón nació de El Chombo queriendo hacer música bailable de terror. Así hemos relacionado el reggaetón con el metal.

Y no te lo digo yo. Te lo dijo El Chombo.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Otra difícil. De los contemporáneos de El Chombo, no conozco lo suficiente, y en su gran mayoría el tiempo se los ha devorado. Y todo lo que viene después de él es necesariamente reggaetón, el cual no es algo que vaya uno a escuchar a Vicisitud y Sordidez. Así que sólo puedo recomendarles dos cosas: en primer lugar esta joya del reggaetón old school que no sé de dónde salió pero que demuestra por enésima vez que en el Perú tenemos serios problemas mentales.

Cuchío = Cuchillo

Por otro lado, obviando veinte años de reggaetón, trap y demás yerbas, podemos llegar a los 2020s y deleitarnos con un crack con el que Vargas Llosa y el autor de este mamotreto comparten el honor de haber nacido en la misma ciudad. Con ustedes, el dios de la versatilidad: Faraón Love Shady.

¡Raaaaaaaaaaaaaaaaa!

Los Kjarkas – Llorando se fue

Ya hicimos una visita por Mesoamérica y otra por El Caribe. Ahora tocan Los Andes, esa región en la que vivo y que musicalmente, es injustamente denostada y estereotipada por Paco Fox y Cava Baja como “eso que suena en el metro de Madrid con zampoñas y quenas”.

Y para este apartado, he escogido a la agrupación de música andina con zampoñas y quenas por antonomasia.

Como ciudadano peruano, entiendo a Bolivia como ese país que queda a nuestras espaldas y que el resto de Sudamérica suele ignorar (aunque nunca tanto como a Paraguay), con el que casi conformamos una Confederación a principios de nuestra época republicana, el que nos abandonó en plena Guerra del Pacífico en la que intervenimos por su culpa (no en la que desde España nos intentaron volver a invadir, sino la de verdad: en la que Chile nos quitó Arica e Iquique), el que siempre ha sido nuestro único vecino más pobre, y del cual nos hemos burlado porque su selección de fútbol siempre ha sido la única peor que la nuestra (salvo esa época entre el 90 y el 97 en la que hasta clasificaron a un Mundial y jugaron una final de Copa América) y porque, por supuesto, no tienen mar.

Pero musicalmente son muy relevantes. Los Kjarkas, Savia Andina, Proyección, entre otros, son mitos vivos de la música latinoamericana. Si no has nacido a más de 2000 metros de altura, con montañas enormes que te hagan sentir mil veces mejor que Julie Andrews en los Alpes austríacos al sonido de la música de La Novicia Rebelde (o como Rob Halford gritando en ese mismo lugar “¡Soy el Dios del Metal!”), es algo que parece que no podrás entender (Y hablando de La Novicia Rebelde, que allá le dicen Sonrisas y Lágrimas (?) y que me hace acordar: los nombres de las películas en España es algo que a todos nosotros nos causa mucha gracia, y no hay español al que no hostiguemos con Lobezno haciendo una Onda Vital a todo gas)

¿Pero qué nos aportan en sordidez? Para un ente andino como yo, tal vez no mucho. Pero hay que recordar que hace unas tres décadas, hubo un asunto chungo con una cancioncilla calificada de cutrez latinofílica que la petó en todo el mundo y que hasta motivó no una, sino 2 películas producidas por los entonces enemistados cabezas de la Cannon.

Efectivamente, hablo de la Lambada.

El baile prohibido (que en realidad no era tanto una moda caribefílica porque resulta que los Kaoma eran franceses y brasileños, aunque si los combinas te sale la Guayana Francesa que por aquí nadie conoce). Cuando era niño, no entendía por qué el énfasis en la prohibición de una canción inofensiva y pegajosa, y asumí que tenía que ver algo con el sexo, porque cualquier cosa vergonzosa y prohibida en esa época para uno siempre tenía que ver con el sexo. Pero en este caso no era por ello, sino que resultaba que… la Lambada era un plagio. Un plagio de los gordos.

Un plagio de una de las canciones más famosas del conjunto de música andina con zampoñas y quenas por excelencia.

Y así hemos relacionado la música andina con la Cannon.

(Aquí Paco Fox. Perdón, puesto que no hago nunca esto de entrometerme en los artículos de colaboradores, pero ESTO ME HA LLEGADO AL ALMA. VRABO)

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Esta es simple. Ya mencioné a Savia Andina y Proyección, y Bolivia tiene muchos más de donde escoger. Por Chile, nunca está demás mencionar a Quilapayún, Illapú e Inti Illimani. Por este lado de la frontera, uno puede empezar con los hermanos Gaitán Castro, William Luna, Pelo D’Ambrossio, Max Salvador y Max Castro. Y por supuesto, no hay que olvidar esta morenada de comienzos de la década pasada que un servidor -genial, hasta se me sale la muletilla de Onvre Vicisitud- bailó en la clausura de un evento de danza folklórico entre La Paz y El Alto en sus épocas de bailarín semiprofesional (?)

¡¡¡A bailar, morenooooooos!!!

De paso, les dejo una recomendación audiovisual: “Quién mató a la llamita blanca”, película road-trip de la Bolivia de inicios del Evismo con el mejor narrador omnisciente de la historia, y que entre las múltiples lecciones de vida que nos proporciona, nos recomienda siempre llevar con uno un traje de moreno para las emergencias chupísticas.

https://www.facebook.com/watch/live/?ref=watch_permalink&v=381154606552890

Si por casualidades de la vida, autorizan no sólo la publicación de este artículo sino que también una tercera parte, debería ser de películas. Y ahí si que necesito otro sórdido latinoamericano que me ayude con el tema.

Tongo y su grupo Imaginación – Tu Retrato

Para efectos de este post, meter a Tongo acaso no corresponde. Efectivamente, él ya hizo acto de presencia en el artículo sobre los tubérculos de la bachata. Porque si Sammy Hagar es tan sutil como cagar y mear a la vez, pues Tongo lo es como cagomitar, mear y hacer ruidos con las axilas a la vez mientras se canta el himno de la Internacional. Y acá intentamos hacer este ejercicio justamente empezando por la sutileza, por más que hayamos fracasado tan sólo mencionar el primer ejemplo. Pero Tongo es demasiado grande y no hablo solamente de su masa corporal: recordemos que ya ha sido nominado como Onvre del Año.

Pero el Tongo que es nominado a Onvre del Año y que aparece como tubérculo musical es solamente su última transformación, como si de Cell se tratara tras absorber a los androides. Porque Tongo tiene una carrera mucho más extensa y fructífera de lo que la Internet actual nos puede mostrar. Y en mi Perú, el país más sórdido de Latinoamérica (aunque tengo serias sospechas de Ecuador como competencia real), Tongo es la cumbre suprema de la vicisitud.

La carrera de Tongo, para todos los que no se han enterao, se puede resumir en tres fases:
– La tercera y actual, es la que todos conocen y aman. Como versionador de canciones de éxito empleando el Tonglish que merece ser parte del idioma mundial.
– La segunda es cuando se elevó a héroe definitivo de la sordidez nacional. Comienza con su enorme obra de crítica social conocida como “La Pituca” en la que describe los pesares y estigmas que conlleva el enamorarse de alguien de un estrato económico/social muy distinto…

…siguiendo con otra canción monumental sobre los peruanos que para en aquella época seguíamos escapando de la crisis económica y política del fujimorismo y precursores…

…y termina con un Perú ya (algo) más cosmopolita y protoyoutuber en el que Tongo decidió internacionalizar su hasta entonces canción más conocida, en la canción que sentó las bases de su actual encarnación y éxito actual.

Jamás olvidaré la vez que, allá por el 2007, ví en un noticiero el adelanto de la canción, cantada a capella por el mismo Tongo. Ver por primera vez el Tonglish en acción es algo que te acompañará de por vida.

Pero la primera, que para muchos (incluso en el Perú) es la más desconocida, es acaso la mejor. Era cuando Tongo junto a su grupo Imaginación era un ídolo de la música chicha: ese género nacido de las migraciones internas de los Andes hacia las ciudades de la costa, sobre todo Lima. Y cuando digo ídolo, no miento ni exagero: recuerdo un talk show nacional allá por el ‘98 llamado “Vale La Pena Soñar”, donde una suavecísima Mónica Zevallos llevaba invitados y les cumplía los sueños. Una jovencita de unos 14 años se presentaba y le decía a Mónica que su cantante favorito era Tongo y que su sueño era conocerlo, sin ápice alguno de sarcasmo. Entonces apareció nuestro héroe con toda su parafernalia cantando la sentida “Madrecita”. Y yo entendí que había conocido a alguien importante, incluso con los prejuicios de la época sobre el género en cuestión.

Pero ni esa canción, ni las anteriores es la que quiero compartirles. Es esta:

Es Tongo, en lo mejor de su carrera, con las sicalípticas elementales como elemento visual del género -y un equipo de camarógrafos bien entrenados-, con canciones sentidas y no hechas con el mero afán de hacer el gracioso, pero sin poder disimular toda la alegría (vean ese vestuario y esos pasos de baile y díganme si ustedes serían capaces de reproducirlos aún sin el peso extra). Es el Tongo para los culturetas de la chicha.. ah no, que los culturetas de la chicha se la pasan escuchando Barrio Calavera, Olaya Sound System y similares en una muestra de algo que quiero llamar pituquismo mal entendido, que evidentemente no favorece la acción y explica el por qué nuestra izquierda no enajenada no llegó ni al 8% de votos válidos en nuestras últimas recientes elecciones presidenciales.

Y porque, en realidad esta canción es una versión ligeramente modificada del enorme “Todos Juntos”. Una hermosa canción de Los Jaivas. Si, Los Jaivas que aparecen en el artículo que habla sobre Folk Prog, cuyo “Alturas de Machu Picchu” deberían estar ahora mismo yendo a escuchar.

Recomendaciones serias: Corre que te pillo (el mejor solo de batería del rock latinoamericano), y La Poderosa Muerte.

Y así hemos relacionado a Tongo con el rock progresivo.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Depende. Si lo tuyo es el folk progresivo pero lo celta no te comunica nada y prefieres nuestra cordillera, pues tengo buenas noticias. Arco Iris, Bubu, Los Jaivas, Congreso, El Polen, Wara. Si, por otro lado, te picó el gusto por nuestra rica chicha, pues no pierdas el tiempo y empieza por lo básico: Chacalón, Los Shapis, Los Destellos, Guinda, Pintura Roja. De paso que se aprende la diferencia. Y por último, si no estás seguro sobre qué estoy hablando en este párrafo y prefieres ir con cuidado, pues dale una escucha al soundtrack de La Gran Sangre para que te vengan ganas de caminar por zonas cutres de la Lima de los 2000s y se te quite el chiste a los 3 minutos tras ser cogoteado y asaltado por pirañas.

Ah, y toca también compartir a las tres bandas que han entendido mejor lo que es hacer rock peruano (o sea, algo que sepa a peruano y que no pueda ser creado en otras latitudes). Hablo de Los Mojarras, La Sarita, y sobre todo, Del Pueblo Del Barrio. En mi humilde opinión, la mejor banda de rock peruano, con todo lo que ello implica.

Me parece que también califica de folk prog. Lo que definitivamente es, es una gloria y muy probablemente la mejor canción de este post, aunque no refleje exactamente lo que quiera comunicar en el mismo.

El Personal – ¡Niño, déjese ahí!

Debería irme al Rio de la Plata. Ya vamos 5 y todavía no los reviso. Es que estoy teniendo dificultades en pensar en buenos ejemplos. Así que nos regresamos a Mesoamérica, dado que ocupan un merecido segundo lugar en sordidez regional

Y ahora vamos a hablar de reggae. Que nació en AMEEEEEEEEEERICAAAAAAAAAAAA aunque no sea latino, y que ya vimos que el 88% de su influencia desembocó en el reggaetón. A eso hay que agregarle el 10% de reggae de paz y amor que desembocó en cosas aburridas y prescindibles como Los Cafres o Cultura Profética.

Pero hay un 2% que escapa a todo ello, y son las dos bandas realmente grandes y buenas del género, aunque ninguna pudo ser particularmente masiva debido al festival de muerte ochentero que se bajó a gente valiosísima. Hablo de Sumo y de El Personal.

Sumo fue una banda argentina fundada por un italiano llamado Luca Prodan que llegó a Buenos Aires vía Londres tras estudiar con el príncipe Carlos en Gordonstoun, ser roadie de bandas de post-punk como Joy Division y escapar de la adicción a la heroína, la cual de todas formas le causaría la muerte tras una recaída. Empezamos bien.

Me pasé todo el 2018 rapado por culpa de este señor (y eso que mi lista de héroes musicales incluyen a más gente calva como el Indio Solari, B0lly y Herbert Vianna… no, lamentablemente no tengo un discurso sobre PIL). Y me encuentro preparando un tributo a Sumo en un trío sin vientos con el nada sutil nombre de White Trash/Basura Blanca.

Acá un video de Sumo tocando en una fiesta llena de Rubias Taradas y Viejos Vinagres.

Si bien el post punk no es la cosa más chunga que exista y el reggae de Sumo era bastante blanco y europeizado a niveles UB-40 pero de forma más efectiva, siempre hay que darle crédito a los italianos. Y a los argentinos también aunque sea un poco menos, porque recordemos que a pesar de todo, algo de italianos tienen. Y por eso Sumo es una banda tan grande e influyente y siempre diremos Luca not dead, pero no tan sórdida aunque tenga joyas del product placement como Luca cantando dale nena dame Nesquik, necesito Nesquik! o soltate con Wellapon soltate, soltá tu pelo con Wellapon, soltá el brillo, soltá la belleza de tu pelo con Wellapon. Y ambos son temones de aquellos, como todo lo que hay en su discografía.

Por otro lado, tenemos a El Personal.

A continuación: puros elogios.

Una banda de reggae mexicano con ritmos muy mexicanos, del mexicanísimo Guadalajara, en el estado de Jalisco.

Una banda de reggae mexicano del mexicanísimo y muy machísimo Guadalajara del estado de Jalisco en los 80s. Con un líder y vocalista abiertamente gay. Abiertamente gay en el mexicanísimo y muy machísimo Guadalajara del estado de Jalisco, el estado del jarabe tapatío, probablemente el lugar con más bigotones y machotes machísimos abiertamente homofóbicos en este lado del mundo en aquellos 80s.

Una banda de reggae que no hace canciones malas de reggae de amor y paz (ni canciones buenas de reggae llamadas El reggae de paz y amor con menciones a Ronald Reagan y apuñalamientos como si lo hizo Sumo) sino que hizo canciones sobre autoapuñalamientos -o sea, pajas- con menciones a Margaret Thatcher, sexo chungo con comida callejera, el SIDA y el cambio climático, en los 80s mexicanos donde el rock y derivados todavía son enteramente underground desde Avándaro.

Estaba pensando en si poner esta o la de Nosotros Somos Los Marranos.

Una banda con un líder y vocalista abiertamente gay que eventualmente murió de SIDA, sin ser ni siquiera el primer miembro abiertamente gay de la banda que murió de SIDA. Y ni siquiera fue el último de la banda que murió (aunque el tercer integrante, ya no de SIDA). Y todo esto, sin tener bigotón.

Una banda de reggae realmente buena. Quizá la única banda realmente buena de reggae puro y duro en español. Al menos su primer disco es la mejor muestra de reggae que puede existir.

Debo dejar de escribir “reggae”.

De yapa, pondré uno que no salió en ese disco (ni en ningún otro). Porque es uno de los tres únicos videos de la banda tocando algo con los integrantes originales, que en esa época y lugar las grabaciones en vivo eran algo muy raro. Porque aparece Julio Haro, y es innegable que es la estrella además de estar buenorro. Y porque enfocan un buen rato al batería, quien fue el primero en morir, y además si tiene un señor bigotón.

Y así hemos relacionado al reggae mexicano con Queen.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Uffff, acá si hay material de sobra. Lo primero que puedo hacer es remitirlos con los especialistas que escogieron las 100 mejores canciones del rock mexicano y que se escuchen todo ese ranking. Además de El Tri (de quienes El Personal tomaron prestada esa belleza de frase de “Ya no me consuelan la mota, ni las pastas, ni el alcohol”), toca mencionar a los del Movimiento Rupestre: aquellos músicos urbanos de la Ciudad de México pre-terremoto en aquellas épocas en las que el rock seguía siendo una mala palabra tras Avándaro. Jaime López, Arturo Meza, Rodrigo González, Rafael Catana, Armando Rosas y la Camerata Rupestre. Además de otras bandas y personas de la época, que empezaron a forjar un rock que explotaría la siguiente década: Botellita de Jerez, Cecilia Toussaint, Gerardo Enciso, Piro Pendes y su Ritmo Peligroso, y Real de Catorce.

Pero hay dos que merecen menciones especiales. El primero es el rupestre más conocido: un rockero tan urbano que murió sepultado bajo las ruinas del terremoto del 85: Rodrigo González, más conocido como Rockdrigo. Y si bien sus canciones son maravillas de la composición, no tengo otra opción más que compartir aquí la más sórdida de su catálogo.

Cuando hablamos del “ETE”, hablamos de E.T. Como en esa película de los hermanos Calatrava.

Y por otro lado, a un maravilloso músico y poeta del cual me declaro talibán: Guillermo Briseño. El mejor pianista del rock latinoamericano (si, mejor que el último integrante de esta lista). Que tras terminar los 60s tocando en un excelente grupo de funk como Cosa Nostra, se comió todo el post-Avándaro sacando maravillas del rock progresivo con los grupos que iba formando (Briseño, Carrasco y Flores; Briseño, Hebe, Carrasco y Flores; El Séptimo Aire, El Glorioso Magisterio). Que debería ser un ídolo al nivel de los que aparecen al final del artículo, pero que le tocó pelear con la más difícil en la época incorrecta. Que compuso el que acaso sea el mejor tema del rock mexicano. Y que tiene el segundo mejor bigotón del rock latinoamericano, por detrás del último integrante de esta lista.

https://www.youtube.com/watch?v=gRs3c0VSKj4

Maravilla.

BIGOTÓN

Virus – Sin Disfraz

Y al fin se me ocurrió un aporte del Río de la Plata. Y es que justo me puse a pensar que El Personal tenía más integrantes abiertamente gays que murieron de SIDA que Queen, pero al igual que Queen, salían debiendo un poco en el campo de la gaycidad estética. Pero es que los genios de verdad molan de formas inesperadas (y, de tanto haber leído este blog, ya se me salen hasta los términos y las frases hechas).

Pero la gaycidad estética también puede ser de altísima calidad. Y en Latinoamérica, la mejor gaycidad ochentera y rockera siempre ha sido y será la de Virus.

Virus es otra banda cuyo vocalista era abiertamente gay y que eventualmente moriría de SIDA. En este caso, de un contexto muy distinto: una Argentina post dictadura en la que la expansión cultural podría describirse como análoga a la Movida Madrileña. Pero a Virus no le puedes acusar de divertimento inconsciente: ellos sabían lo que hacían, y si lo suyo era hacer música bailable maravillosamente ochentera y gay era porque realmente consideraban que en épocas duras lo más transgresor que se puede hacer es soltarse el pelo y divertirse. Y si caemos en cuenta que el hermano mayor de Federico (el vocalista original) y Marcelo Moura (actual líder) era uno de los desaparecidos de las dictaduras militares de la época, pues no queda otra sino reconocer que tienen toda la razón.

Virus cantaba sobre pajas, de encuentros en el río, de taxi boys y de andar sin disfraz. Y todo lo que hacían tenía el halo de gaycidad de alta graduación (al menos para el estándar regional, que acá parece que andábamos tan enterados del asunto como Paco Fox escuchando a Erasure antes de descubrir sus videos… yo no porque en esas épocas ni existía). Además que la última portada de la banda con Federico aún vivo tiene el dibujo de unas nalgas junto con un título que no deja lugar a dudas de sus intenciones.

Y acá no hemos tenido la necesidad de relacionar nada. Esas nalgas se sostienen solas.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

En el ámbito de la gaycidad rioplatense, no se me ocurren mejores sucesores que Miranda!. Pop de alta calidad, temas contundentes, gaycidad precisa, y no nos olvidemos de la guitarra de Lolo.

Por otro lado, tenemos a los Abuelos de la Nada: banda contemporánea a Virus cuyo líder (Miguel Abuelo) no me consta que sea gay porque nunca he leído nada al respecto, pero que también falleció de SIDA (el mismo año que Federico Moura y Luca Prodan, nada menos). Pero sus videos siempre me han dado qué pensar. Otra banda de gran calidad.

Los Toribianitos

Tranqui, yo perreo sola.

Otra vez regresando a la Lista de 100 discos con valores, y esta vez vamos a agregarle un datazo. En el puesto 56 (Boney M – The Christmas album), Dillinger afirma erróneamente que solamente Boney M, Raphael y Wham! lograron hacer nuevas aportaciones al villancico.

Evidentemente, se olvidó de esto:

En alguna otra parte del blog que ahora me da flojera de buscar, mencionan a Mariah Carey como “guapa, pero con cara de boba”.

A ella no la tenemos que presentar. Sin embargo, a los que siguen, si. Nuevamente desde Perú, les presentamos a Los Toribianitos.

Declaración de intenciones. Así se comienza un villancico.

Sus canciones rebosantes de chillonas voces infantiles nos han acompañado por décadas en esta parte del mundo a la hora de hacer las compras navideñas y recordar que uno también puede empacharse por las orejas.

Por otro lado, me indican que la pista original no es de los Toribianitos, sino de los Niños Cantores de Huaraz. Los Toribianitos serían los que aparecen a continuación.

Y puede que tengan razón, pero de la misma manera en la que todos los orientales son chinos aunque se trate del emperador de Japón, acá cualquier coro de niños chillones vestidos de rojo y que cante villancicos son Los Toribianitos, por más que otros hayan llegado antes y con otro nombre. Recordación de marca, que le dicen.

Y hasta consiguieron que Bad Bunny produjera su última canción realmente buena (aunque con el hecho de haber transformado su método para sacar canciones nuevas en una fábrica de churros donde todo vale y lo importante es producir como fábrica china, nunca se sabe)

Personalmente, creo que Bad Bunny tenía más chiste cuando todavía cantaba trap con letras vergonzantes y misóginas tres niveles por debajo del cock rock y uno por debajo del hip hop anglo.. Que desde que se la pasa vendiéndose como woke y aliade, perdió un poco la gracia.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Cualquier clon de combate de Los Toribianitos. No hay mucho que agregar acá.

Tex-Tex – La Calle 16

El rock es HAMOR.

Es algo que debería ser obvio, pero gracias a tanto indie y metalero frustrado (¿ven? los extremos se juntan y joden todo por igual), se ha olvidado. El rock es amor por tu instrumento, por tu obra, por tu mensaje. A veces toca repartir palos, pero seamos sinceros: el rock no sería lo que llegó a ser sin el HAMOR que sus más grandes representantes nos llegaron a comunicar.

Y acá les presento a Tex-Tex. Los muñecos que más HAMOR han podido pueden comunicar a través del rock.

Unos hermanos del México rural que nunca se preocuparon de disimular su herencia cultural para encajar en un género que todavía se andaba descubriendo a sí mismo en aquel México ochentero. Que bautizaron su subgénero como rock ejidal. Que se presentaban a las tocadas y conciertos con la misma ropa que los de Bronco (que a ustedes, peninsulares, acaso no les suena mucho, pero que en esta parte del mundo nos significa México casi tanto como grandes del calibre de Vicente Fernández o José Alfredo Jimenez). Y son más rockeros que tú.

Y lo sabes.

En España se gastaron insistiendo que Soda Stereo no era rock, con la misma puerilidad de un metalero adolescente insistiendo que Metallica murió después del Master of Puppets (y eso es tranqui: he escuchado a enajenados decir que desde el Ride the Lightning se vendieron). Gentuza a las que nunca les presentaron a Tex-Tex.

Pocas bandas han desarrollado ese dominio del escenario. Tienen muchos temas gigantes. Si no se han puesto el Un Toque Mágico, están desperdiciando su vida. Lalo Tex nos dejó hace unos años y el rock realmente se murió después de ello.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Como agoté la mayor parte de las sugerencias cuando les hablaba de El Personal (curiosamente me dejé a Tex-Tex fuera de las mismas, conociendo perfectamente lo que seguía en el listado), me permitiré sacar a lo más más del rock urbano que no haya mencionado en las recomendaciones de la tercera canción. Por México, tenemos a gente como Trolebús, la banda Bostich, o el también recientemente fallecido Charly Monttana.

¡Pinche vatito, te estás miando afuera de la bacinica!

Por otro lado, en Argentina tenemos otras bandas como Los Piojos, Intoxicados o los ya mencionados Redondos (nombre completo: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota). Acaso los últimos sean demasiado grandes para encasillarlos en algo como “rock urbano”, pero considerando que a la última misa ricotera con el Indio Solari asistió una cantidad de personas similar a la de una ciudad de mediano tamaño (casi medio millón), lo pondré igual. Pero mejor nos ponemos más estrictos con el término y ponemos una de Viejas Locas, mientras esperamos que al fin procesen al Pity Álvarez por las acusaciones de homicidio.

El rock argentino realmente murió después de Cromañón.

Brujería

¡VIVA PRESIDENTE TRUMP!

Cusco, 2014. Regresando a la ciudad desde el Valle Sagrado con unos amigos. Procedo a ignorar la prohibición que arrastro por parte de todo aquel que me conoce, la cual me impide poner música en cualquier circunstancia y decido poner música de Brujería. La gente se enajena.

-¡Huevón, gira a la derecha, se viene el precipicio!
-¡A la mierda, sigue de frente, pisa al perro!

El metal narcosatánico se apoderó de nuestros cuerpos y mentes.

Este artículo me ha tomado más un año entero, fácil hasta dos, y la curación de artistas terminó con este lugar (siempre me ha causado gracia el término “curar” como si de jamón se tratara, y siempre que pienso en jamón me acuerdo de una amiga española que me convidó excelentes y diversos fiambres, un poco de drojas duras y me explicó lo que es el choped). No estoy al tanto si es lo normal que toma redactar un artículo de Vicisitud y Sordidez, pero si me tomé todo este tiempo es porque intenté que el resultado quedara profundamente bien. Y tras recorrer múltiples géneros, quería terminar con algo de metal. Y casi fracaso en el intento por dos motivos:
1) El metalero promedio, al menos por esta parte del mundo, suele ser un sujeto repulsivo y exageradamente elitista, al nivel del crítico de indie o del frikipster.
2) El metal de esta parte del mundo no me da mucho amor. De hecho, mi canción favorita de metal en español es una traducción del Cop Killer de Body Count.

En inglés, la caña seria es con diéresis. En Latinoamérica, sirve hacer una sigla del nombre de tu banda.

Personalmente, el metal es como la religión: puede que sea algo ponedor, pero los fans me echan para atrás. Y me cuesta mucho escribir sobre un género tan monolítico, por más que sean fuente de valores y sinceramente sea fan de varios grupos. Por Jebús: de mis 5 bandas favoritas, la única a la que he seguido por más de un país ha sido a Therion. Me metí a la Bolivia de Evo de ilegal sorteando militares, camioneros y mochileros chilenos solamente para llegar a la penúltima canción del concierto de su gira del Les Fleurs du Mal.

A pesar de mi conflictiva relación con el metal, fui vocalista de una banda tributo al thrash metal allá por inicios de los 2010s.

Y me he demorado tanto en terminar este artículo que ahora ando tocando la batería en otra banda (que lo haga bien es otro tema).

Pero no llevo un año armando un artículo para hablar de mi, oh no. Yo vine a hablar de la sordidez latinoamericana. Y la única banda sórdida de metal que se me ocurre mencionar en este apartado es Brujería.

Brujería son un montón de metaleros gringos y mexicanos que decidieron hacer algo más interesante que lo que fuera que ocurriera con sus bandas de origen. Musicalmente hablando, son lo más cercano a lo que se conoce como el narcosatanismo, corriente filosófica y política que me describe con un 69% de precisión. En una época en la que lo más cercano al narcocorrido era la versión de La Lupita de “Contrabando y Traición”, y unos años antes que Molotov llegaran a alegrarnos la vida (por algún motivo, se quedan fuera de la lista), en Brujería decidieron que el narcotráfico, la xenofobia gringa y demás cutreces daban para una temática entera. Y la vida les dió la razón. Su disco Raza Odiada es una de esas rara avis alabadas por todo aquel que tenga dos orejas y algo de conciencia social. Hay mucho talento en iniciar un disco con un discurso de Pete Wilson para luego simular su homicidio a punta de efectos de sonido y voces dignas de los Looney Tunes.

Pero el corte más famoso del disco es este:

No llega ni a los dos minutos.
El video está a blanco y negro.
Hay doñas bailando.
Los subtítulos en inglés son más comprensibles que la letra original.
Hay gritos de mariachi que superan a lo que sea que hayan intentado imitar en los gritos de “Te quiero puta!” de Rammstein (¡oh, que rico!).
Te vas a quedar el resto del día repitiendo “¡la migra, la migra!”.

¿Qué más puedo escuchar si quiero seguir en esta onda?

Pues, puedes escuchar a Relave.

Ok, era broma (pero si quieren, no es broma). Del lado del metal, realmente no se me ocurre ninguna banda con ese nivel de calidad y humor a la par. En vez de eso, podría nombrar acá bandas de surf rock como Lost Acapulco, Los Esquizitos o Surfin Wagner (¡surf rock boliviano! ¡no tienen mar, pero tienen surf!), ya que comparten el ir con las caras cubiertas -en estos casos, siempre con máscaras de lucha libre mexicano-. O, por otro lado, bandas locochonas como los ya mencionados La Lupita, La Castañeda o Cuca.

Más calidad.

Charly García

Para el final he guardado al más grande del rock en español. Y no es broma. Nadie en nuestro idioma se le compara a Charly. No puedo pensar en nadie de España que haya logrado lo que Charly. No puedo pensar en nadie en Latinoamérica que haya logrado lo que Charly. Aunque, en esta última afirmación, miento. Si hay una persona a ese nivel: obviamente hablo del Flaco Spinetta.

Dos monstruos de nivel superlativo, con vastas carreras rebosantes de hits y calidad. Con trayectorias análogas que empezaron en el folk-rock de finales de los 60s, pasando por el prog para divergir a partir de los 80s. Con múltiples bandas indispensables para entender la música de este lado del mundo, además de respetables carreras en solitario. Entonces, ¿por qué elegir a Charly y no al Flaco para cerrar este conteo?

Porque acá se celebra la sordidez. Y mientras el Flaco destaca por la belleza y sensibilidad lírica de su HARTE, Charly destaca por su mayúscula sordidez que ha ido tomando mayor relevancia con el pasar de los años.

Todo comenzó cuando Charly, siendo niño, tuvo un ataque de nervios tuvo un ataque de nervios prolongado y que terminó provocando vitiligo. Si bien al inicio no le dejó secuelas muy visibles, eventualmente superaría la etapa folk imberbe de Sui Géneris (que musicalmente me parece la menos interesante de su carrera hasta mediados de los 90s aunque sobren los hinchas que no me van a negar que Nito Mestre era quien partía el pan allí y es quien se queda con la mayoría de himnos) para desarrollar un más que apropiado bigotón.

Y no hablo de cualquier bigotón. Hablo de EL BIGOTÓN. No por dimensiones, ni por pilosidad, ni por textura. Sino porque, gracias al vitiligo, su bigote es naturalmente bicolor -aunque la edad ya le juegue en contra en este apartado-. Lo cual es, en esencia, tener 2 bigotones. Charly no es Charly sin su bigotón bicolor, y hasta el más acérrimo fan fatal de Sui Géneris (cuando aún iba rasurado) lo sabe, lo goza y lo celebra.

EL BIGOTÓN DEFINITIVO. Nadie puede discutirlo.

En fin, que Sui Géneris era un dúo de calidad que hacía un folk-rock introspectivo y con un relevante componente crítico que se alejaba de las tendencias más potentes de su época, aunque la sordidez siempre estaba agazapada y asomando de rato en rato, cortesía de nuestro buen Charly claro está. Pero eventualmente los tiempos cambian. Y Charly, que musicalmente no es cualquier cosa (pianista con entrenamiento clásico, y a eso agrégale oído absoluto), formó una banda dispuesta a hacer cosas más ambiciosas. Por supuesto, hablo de rock progresivo.

La banda se llama La Máquina de Hacer Pájaros. La portada de su primer disco es un cómic (a.k.a. un tebeo). Y Charly vio que era todo bueno.

Lamentablemente la banda no tuvo en su momento el reconocimiento que merecía. Tiempos difíciles, dictaduras, represión, mojigatería: en España también lo tuvieron. Y tras su disolución, saldría la génesis del acaso grupo más importante del rock argentino (por ahí disputada con Soda Stereo y Los Redondos, que cada quien escoja su favorito): Serú Girán.

Si Sui Géneris y La Máquina eran un poco más definidos en sus objetivos, Serú Girán fue algo más experimental. Comenzaron por sinfónico sin abandonar del todo el prog, con cuatro titanes en la formación, con aguda crítica a la sociedad grasosa de la época y en consecuencia sacaron joyas como ésta. La portada del mejor disco de la banda ya no era un tebeo, sino una parodia de la revista Gente con referencia a los supuestos “dobles” que enviaron a una presentación. Y Charly vió que todo seguía siendo bueno.

Pero el mejor Charly estaba por llegar. Porque los 80s llegaron, y con ellos Charly en solitario, en su elemento más puro y cargado hasta un novedoso tercer bigote rebosante de farlopa en estado puro. De hecho, Charly es acaso el único semidios a la altura de Maradona tanto en el delirante imaginario argentino como en la capacidad de consumo de drojas de diverso calibre. La época hard-casio de Yendo de la Cama al Living, Piano Bar, Clics Modernos, los Tangos con Pedro Aznar, etc. es sin duda alguna la mejor y más gloriosa, y la favorita de quien suscribe estas líneas. Recorrer toda la carrera de Charly es un ejercicio tremendo que se hace más duro si tomamos en cuenta la sordidez además de la musica, por lo que acá nos vamos a quedar, pero antes dejándoles esta presentación en la que vemos al mejor Charly tocando y cantando fuera de control en un escenario que representa a un Buenos Aires que se derrumba con fuegos artificiales y cohetones en plena tensión por la Guerra de las Malvinas. El gran arte pocas veces fue tan glorioso.

¿Las Malvinas/Falklands llenas de enajenados escoceses ermitaños, o Gibraltar llenas de ingleses andaluces? No contest.

Y este, mis amigos, fue un (no tan) breve recorrido por diez canciones con su yapa, que -mal que bien- resumen y explican en algo nuestra sordidez latinoamericana. Que os aproveche.

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