Aquí Paco Fox: Guille Stardust es de pasarse una vez al año por el blog. Pero cuando lo hace, lo que entrega es… es… ESTO:
Hay un elefante en la habitación en estos tiempos complicados y precisamente de eso quería hablar: de quién ha metido a ese pobre animal en una habitación. El tema que hoy quiero tratar puede parecer banal a primera vista pero cada vez está más arraigado y naturalizado en nuestra sociedad. Me refiero al proxenetismo de animales.
Sí, amigos, hace unos años se pusieron de moda locales en los que por un precio desorbitado puedes tomar un café rodeado de animales. Primero fueron los gatos y luego, como ocurre con el porno en internet, se ha entrado en una espiral cada vez más sórdida en la que se pasa de ver el típico vídeo one-on-one straight intercouse a acabar masturbándote con un german scat bukake on a minivan. Hoy vamos a hablar de esos prostíbulos de animales alrededor del mundo y de la doble moral que encierran.
No tenemos que irnos muy lejos. En el castizo (qué ganas tenía de usar esta palabra y quedar como un tertuliano de Trece hasta arriba de Soberano) barrio de Lavapiés encontramos el sitio que me inspiró a escribir este artículo. Se llama La Gatoteca pero a mí me gusta llamarlo El Gaticlub por el parecido a un puticlub de pueblo de su exterior y el sucio negocio que se lleva a cabo en su interior.

No me voy a detener mucho en el modelo de negocio porque se basa en el segundo trabajo más antiguo del mundo; la prostitución. Sé que muchos estáis pensando que “la prostitución es el trabajo más viejo del mundo, no el segundo” y ahora yo os pregunto ¿y como pagaban los clientes? Digo yo que primero tendrían que realizar algún trabajo, no sé, recolectar bayas salvajes para pagarle a la prostituta… En cualquier caso, como cliente entras al local y te puedes tomar algo de beber y comprar chuches para los animales y que se acerquen a ti. Si esto no se parece a un local de striptease que baje dios y lo vea.

Y es que al final estás pagando por acariciar a un gato. O sea, que entiendo que a la gente les gusten esos animales pero solo para un rato ¡tampoco vamos a cargarnos ahora con responsabilidades! Que debe de ser el mismo planteamiento del cliente medio de un burdel. Pero digo yo que habrá otras alternativas: alimentar a los gatos salvajes de tu barrio hasta ganarte su confianza, convertirte en su líder y ponerte un nombre chulo de pandillero como “Perro Sánchez” o ser voluntario de un refugio. Si haces esto es porque quieres establecer una relación de poder y tener a esa putita felina haciendo todo lo que dices.

En serio, el señor en esa foto es la recreación perfecta de que algo no va bien, sonrisa exterior e infierno interior. Por no hablar de esas ventanas. Si alguien me dice que es un sótano en Amsteten no lo dudaría ni un solo momento. Solo una persona desequilibrada diseñaría ese reloj de gato y compraría tantas pegatinas de gatos, por no hablar de la mirada de auxilio del gato en el suelo, directa a cámara. Solo le falta sujetar el periódico del día para que su familia sepa que está vivo.
No viene a cuento, pero el gentilicio de Alcantarilla debería ser Tortuga Ninja.
Pero es en Asia donde nos llevan siglos de ventaja, en Seúl existe Maengkun Raccoon Café, una cafetería donde puedes tomar un café con mapaches alrededor. Si algo nos ha enseñado Resident Evil es que nada bueno sale de un sitio que se llama Raccoon.

Uno de los animales con mayor riesgo de zoonosis en un ambiente que no es el suyo ¿qué puede salir mal? Quizá con los que mueren de muerte natural podrían hacer una sopa junto con carne de pangolín, para darle sabor a la pandemia.
Pero es que los coreanos no solo han traído el juego del mapache y el del calamar sino que han creado Thanks Nature Cafe (tienen los huevos bastante gordos para ponerle ese nombre) donde te puedes tomar un café rodeado de ovejas. Si has querido ser como Heidi pero sin tener que empujar la silla de ruedas de Clara este es tu sitio.

Un zoófilo entrando a este sitio debe de sentir lo mismo que un sacerdote católico pederasta entrando a una guardería; sabe que acariciar está bien pero como se la desenvaine va a tener problemas. En el tema de zoofilia siempre he pensado que en la elección oveja vs. cabra pones bastante de tu personalidad. Quiero decir, mira la foto de arriba, si decides tener relaciones sexuales con una oveja sabes que va a ser una noche de acurrucarte bajo una manta mientras ves Love Actually con una taza de chocolate caliente y que luego vais a hacer el amor hasta llegar juntos al orgasmo. Ahora, si vas por el camino de las cabras probablemente acabéis celebrando vuestro aniversario con un trío de sexo muy guarro con columpios sexuales en el Berghain de Berlín.
Volviendo a Seúl, puedes tener la Full Lion King Experience tomando café con un suricata en The Meerkat Cafe.

Aunque la verdadera Full Lion King Experience fue follarme a Simba (adulto) después de coincidir en el gimnasio. Pero no nos desviemos de lo importante, gente que se siente sola y necesita una relación de poder con un pobre animal para cubrir el vacío que hay en su vida. Vacío que no tendrían que cubrir si vivieran en este piso que anunciaban hace unos años en Idealista.

Siempre se dice que Seúl es el Tokio barato y no falta razón, porque los japoneses han ido un pasito más allá y han creado el Tokio Snake Center.

Un bar con putas serpientes… DENTRO DE UNA CAJA. Hay que ser puto loser para ir a un sitio así. Es lo típico de tu tío que dice “uy yo de joven cómo las liaba… ¡era un fiestas!” y sabes perfectamente que esas fiestas era quedarse con tu abuela jugando a la brisca mientras de fondo estaba Noche de fiesta y que lo más arriesgado que hacía era hacerse una paja debajo de las faldillas de la mesacamilla con los desfiles de lencería mientras tu abuela, que lo sabía perfectamente, hacía como que no se enteraba porque ya bastante tenía el chaval con lo que tenía.
Es que los japoneses lo llevan todo al extremo, ¿cuál es el animal menos abrazable? Se me ocurre, no sé, uno que la naturaleza le haya cubierto de púas para que no le toques como es el erizo. El sitio es el Harry Harajuku Hedgehog Cafe.

Un animal nocturno, que si te ve se hace una bola y todo su cuerpo está cubierto de pinchos. ¿Qué te hace pensar que es una buena mascota? Si tienes un erizo de mascota es que eres la típica persona que disfruta de las relaciones tóxicas, probablemente también tengas cactus y compres el papel higiénico del que raspa. La última frase me ha quedado un poco de horóscopo chino. Pero a lo que voy es que si tu concepto de cariño es forzar a un ser que ya solo con su diseño te está diciendo que te apartes, es que lo mismo no tienes todos los patitos en fila.
Y hablando de patos, también en Japón podemos visitar el Owl’s Garden donde estar rodeado de búhos y lechuzas. Creo que no he hilado muy bien este cambio de tema pero estás leyendo Vicisitud y Sordidez, tampoco es que entres aquí por ser un talibán de la coherencia.

Sabes perfectamente que aquí es donde vienen chistes sobre esos incels que han visto y leído Harry Potter hasta la extenuación y que quieren estar rodeados de búhos para sentirse como en Hogwarts y que en lo único que emplean su tiempo libre es en pulirse la varita. Pero me da pena que esos pobres muggle nunca hayan recibido su carta y esto sea lo más cercanos que van a estar de la magia, bueno y el día que fueron a ver al Mago Pop y aplaudieron muy fuerte.
He hecho pocos chistes sobre la zoofilia porque tenía reservado para el final algo que no es estrictamente un local con animales pero un poco sí. Porque los alemanes son muy de confundir: leí Mein Kampf y me pareció el peor libro de acampada que he leído nunca.

Es en Berlín, dónde si no, donde podemos encontrar el famoso Kit-Kat Club (nada que ver con la película Cabaret). Hace unos años empezó aquí el famoso “Mercado de las yeguas”, una fiesta sadomasoquista, o como lo llama Ábalos, «una fiesta». El funcionamiento es muy sencillo: hay yeguas y sementales y los trabajadores que por darle un toque romántico se llaman “mozos de cuadras”. Las yeguas entran primero al local y eligen entre capucha blanca o roja, una capucha que tapa los ojos y solo deja al aire nariz y boca.

La capucha determina el nivel de ETS que quieres coger; blanco para sexo seguro y rojo para barra libre de sífilis. Una vez ensillados y listas para montar, las yeguas reciben a los dominantes que tras un exhaustivo test de personalidad eligen a su montura compatible y hacen cositas de adultos, no me refiero a la declaración de la renta. A lo mejor entras al baño y hay un señor de rodillas con un embudo en la boca entre dos urinarios o un señor metiéndole el brazo por el culo a otro en una muy buena imitación de Jose Luis Moreno (por lo de ventrílocuo).

No entro a juzgar este tipo de prácticas, sinceramente, por mí los coprófagos se pueden comer una mierda, pero hay gente tan promiscua que cuando se graduó fue “Cum Loaded”. Lo que me jode es que ésta es la típica gente que en las aplicaciones de ligar ponen que buscan diversión, pero cuando les ofreces ir a La chocita del loro te dicen que no. Esa gente en realidad solo quieren que les dejen la cara como la radio de un yesista. Pero no todo es tan salvaje. Ahí es cuando entran en juego los mozos de cuadras: si alguna yegua empieza a hacer breakdance o como el médico de mi primo insiste en que lo llame “tener un ataque de epilepsia”, estos son los encargados de llevarles a un lugar seguro.

Quiero acabar diciendo que si os gustan los animales, en lugar de pagar cinco eurazos por un café en un sitio con gatos, cojáis ese dinero y compréis pienso para vuestro refugio local o apadrinéis a un votante de Ciudadanos. Están en peligro y si nadie hace nada, vamos a tener que empezar a torearlos para que no se extingan.