Aquí Paco Fox: Presento a una nueva colaboradora. Isa Pastrana es conocida dentro de lo que de una manera aparentemente egocéntrica se llama ‘El Foxverso’ (aseguro que todo empezó como un chiste, como que mi cuenta de Instagram sea ‘pacofoxoficial’) gracias a sus participaciones en los Elige tu Propia Aventura del canal de Juan Pérez y en algún directo de Tiempo de Culto. Sólo faltaba Vicisitud y Sordidez, así que aquí está. Os dejo con ella:
La verdad es que considero que debo comenzar este artículo dando las gracias. A mí me enseñaron que es de bien nacidos ser agradecidos… Yo no sé si soy bien nacida, pero agradecida lo soy en desmesura, quiero dar las gracias por esta oportunidad al señor Paco Fox. Gracias, Paco. No te arrepentirás. O sí. Ya lo iremos viendo.
Dadas ya las gracias de rigor, yo voy a lo mío, que para eso me han invitado. O me he autoinvitado, la verdad es que no lo tengo claro. ¿Y qué es lo mío? Pues podrían ser muchas cosas: Podría hablar del uso de nanopartículas para la eliminación de contaminantes en las aguas residuales, de que los tomates de pueblo sí saben a algo no como los que compras en el súper, el motivo de porqué viajo siempre con algún muñeco en el bolso o en la maleta o en ambos, sobre la procrastinación o sobre Kurt Russell. Temazos todos. Bueno, no todos, pero no me quiten la ilusión, por favor. Además, hoy no es el día para ninguno de esos temas candentes. No: hoy voy a hablar de las máquinas expendedoras.
“Ufff, máquinas expendedoras. Pues vaya”, os oigo pensar. Bueno sí, quizá no sea un tema muy interesante ya que no estamos en el manido Japón, donde por la inmensa mayoría es bien sabido que hay de todo en todas partes y casi todo sórdido.

Pero no. Yo no sé en otras ciudades cómo anda el mundillo de las máquinas expendedoras, yo voy a contar lo que estoy viendo en León (ciudad que me vio nacer, crecer, no reproducirme y vivir en esta época de pandemia).
Todo comenzó allá por el siglo X, cuando García I… Mejor hacemos una elipsis muy gorda aquí hasta llegar al siglo XXI. Iba yo un día paseando por la calle cuando vi una máquina expendedora en una de las calles céntricas de aquí. Céntrica y turística. Hay que saber colocar bien estas cosas.
Así a priori no es mala idea. Y está disponible 24/7. Uno nunca sabe cuándo va a sentir la necesidad de comprar unos canelones con bechamel precocinados, chorizo, cecina y una fanta naranja. En una ciudad en la que no hay tiendas abiertas hasta las tantas de la noche y se cierra los domingos incluso en el centro, te puede venir bien. No lo discuto.

Nah. Esto está muy bien. En plena calle turística entre la Catedral y la Plaza Mayor. Y sin hacer colas (os juro que jamás he visto a nadie usarlas, pero no dudo de que habrá sido casualidad porque mis horarios de paseo no coinciden con los horarios de caprichos de los usuarios) puedes comprar un plato precocinado, un refresco, un bollo y un cacaolat.

Si es que no puede haber más variedad sin ser un supermercado, por amor del cielo. Pero si hay incluso Tigretones, por favor.

Jopetas si está bien, que incluso alguna carnicería ha aprovechado la coyuntura expendedorial para situar una a la entrada del establecimiento que, oiga, que si no quiere usted hacer cola o justo se ha dado cuenta de que se ha quedado sin chorizo para el bocata del niño del domingo que se va de excursión a Boñar, pues aprovechas y ya. A ver, si es que no estoy hablando de productos reguleros, no: son cosas de calidad..

Uno nunca sabe cuándo va a necesitar más morcilla o chorizo criollo. Te pueden invitar a una barbacoa en el último momento y hay que estar preparado. También es cierto, que en cualquier momento del día o la noche puedes tener un antojo de cecina y oye, está bien saber que la vas a encontrar.

Bueno, podéis pensar, no está nada mal. Y razón no os falta. Ni os sobra. Ojalá hubiese máquinas expendedoras de medias (que oye, una carrera en los pantys la podemos sufrir en cualquier momento y vendría bien que hubiese nuevecitas a mano siempre por ahí), o de calcetines, o de libros de bolsillo. No sé, yo lo dejo caer por si alguien quiere lanzarse y compartir ganancias conmigo. Yo me subo al carro ganador. En realidad no, pero de nuevo: no me quitéis la ilusión, por favor.

Todo esto está muy bien. Embutido, gominolas, refrescos… Sí, sí… Pero a ver, que muy desesperado tienes que estar para que de pronto te des cuenta de que son las 10 de la noche y no tienes ni una longaniza de chorizo en casa para cenar. No sé…
¿Pero qué pasa si por un casual, ligas? Estás por ahí, de marcheta (ya soy mayor y me gusta hablar como una señora vieja), conoces a alguien, hay muy buen feeling o algo y oye, que surge el fornicio. ¿Qué hacer? ¿Pero si en la vida te ha pasado algo así? ¿Y si la otra parte te dice que quiere… “jugar”? Ayayayaya. Y tú ahí con cara de “Uyy yo esto no lo quiero estropear, ¿y ahora qué?”.
Pues nada: las Vending Machines de León, están aquí para ayudarte. Incluso si luego te has quedado con las ganas porque parecía que sí habías ligado pero resulta que al final no y, te vuelves a tu casa en absoluta soledad (pero bien, que estamos en pandemia aún y tampoco está mal, que uno nunca sabe los virus y yuyus que te pueden pasar ahora). Así que mira, aquí puedes pillar juguetes y comida caliente.

Pero que esto no ha acabado aún. No se me vayan todavía que aún hay más.

En León no hay Metro (qué metro vamos a tener con poco más de 100.000 habitantes. Si no va ni el tren de FEVE ya), pero vamos, que hacemos el trampantojo a la de ya.
Mirad qué bonito el reflejo de la máquina con San Marcos de fondo. Un marco incomparable para tus compras.
Manda narices poner máquinas de café en la calle cuando estás rodeado de bares y cafeterías, también te digo. Que León otra cosa no tendrá, pero bares y cafeterías, por un tubo (aunque bueno, si en las grandes ciudades se nota la crisis, imaginad en las pequeñinas, que llevamos en crisis 20 años como poco y ahora se nota aún más).

Jo, ahora tengo antojo de dulces… Maldita sea…
Sí, es cierto. Me he tomado un pequeño receso antes de seguir escribiendo para tomar un bombón. Podría haber ido a una de las máquinas estas que me pilla a 5 minutos de casa, pero estoy en zapatillas y no me apetece, la verdad.
Es una pena que haya perdido la mejor foto de este coqueto rinconcito en la que al lado de un vibrador habían colocado una cajita de un Lego City para niños porque juguetes son juguetes. Entra todo en el mismo saco.
Me parece importante reseñar y recalcar que aquí es donde más he visto que cambien de productos sexuales. Cada vez que he pasado por delante he visto cosas diferentes, lo que me hace pensar que es de las que más éxito tiene o que la usan como experimento social encubierto sobre la tendencias sexuales de los leoneses. De las que no sé nada porque yo soy casta y pura.
También quiero señalar el hecho de que siempre cuelan algo de comida al lado de los vibradores y demás. No sé qué queréis que os diga: si uno va muy perjudicado puede confundir los Risketos con los filtros para los porros o con el vibrador y no sé yo cómo podría acabar la noche. O el día.

Claro, esa es otra. La proliferación de mecheros y filtros… Ni una sola máquina de tabaco tradicional (bien por mi parte: odio el tabaco), pero porros chachi piruli. Pues ok.

Pese a que en el cartel se puede leer la palabra “SEXO” así en letras bien grandes, en realidad lo que te dicen es que hay de todo sea cual sea tu sexo. No me voy a meter en que igual era más correcto que pusiera “género”… porque al fin y al cabo, lo de “SEXO” sí que es el reclamo correcto…
Bolas anales, preservativos, cosas que no sé lo que son y no sé si quiero saber… A ver, por favor, ¡que hay una muñeca hinchable! ¡En 4 colores! Que no sé, visto el precio me da que será un manchurrón cromático que bien podría servir para una campaña de Desigual.

Podríais preguntaros si he pagado y he comprado algo de esto y yo podría decir que sí. Que he comprado cualquier cosa de aquí porque me debo a vosotros y mi salud y mis venas y arterias importan poco cuando se trata de darlo todo por los lectores de esto… Pero la verdad es que aún no. No descarto hacerlo o engañaSUGERIR a alguien que lo haga bajo amenazas cuquis y me cuente su experiencia.
También os digo que si me sobrara el dinero, hubiera comprado fijísimo la muñeca esa hinchable para regalar por las risas. Creo. Que igual es una joya de la perfección muñequil por 8€ (sí sí, claro que miré el precio) y nos lo estamos perdiendo.
Sin mucho más que añadir excepto reiterarme en mis agradecimientos hacia el señor Fox en particular y hacia todo el Foxverso en general, se despide de vosotros vuestra humilde servidora: Isa.