Nunca hagáis caso a los expertos en coaching cuando os hablan de los secretos de LA BIDA. Que te salgan las cosas de una u otra manera en ningún caso depende de que le eches ganas, sino principalmente de la suerte y de quién eres hijo y en qué país has nacido. Alternativamente, si estás en el mundo del entretenimiento, de la suerte, de quién eres hijo y de tu habilidad para realizar satisfactoriamente lametazos de ojete. Sean reales o metafóricos. Luego hay diversos matices, pero para profundizar en ellos no es necesario pagarle a un jeta que de un seminario: basta con ver ‘The Good Place’ o pasarte por mi CuriousCat, donde te daré los mismos consejos vitales que me saque del escroto, pero al menos no te cobraré por ello.
Todo esto lo digo, como siempre, porque soy incapaz de empezar un artículo yendo directamente al agujero y no puedo evitar el juego previo, como en el sexo. Que es muy importante. ¿Lo véis? Os doy consejos amatorios para LA BIDA totalmente gratis al mismo tiempo que os ruego que nunca me hagáis caso en nada que diga que se refiera a ligar.
Pero también lo comento porque hoy voy a rescatar del olvido cinematográfico a un señor que es un buen ejemplo de que la suerte lo es todo en este mundo a no ser que nazcas rico, momento en el cual la suerte la tienes ya equipada de serie como un expansion pack gratuito con la precompra de nacer. Este señor se llama Jean-Christophe Comar, pero ha pasado a la historia de los candidatos a venir a una CutreCon con el nombre de Pitof, que viene a sonar como el apodo que le pone Putin a su polla. Aunque de adolescente me lo imaginaba con la cara del niño ese calvo al que le había clavado violentamente una pluma amarilla en el cráneo.

Jean-Christophe decidió que lo de tener un nombre con guión era un coñazo para ser escrito, así que decidió que su nombre artístico con el que pasaría a la posteridad iba a ser el mote que le pusieron en el cole. Es una pena que no haya más artistas que se llamen “El Chino”, “El manteca”, “Poti Poti” o, en mi caso, “Buzo”. Claro que, como no me gustaba lo cambié sutilmente por Paco Fox y así quedó. Por lo tanto, Pitof y yo compartimos al menos dos cosas: usar el mote del colegio como nom de plume (que hoy estoy con tendencias gabachas) y el gusto por las señoras con látigo.

Porque Pitof ha pasado a la historia del cine como un one hit wonder de la caspa gracias a ‘Catwoman’, una peli tan mala que se usó para ilustrar uno de los primeros artículos sobre el tema en ente blog hace ya más de una década. A partir de ahí, su prestigio nunca se recuperó gracias a una serie de desventuras que os voy a contar básicamente porque ayer estuve escuchando una entrevista que me hizo comprender mucho sobre cómo la potra es lo que rige nuestras vidas, amén de algo que ya conocía: la presión que se tiene en el mundo del espectáculo para estar en boca de todos. Una vez más, algunos lo consiguen enlazando proyectos de éxito y otros de manera literal. O, en el caso de Brett Ratner, dando fiestas de las que se hablará en algún libro por escribir que yo devoraré con tantas ganas como el de la vida de Don Simpson.
Pitof fue como un tercer componente en la dupla Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro, que se hicieron muy famosos a raíz de “Delicatessen”. Pitof era el encargado de los efectos visuales, Jeunet el director centrado más en la historia y Caro el que se centraba más en los diseños. Pero nuestro héroe era el que tenía más experiencia de los tres y el que venía de un pasado mucho más ilustre:
El porno.
Lo nombro no para que lo tengáis desde ya en más estima (porque esto es V&S y el haberse dedicado al porno es, al contrario que en el resto de la sociedad, un plus), sino porque, encima, lo dejó alegando el conocido como ‘argumento Burt Reynolds en Boogie Nights’: Él era editor y cámara y lo de rodar en vídeo como que no. Que eso era cutre. Que él hacía películas de follar, pero películas.
Cosa curiosa, porque años después Pitof fue la primera persona en rodar íntegramente una pelí con vídeo HD. Bueno, la cosa no es exactamente así, porque en el 87 hubo el experimento de ‘Julia y Julia’, pero nunca se proyectó en digital. Además, dejadme que le apunte al menos el haber sido el primero en hacerlo en la nueva era, dado que sólo un poco antes ‘La Manaza Pantasma’ había introducido a las superproducciones los nuevos formatos de alta definición, pero no toda la película se rodó en digital.
Tal filme fue ‘Vidoq’, y le salió la oportunidad tras hacer los efectos especiales y ser director de segunda unidad de la infravalorada ‘Alien: Resurrección’ de Jeunet. Un productor francés le ofreció el proyecto y la peli, gracias a su extraño estilo visual y a que Gerard Depardieu todavía estaba sólo meramente gordo y no nivel “se ha devorado a un pequeño asteroide”, funcionó muy bien y puso al director en el radar de Hollywood.
Porque os voy a contar una cosa: me preguntan mucho sobre por qué tal o cual director desapareció de las grandes producciones. Sea por algún fracaso o sea por el tiempo, la respuesta siempre es la misma: a Hollywood se le empina con la novedad. Si no, ¿cómo cojones nos habríamos tragado tres pelis seguidas en las que se suponía que la sosa de Julia Ormond iba a ser la nueva Julia Roberts? Lo de encontrar el nuevo talento es un aliciente, pero también el poder importar a alguien joven europeo o proveniente del cine independiente para poder manejarle mejor. Joder: es algo que pasa hasta en las empresas, con directivos que sólo quieren Yes Men alegando ‘savia nueva’.
Algún día haré el largamente postergado artículo ‘Cómo funciona una empresa’ bajo seudónimo, claro. Que tengo hipoteca que pagar. Lo firmaré como “Pishof”
Pues Pitof era un tío que demostró, guste más o menos ‘Vidoq’, saber hacer cosas de manera original y visualmente interesantes. Así que le llamaron de Warner para hacer ‘Catwoman’. Él aceptó. A partir de ahí, ya nada le iba a salir bien.
El proyecto se inició como lo que estaba de moda entonces: una peli de superhéroes de DC. Esto es, más o menos oscura. La idea de Pitof era incluso arrancar con un primer acto que estudiaba los orígenes del personaje inspirado en, agárrense, “El pequeño salvaje” de Truffaut.

La peli estaba un poco en el aire, pero decidieron ir por ella porque ninguna actriz importante quería hacer la otra opción, ‘Wonder Woman’, porque les parecía un personaje demasiado chorra. Lo malo es que el guión que le presentaron a Pitof era un poco mojón. Y, con él, llegaron las temidas “notas de los estudios”. Esos informes sobre cosas que cambiar que, en este caso podrían haberlas mandado por fasciculos encuadernables, porque eran más largas que el libreto en sí. Así que llamaron al guionista de ‘Men In Black’, que decidió empezar de cero.
Pero no se lo dijeron al jefe del estudio. En los altos despachos estaban empeñados en otro adagio clásico de Hollywood: hacer lo mismo que acaba de tener éxito. Y como Spiderman de Raimi lo había petado, la peli tenía que ser alegre y brillante. Signifique lo segundo lo que signifique. Quizá sea lo que le dijeron a JJ Abrams para Star Trek y así acabamos con veinte focos dirigidos a las lentes de la cámara.
El jefe dijo que a la mierda el guión nuevo: que se rodaba la bazofia que le entregaron con las correcciones. Pitof estaba en un callejón sin salida: O se largaba y quedaba marcado como un director difícil que abandona una superproducción por lo de las ‘diferencias creativas’, con lo cual su carrera en los EEUU estaría hundida o rodaba un mojón, con lo cual su carrera en los EEUU estaría muy tocada. Así que optó por el tragar e intentar al menos divertirse.
Él quizá se divirtió, pero a mí la peli me dejó daños cerebrales. Aunque, como decía en el viejo artículo al que hice referencia al principio, tengo una compañera de trabajo a la que le gusta. No sé. Lo mismo le fascina que por fin la industria cosmética fuera la protagonista de una superproducción. Porque, claro: si haces una peli sobre una superheroína, OBVIAMENTE la trama ha de ir de cremitas y estar pezioza para ir a la boda de tu prima Amparo. Yo qué sé.
No hablaré mucho de ‘Catwoman’, porque todos sabéis la vicisitud que produce. El caso es que, sí: la reputación del director quedó por los suelos. En sus palabras “He sido violado por el demonio y he dado a luz a este monstruo. No puedo decir que no sea mi hijo (..), pero fue una puta violación”. Pero de un fracaso se puede salir: al menos él hizo exactamente lo que le pidió Warner y se comportó. Según declara, el estudio estaba contento con la peli y les dio lo que le pidieron. Sólo hacía falta otro proyecto. Así que le consiguió que Sharon Stone le propusiera para ‘Instinto Básico 2’.
Y en estas que se lee el guión.
Me lo imagino como el General Sintacha:
Así que se va a hablar con Mario Kassar, el productor, el cual le dice que le tiene cogido por las pelotas: que ahora está de moda y que si lo rechaza quedará marcado. Pero que el guión no se toca por orden de la Excelentísima Señora Doña Charo. Por lo tanto, esta vez ante la misma disyuntiva opta por la opción B: mandar el proyecto al carajo. Y Kassar tenía razón. Ya no era un director de moda. Su hora había pasado. Intentó levantar una peli pequeña independiente sin efectos con Jim Caviezel y la fortuna una vez más le enseñó el dedo corazón y, con cariño, se lo introdujo en el recto. A dos semanas, se canceló el rodaje.
A partir de ahí apenas pudo hacer una mierda directa a tele de dragones de la que se había caído el director original y sobre la que no tuvo ni control sobre montaje ni efectos especiales… él, que había sido pionero en el uso de efectos digitales en los 80.
Todo le iba mal. Su agente ya ni le devolvía las llamadas. Y, de repente, un tipo rico Chino se presenta y le propone hacer su ‘Star Wars’ asiático. Una superproducción. Le ofrece…
“Empires of the Deep”
Casi todos habréis pensado que por qué Paco acaba de hacer una pausa dramática antes de revelar el título. Pero un puñado selecto de tarados habrá hecho un facepalm. Porque aquí estamos hablando de mala suerte, y ‘Empires of the Deep’, también conocido como el ‘Avatar’ chino, es uno de los proyectos inconclusos más famosos de todos los tiempos. Pitof se metió en un desastre de tal magnitud que por él pasaron hasta cinco directores distintos y que, aun habiéndose rodado en 2010 con, atención, 130 millones de dólares de presupuesto, todavía no se ha estrenado.
Voy a repetirlo: esto no es como ‘Inchon’ o ‘La Puerta del Cielo’, superproducciones que se rodaron y que fueron a ver dos personas (y que en el caso primero se enterró y ni salió en formatos domésticos ni apenas se pudo ver en televisión). Esta peli nunca se ha estrenado. De 130 millones. Nunca. Estrenada.
El pobre Pitof apenas estuvo implicado en intentar entender un guión traducido al inglés por google (en serio: cuando un francés se da cuenta de que las frases son todas All Your Bases Are Belong To Us, es que la cosa está muy mal) y empezar las reuniones hablando de atrezzo que ya se había construido sin tener todavía ni un texto definitivo. Así que se olió el pescado gigante maloliente y abandonó el proyecto. Intentó montar una empresa en China con el señor rico, pero pronto se dio cuenta de que el millonario era un estafador. Así que se volvió a Francia a montar una productora para rodar anuncios por aquello de comer. Más tarde, se metió a cosas relacionadas con la realidad virtual. Sólo espero que pueda hacer algo que le devuelva un poco de la suerte que no tuvo con el cine.
Porque la historia de Pitof nos enseña que se puede tener energía y cierto talento, pero que si te vienen mal dadas, en tres golpes de mala suerte puedes estar fuera del partido. Que para mí estaría bien, porque odio el béisbol y los rodajes son en general un coñazo, pero el pobre Pitof consideraba que su pasión era estar en un set. Y con varios proyectos de mierda de los que ni siquiera fue el impulsor ya puedes pasar a la historia como un chiste.
Pensadlo la próxima vez que fracaséis en algo: en esta vida, si no eres rico, casi todo es suerte. No tenemos control sobre nuestro futuro. Así que lo mejor es relajarse, tomarse un té verde y pensar que, al menos, hay libros buenos, películas divertidas, regalos sorpresa, asaltos chirigoteros al Capitolio y, en general, pequeños placeres que hacen que podamos salir día a día adelante. Una ilusión cada vez.
Os digo con la mano en el encogido escroto que en este arranque de 2021 vale la pena ver así la BIDA.