El guión es lo más importante de una película. Incluso más que el que el prota lleve o no bigotón. Siempre se dice que «de un buen guión puede salir una buena o mala cinta, pero que de un mal guión siempre sale una de Julio Médem».
Por eso es muy curiosa la poca atención que se le presta a los escritores. A todos se nos llena la boca hablando de los mal llamados ‘autores’, aquellos como Woody Allen o Mariano Ozores que escriben las pelis que dirigen. Pero también estamos todo el día dando la matraca con Tim Burton o John McTiernan sin tener en cuenta la carrera de los guionistas que elevaron de la nada sus películas. Por supuesto, hay un motivo para ello: que no suelen estar buenos. Secundariamente, que sus carreras son más irregulares. No sólo es fácil que su guión se vea reescrito hasta lo irreconocible a instancias de director o productor, poniendo así difícil tener una carrera más estable en cuanto a constantes reconocibles de cara a los críticos, sino que además pueden pasar años escribiendo cosas que nunca se llegan a rodar. Vamos, que molan poco y follan menos todavía. Que son los bajistas del cine, pero si un bajista fuera alguien que sirviera para algo.
Menos Chris Squire. Con El Erótico de Yes no sus metáis.

Como persona que ha escrito un guión EXCELENTE que nunca se rodará y está en proceso de empezar uno nuevo, puedo decir que soy muy sensible a la extraordinaria dificultad de esta parte del proceso creativo. Es como el momento en el dibujas el mapa del edificio. Yo tiendo a hacer casas hobbits y Nolan adefesios satánicos, pero el caso es que es cuando algo sale de la nada. A menudo sabes a dónde quieres ir, pero no de dónde sales. Más veces sabes de dónde sales, pero según andas estás perdido, con el móvil sin batería, son las dos de la madrugada y te preguntas por qué ese hombre con la misma pinta de Glenn Hughes de Village People te está diciendo melosamente que qué te trae por ese bar.
Una vez tienes el camino trazado y sabes el inicio, la mitad, la meta y qué quieres contar, enhorabuena: ya no vas a hacer una peli artística adolescente de graduado de la Escuela de Cine de Barcelona y el mundo es un lugar mejor gracias a ello. Pero ahora tienes que rellenar aquella delgada línea hasta convertirla en una robusto conjunto de cosas a lo Sammo Hung: hinchado por fuera, pero compacto por dentro y capaz de hacer piruetas imposibles con el género.
Y de esto va este artículo. De esos tópicos que se usan para hacer avanzar y engordar la trama. Esos trucos de guión a los que recurres cuando no se te ocurre nada más porque ya han probado que funcionan desde Vincente Minelli hasta una peli alemana de la tarde. No me refiero a tropos que embellecen una escena. Esto no va del carrito de frutas en la persecución, del Cool Guy Not Looking At Explosion ni del dejar la comida de un almuerzo sin tocar. Tampoco a frases habituales como “¡Nooooo!” o el chistaco de “Está detrás mía, ¿verdad?”. Aquí se trata de elementos de la trama. Hablo de los cimientos y de los pilares que aguantan el esqueleto del edificio, no de la mano de gotelé que le da el constructor para producirte pesadillas y alucinaciones cuando lo miras desde la cama.
Tantos políticos y todavía sin prohibir el gotelé. Nos vamos a la mierda como civilización.
Pero vamos a lo que vamos. Por orden inverso, aquí van tópicos que PODÉIS usar en vuestros guiones, pero que si lo hacéis, por favor, intentad darles un ryanjohnson o variar un poquito la fórmula. Y son catorce. Porque POR SUPUESTO QUE SON CATORCE. Que eso no es un tópico de ente vloj: es una seña de identidad y dogmático respeto hacia las instituciones. (*Nota: agradezco a Toni McGinty, Miguel Ángel Aijón y Marina Victoria sus consejos para confeccionar la lista)
14.- El encuentro cuqui
Podría hacer todo el artículo con tópicos de las comedias románticas. En serio: nunca ha existido un género más agotado en la historia del cine. Creo que el porno tiene más posibilidades de innovar que éste. Lleva prácticamente una década en el coma inducido en el que debería haber entrado Trump, pero 2020 sigue empeñado en no darnos cosas bonitas.
El primer topicazo romanticoide es el del encuentro de los personajes que se enamorarán. No puede ser como suele ocurrir en la vida real: en el curro, por tinder, en una cena con amigos o hasta arriba de cerveza a las tres de la mañana buscando a la desesperada a la última persona sola de la fiesta antes de potar juntos en la salida. No. Ha de ser un encuentro… cuqui. Con algún equívoco, por supuesto, en el que uno creo que el otro es idiota, torpe o de derechas. Atrapados en el ascensor sería un buen ejemplo, si no fuera porque gracias a Un Pingüino en mi Ascensor sólo puedo pensar en esa situación desde el punto de vista de las violaciones, lo cual no suele ser un buen arranque para una comedia romántica.

A no ser que seas Verhoeven, que es capaz de eso y de más. Nunca subestiméis la capacidad de sordidez de Paul. Siempre puede superarlo. Que la próxima peli suya va de monjas cachondas. Ardo en deseos de irme al infierno después de verla tres veces.
13.- El compañero poli patán que está compinchado con los malos.
Pasamos al thriller, al cine negro o incluso a ‘Llamaradas’, porque por algún motivo que nunca entendí esa película se hizo y la gente la vio. En el equipo siempre hay un tipo apocado, un poco torpe y simpaticote que sabes que va a ser el traidor y va a soltar el discurso de “¡Para lo que nos pagan! ¡Deberíamos ser héroes y mi pensión no me llega para pagar el seguro dental de Lisa!”. Al final, obviamente, es eliminado por el malo como Judas que es. Yo si lo metiera en una película le dejaría que se marchara e invirtiera sus ganancias de traidor en un restaurante pequeño y acogedor en Alcalá de Henares para abrir justo en marzo de 2020.
12.- Usar secuencias de sueños para alargar el metraje
O para contar el traumita del protagonista que ha de superar. O para darte un sustico en una de miedo. O mejor: si no sois David Lynch, no hagáis secuencias oníricas, por favor. Y si decidís que es totalmente necesaria para vuestra historia, que sean oníricas de verdad. De esas que cambian de género constantemente, que no tienen puto sentido y que te despiertas porque tienes ganas de mear. Y, sobre todo, no metáis enanos porque sí:
https://youtu.be/CVBclV5ps2U
11.- El savant / sapiente que hace que avance la trama
Pongo el término en francés porque es el más utilizado. Se trata de un personaje que parece ser apocado y poco útil y, de repente, se revela como un genio en un determinado campo. Vamos: lo contrario de Óscar Díaz, que concurso al que va, concurso en el que lo peta porque lo sabe TODO.

Si montas una peli como ‘El indomable Will Hunting’ alrededor de ese personaje, pues casi que no cansa. El problema es cuando, de repente, el conserje es un experto que te cagas en explosivos que hace que McGiver moje los pantalones de emoción. El Silent Bob de turno que le revela al protagonista las BERDADES DE LA BIDA porque puede que sea un porreta, pero en realidad es un genio. O ese repartidor de pizzas que enamora a la chica porque puede recitarle todas las compañías de Zx Spectrum.
Bueno, esto último nunca ha pasado en la vida real, en la ficción ni en mis más húmedos sueños. Con o sin enanos de por medio.
O, mejor todavía, el vagabundo mágico que sabe todo lo que hay que saber sobre golf/baseball/rock/cocinar paparajotes. Lo cual me lleva a…:
10.- El maestro venido a menos
Esto es al mismo tiempo un punto de giro para avanzar la trama y un personaje arquetípico. La vieja gloria venida a menos, alcoholizado y con la cara más arrugada que el escroto de Sánchez Dragó. Vio tiempos mejores, pero un trauma (siempre una lesión, aunque se puede elegir de esta misma lista las posiciones 4 y 6) le llevó hacia la amargura.

Mirad: sólo de escribir esto ya tengo pereza. Si váis a usar a un viejo mentor para ser una figura paterna surrogada, ¿por qué no copiar directamente a Karate Kid? Miyagi molaba, su trauma era sólo de una escena y, sobre todo, tenía pinta de oler bien y ser medianamente feliz con sus bonsáis, sus coches y su por algún motivo abultada cuenta bancaria que le permitía tener esa flota de automóviles de museo y un jardín por el que podría cobrar hasta para que se usara de set porno.
9.- Era yo / Era un sueño
Este puesto TENÍA que estar. No olvidemos que en ente bloj le dedicamos en sus inicios una entrada entera al género “ERA YO”, y tanto Vicisitud como yo estamos entrenadísmos para vernos venir el girito a más o menos la distancia a la que se huele el Varón Dandy de un señor de 65 que va a la clase de baile agarrao.
Estrictamente, no es tanto carne para la trama como una resolución que está en el esqueleto principal. O, si eres JJ Abrams, en lo que en términos de escritura profesionales se llama “espera que me rebusque un poco en los cojones a ver si sale algo que no sean pelotillas de algodón”. Pero es necesario avisar que no: que todo era un sueño y que el malo siempre fue el prota no sorprende ya ni a mi sobrina cuya dieta audiovisual es ‘Daniel Tiger’s Neighbourhood’ y el alopécico monger ese de Caillou (nota: creo que la traumaticé el otro día cuando le hice ver que no era lógico que no tuviera pelo… mi hermano me paró cuando empecé a especular que probablemente esté recibiendo quimio)
8.- Los amigos se separan
En la película de 2016 ‘CineBasura: La Peli’, que quizá os suene de vuestras pesadillas sin enanos o cada vez que miráis vuestro extracto bancario en tiempos de pandemia y penséis “ahora me vendrían bien esos euros que le di al Paco”, hay una escena en la que los protagonistas se pelean y, tres secuencias después se vuelven a unir. Ahora es el momento en el que diría que aquello era una parodia del tópico. Y casi que lo era cuando se lo comenté a Fernando Hugo, el guionista. Pero al final quedó un poco demasiado serio gracias a mi por otra parte excelente interpretación que me valió un agradable ‘pues no ha dado vergüenza” de mi señora madre.
Sin embargo, es un recurso de estructura que usas para simplemente darle movimiento a la trama principal separando a los protagonistas para airear la cosa y que ya cansa bastante. Es muy de comedia romántica, pero llevado al bromance, término anglosajón que a mí me recuerda a medicina para quitar el deseo sexual, pero bueno… Así que si lo vas a hacer, al menos que de verdad parezca que no van a reconciliarse. O, cojones: que cuando lo hagan se besen con pasión y aprendan el placer anal en pleno tercer acto.
Veto esa idea para CineBasura 2 pero YA.
7.- Empezar con el giro de final del segundo acto y tirar patrás
Jugar con el tiempo en los guiones se ha convertido en la moda para ser chupiguay y parecer Iñárritu. Un consejo, amijos: NADIE quiere parecerse a Iñárritu. Si queréis otro modelo de narrador, fijaos en gente más sana e interesante como el Comisario Villarejo, que tiene a media españa enganchada. Yo de verdad espero con ansias el momento en el que haya una grabación de la infanta pillando a Froilán con Pablo Iglesias en el acto y gritando “¡¿¡QUÉ HASSSES BESANDO AL CHEPUDO!!!”

Me hizo mucha gracia cuando me tragué ‘21 Gramos’ y, con el chochazo de montaje absurdo, a eso de la mitad de la peli ya había visto el final de todas las tramas. Uso ‘gracia’ en la acepción de “Me dieron regüeldos y me silbé ‘Como una Ola con el ojete’”. Pero no me refiero a este tipo de barrabasadas, sino a los thrillers que, por aquello de que el espectador no se duerma en el minuto uno y no sea capaz de aguantar un primer acto sin acción antes parar la peli y ponerse un capítulo de ‘Nailed it!’ (normalmente una mejor idea si estamos hablando de la producción de largo de Netflix), te ponen el final del segundo acto en el que, oh, todo está perdido. Lo cual es absurdo, porque sabes que es mentira y, a menudo, te adelantan datos que no quieres saber. El ejemplo más cabreante de esta tendencia es ‘No Respires’, una peli que se basa en que unos chavales están encerrados en una casa con una persona que aparentemente no es una amenaza… y nada más empezar, pensando con mucha delicadeza en los espectadores que tienen la capacidad de atención de una mosca de la fruta con móvil, poner al tío arrastrando a la prota por la calle, por lo que durante más de media peli ya sabes que a) la chica sobrevive y b) salen de la casa donde están atrapados.
Menos mal que detalle del vello púbico en la jeringuilla gigante salvaba la peli.
Esto pasó y es historia del cine. Y material que le doy a vuestra imaginación para cuando estéis cenando esta noche una vichisuás.
6.- Trabajo vs amor y familia.
¿Qué pasaría si no existiera esa dicotomía tan del siglo XX? Que desaparecerían todos los telefilms de Hallmark y mejoraríamos como sociedad antes de dar el siguiente paso para una nueva era de iluminación mundial cortando los fondos para las pelis alemanas de sobremesa que tampoco le hacen ascos a este tópico.
Es un recurso tan sobado que lo mojas en leche y se desintegra. Es un recurso tan manido que no te lo puedes tragar ni aunque le eches tabasco con salsa perrins. Curiosamente, recuerdo perfectamente mis dos momentos en los que me sentí por primera y segunda vez agredido mentalmente. Con 16 años viendo ‘Hook’ y con Robin Williams no llegando al puto partido de baseball. Lo que pasa es que John Williams ahí estaba haciendo un tema un poco raro para él que me calmó el enfado. Cosa que no ocurrió la segunda vez, cuando Kevin Smith, el que venía de hacer una sátira magnífica sobre la religión, metió el ‘Ben Affleck no puede ir a la representación del cole’ no como detonante, sino como el puto clímax de ‘Jersey Girl’. ¡Una función escolar! La trama debería ser que un buen hijo de verdad NO quiere que su padre pase por semejante ordalía, demostrándole así su amor. “Papá, quédate en la oficina viendo porno y no vengas a este ridículo” “Oh, hijo, gracias: ¡Te quiero tanto!” “Yo a ti también, papá”.
¿Veis? Se puede ryanjonsonear el tópico y mejorar la peli. Que si no, os sale ‘Family Man’ otra vez y nadie quiere un Nicolas Cage familiar. Lo queremos haciendo el idiota por dinero, faltaría más.

5.- Caza al hombre
Cada año me tengo que tragar por lo menos tres pelis en las que un grupo de personas descubre desesperados a los diez minutos de empezar que su peor miedo se ha hecho realidad: que un grupo de pijos les está dando caza como si fueran stock options. Porque todos sabemos que entre irse de putas con la tarjeta black de Bankia y dejar mentalmente jodidos de por vida a toda su progenie por el ambiente tóxico de competitividad en el que los crían, lo que más le gusta a un rico es cazar a personas PORQUE PUEDEN.
Lo más lamentable de este giro sorpresa es que sale de una sola novela y una sola peli. Una sola peli de MIL NOVECIENTOS TREINTA Y DOS. Así, con todas las letras y en mayúsculas.

Es un escenario de partida tan absurdamente específico como si se hubieran realizado todos los años desde que se inició el cine sonoro largometrajes sobre amigos que van al bingo, pero un señor más serio siempre les gana. Es el equivalente en película al chaval recién salido de la escuela de cine que decide que lo que nunca nunca nunca nadie ha contado en cortometraje es la historia del día a día en el un chico y una chica cruzan sus miradas en el metro y se enamoran.
No tiene sentido seguir machacando el girito en cuestión si no piensas ryanjohnsonearlo como ha hecho la reciente y muy divertida ‘La Caza’: tomándoselo a cachondeo. O poniéndole mullet a Van Damme, como en ‘Blanco Humano’. Mucho mejor la segunda opción. Nunca olvidemos que la adaptación de ‘El código Da Vinci’ es mejor que el libro porque en la peli Tom Hanks lleva ese peinado de dioses de la sordidez. Respect a Ron Howard.
4.- El padre ausente que es una decepción cuando aparece
Vas a escribir un guión con un personaje relativamente joven. Te encuentras que, de paso, tienes que desarrollar la personalidad de dos progenitores. Qué pereza. Así que tienes la idea brillante: quítate de en medio a uno y así, de paso, creas un pequeño traumita que ya podrás utilizar con alguna figura paterna surrogada. ¡Economía narrativa! Si Spielberg lo hace siempre, tú también puedes.
Pero bueno, como persona un poco perezosa que soy, apoyo quitarse de enmedio un personaje para currar menos. Lo que sí que no puede ser es cuando el tópico de guión da el salto mortal y el padre (porque en este caso casi siempre es el padre, a no ser que sea ‘The Good Place’) destroza la esperanza de emotiva reunión porque es un fracasado. Le pide pasta y se marcha sin devolvérsela a montar un negocio de ventas de aspiradoras en Montana o vaya usted a saber qué porque el personaje sólo sirve para que el prota supere sus traumas y se enfrente al conflicto final de mejorar su trabajo o ganar la competición de petanca. Me da igual. Sólo quiero que desaparezca esa mierda. O que el padre que vuelve resulta que es un encanto de persona y que ha estado preso de una secta de adoradores de los tigretones. Me da lo mismo. Lo que sea menos lo de siempre.
3.- La Irrupción del novio o la novia en el momento justo
Ay, dios mío. Según vamos llegando al final de la lista, me enciendo más. De hecho, todo artículo de V&S tiene un detonante, y en este caso fue volver a encontrarme este tropo de fin de segundo acto en, efectivamente, una comedia romántica. Andaba yo con una peli todavía no estrenada en el que una chica se va a pueblo escocés a aprender a cantar, dejando a su novio en Nueva York o cualquier ciudad grande y, entre las delicias de la vida rural por encima incluso de los mosquitos (sí: en ciertas partes de Escocia los mosquitos son una plaga), el mal wifi y tener que tomar Irn Bru, se encuentra con El Joven Local Guapete (™). Justo cuando encuentran la conexión y están a punto de darse un besito… llama su novio. Que está viajando para verla.
Aaaarrrgggg…
En este caso también recuerdo el exacto momento en el que me cansé del tópico, pero fue con el más habitual de ‘por fin se van a besar y entonces ENTRA el tercero en cuestión’. Y no fue en una de Meg Ryan o Sandra Bullock. No. Fue en el cine viendo la peor película artúrica por encima incluso de aquel Caballero Verde de la Cannon: ‘El Primer Caballero’. Richard Gere y Julia Ormond por fin van a poner punto y morreo a su tensión sexual no resuelta cuando, de todas las putas habitaciones de Camelot a todas las horas del día tienen que entrar Chon Connery y su peluquín para verlo. Como bonus, también pude comprobar que el ojo de Ormond se movía para verle, con lo que constaté que era bizca y no es que tuviera uno de cristal como Rex Harrison.

Sé que este artículo va de avisar de tópicos de giros de guión para que, si los hacéis, seáis conscientes de ellos y le deis una mejor justificación. No soy tan chulo como para decir “¡Caca!¡Esto no se hace”.
Pero, coño: ¡Caca!¡Esto no se hace!
2.- El Elegido
Un buen día, a George Lucas se le ocurrió decir que basó Star Wars en un libro de narrativa sobre cuentos. En qué hora dijo el título. Desde entonces, la solución para todos los héroes es que son… los elegidos. Joder: hasta la nueva Mulan es La Elegida. Es la mayor pereza de guión que pueda existir. ¿Cómo justificamos que sea el prota? ¡Porque es EL ELEGIDO! ¿Cómo justificamos que tenga poderes por encima del resto? ¿Porque es EL ELEGIDO!.
¿Elegido por quién? Bueno, eso se verá. Ya hablaremos de alguna profecía de mierda o le pondremos parentesco a eso de la mitad o en la secuela con alguien gordo. El caso es que es… EL ELEGIDO.
No, joer. Por eso aquí fue el propio Ryan Johnson el que ryanjohnsoneó el tópico en ‘Los últimos jedi’ para que Rey fuera una señora proletaria y ya. Hasta que llegaron Chris “Mi madre se llama Martha” Rossio y JJ Abrams y pensaron que en Hollywood no se puede ir contra la palabra del dios de los tópicos y, sí: la hicieron La Elegida. Vagos, que sois unos vagos.
1.- La Revelación del Mentiroso
Y llegamos a la peor. El elemento estructural de guión que más me saca de quicio. No es tan famoso como algunos de los anteriores, pero si lo pensáis, está por todas partes. Desde animación americana como ‘Bichos’ hasta animación española como ‘Klaus’. Y sólo he empezado por la ‘A’. Está en comedia, drama, ciencia ficción, noticias políticas y no me sorprendería que hasta en la Cartilla Palau.
Pero, claro, aquí, una vez más, la palma se la lleva la comedia romántica. El prota construye toda su relación con la chica basada en una mentira. No es rico, no es un guerrero, no es un príncipe, no es un distribuidor de charcutería extremeña… lo que sea. Y, a eso del final del segundo acto, cuando el guionista dice “Pues bueno, ahora tenemos que hacer que todo esté perdido porque es lo que toca”, se revela la verdad. Como decían Pimpinela en ‘Yo, dueña de la noche’, “¡Era todo mentiraaaaaa!”. La chica / el pueblo le dan lentamente la espalda al prota bajando ligeramente la cabeza y sacudiéndola con un resignado ‘No puede ser’ (en animación es especialmente grimoso el momento) y el personaje principal se queda solo con la mano extendida. “¡Esperad! ¡Mi intención era buena! Sólo se lió la cosa y no encontré el momento…”
A ver, almas cándidas: ¡Pero si todos sabemos que 20 minutos después acabarán juntos tras un acto heroico o de amol infinito! Dadme una de estas revelaciones que vayan más o menos así:
- He descubierto que no eres un lord inglés que comercia con té de las indias, sino un calderero y además malo.
- ¡Pero yo te quiero!
- Ya, me has mentido y tal, pero lo entiendo porque estoy de buen ver y se te ha hecho bola la cosa. Esa mierda pasa. Además, tienes el tamaño de pene perfecto para mi vagina. Bésame, tonto.
Y que el tercer acto sea los dos juntos contra otro mal mayor. Yo qué sé: El cuñado o Isabel Ayuso. Me da igual. Lo que sea con tal de no tener La Revelación del Mentiroso de la manera tradicional. Que ya sabemos que las tradiciones a veces están bien, pero otras, como tirar cabras del campanario o apoyar la autorregulación del mercado hay que abandonarlas.
Y ahí están las 14 que considero más peligrosas. Repito: no se trata de asuntos cosméticos como la Ley de la Teletransportación de Jason Voorhees, que los extraterrestres siempre invadan EEUU o el amigo gordo gracioso, sino recursos sobre los que se construye la trama. Sin duda me he dejado alguno. Pero espero que esta lista os sirva para estar vigilantes cuando escribáis lo que todos siempre hemos querido que se haga: Slash Fiction de Vicisitud y Sordidez. No eres nadie en la vida hasta que te han metido en una de esas. A ser posible, con giros en todos los tópicos. Y con enanos, pero no en sueños. Bueno: conmigo mismo cubriendo ese rol vale.