Post fresquito (y épico) veraniego: Por qué todos debemos HAMAR a Juan Pardo. Parte 3: de los 80 a la actualidad

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Después de dos capítulos, terminamos ya con la importantísima saga épica que cuentas las gestas de Juan Pardo, de cara a mejorar vuestras conversaciones sobre música de auténtica calidad, provocando lo que cualquier friki desea en muchos momentos de su vida: que lo miren mal aunque tenga razón.

Puede que después de dos episodios, aún no sepáis por qué nuestro Pardiño merece ser hamado por cualquier sórdido que se precia de tener un mínimo de sentimientos. Si ese es el caso, no os preocupéis, aún tenéis una oportunidad con este capítulo final.

Si recordáis los episodios 1 y 2, habíamos terminado los años setenta con Juan Pardo en plena cresta de la ola, produciendo y componiendo como un loco y consiguiendo buenas ventas y altos puestos en las listas de éxitos. Pero en la siguientes décadas, nuestro héroe de Ferrol va a llegar por fin a lo más alto, para descender, subir, volver a bajar y sorprendernos a todos. Recorramos rápidamente la carretera secundaria que es el tercer capítulo de la historia de Juan Pardo.

1980 es, sin duda, un año en el que el mierdismo ilustrado vuelve a la vida de Pardo y nos enseña que fusilar tus propios éxitos también puede ser una opción. En primer lugar, compone el tema “Twist del colegio” para el grupo Parchís, donde se recrea en una retórica digna de Mecano para meter todo el rato las mismas estrofas y las mismas rimas. Después de la serie de Don Quijote, los niños de Essspaña se merecían un chorradismo adaptado a su edad.

En segundo lugar, ¿recordáis la canción “Natural”, del maravilloso disco del mismo nombre? Como ya os comenté que se olvidó con cierta rapidez, ¿qué mejor que reciclarla para servir de reclamo de un anuncio de una conocida marca de refrescos? Dicho y hecho, de Cat Stevens al Trinaranjus de piña. ¿Qué puede salir mal?

Por último, en este año Juan saca un nuevo disco con un nuevo sello discográfico. Hispavox, la productora donde una vez le dijeron que jamás sería cantante, acoge esta vez a Pardo con los brazos abiertos y lanza el LP Juan, mucho más Juan. Porque ya la portada nos indica que ser un intenso no es una filosofía, ni una religión, sino un modo de vida.

En este disco, heredero directo de Hotel Tobazo y Amor mío, Juan ya casi ha ultimado su metamorfosis. Para ello, se cortará el pelo y comenzará a trabajar el estilo camiseta blanca y americana que tanto bien hizo a los artistas cuarentones de los ochenta. En cuanto a su música, las marcas de la casa que ya serán constantes en toda su producción serán:
1. La balada coñazo.
2. La balada intensa.
3. La pachanguita pardeira.
4. El casticismo zarzuelero.
5. La perfecta cabecera de serie de Televisión Española.
6. La épica coplera.

Obviamente, estos estilos pueden combinarse, cambiar o estar sujetos a la genial locura de nuestro protagonista, pero así nos hacemos una idea general.

De este disco merece la pena el single “No me hables”, ejemplo claro de pachanguita pardeira con toques de ranchera, y que lo devolvió a las listas de éxitos una vez más.

Pero la verdadera incursión de Juan Pardo en nuestras miserables vidas no tardaría en llegar. En 1982, aparece un disco anodino, que repite las mismas fórmulas que el anterior, pero que contiene el chingle definitivo, el temazo sideral por antonomasia, el hard-ñoñismo hecho canción que ha marcado a generaciones enteras de tiernos infantes de por vida.

Sí, calamares insulsos del espacio, 1982 contempló la llegada de…

BRAVO POR LA MÚSICA

¿Cómo pudo ser creada semejante Ovra Maestra del Hamor universal? En realidad es fácil, haces una melodía con una base del “I have a dream” de ABBA que tira de espaldas, le añades un coro infantil –igual que “I have a dream”- pero, como eres un genio de la vicisitud, la MEJORAS exponencialmente metiéndole una intro con casiotone y un VOCODER.

Por supuesto, además de los elementos antes mencionados, hay que añadir otras dos marcas de la casa Pardo: cantar creyéndotelo mucho, pero mucho mucho; y acompañarte de bailarines, actores o cualquier tipo de atrezzo para aportar CALIDADE a tu espectáculo. Porque otra nueva seña de identidad en lo físico de Pardiño es su amor por las performances y los elementos obvios de apoyo a las letras de sus canciones.

¿Necesitas un robot para el inicio del tema? ¡Listo! ¿Quieres niños corifeos? ¡Hecho! Estos elementos son los básicos de cualquier vídeo de “Bravo por la música” que podáis buscar en los interneses. Como eso ya nos lo sabemos, a pesar de que sea muy bello y divertido, pondré dos versiones. En la primera, Juan presentaba su single en primicia primiciosa. Como aún no estaba grabado, canta en acústico, con guitarritas y unos pocos niños. Escuchada solo con guitarra, os aseguro que el parecido a ABBA da hasta miedo, y el aplomo con el que sonríe tras echar la bronca a los niños porque cantan a destiempo es digno de admirar.

Pero como sé que lo que a vosotros os gusta es el robot y el play back descarado, os voy a dejar una versión en la que hay androide, niños y ¡bengalas! Porque nunca se debe escatimar en cualquier elemento que ponga en peligro la integridad física de tus ayudantes en pro del molonismo más extremo.

Ahora sí, por fin Juan Pardo es el Juan Pardo que todos conocemos, hamamos y azmiramos hasta el regüeldo. Los primeros años de la década de los ochenta no podían ir mejor para nuestro artista favorito. Por eso fue que, un buen día, nuestro onvre recibió una llamada de las altas esferas.

Resulta que Adolfo Suárez, además de ponerse de acuerdo con el resto de líderes políticos, sacar adelante una constitución y ser presidente en la nueva democracia, era admirador de Pardiño. Y qué casualidad que a Juan le molaba el rollito centro-democrático-social de Suárez. Así las cosas, el político le encargó a Pardo que compusiera una canción para las elecciones. Mucha gente piensa que Juan Pardo compuso la famosa canción de “Vota CDS, vota libertad”.

Años después, cuando un sagaz periodista le preguntó a nuestro artitta por el asunto, este corroboró la información. En efecto, había compuesto una canción para el CDS. Cuál no sería la sorpresa del periodista cuando, al ponerle la famosa tonadilla, Pardo puso cara de admiración y dijo que esa no era, que él no había compuesto eso jamás. ¿Dónde andaba entonces la canción de Juampa?

Pues no lo sabe, y ni siquiera la recuerda como para tararearla. Así que aquí tenéis un auténtico misterio de la Transición y la respuesta de por qué el PSOE ganó aquellas elecciones. Cuando os salga un listezas a deciros teorías sobre el Rey y el 23-F, le soltáis esto y lo dejáis moñeco. De nada.

Como el Fénix de Ferrol se sentía imparable, recién entrado en los cuarenta y recién divorciado, 1983 es el año en que va directamente a por todas con un nuevo disco, esta vez DOBLE. Caballo de batalla tiene todos los elementos pardísticos para petarlo en las listas de éxitos, y ya os digo yo que lo consigue con creces.

Para empezar, el chingle que da título al disco tiene también múltiples vídeos y actuaciones televisivas. En la mayor parte de las mismas, Juan se acompaña de bailarines vestidos de caballo, o incluso de caballos reales. Pero seamos sinceros, un tema que maneja una metáfora tan poco sutil como la de los caballos, las yeguas y el cabalgar, merece otra cosa más allá de lo performático que ya conocemos todos. El vídeo realizado en casa de Juan Pardo en 1984 es mucho mejor.

Juan Pardo en su estudio de grabación casero, con una piscina decorada con una clave de Sol, va vestido con algo que se parece a un chándal sin mangas a lo Marc Lenders, cadenita de oro y esclava incluidas. Con los cascos puestos en un intento de que no se note el play back que se está marcando, le da indicaciones al técnico de sonido, que no se entera, por lo que tiene hacerle señas como si pidiera la cuenta en el bar de la esquina. Una vez rematado todo ello, qué mejor que tomarse un buen lingotazo entre estrofa y estrofa porque sí, porque tú lo vales, y hacer unos cuantos gestos sublimados como seguro que harías en el estudio de tu casa con el bronceado de la ría puesto por montera. Os aseguro que este vídeo es oro puro.

En Caballo de batalla, además, hay otras canciones muy destacables. “Quién soy yo” y, sobre todo, “Ahora que no estás”, aportan ejemplos de intensidad coplera y perfecta cabecera de serie de Televisión Española. “Cazador” nos da un plus de mierdismo fusilando los mejores recursos de “Quijote-Sancho” junto con la épica zarzuelera. Por último, el disco cuenta con dos canciones compuestas para ser cantadas a dúo con ni más ni menos que la mejor voz del siglo XX, la Chipionera universal, la Más Grande. Rocío Jurado se come a Pardo tanto en “¿Por qué me habrás besado?” como en “Amar tan bien”, pero de aquella colaboración surgió una amistad que traería muchas alegrías al mundo unos años después.

1984, en cuanto a discos, es un pelín anodino. Finalmente, Juan se reconcilió con Fernando Arbex –el de Los Brincos- y ambos se largaron a Londres a grabar Un sorbito de champán, donde Pardo agarraba con fuerza el fusil para aplicarlo a esta misma canción. Además, hay dos temas que serán recurrentes en su gira de conciertos, como “Ninna”, la historia de una niña de circo que soñaba con ser domadora; y “Qué peligro tiene”, una pachanguita pardeira que solía ir acompañada de su propia performance coreográfica.

Una vez que Juan Pardo se ha convertido definitivamente en un galán de la música melódica, solo le queda ofrecer actuaciones como churros y aparecer mucho en televisión. Este último objetivo lo cumplen ampliamente dos programas de los que colgaré el enlace por su duración, pero de los que hablaré un poquejo.

El especial Juan Pardo de 1984 es un derroche de genialidad donde Juan protagoniza, por un lado, una serie de videoclips de algunos de sus más conocidos chingles, y, por otro, sale a la calle con su micrófono en mano cual reportero de España Directo y se lía a preguntarle cosas a la gente que pasa por allí. Niños, ancianitas con prisa, jóvenes quinquilleros, mujeres jóvenes en edad de merecer y mujeres maduras que no dudan en decirle: “Tú estás perfecto en todo”. La música del galán melódico llega a todos los rincones y estratos de la sociedad. Cierto que algunas preguntas, como “¿Te han castigado alguna vez?”, no acaban de tener sentido, salvo por las respuestas; pero este especial resulta maravilloso por cuatro motivos básicos:

Juan Pardo… ¡Patina!
Juan Pardo… ¡Cabalga!
Juan Pardo… ¡Viaja en el tiempo!
Juan Pardo… ¡Camina entre dinosaurios!

Eso sumado a la horroentrevista con Los Pecos –ojo al diálogo de besugos que se marcan a costa del pobre rubio- eleva este especial a página de letras doradas de la historia de la televisión.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/musica-en-el-archivo-de-rtve/especial-juan-pardo-22-7-1984/3570508/

En 1985, aprovechando el tirón, se edita Pardo por la música, doble disco con un concierto en directo, que será televisado –aunque con mucha menos duración- por TVE. Bravo por Juan Pardo es un concierto grabado en Madrid donde Juan aparece con unos ropajes cuasi neorrománticos y tiene bailarines, teléfonos, vocoders, copas de champán con purpurina que no duda en arrojar sobre la melena de Paloma San Basilio, un número en que un bailarín sale disfrazado de él a bailar y que recuerda de forma demasiado sórdida al videoclip de “I’ve got my mind set on you” de George Harrison –Harrison PLAGIÓ a Juan pardo-, a Massiel tomándose unos copazos, y a la siempre genial Mari Trini volteando servilletas para animar a ese público revenío, siendo el único personaje con cordura que sabe lo que procede en un espectáculo de semejantes características.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/programas-y-concursos-en-el-archivo-de-rtve/bravo-juan-pardo-1985/3390225/

Ese mismo año, Pardo no podía parar de crear y decide sacar un nuevo single épico que potencia los VALORES de la sociedad, puesto que fue escrito en homenaje a las personas deficientes mentales. “Ciudadanos del mundo (abrid los brazos)” es un auténtico himno, y no aparece en ningún disco, lo mismo que ya hizo Pardo con La charanga.

En el videoclip, vemos como Juan Pardo se embebe de espíritu gallego posado sobre unas verdes cumbres vestido de blanco. Mientras hace gestos sublimados y se mola como nunca hasta ese momento, Gandalf va recorriendo Galicia para acabar otorgándole a Pardo la Llama de Anor. Como el pobrecillo ha debido hacerse el Camino de Santiago desde Roncesvalles y sin águilas, viene matadito perdido, así que Pardo recoge el testigo mítico-olímpico y suelta una paloma blanca de forma un pelín desastrosa.

Y como Juan Pardo se anticipa a los años, las edades y lo que le echen, también se anticipó al propio Vicisitud y Sordidez, porque durante toda la retransmisión del vídeo, vemos cómo el fúrbo, motor y eje de la cultura esssssspañola, se impone a la cordura y los valores haciendo que algún desalmado programador vaya poniendo los rótulos con los resultados de la semana. Y sí, mutantes del océano, el Zaragoza metió dos goles.

El Cádiz, cero.

CALIDADE.

Tras este soberano empacho de éxito, más de un crítico pensaba que Juan Pardo estaba muerto y enterrado. Una vez llegado a la más alta cumbre del éxito, resultaba casi imposible repetir las heroicidades que Juan Pardo había realizado durante cinco años que ya duraba la década. Y, como siempre, nuestro Fénix ferrolano nos sorprendió con uno de sus mejores discos.

En el anexo a los discos con valores ya hablé de ‘Qué tienes en la cama’, que destaca sobre todo por el contexto en el que apareció. Sobre la rumbilla que da título al disco, en palabras del propio Juan Pardo en un especial de la TVG: “Todo el mundo piensa que es una canción de corte pícaro, y en realidad no tiene nada que ver. Narra el encuentro con uno mismo, el balance del día cuando uno se despide física y psíquicamente. Hacer el recuento de lo que piensas que tienes contigo mismo cuando estás en la cama”. Por supuesto, no seré yo quien desmerezca las palabras del propio autor de una obra.

Juan Pardo, haciendo un balance reflexivo sobre su día

Además de con Los Chunguitos, el disco cuenta con un dueto con Mari Trini, la canción “El último romántico” -otra perfecta cabecera para serie de Televisión Española- y la inconmensurable La Puerta.

Ya hablamos de la canción en sí, que aúna en once minutos todos los elementos melódicos del pardismo ilustrado; pero, ¿se podrían tener los santos carallos de interpretar semejante muestra de poderío en televisión?

Espero que hayáis entendido que se trata de una pregunta retórica. POR SUPUESTO que hay una actuación. Yo tengo un problema, porque me da síndrome de Stendhal cada vez que lo veo y termino llorando de la risa y la admiración al no poder asimilar tales cotas de grandeza. Hace ya unos años Paco Fox se hizo fan de la canción y, por supuesto, del vídeo, así que, como él tiene un mayor control sobre sus juanetes, os lo va a glosar mucho mejor que yo.

A ello…. ¡JEIPI GOES PROG! Por supuesto que tenía que loaros esta ovra mágica, magna y, como diría José Bono, magggturbatoria. Porque en toda épica prog hay un poco de onanismo. Y en toda creación artística así en general.

La lógica nos dicta que, dado que estamos hablando de un tema de casi 12 minutazos que haría llorar a Rick Wakeman de envidia, Jeipi metería en él un cóctel (sí: molotov) de toda su discografía que aquí culmina. Pero si algo he aprendido tras leer esta serie de artículos es que nadie puede dar nada por sentado en lo que se refiere a este jrande de Esppppaña.

Abre fuego con un astuto ataque Balada Intensa invocando la mejor tradición italiana de cantar haciendo fuerzas para pasar aquello que el déficit de fibra deja en los intestinos. Pero, de repente, nos pilla a todos con los calzoncillos bajados y se marca un grito que huele a laca y aorterismo que haría que Rob Halford quisiera follarse a Jeipi MÁS. Porque todos querríamos habernos follado a Jeipi. Es el equivalente gallego a El Hombre Más Interesante del Mundo pero sin anunciar cerveza de mierda.

Sí, chicas: desde que me operaron de la próstata, ya sale directamente de vejiga a botella.

Con el agudo en falsete, la orquesta se viene arriba y… para abajo otra vez. Porque Juan sabe que los clímax hay que posponerlos. Joder: qué bien tiene que follar este hombre.

La parte lenta calmada sirve de puente para lo que todos estábais esperando. SÍ: la parte recitada. Que no es la primera vez que aparece en su discografía, pero nunca con tanta actitud de fucker. Es tan jrande y erótica que hace que desde ese momento en la historia de la música no tenga sentido ninguna canción recitada. A tomar por saco todo el rap y los últimos discos de Sabina. Porque no me digáis que eso que hace ahora es cantar.

A continuación, sube a un nivel de ‘a ver si se me hacen nódulos en la garganta como a un profesor de primaria’ y, como esto es un sin parar de emociones, llega la parte instrumental de cuerdas con un baile en el vídeo en plan ‘El Lago de los Urogallos’ que si no te emociona, es que tienes ojos.

Jeipi se viene otra vez arriba citando de nuevo al Eclesiastés (O a The Byrds, que molan más) con el adagio de ‘Para cada cosa hay un momento»: Hay un tiempo de morir y hay un tiempo de amar. En el caso de Pardo, siempre es tiempo de amar. Porque no lo olvidemos que, incluso hoy, no hay nada como un madurito gallego:

Sensualidad con sabor a licor café.

A continuación, cuando todos esperamos que hagan acto de aparición La Pachanguita Pardeira o El Casticismo Zarzuelero, la canción se da un quiebro y evoca a ‘Érase una vez el Espacio’. Los vientos se ponen juguetones, la letra habla de galaxias y, por supuesto, comprobamos que Juan ha recurrido a mi aspecto favorito de su ovra: La Sintonía de TVE. Corta, eso sí. Porque hay que dar paso a la otra sección de esta suite. Y es que todos sabemos que meter una sóla parte recitada en una canción es de cobardes. JP zampa un nuevo ruego susurrado bajabragas que al menos a mí, me ha dejado azorado cuando me ha pedido que «Por favor, dame una noche». ¡Y tres, si me las pides así!

¿Qué viene tras ese ruego de fiesta nocturna? ¿El pachangueo por fin? No. Lo habéis adivinado:

Otra parte recitada. Pero esta vez es mucho mejor. Esta vez es una declaración de intenciones. Esta vez parece…  ‘Madre soy cristiano homosexual’.

José Ángel: PRESENTE.

«Quiero hablaros con el corazón, buena gente», nos dice Jeipi. Y nos habla. Nos exhorta a acabar con el egoísmo y HAMAR. Pues joder, sí. De esto va ente bloj desde que nació en 2016. JP nos representa. Tanto se emociona en su alegato para construir un mundo mejor con crescendo de orquesta de fondo que en eso del 9:05 de la canción se le olvida que está recitando y lanza un grito desgarrador ya cantado que, qué queréis que os diga: es el motivo por el que yo escucho música. Y escribo aquí. Y vivo, así en general. Aunque no hayáis dado play al vídeo, os conmino a que vayáis a ese punto. Me emocioné y descojoné al mismo tiempo y esos son dos de las tres mejores sensaciones que hay en la vida juntas. Si hubiera estado tocándome, habría hecho pleno.

La canción se calma otra vez tras el clímax, y, cuando tú estás a punto de apagar el ordenador y fumarte un pitillo postcoital, la cosa… mejora. Sí. Tras el clímax orquestal, por fin viene lo que redondea de verdad el temazo:

La parte rítmica que suena a himno del CDS que no compuso JP.

Con coristas y todo.

Y todos estamos de rodillas alabando a Pardo sobre una alfombra haciendo genuflexiones en dirección a Palma de Mallorca, que es mejor que La Meca aunque esté también llena de turistas molestos. Yo estoy agotado de tanta emoción. Así que os dejo otra vez con Cava Baja:

A partir de 1987, comienza el declive de nuestro héroe de forma definitiva. A pesar de todo, no creáis que estaba acabado ni mucho menos, pero en estos discos hay poco destacable. En cuanto a la estética, digamos que las pintas de Juan Pardo a partir de este año se van a volver atemporales, es decir, va a ir siempre con el traje y la corbata, y solo puedes saber el año en el que canta por la ropa que llevan los bailarines.

Galán melódico

Mírame de frente (1987) ofrece más de lo mismo, pero acercándose a los noventa, hecho que hace bajar la calidad de cualquier producto musical un veinticinco por ciento, más o menos. De este disco solo destaco la canción “Xuntos”, que Juan decidió dar al PP para su campaña electoral, porque todos en este blog sabemos que el PP es el partido que apoya la auténtica cultura. En 1989, Gallo de pelea no aporta nada nuevo, y la metáfora de los gallos aplicada a los gilipollas esféricos de la sociedad resulta bastante más débil que la de los caballos y el folgar.

Si bien Juan Pardo va sacando discos cada vez más flojetes, no se resistió a despedir la década sin demostrarnos que aún le quedaba cuerda para rato, porque pudo sacarse de las barbas todo un discazo adorado por los actuales fans de Paquita Salas. Sí, gambones del desierto, En el punto de partida fue la joya que Juan Pardo le regaló a su amiga Rocío Jurado.

Guerrilleros (recién duchados) del HAMOR

La década de los noventa se inaugura con el disco Uno está solo, que tiene dos grandiosos conceptos en medio de una obra flojita en general. Para empezar, la letra de la canción que da título al disco es el descojone sumo. En medio de una atmósfera entre la épica coplera y la balada intensa, Juan Pardo decide que es un buen momento para que los adultos tengamos nuestra particular versión de la típica canción de los números que todo niño aprende alguna vez. El resultado, aplicado a las relaciones amorosas, es el siguiente:

“Uno está solo. Dos es mejor. Y tres es la medida en la que nunca se habla de amor. Cuatro se cruzan buscando ser dos. Cinco, seis o siete, es baloncesto, fútbol o rugby, pero no es amor”.

¡Ni amor ni carallos!

Aparte de que los números del final no cuadran ni aunque Bárcenas te haga las cuentas, podemos comprobar que ni la orgía ni el poliamor entraban en los esquemas de Juan Pardo. Un galán siempre es un galán.

En la canción “Galicia” se observan los restos de las últimas actuaciones performáticas de Pardo, con una niña, una anciana, un canto flipado a lo ancestral y mucha gaita, mucha muiñeira y mucho coro con traje regional. El galleguismo no flojeará precisamente en los últimos discos del cantante.

Los coros del disco los realiza una amiga conocida. Amaya Saizar entra en contacto con Juan Pardo, y será en este 1990 cuando el gallegazo cósmico la haga brillar en el disco Tengamos la guerra en paz. Además de esto, otra rubia, pero distinta, lo entrevista con sórdidos resultados. Solo una periodista de raza como Encarna Sánchez lograría generar en su plató el milagro de que un Junior bastante avejentado cantase de nuevo “Anduriña” junto a su amigo, pero sin participar en modo alguno en la entrevista. Una auténtica aparición en el sentido estricto de la palabra.

Me compré unas alas (1991), La niña y el mar (1993) y Año nuevo (1995) dan claras muestras de decadencia suma a las que hay que añadir el concepto de chispún noventero, que genera unos arreglos bastante aburridos. De ellos solo destaco la canción “Anduriña es golondrina”, tema en el que Pardo nos cuenta cómo escribió uno de sus mayores hits, que provocó que el mismísimo Pablo Picasso le regalara un cuadro con una golondrina en honor a una de sus canciones favoritas. A día de hoy, por cierto, la pintura se ha perdido, al igual que la canción del CDS y la película de los aliens. Imagino que a nadie se le ha ocurrido preguntar en la Universidad Rey Juan Carlos, ya puestos.

En 1997 vuelve al galleguismo más extremo con Alma Galega, disco doble donde Juan no duda en versionarse a sí mismo acompañado de unos cuantos amigüitos de todas las épocas. Además de que podemos ver que la chaqueta amarilla de «Bravo por la música» se ha convertido en el abrigo del Capitán Pescanova, reconozco que una canción que me gustó mucho en su momento fue “Rias Baixas”. El hecho de incluir a sórdidos como los Gwendal, o a Serrat cantando “Anduriña”, elevan este disco por encima del nivel del erial en que se estaba convirtiendo la década.

En 1999, Juan Pardo aún no ha dicho su última palabra, y nos sorprende con Pasión por la vida, disco que le regalamos a mi madre en su momento y que acabé dejando en mi cuarto en vista de que ella no lo usaba, porque tiene dos canciones que me encantan desde que las escuché por primera vez: «Canto para ti», single máximo de la ovra; y «Sevilla en procesión», que comienza con guitarreos flamencos y un quejío, pero mete rápidamente los sintetizadores y todas las rarezas que a Pardo le da la gana, para transformar una canción que debería haber sido rancia en una joyita oculta casi al final de su carrera.


Y como Juan ya se había versionado a sí mismo sin mostrar signos de decadencia, en 2001 aparece Trigeneración, para ver si a la tercera iba la vencida: Los Brincos, Juan y Junior, sus diversas etapas en solitario, todo ello vergonzosamente modernizado. Para mí este disco da más pereza que otra cosa, y las versiones moennas dosmileras resultan tan lamentables que ni siquiera son divertidas. ¿Se había acabado, acaso, la jrandeza de Juan Pardo?

Pues en realidad no. Lua Chea (2004) es su último disco y lo cierto es que sigue sin aportar nada especial, pero al menos no es un desastre. En mi opinión es una obra compacta y digna para terminar su carrera, una despedida consciente y más que decente después de años de hacernos soñar con sus locurotes. ¡Disfrutad de la pachanguita pardeira crepuscular!

¿Y qué hace ahora Juan Pardo? ¿A qué dedica el tiempo libre? Al parecer, vive muy tranquilito componiendo para otros. Su hija Lys y su yerno (de él, calamarcillos) se dedican a cantar el repertorio de Padre e insuflarle una nueva vida. Hace no mucho decidió emular a Frank Sinatra –como si le hiciera falta compararse con él- y grabó con Lys una versión de “Something stupid like I love you”.

En mayo de 2017 tuvieron que operarle del corazón, pero la cosa salió bien y, además de seguir componiendo, recordemos que Juan Pardo es un genio que no puede parar de crear, y se encuentra inmerso en el arte de la pintura, con un estilo donde mezcla fotos con elementos surrealistas, que yo prefiero llamar “ecléctico” y puede que otras personas llamen “Ecce Homo de Borja”. De hecho,  hay una página de feck-buck donde se pueden ver los cuadros que va pintando, ¡e incluso se le pueden hacer encargos! ¡Ya tenéis regalo para vuestro próximo NO-cumpleaños!

Retrato de Cecilia, por Juan Pardo

Total, que desde que se retiró definitivamente, los juanpardistas –nombre verídico con el que se autodenominan sus fans fatales- intentan que el hombre vuelva a ponerse ante las cámaras, pero ya no cuela. Juan Pardo sabe lo que hace, y digno es respetar que haya decidido seguir el camino de las artes plásticas y que ya no cante más. Además, que os digo una cosa, creo que algo que hemos demostrado es que Juan Pardo ha hecho siempre lo que le ha dado la realísima gana, como para que vengamos nosotros o quien sea a decirle que vuelva. Desde aquí, yo solo puedo decir que espero que este repaso por frikadas tan poco comunes os haya gustado tanto como a mí, que os haya podido probar que Juan Pardo es un ser verdaderamente HAMABLE, y enviaros un mensaje con toda la fuerza de mis trompas de falopio:

¡Juanpardistas del mundo, abrid los brazos!

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