Ya que estamos de puente, que mi nuevo artículo sobre literatura sórdida se retrasa porque aún no tengo el libro que ando buscando desde hace tiempo, y que tengo vecinos que disfrutan poniendo a toda pastilla El secreto de Puente viejo, me gustaría escribir un articulillo de esos para tirar del hilo.
Pongámonos en situación: una mujer rubia, que comenzó de forma modesta y recatada, que decidió seguir su propio camino, llegó a lo más alto, cayó en el abismo y, finalmente, se unió a un gallego barbudo para, de nuevo, resurgir de sus cenizas hasta que su estela se apagó y, supuestamente, nada se volvió a saber de ella.
No. No es quien estáis pensando.
Sí. A veces sois unos maliciosillos.
Se trata de Amaya Saizar.
A nuestra sociedad le encanta erigir mitos con pies de barro -o con los cimientos de Calatrava, que viene a ser parecido- para ver cómo se derriten bajo el sol de una nueva moda, un nuevo mito de repuesto o, simplemente, una crema de Olay. Pensando en grandes mitos de la música patria que llegaron a lo más alto para desvanecerse en las nieblas del tiempo (véase al ínclito RAULITO), la carrera de Amaya Saizar no llega a tanto, pero la munhé ha tenido más evoluciones que un Pokémon, se ha metido, con y sin calzador, en todo tipo de agrupaciones y se ha codeado con todo bicho sórdido y viviente. Su historia es un periplo curioso que todos debemos compartir para que, como quería Tolkien, existan nuevos héroes que nos enseñen los VALORES y rehagan la mitología de nuestro siglo.
No tengo claro que el concepto «nuestro siglo» quede en muy buen lugar después de esto, pero… ¡Qué carallo! Aquí hemos venido a jugar, y jugar no es otra cosa que divertirse.
CAPÍTULO I. TRIGO LIMPIO
Nuestra historia comienza con una joven de voz prodigiosa que, con tan solo dieciséis años, se une a un señor con una mandíbula tan rígida que haría sonrojar a Silvester Stallone (Iñaki) y a otro ser humano con biogotillo que pone siempre cara de intenso (Carlos). Este trío se llamaba Trigo limpio, y comenzó como un grupo folk en 1975.
![]() |
Joven adoleciendo con dos intensos en el balcón. Óleo sobre lienzo. |
Si ya el hecho de hacer un grupo de folk vasco podría dar puntos de vicisitud en la actualidad, recordemos que estamos en los años setenta, y el folk y la polifonía se habían puesto de moda ya desde la década anterior. Pensemos en ABBA o Mocedades para hacernos una idea. Pero que tu repertorio incluya títulos que van desde “Aurtxoa Seaskan” a “Yo nací en Oregón”, así, a bulto y de primeras, nos da una idea de que aquellos jóvenes intensos tenían mucha fe en sí mismos, como poco.
Y no les faltaba mucha razón. En sus inicios, Trigo limpio se caracterizaba por hacer canciones de impecable factura, pero con letras ñoñas a más no poder. Es decir, eran un puro grupo de la Transición, con letras en la línea de Jarcha o Nuestro Pequeño Mundo, pero con un poco menos de vergüenza.
Además, los Trigo limpio eran bastante conservadores, por lo que no tardaron en cosechar sus primeros éxitos con canciones anti abortistas como “Adiós, mamá” o “Pequeño Juan”. No sé cuál de las dos letras es más efectista, pero ambas son de un costumbrismo dramático que, así a priori, da un poco de cosa. Sumemos a todo esto temas con metáforas ramplonas de la recién adquirida libertad, como “Txikita”, y tenemos el equivalente musical al batido de proteínas que se prepara el Chuache en su apartamento mugroso en las primeras escenas de El fin de los días.
El caso es que tenemos a un grupo folk polifónico con una voz femenina alucinante que no termina de despegar, hasta que los escucha el ínclito Juan Carlos Calderón. Y en 1977 comienza todo.
Juan Carlos les debió decir que era muy bonito hablar de no al aborto en un saloon del Far West mientras gritas “Soy celtibérico, aprendiz de caballeroooooooooo”; pero que para convencer al público había que centrar un poco el tiro. Y así, el gran compositor le otorgó al grupo folk-country-transición- ñoño la que sería su nueva seña de identidad: El morbazo.
Con “Rómpeme, mátame” Trigo Limpio se presenta en el festival de la OTI, quedando en tercer puesto. Su fama en América va creciendo, y pronto llegarán el chingle definitivo que los catapultará a la fama en España: “María Magadalena”, que va seguido del no menos curioso “Ven a Jerusalem”. ¿Por qué aquel giro de trama inesperado? ¿Se trataba de canciones tipo iglesia? ¿Se habían pasado los Trigo limpio a los cristianos de base y se marcaban misas campesinas? ¿O serán acaso los precursores de la Biblia enseñada a los Sórdidos que traerían Amistades Peligrosas bajo el brazo años después?
Lamento decir que no habéis acertado ninguna. Recordemos que Juan Carlos Calderón dijo que Trigo Limpio debía basarse en el MORBAZO, así que no. ¿Hablamos de que ahora el grupo era del club de fanses de Jiménez del Oso? Un nuevo error. Escuchadlo vosotros:
En efecto. Como habéis deducido, Jerusalem podría haber sido Valdemorillos de Abajo, y María Magdalena, los pitufos makineros. Se trataba de un vulgar cebo para atrapar a cuantos más peces, mejor. Y así fue. Trigo limpio lo petó como nunca antes en su historia. Era ya 1979 y el futuro se presentaba sumamente alagüeño para nuestros intensitos de pro.
Pero Amaya no estaba conforme. Algo en su interior le decía que tenía una misión en el mundo de la música. Que algún día debía responder a la llamada de la sordidez. Y así, con su maleta llena de sueños y su voz de porcelana, Amaya dejó Trigo limpio y quiso sacar un disco en solitario.
Mientras el señor del bigotillo y el que no tenía mandíbula encontraban a otra cantante (Patricia), Amaya preparaba su disco Autorretrato, compuesto y producido por Juan Carlos Calderón.
Por su parte, Trigo limpio había decidido seguir la estrategia de la OTI. Si en América había funcionado, ¿qué había de malo en probar en Europa? Dicho y hecho, José Antonio Martín les compuso “Quédate esta noche”, cumbre del morbazo patrio, que cuenta con un crescendo a galope tendido que ríete tú de la obertura de Guillermo Tell. Los tres seres marcharon al festival de Eurovisión nada menos que en 1980, uno de los mejores años ever.
A pesar de que interpretaron el tema con gran intensidad -¡Claro!-, no fue suficiente, y quedaron en un discreto décimo segundo puesto. Ni siquiera pudieron ser ganadores morales del festival con su falsete de “Juntos veremos los dos/ por este gran ventaNAL/ LA MAÑANA LLEGAR Y SENTARSE A TUS PIES/ CUANDO ESTÉS DISFRUTANDO MI AMOOOORRR”. Para eso estaban los sordidazos de TELEX, que siguen siendo uno de los mejores grupos pre-hipsters de la historia eurovisiva.
![]() |
Morbazo cañí |
Imaginad el jeto que se le debió quedar nuestra Amaya contemplando todo esto. En 1983, después de ver que Autorretrato había sido escuchado por ella y los que estuvieran en el estudio de grabación, la discográfica le dijo que pasaba de hacerle más discos. Estaba desolada, nadie comprendía su potencial ni su talento, pero había una salida. La empresa le daba la opción de crear un grupo con dos onvres y otra munhé, al estilo ABBA, para ir a lo seguro y sacarse una perrillas.
Y de un casting que debió ser la envidia de aquel que hicieran las Spice Girls en los noventa, surgió Bravo.
CAPÍTULO II. FRAFO
Bravo fue un grupo de cuatro buenas voces que bien podía haberse llamado “Amaya y otros tres”, que básicamente fue lo que pasó. Sin embargo, lo bueno que salió de aquel nuevo mejunge musical fue para enmarcar.
De entrada, Amaya ya estaba empezando a crecerse como artista y estaba harta de que la ningunearan, por lo que comenzó a practicar el molarse mucho a sí misma con la fuerza de los mares. Yolanda Hoyos era una chica muy jovencita con cara de TRONCA que había participado en Miss Universo y que sudaba kilos de laca de la música melódica. Esteban aportó un buen bigotón y un pelazo cardado que, unido a sus ojos azules y su Mirada Seductora TM lo convertían en un dandy de los de cadenuca de oro al cuello y copita de coñac. Luis, por su parte, era un estudiante de medicina que aportó una melenilla lacia y una carusa olvidable. Eso sí, tocaba muy bien el piano.
![]() |
Welcome to the spanish 80’s |
De la mano de aquella improvisada Lija de la Gustizia, Amaya Saizar compuso una coplilla sobre una mujer mayor que vivía paseando entre las ilusiones de un amor perdido. Y, de esta vicisitúdica forma, Bravo fue a Eurovisión en 1984, otro de los mejores años de la historia, con “Lady Lady”. Quedaron terceros, mejor que Trigo limpio, y triunfaron sobre todo en Alemania, además de petarlo en América Latina, adonde el grupo salió de gira de inmediato. Amaya, la rubia mágica, lo había conseguido. Su valía había sido probada.
Bravo sacó un segundo disco en 1985, llamado Noche a noche, que tiene un temaso sideral tan maravilloso como “Secreto”. Dejo el videoclip, que no tiene desperdicio. Bolas mágicas, trajes de mago del todo a cien de la esquina, planos plagiados de diversos videoclips de ABBA, refrito de imágenes de sus actuaciones en América… pero con Segovia de fondo, que parece que aporta más cercanía… y menos presupuesto.
Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Finalmente, las tensiones entre los componentes de un grupo que ni eran amigos, ni casi conocidos, y que pasaban mucho unos de otros y de la propia música que hacían, desintegraron la formación, de tal suerte que, salvo Amaya, ninguno de los otros tres se dedicó a la música tras su paso por Bravo. Una pena, porque los dos discos que sacaron son bastante decentes, todo hay que decillo.
Amaya Saizar, cual Atila, no dejaba crecer la hierba en su camino hacia la conquista del mundo musical. Eurovisión no había sido suficiente. Quería más.
CAPÍTULO III. VENUS DE MORATALAZ
De nuevo, Amaya estaba sola, pero nadie confiaba aún en ella para sacar un disco en solitario. Y, como si de una Cossette de Dumas se tratara, la vasca de oro tuvo que aceptar entrar en otra formación, bastante distinta del glamour de Bravo, pero mucho más divertida.
Los directores de casting deben seguir con el cachondeo a día de hoy, porque no se les ocurrió otra cosa que Amaya fuera implantada en medio de… ¡las dos hermanas Abradelo! Sí, aquellas presentadoras-cantantes-jamelgas que tenían la boca como un buzón de correos. Y que a finales de los ochenta eran jóvenes y lozanas, y con un estilismo que daba más miedo que vergüenza.
De esta guisa, nació Venus. En realidad se trataba del típico grupo de chicas que cantaban temas del verano, pegadizos y con letras picantes. He ahí el estupor que genera ver a nuestra Amaya, la rubia que lo había sido todo, la mujer de la voz de porcelana, poniendo cara de “yo en realidad no estoy aquí” mientras canta algo sobre una ola traviesa que le arranca un tanga de cuajo o algo así, y las Abradelas bailan como puestas de speed. Impresionante documento.
Inquitetante. Apocalíptico.
Huelga decir que las Venus no sacaron más discos.
CAPÍTULO IV. GALICIA CONECTION
Los años noventa habían llegado, y Amaya había pasado ya por demasiados grupos. Como Sara Montiel cantando en El Molino en El último cuplé, sentía que su carrera se iba a pique. ¿Qué podía hacer? ¿Quién confiaría en ella, después del fiasco de Venus, para sacar su tan ansiado disco en solitario que le permitiera demostrar de una vez todo lo que ella valía?
Entonces llegó ÉL.
Sí, hamijos. Hemos hablado de morbazo, Barón dandy, puros y coñac. Solo un onvre podía confiar en Amaya para rescatarla y hacerle un disco digno de su talento.
Aquel caballero de brillante armadura no podía ser otro que Juan Pardo.
![]() |
La pruefffa del delito |
Juan Pardo, uno de nuestros gallegos favoritos, conocía el potencial de Amaya Saizar y, no contento con escribirle una canción, le hizo un disco entero para que brillara como merecía. El álbum, llamado Tengamos la guerra en paz (1990), tiene todos los elementos de los discos de nuestro onvre: épica, subidones e historias de cuernos.
Uno de los más bellos detalles fue que Pardo le regaló a Amaya un tema de despedida de un amigo que había muerto, llamado “Sin ti, Manuel”. Es una joya de gran valor sentimental, que honra a Juan Pardo como persono y como ente cósmico. Si a eso le sumamos la balada “Aufwiedersehen”, ya tenemos la contribución absoluta de Juan Pardo y Amaya al idioma mundial. ¡Grandioso!
![]() |
Amaya en los 90 |
El disco que Juan Pardo le hizo a Amaya Saizar tuvo un éxito relativo, pero no fue ni un fiasco, ni un desastre, y tras este inicio de década realmente JLORIOSO, Amaya no volvió a sacar un disco en solitario, aunque se puso a colaborar en discos del propio Juan Pardo, Manzanita, Bertín Osborne y Rafaela Carrá. Incluso fue requerida por Demis Roussos en un momento dado para una canción. Lo que pasa es que lo que ella denomina “arropar las canciones con su voz” en su blog es algo más parecido a “hacer los coros”, cosa que no es para nada deshonrosa, pero que nos hace ver que esta mujer en solitario nunca terminó de cuajar.
En 1996, visto que como solista seguía sin comerse un colín a pesar de lo mucho que molaba, decidió tomar cartas en el asunto y hacer lo que mejor sabía: montar grupos de la nada. Con su hermano y unos cuantos ex Mocedades, formó Txarango, como quien hace un grupo de mercenarios con ex combatientes de la guerra de Vietnam. Folk vasco de nuevo, que tampoco tuvo mucho éxito. Aunque versionan a Bob Dylan. Sacaron un disco y, de nuevo, nuestra rubia indómita salió por patas buscando nuevas oportunidades de triunfar.
CAPÍTULO V. EL SIGLO XXI
A partir del nuevo siglo, la carrera de Amaya es un batiburrillo un poco complejo de seguir. Más que nada, porque ella sigue luchando. Es incombustible y busca cualquier idea para seguir cantando, buscando el triunfo que cató en el pasado y que está segura de poder encontrar en el presente. Como veis, su tenacidad y sus inquietudes no dejan títere con cabeza.
En 2000, Amaya pensó que resucitar Trigo limpio sería una buena idea. Carlos e Iñaki no. Pero daba igual. Ella se plantó en México con dos mexicanos jóvenes y todos se fueron de gira por Hispanoamérica porque EL ÉXITO.
Ya os aviso que Trigo Limpio ha tenido más movimiento de integrantes que Infinity War, así que no es de extrañar que primero salga con dos señores diciendo que son Trigo limpio…
Y que luego plante sus huellas en México con estos otros dos señores, diciendo exactamente lo mismo.
Ya os avisé de que el siglo XXI nos trae a una Amaya desaforada, dando más vueltas que un ventilador.
En 2005, Amaya se juntó con otros tres seres para grabar un disco con letras de… ¡Santa Teresa de Jesús! Tengo que decir que en todos los lados de la intenné me sale que el disco es de 2005, pero algo en mi interior no se fía de este dato –los arreglos me parecen de los 80 o incluso 70. Si alguien puede confirmarlo, os estaría agradecida. Pero no hablemos de mí. Hablemos de este discazo que, con semejante materia prima, no podía salir mal ni por asomo. Dejo el tema principal que está de un rebonico que de verdad de fuá. Vale, algunas canciones, más que a Renacimiento, suenan a grupo de parroquia con guitarrita, pero el disco está bien.
En 2007, a Amaya le sigue dando por volver al pasado, y se planta en Misión Eurovisión para ver si puede volver a ir al festival. El resultado es un derroche de molarse mucho con una maravillosa voz en decadencia. Porque lo mejor de todo es que ella SE SIGUE MOLANDO A PESAR DE TODO. Pero bueno, si veis el vídeo podéis intentar explicarme por qué no fue, porque yo, desde luego, le habría dado todos los puntos solo por el entusiasmo.
En 2008, sacó un chingle muy bonito llamado Sin ti. Versión de una canción de Omar Alfanno, un cantautor panameño que, para los que no sepáis quién carajas es, se trata de la persona que compuso ESTO.
Se supone que el tema que versiona Amaya fue compuesto en 2001, pero qué queréis que os diga, a mí me suena un pelín viejuno. No sé si será porque parece grabado en el garaje de su casa o porque los arreglos dan la impresión, a ratos, de haber sido realizados por ella misma en un arrebato de porque-yo-lo-valgo, pero bueno.
Y ya en 2011, llegando a la década en la que estamos, ¿qué se cuenta Amaya Saizar de su carrera? Pues que, según wikipedia y gúguel, dijo en el programa de María Teresa Campos que quería formar de nuevo Trigo limpio, pero esta vez de verdad,sin hacer lo que llevaba haciendo durante el noventa por ciento de su carrera: inventarse compañeros para ponerse ella de estrella del grupo. Total, que, al parecer, Carlos y Amaya estaban de acuerdo en volver al sarao de la copa de brandy y el morbazo folk; pero al final quien apareció en la gira fue Iñaki, y de Carlos nada más se supo.
![]() |
¡Traisión! |
Lo último que he visto por ahí de nuestra incombustible protagonista ha sido una breve entrevista sobre los candidatos a Eurovisión de este 2018. En unas declaraciones, que harían palidecer de envidia a la Bruja Lola y a Aramís Fuster juntas, dijo que las dos Amayas que habían ido a Eurovisión habían quedado muy bien (Bravo quedaron terceros y Mocedades, de donde procede la otra Amaya, segundos), y que por eso Amaia y Alfred tienen que quedar muy requetebién también. ¡Maldición! ¿Por qué no me pondrían mis padres Corín Tellado en lugar de Cava?
Así, como tantas otras buenas historias, la de Amaya Saizar termina en este post con un interrogante sobre su futuro, porque ni ella misma puede predecirlo, a pesar de su nombre y de lo mucho que mola. Visto que ABBA va a sacar un disco tras treinta y cinco años de separación artística, quién sabe. A lo mejor Maluma la llama para marcarse un reguetón melódico. O puede que Bravo haga una gira revival para pagarse los vicios. Vaya usté a saber.
Solo espero que, por lo menos, honréis la memoria de Amaya Saizar como se merece y a partir de ahora os dediquéis a gritar “Lady Lady” por la calle cuando tengáis la menor ocasión. Creo que un personaje de su magnitud no mecere menos. Y ella también lo cree.
¡Hasta la próxima!
Siga al autor de ESTO en Twitter:
Seguir a @CavaBaja
!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?’http’:’https’;if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+’://platform.twitter.com/widgets.js’;fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, ‘script’, ‘twitter-wjs’);