Hay varias constantes de ente bloj que ya se han convertido en referencias de la cultura esppppañola. O al menos de un puñado muy dedicado y, por qué no decirlo, tarado de sórdidos. Que Hamilton es mierda. Que un bigotón mejora todo producto audiovisual. Que yo tengo un grado anormal de gaycidad. Que el cine colonoscopia es digno de alabanza. Y, por supuesto, que el derechismo bien entendido favorece la acción.
Tal afirmación se promulgó en el primer año del blog. Por lo tanto, hemos tenido más de una década para ir comprobando cuán importante verdad universal era. El derechismo bien entendido es como el porno: una fantasía que todos queremos para pasar el rato, pero que nadie desea en su vida. O debería desear. Que el mundo está lleno de perturbados que piensan que todos los tíos tienen que follar durante 20 minutos en cuatro posturas preestablecidas que dan bien en cámara y a todas las mujeres les gusta que le llenen la cara de lefa. Por no hablar de imbéciles que creen que hay que ir por la vida puteando a gente de unas cuantas fronteras arbitrarias más al sur, que por algo son inferiores, tienen un adn distinto y tal. A estos últimos se les conoce técnicamente como ‘políticos nacionalistas’.
Ya la hemos armado.
Pero vamos primero a definir qué es el derechismo bien entendido en el cine: Es tener la satisfacción de ver a un bengador gusticiero acercarse a un puñado de inmigrantes rumanos (que SIEMPRE han de ser sospechosos) y partirles la boca sin pensar en cosas tontas como juicios justos o que esté haciendo un poco de perfil racial. Es el héroe, tiene un conjunto particular de habilidades y te buscará, te encontrará y te matará.
Es saber que la justicia es inútil en su totalidad y que la única manera de salvar a los vecinos de un barrio es disparar por la espalda a un ladrón de bolsos porque a tomar por culo la proporcionalidad del castigo en relación al delito. Los pequeños fascistas que tenemos dentro siempre han deseado una muerte dolorosa al ratero que te robó la cartera. Y eso es natural. Como desear sexo anal involuntario con desatascadores de ducha en prisión para todos los de La Manada. Es lógico. Si no lo quieres a un nivel subconsciente, es que te pasa algo.
Por eso funciona tan bien el cine de acción derechón. Como fantasía liberadora que sabes que no funcionaría en una sociedad normal. Y por eso precisamente es tan difícil hacer una película de acción izquierdista. De hecho “Cine de hostias pacifista” es como decir “Merienda de fabada” o “Película divertida de Haneke”. Se puede intentar, pero nadie respondería de los resultados.
Y hubo un tío que sí que lo intentó. No fue algo así como “el Chuck Norris de Podemos”, lo cual habría conformado un título mucho más click bait de este artículo. Que estoy tonto. Pero ya no lo cambio, que quiero ir al grano de una vez:
No lo fue, entre otras cosas, porque sus pelis son de los setenta, pero sobre todo porque no me veo a Chuck combatiendo a las corporaciones a base de su arma más mortífera y aterradora: las batucadas.
– “Malditos hijos de puta: soltad a la rehén u os doy un concierto de mayumaná”
– “¡No, cabrón, percusión tribal nooooo!”
Lo cual no quita que yo pagaría por ver esa mierda. Pero anteanoche vi ‘The Mummy’ de Cruise sin que me obligaran. Yo me tragaría hasta esa comedia de Haneke que estoy envisionando. Michael: si me escuchas, esos son voces en tu perturbada cabeza. Que esto es un texto y ni siquiera sabes español. Pero haz una comedia de instituto con chistes de pedos. A ver si de verdad eres un buen creador o un one trick pony.
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O algo así como «Desmadre sexual en el asilo» |
El héroe del que estamos hablando se llamaba Tom Laughlin, un actor aficionado a Marlon Brando (y se nota así como que mucho) y a defender los derechos civiles… ¡a golpe de hapkido! Que es un arte marcial coreano, que viene a servir para lo mismo pero con penes más pequeños todavía involucrados en el proceso.
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Aquí me tenéis, intentando justificar con un power point un repugnante comentario racistoide |
Tom se fue a Hollywood para triunfar, pero no era un simple vanidoso ególatra como el resto de sus compañeros de profesión (porque todo el que protagoniza una película es un egocéntrico, pero si encima la dirige es un chulo insoportable).
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Exhibit A. |
Él tenía otros intereses. De entrada, los derechos civiles de los nativos americanos, pero también el pacifismo y la pedagogía, por lo que se fue de la ciudad del pecado y los tocones profesionales y montó una escuela de gran éxito según el método Montessori. Cuando vio que aquello funcionaba, retornó a su sueño: dirigir y protagonizar su gran épica pacifista sobre los derechos civiles.
Naturalmente, a nadie le importaba un carajo la historia que había pensado: un medio indio (lo que luego se conoció en los Dungeons and Dragons como ‘semi elfo’) que protege a una comuna hippie-tribal (don’t ask) de los abusos de los retrógrados caciques del pueblo vecino. Con mucho discurso asambleario y canciones folk. Los productores se agolpaban a su puerta, pero para salir corriendo antes de que ese loco siguiera con el pitch. Así que, muy listo él, decidió escribir y protagonizar una exploitation de moteros llamada “The Born Losers”. Uniendo sus principales obsesiones de una manera más vendible. Esto es, violaciones, hostias, libertades, moteros, Marlon Brando y su estrella favorita: él mismo. Así que usó esa cinta estilo Corman para introducir al personaje creado para su guión preferido: Billy Jack, el ex-boina verde karateca indio pacifista. Vamos: como una pizza congelada a la que le empiezas a echar todo lo que queda en la nevera que no lleve cáscara o haya generado una capa de musgo.
La cinta fue bien, así que consiguió por fin financiación para la de verdad: ‘Billy Jack’. AIP, los míticos independientes de los 50 y 60 que nos dieron tanto amor de monstruos gigantes, moteros y cormaniadas, pondrían la distribución. Para luego dejarla ir cuando intentaron meter mano en el montaje y Tom no se dejó, quedando en manos de 20th Century Fox, que luego la dejaría ir cuando intentaron meter mano en el montaje y Tom no se dejó, quedando en manos de Warner… que, esta vez, sí, la estrenó. Mal. A la manera de la época: pocos cines de pueblo a ver qué tal. Laughlin was not laughing (#nomearrepientodenada). La película fue muy bien con esa estrategia, pero Tom creía que tenía más potencial, por lo que la recompró y pasó a estrenarla por su cuenta con otro método…
… haciendo historia del cine con ello.
¿O acaso creíais que ésto iba sólo de hacer chistes políticos a costa de Podemos? No señor: aquí estamos para educar y poner fotos de Alexandra Daddario sin que venga a cuento.
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POR EJEMPLO |
El caso es que Laughlin y su mujer Delores (sic), involucrada en el proyecto desde el principio y coprotagonista de la peli, plantearon otra estrategia nunca vista para un largo independiente: un lanzamiento masivo. Con marketing machacón y un número inmenso de copias. Además, alquilando las salas a un precio fijo a pagar sí o sí, pero con el acuerdo de llevarse el 100% de la recaudación.
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Representación gráfica del tamaño de las gónadas de Tom y Delores |
La jugada funcionó. Pero mucho. 32 millones de dólares. ¿Que os parece poco? Pues porque existe una cosa llamada inflación. Billy Jack se coló en quinta posición de las películas más taquilleras del año, por encima de, por ejemplo, ‘La bruja novata’ y, en recaudación total uniendo el estreno limitado un par de años antes, habría superado a ‘Harry El Sucio’.
«¿Cómo es que nunca he oído hablar de enta pinícula?», os preguntaréis los héroes que han llegado hasta esta parte del post esperando chistes políticos que no han acabado de concretarse. Pues principalmente porque es un poco cutre. Y no muy buena. Vamos, que respondía al zeitgeist de la época en EEUU y en el resto del mundo no tuvo mucha acogida (en España no consta que se estrenara comercialmente). Y porque no es muy buena. Creo que eso ya lo he dicho. Vamos, que es un poco truño.
Billy Jack es una especia de Steven Seagal en la época de ‘En tierra peligrosa’ o ‘El Patriota’. Un héroe solitario que protege a las comunidades tribales… a patadas. Pero, al contrario que el subnormal de Steven, reduce el número de hostias al mínimo y las sustituye por lo que todos buscamos en una película de acción:
Asambleas vecinales y performances en las que los hippies les enseñan a los del pueblo a ser mejores personas mediantes juegos de rol. Pero no esos de tirar dados: de los de sentarse en sillas simulando que conduces e improvisar una escena tras soltar un discurso anti Richard Nixon para ir entrando en calor.
Pero vamos al principio de la película: Billy se dedica a proteger una reserva india de gente mala de la pradera que quiere matar caballos salvajes para hacer la que asumo que es la comida para perros más cara de la historia (juro que no me estoy inventando esto). Porque Jack es un medio indio. Este señor:
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La mismísima imagen de la etiqueta de Ron Cacique |
Toda esta primera escena va acompañada de una balada hippie basada en la guerra de Viet Nam sobre cómo gente va a asaltar un pueblo vecino pensando que tienen un tesoro, pero resulta que, tras matarlos a todos, tal tesoro es un letrero que pone ‘Paz en la Tierra’.
Los tiempos hippies eran muy diferentes, esperanzados, ñoños, tonticos y, por qué no decirlo, fostiables.
Lo cual no quita que a mí me guste mucho la canción en concreto. Motivo por el cual no me extraña que se convirtiera en un gigantesco éxito en parte gracias al empuje de la película. Y ahora es cuando hago esa cosa tan molesta de meter un mini-post en medio de un post grande.
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Los de Paco son más pequeños que los de Tom. Y de los molestos. |
Pero es que es una historia la mar de interesante que sospecho que muchos no conocéis tampoco. La canción es ésta:
¡Qué potita! ¡Qué alegre! ¡Qué flower power! ¡Qué simpática que esté interpretada por un grupo satanista!
En serio: si bien es una versión de una canción hippy de unos años antes, la interpretación está acreditada a la banda Coven (aunque con sólo la cantante en esta versión). Coven eran un grupo que en 1969 sacó un disco con el edificante título de “Witchcraft Destroys Minds & Reaps Souls”. La temática era sobre los peligros de jugar con el ocultismo y como JesucristNAAAAAAH. Iba de eso: de rituales infernales, incluyendo al final del LP una misa satánica. La primera canción se llamaba, de hecho “Black Sabbath”, un año antes de que ciertos ingleses sacaran su primer disco con ese título. ¿Y sabéis lo más divertido? Que el bajista se hacía llamar “Oz” Osborne (sic). ¿Y sabéis qué es mucho mucho más gracioso? Que fueron los que inventaron el hacer el signo de los cuernos en el rock.
Jinx Dawson, la cantante del grupo y de ‘One Tin Soldier’ fue criada en un grupo ocultista y aplicó sus creencias y signos al disco. Luego, por motivos que no he podido rastrear por internet (esto es, supongo que ganarse unas perras, dado que el grupo se había separado), grabó la cancioncilla de Billy Jack, una mijilla alejada de sus raíces musicales, las cuales sonaban como si Jefferson Airplane hiciera orgías… bueno, orgías harían, que esto eran los 60. Orgías satánicas, vamos. No puede decirse que inventaran el heavy, pero por peich que fueron los precursores adelantados a su tiempo.
Fin del mini post dentro del macro post. Volvamos al Steven Seagal Perroflauta.
Billy protege una comuna y, a veces, se divierte haciendo ceremonias de su pueblo nativo. Los discursos, al menos hasta el clímax de la peli, se los deja a su novia, líder del lugar y futura dirigente de UPyD:
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Delores Taylor, alias la mujer de Tom. Que no todos los pies de fotos han de ser chistoides. |
En la comuna/colegio/asamblea/lugar en el que todos hablan como si estuvieran en ‘Capitán Fantastic’ alojan a la hija del ayudante del Sheriff, que está preñada porque ¡viva el amor libre y sin protección! El señor padre (aka Malo 1) se cabrea. La tensión aumenta cuando los chavales, incluyendo un nativo y varias tan nativas como Laughlin, son acosados cuando van a tomarse un helado. Billy llega por allí y por fin se pilla también un mosqueo importante. Pero siempre después de echar un discurso. Porque antes de meter hostias hay que dejar claro que él es PACIFISTA.
Por fin el cine se despierta. Porque esto pasa a los 25 minutos de película. A continuación, vienen las leches que cimentaron la importancia de la peli dentro del imaginario colectivo americano. Porque os recuerdo que a estas alturas todavía no existía ‘Kárate a Muerte en Bangkok’ y lo máximo que se había exportado al mundo de las artes marciales había sido ‘El Avispón Verde’. Billy Jack no sólo fue un pionero de la distribución, sino que además inició a patadas la moda de este tipo de lucha en Hollywood. Que seguro que hay más ejemplos anteriores, pero repito: esta peli fue la quinta en taquilla de su año. No subestimemos su influencia en favor de cintas que conocemos más, pero que no hicieron tanta pasta ni de lejos.
Tras tan poca violencia, ¿cuál es la solución? Lo normal sería ir por ahí en plan chucknorris poniéndoles a los violentos las cosas en su sitio. Esto es, los cojones cortados alrededor del cuello y los intestinos fuera del cuerpo. Pero no en esta película. Es un flim pacifista y sólo se puede hacer una cosa realmente efectiva para parar el maltrato a los alumnos y proteger a la chica embarazada:
Montar asambleas para decidir cada acción tras estos ataques y os aseguro que esto no es un chiste de Podemos. No sólo debaten, sino que convencen a la gente del pueblo para hacer más performances informativas empáticas o qué demonios sé yo. Me da igual. Lo mismo funcionan en la vida real. Pero en las películas de HALSIÓN lo único que consiguen es que quiera correr a ponerme un DVD de Franco Nero repartiendo gusticia en los bajos fondos de Nápoles.
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¡Trepidante! |
Entra aquí el hijo de Malo 1 (AKA Malo 2), el niñato de la harina del vídeo de antes. El chaval es un poco capullete así que se dedica a… no mucho. Rondar por ahí. Hasta que tiene el feo detalle de acosar a una chica a lo Weinstein pero sin sacar la churrilla. Así que Billy se ofrece para que sienta lo que es que le arranquen el brazo y se lo meta por el orto. Pero Delores le convence que con tirar su coche al lago es suficiente.
Gran error. Porque el joven no conoce el concepto de “venganza proporcionada” y acaba violando a la novia del prota. ¡Cine edificante y hippy, señoras y señores!
Billy Jack acaba enterándose un ratejo después (porque la peli se coloca entre discurso, canción y performance en dos horas) y sale por fin a repartir justicia. Pero con mucho resquemor. Que él no quiere matar al chaval hundiéndole la tráquea, pero si hay que hacerlo, se hace. Luego se atrinchera a pegar tiros en un edificio un poco desértico porque, en el fondo, ésto es un western. No olvidemos que el cine de acción nace justo en 1971 con ‘Harry El Sucio’ y ‘The French Connection’. Antes, lo que teníamos eran las pelis del Oeste.
Jack elimina a Malo 1 de traumatismo de pintura roja arrojada en su frente y decide rendirse e ir a juicio. Mientras la policía se lo lleva, suena la canción esa de los ex satánicos y todos sus amigos se ponen en pié con el puño en alto en un momento que, digámoslo ya, demuestra que Laughlin comprende un poco el tema de la épica, si bien no tanto el del ritmo, los diálogos naturales o el montaje coherente.
Menudo cacao mental. Quizá lo que Tom Laughlin quería mostrar era lo difícil que es reconciliar el ser pacifista y defenderse de los que abusan de tus derechos. Sea como fuere, eso ayuda a una película de acción. En este tipo de cine se quiere ver al héroe reafirmándose en sus actos cuando le parte la cara a los malos. Queremos disfrutar de que Charles Bronson sonría por fin cuando mata a punks. Pero Billy Jack sigue el modelo interpretativo Brando y está torturado. Y fostia poco. Demasiado poco.
Sin embargo, el lío filosófico-político se acentúa en las secuelas. Porque la peli las tuvo. ¿Qué esperábais? Hollywood estaba cambiando y, por primera vez, de esas cinco películas más taquilleras del 71, cuatro disfrutaron de continuación (siendo una, ‘Diamantes para la Eternidad’, ya parte de una saga). Pero no temáis, porque no quedan séis páginas más de artículo. Sobre todo por un motivo: las dos secuelas, ‘The Trial of Billy Jack’ y ‘Billy Jack Goes To Washington’ duran tres horitas cada una. Yo os aprecio mucho, pero viendo el ritmazo de la primera (o, según el punto de vista, segunda) película del héroe de sombrero raro y sabiendo que el contenido de rajar sobre temas políticos no muy bien pensados y adornarlo con canciones protesta aumenta exponencialmente, he preferido ponerme a escribir y no tener que verlas.
‘The Trial’ se basa en represiones estudiantiles. Por lo que he leído, los momentos místicos pseudo nativos se multiplican hasta el punto de poner a Billy peleándose con su otro yo a lo Luke Skywalker, sólo que en vez de ser su cara dentro de Darth Vader, es él pintado de pitufo.
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Ahora, presentadme a la Pitufina, que va a saber lo que pasa cuando no se tiene el rabo en el culo como el resto del pueblo |
Todo esto con un montaje rarete que intercala flashbacks a Vietnam, muchas discusiones sociales y muy poco hapkido. Si queréis verla, anda por Youtube. Dios se apiade de vuestras almas. Para los menos locos, aquí alguien ha dejado un montaje de las pocas hescenas de halsión de la peli. Tres horas para ESTO:
El caso es que la cosa empieza ya a apestar a un nivel político. La escuela, llamada ‘Freedom School’ (y cuánto daño han hecho los gobiernos republicanos a la primera palabra, cuya simple mención ya me pone en guardia esperando precisamente falta de libertades) está siendo acosada por hacer cosas malas como montar una tele propia y organizar talleres de danza del vientre o bandas de marchas. Efectivamente: su crueldad no conoce límites. Billy Jack sale de prisión sorprendentemente pronto para haber matado a dos personas y comprueba que el FBI está acosando a sus amigos. Todo culmina en un tiroteo en las instalaciones, resistiendo como El Álamo.
Porque en esta secuela queda claro que de lo que se trata la obra de Laughlin y Taylor no es de socialismo. Tú les dices ‘plusvalía’ y ellos dicen ‘alcachofa con torreznos’. Tú les dices ‘conciencia de clase’ y ellos contestan ‘yo nunca faltaba al colegio’. Eso se la sopla totalmente. De lo que se trata es de la eterna desconfianza hacia el estado, tradición que tiene más raíz en los EEUU que disparar a negros cuando entran en tu porche. El movimiento hippy iba de eso adornado con derechos sociales. Pero capitalista en el fondo. De hecho, su búsqueda de la utopía acaba siendo anarcocapitalista, inspirada, y eso explica la obsesión de Laughlin por el western, en la conquista del Oeste. Como dice El Ciudadano Soberano, “(El movimiento hippy) está hoy relacionado con la autoayuda y con iniciativas que o bien son socialmente ineficaces para combatir el capitalismo, o bien se han convertido en formas de capitalismo «cool«. La cuestión del guru y la introspección personal (edito: bien presentes sobre todo en ‘The Trial of Billy Jack’) son perfectas para mantener el status quo del sistema. Si a ello añadimos el uso de drogas, como LSD, la combinación es coherente. Las estructura de la organización social que decían criticar las dejaron tal cual o incluso peor, porque muchos de ellos terminaron en Wall Street y alrededores”.
Vamos, que no sólo era izquierdismo que no favorece la acción. Es que era izquierdismo sólo de ese que llenó el 15 M de puestos sobre alimentos orgánicos, homeopatía y talleres de rastas, dejando la tontada esa de la lucha de clases en segundo término. Porque lo importante es la introspección, el yo. Como demostró ‘Ciudadano Bob Roberts’, se puede hacer canción protesta y ser conservador. Pero de los que desafían al estado. De ahí que la siguiente parte de la saga vaya precisamente de eso.
‘Billy Jack goes to Washington’ ya dejó directamente de fingir ser una peli de acción. En ella, el prota es elegido directamente para el Senado estadounidense, en el que aterriza para darse cuenta de que todo (TODO) es corrupto. Efectivamente: es un remake de ‘Caballero sin Espada’ de Capra o, en la versión verdaderamente superior de la misma idea, ‘Su distinguida señoría’.
Lamentablemente, Laughlin no contó como asesor para este remake con Homer Simpson y no convirtió la alta cámara en un baño de sangre. Se dedicó a su verdadera pasión: echar más discursos que ‘Aló presidente’. El resultado: la peli apenas se pudo ver en cines. Tuvo algunos preestrenos en ciertas ciudades y luego se enterró. Tom dijo que, mientras él denunciaba a EL PODER, el Estado quedó libre, en compló, pa revolver y hacer que Warner (ya distribuidora desde la anterior secuela) se desentendiera de la peli.
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Me echaron droja y me quitaron mi pinícula |
El desastre significó el fin de la carrera de Laughlin y Delores, que intentaron resucitar el personaje en los 80 con una nueva entrega, pero se quedaron sin fondos con media película rodada. Eso sí: siguieron escribiendo tratamientos según había que adaptarse a las nuevas amenazas políticas con títulos tan hilarantes como “Billy Jack’s Crusade to End the War in Iraq and Restore America to Its Moral Purpose”. Ambos eran seres inocentes a lo Rousseau que lucharon contra el sistema y la corrupción de los jóvenes como sólo ellos sabían: fundado escuelas y haciendo películas de izquierdismo mal entendido que no favorece la acción y que han envejecido peor que Macaulay Culkin. Pero que dejaron una gran marca en la historia del cine y por eso se merecían este absurdamente largo artículo.
Ahora, si me disculpáis, voy a meditar en mi caverna india pintado de pitufo antes de salir a la calle a darle patadas en los cojones a unos cuantos nazis. Fue un placer conoceros.