Desvergüenza hecha cine: Tras la pista de la Pantera Rosa

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Obsérvese que no he dicho ‘Vergüenza’ hecha cine. Ni, en nuestro vocabulario particular, ‘Vicisitud’. No. Desvergüenza. De eso va este post.

Empecemos otra vez tras esa especie de prefacio, dijo un dormido Paco en plural mayestático a pesar de que sigue sin haber aportado nada importante al mundo debido a que todavía no consiente en ser fotografiado en una bañera de irn bru con alubias en el centro de Albacete. Dormido porque acabo de llegar de Toronto, ciudad que ofrece el mejor chiste de todo el mundo, tras ver por fin ‘The Disaster Artist’, la cual sí que es vicisitud hecha cine. Una cumbre de la vergüenza ajena usada para despollarse.

Pero no voy a hablar de esa peli. Sobre todo porque este blog es como una serie de Twin Peaks: nunca te dará lo que esperas y DÓNDE COJONES ESTABA ENTONCES AUDREY HORNE, SOHIDEP….

Vale.

Retomando la compostura. Esto va de las películas que usan la variante de humor orientada a dar vicisitud al espectador y matarlo de vergüenza ajena. Os voy a contar un secreto, dije en un foro público por aquello de usar una frase manida inexcusable en cualquier texto: no soporto las películas ni las series basadas en ese tipo de risa. Lo paso fatal. Apenas he visto un par de veces ‘El Guateque’. Sólo vi una vez ‘Borat’. Fui incapaz de pasar del primer episodio de ‘The Office’. Y viendo ‘The Disaster Artist’ hundí la cabeza en el brazo del tío que tenía al lado. Que era un guiri que hablaba como si estuviera escribiendo una reseña y al que todo ello le causó gran vicisitud. Porque lo curioso es que muy poca vergüenza propia (excepto a la hora de preguntar direcciones a extraños, pero creo que voy a llamar a Richard Dawkins para que me corrobore que ese es un rasgo evolutivo de los que andamos con cromosoma Y). Pero tengo mucha vergüenza ajena. ¿Paradoja? ¿Sinsentido? ¿Realidades alternativas EN LA QUE EL PUTO COOPER SE LLAMA DE UNA MANERA EN EL MOTEL PERO LUEGO AL LLEGAR A TWIN PEAKS SE PRESENTA POR SU NOMPGFDFSFDASDF…

Perdón. Si ya me explayaré con este tema cuando nomine a Lynch a Onvre del Año por este acto consciente de hacerloquesaledeloscojonismo.

Thing is, que aprecio enormemente la calidad exquisita de la comedia de vicisitud, pero no puedo evitar gritar de dolor cuando la veo. Es para mí como tragarme ‘It’, pero mientras me descojono. Por eso soy más admirador de Peter Sellers que fan. Porque, Sacha Baron Cohen mediante, Sellers es el maestro de este subgénero. De ahí que sustituirlo haya sido tan complicado. Cosa que no iba a detener a Blake Edwards es su camino cuesta abajo sin frenos y a carallo sacado a través de un campo de espinos hacia, ahora sí, la desvergüenza.

Antes, una aclaración: Sellers era un actor inglés un tanto insoportable que fue la gran estrella de la comedia durante un par de décadas. Y Edwards un director que nos dio algunas obras maestras no sólo en ese género, sino incluso en dramas. Además de acostarse todas las noches con aquella de ‘The hiiiills are aliiiive with the Sound of Muuuusic’ o, para los realmente jóvenes, la del gif ese en una montaña girando mientras dispara dos uzis.
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Lo aclaro porque hace unos meses pregunté en mi trabajo a algunos jóvenes a los que les gusta el cine y nada. Pero ni ‘El Guateque’. Alguna chica sabía que existía ‘Desayuno con diamantes’, pero por la condición de ídolo carpetero de la Hepburn para aspirantes a Manic Pixie Dream Girls. Sin saber quién era el director, claro. Un director que vivió una primera mitad de los 80 muy dura, de la que gracias a dios salió con dos de mis comedias ochenteras favoritas, esto es, ‘Cita a Ciegas’ y ‘Una cana al aire’.

 Ésta ovra maentra tiene un 33% en Rotten Tomatoes. Fuck Rotten Tomatoes.

Sí: son dos pollas con condones fosforitos. Siempre se debate qué diferencia la inventiva de la pura genialidad. Está claro: La genialidad está en saber hacer un gran chiste de chorras peleándose en la oscuridad.

Una vez puestos en situación los menos versados en cine clásico y en comedias con preservativos resplandecientes, pasemos a los hechos del caso. A principios de los 70, Edwards, uno de los más poderosos directores de Hollywood, andaba un poco perdido. Su carrera estaba flojeando bastante. Curiosamente también la de Peter Sellers. Así que decidió apostar sobre seguro y retomar una de sus películas más famosas, ‘La Pantera Rosa’. Edwards había dirigido la primera parte y su secuela, la cual curiosamente empezó como un proyecto separado hasta que entró el director y la reescribió junto a William Peter Blatty (sí, sí: el de El Exorcista) para adaptarla a Clouseau, el protagonista del filme que acababa de rodar. Pero tras esta secuela, ‘El nuevo caso del Inspector Clouseau’, abandonó el barco. El estudio produjo por su cuenta una olvidada nueva entrega, ‘Inspector Clouseau’, con Alan Arkin haciendo Sellers y la hostia estaba más cantada que toda la trama de ‘The Shape of Water’

(Que es muy buena película, no os preocupéis, pero ya sabéis que yo no estoy aquí para hacer reseñas de actualidad)

Así que la saga se interrumpió. Pero tras un puñado de fracasos, Edwards pensó en volver. La cosa estaba tan malita en lo que se refiere al director y a la carrera de Peter Sellers que United Artists no quiso saber nada de la nueva secuela, los muy desagradecidos. ¡Que eran los tíos que hicieron ‘El guateque’, por peich santo! Pero tan extraño les sonaba lo de hacer una nueva parte que se planteó como una serie de televisión hasta que finalmente acabó como peli independiente. Que, claro está, fue un éxito y le proporcionó alimento y estupefacientes a director y estrella a lo largo de dos películas más.

Pero Sellers tuvo el mal gusto de morir antes de tiempo tras estos dos taquillazos. ¿Cómo haría Edwards para mantener la hipoteca de su casoplón? Respondiendo a esta pregunta sabremos cómo es posible que uno de los directores más respetados de Hollywood hiciera historia de la poca vergüenza.

La decisión tomada para mantener viva a la franquicia sonará mucho a los que siguen el cine actual: un soft reboot. Esto es, en lugar de remake, mantener la continuidad de la serie pero cambiando a la estrella principal porque usar su cadáver quedaría feo. La cosa sería poner a un nuevo inspector siguiendo los pasos de Clouseau. Pero eso sería LA SECUELA DEL REBOOT. Antes, Edwards tuvo una idea brillante: presentar la situación en la Clouseau desaparecía en una primera parte en la que, sí: aparecería el actor. ¿Sería con un doble? ¿Un recortable en el espejo como en ‘Game of Death’? ¿Con el cadáver? (como me contó una vez José Luis García Sánchez que hicieron para unos planos que faltaba de cierta película española en la que falleció uno de los protas)

No.

Con descartes.

Resulta que el primer montaje de ‘La Pantera Rosa ataca de nuevo’ era bastante largo. Concretamente se rodaron unas cuatro set pieces de hostias y torpezas varias que se eliminaron, bien por problemas de tiempo, bien porque tampoco tenían lo que se dice mucha gracia. La idea era montar una historia alrededor de esas escenas y varias más de ‘El regreso de la Pantera Rosa’. Pero, como he comentado, los derechos de ese título pertenecían a otros. Por lo que la solución fue espectacular: Rodar escenas que enlazaran las cuatro o cinco secuencias con Sellers y luego presentar off screen que el inspector desapareció en un accidente.

Muy bien, Blake. Ante todo respeto a la memoria de tu amigo. Empezar con un crédito de ‘Para Peter’ no quita que esto sea un acto de necrofilia de la fea. De la que haría que Jörg Buttgereit te regañara.

Escena de la película que pretende ser una metáfora de toda la cinta. Y lo consigue.

El sinsentido de planos que fueron cortados por un motivo es seguido por una trama B consistente en presentar a los personajes nuevos de la secuela. Y con ‘personajes nuevos’ me refiero a solo un mafioso interpretado por Robert Loggia y a un taxista gordo (al que sólo recuerdo como piloto en ‘La Guerra de las Galaxias’) que volvería a salir en una sola escena. Porque la protagonista de esta segunda mitad es una periodista que entrevista a antiguos conocidos de Clouseau… ¡mientras mezclan greatest hits de escenas de las anteriores partes! ¡Incluyendo todo el final de la primera!

¿Y a ti cuánto te han pagado por salir en este bochorno?

¿Y la periodista? ¿Será la aguerrida protagonista el personaje que acompaña en la investigación al nuevo sustituto de Clouseau para el reboot real, a titular ‘La maldición de la Pantera Rosa’? ¿Será que no estáis acostumbrados ya a estos artículos de Vicisitud y Sordidez? ¡Pues claro que no! El personaje no vuelve a aparecer. Alguno conjeturará que será que la chica tenía otros compromisos. A ello respondo con dos datos.

El primero, y menos relevante, es que ambas películas se rodaron del tirón. Edwards, llevado por su locura, se adelantó a ‘Superman’ e incluso a ‘Los tres mosqueteros’ en esta jugada.

El segundo y mucho más divertido es que… ¡Joanna Lumley, la actriz en cuestión, aparece en ‘La maldición…’ interpretando con pelucón… a otro personaje!

What the fuck, Blake. What the fecking fuck

Así que lanzó esa… cosa… producto… platelminto… lo que sea… a salas. La hostia, claro está, fue colosal. Pero tuvo su distribución y hasta llegó a Algeciras, donde fue recibida por un infante Paco Fox antes de empeñarse en seguir hablando de sí mismo en tercera persona. Yo noté que algo raro había, pero aún así insistí al año siguiente en ver ‘La maldición de la Pantera Rosa’, protagonizada por un señor que no conocía de nada pero que me daba buen rollo porque se parecía al hombre de la tónica, referente ético y estético de mi primera infancia.

El tipo era Ted Wass, salido de la serie ‘Enredo’, que tomaba el papel que muy inteligentemente había rechazado Dudley Moore. El pobre chaval interpreta a Christopher Reeve haciendo de Clark Kent haciedo de Cary Grant haciendo de Clouseau. Vamos: bastante pasable. Mucho mejor que Steve Martin, elección totalmente equivocada para el posterior remake por no ser capaz nadie de entender que parte de la gracia de Sellers era su constante rostro de dignidad absoluta ante cualquier desastre.

La película sigue las aventuras de un policía de Nueva York investigando el nuevo robo de La Pantera Rosa (que, para el que no sepa de qué va esto, es un diamante y no EL MEJOR BOLLO JAMÁS INVENTADO POR LA HUMANIDAD). Ello le lleva a Francia y, sí: Valencia en fallas. Así que su gradito de sordidez sí que tenía la peli, la cual empieza exactamente con los mismos planos que la anterior, haciendo al espectador pensar que para qué cojones le habían obligado a tragarse el truño precedente. Aquí la escena dura un poquito más porque, ahora sí: ponen a un doble de Sellers en sombra que es incapaz de actuar bien hasta en silueta. Es realmente fascinante. Tommy Wisseau habría hecho una mejor imitación. Un chimpancé habría hecho una mejor imitación. Un chimpancé imbécil. Y manco. Y muerto.

La cinta va luego intercalando escenas no demasiado inspiradas con planos de todas las demás estrellas invitadas rodados al mismo tiempo que la precuela. Especialmente obvio en el caso de David Niven, en su despedida por la portañuela de los pantalones del cine. Es muy notorio el hecho de que andaba tan mal de salud que tuvo que ser doblado por un imitador. Es como si en su última peli a Paco Rabal le hubieran cambiado la voz por la de Carlos Latre. Lo cual, bien pensado, habría hecho que todos ganáramos, porque al pobre hombre no se le entendía un carajo.

Finalmente, tras una trama que, más que avanzar, acontece, llegamos al momento cumbre: Clouseau está vivo. Se ha operado la cara.

Y ES ROGER MOORE

En serio, Edwards. DA FUCK

Lo curioso de la escena es que Moore está gracioso. Según cuenta la actriz que compartió plano con los dos actores, la puta cumbre de la peli básicamente se improvisó y apenas se ensayó, siendo rodada en un descanso de ‘Octopussy’. Siguiendo con la analogía, Roger interpreta a Clouseau siendo interpretado por Roger Moore. Porque el británico es de estos actores que siempre son él mismo, hagan de agente secreto o de ficus en una función escolar. Lo gracioso, y que no se suele recordar cuando se habla de esta película, es que se sugiere que Clouseau se ha cambiado la cara para parecerse a Moore. Lo extraño es que en los diálogos, Wass lo confunde con ‘ese actor que está rodando aquí una película‘, sin decir el nombre del James Bond. Nada tiene sentido.

A continuación, Moore descubre que Niven le ha robado la Pantera Rosa y el Bollycao (lo siento: tenía que hacerlo), puesto que era el antiguo inspector quien se había pasado a la vida criminal (una idea sacada del primer guión para la secuela que se planeó mientras Sellers seguía vivo bajo el título de ‘The Romance of the Pink Panther’). Niven se queda con el diamante y Wass informa de que Clouseau estaba, efectivamente muerto, dejándolo todo listo para volver a Estados Unidos e iniciar allí una nueva saga con el personaje.

La cual, como ya sabemos, no ocurrió. Lo que sí tuvimos fue otra secuela oficial con Roberto Benigni, pero no he tenido valor de verla. Sea como fuere, dudo que superara en poca vergüenza a este binomio del horror a pesar de que sí que acabó con la carrera de Edwards, el cual ya se había recuperado a mediados de los 80 de tantas hostias. Menos mal que nuestro último recuerdo de él fue esta maravilla:

Joder, cómo me fastidia que hayan quitado los Oscars honoríficos de la ceremonia principal.

Blake Edwards hizo reír y emocionarse a mucha gente. Tuvo su lapsus de buen criterio en un momento desesperado. Quizá andaba depre. Quizá estaba todavía aturdido al saber que su película ‘S.O.B.: Sons Of Bitches’ había sido traducida en España como ‘Sois hOnrados Bandidos’. No lo sé. Yo con eso me habría muerto de vicisitud. Más incluso que viendo esa maravilla de la vergüenza ajena que era ‘La Pantera Rosa ataca de nuevo’. Pero no tanto como la imagen de Peter Sellers liándose con el papel higiénico en ‘El Guateque’. Porque todo es más divertido con un váter y con Blake Edwards en buena forma.

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