Aquí Paco Fox: a veces alguien me descubre una nueva sordidez ignota y, en lugar de darla yo a conocer al mundo, prefiero que sea el arqueólogo de la mugre original el que os lo cuente. Así que aquí os dejo con este nuevo colaborador, Guille Stardust, con un sorprendente conocimiento de temas rusos sórdidos a pesar de ser anladuz:
Este año se cumplen 15 años del lanzamiento mundial de una de las sagas menos valoradas de la historia de la literatura universal: Tanya Grotter. Para los que no estéis familiarizados con tamaña ovra, os voy a dar las claves para entender, valorar y amar las novelas de culto que todos deberíamos tener en nuestra biblioteca.
El fantástico Señor Fox me pidió que hablase sobre el diseño de las portadas pero tirando del hilo no puedo resistirme a contextualizar. Estando hace un par de años en una casa de campo a las afueras de Moscú en una estantería algo llamó mi atención. Era el equivalente en libro a que a una monja se le salga un pezón en una iglesia, algo tan fuera de contexto y tan bizarro que aunque quieras no puedes dejar de mirar. Era mi primer contacto con Tanya.
Tanya Grotter nació allá por el año 2002, cuando Nero Burning Rom era dabuti y dabuti era algo que podías decir sin avergonzarte. En la exótica Rusia, el país anteriormente conocido como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el genio de la literatura contemporánea Dmitri Yemets (aka El Fucker de la Estepa) asombraba al mundo con la primera entrega de la “catorcelogia” (palabra pendiente de copyright) de Tanya Grotter. Sólo voy a hacer un brevísimo resumen del primer libro para luego entrar en materia.
Tanya era solo un bebé cuando sus padres murieron en una avalancha (o al menos eso es lo que dicen) y fue dejada por un misterioso señor en la puerta de sus tíos, los Durnev (o quizá Dursley). Los Durnev eran unos tíos tiranos que la menospreciaban mientras mimaban a su propia hija hasta que a los 11 años Tanya recibe una carta para asistir al Colegio Tibidox de Magia y Hechicería, una elitista escuela (para magos y hechiceros) en el que conoce a sus dos mejores amigos. Nada más llegar entra en el equipo de Quidditch Dragonball, un juego que consiste en perseguir una bola voladora sobre un contrabajo volador.
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Seguro que pensabais que todo esto me lo estaba sacando del orto. Exibit 1 |
A estas alturas sé lo que estáis pensando: “esto… esto… ¡es una poca vergüenza al nivel de las pelis de Bruno Mattei!”, pues imaginaos la cara de J.K. Rowling cuando tuvo la primera novela en sus manos. Sí: ictus cerebral y derrame anal.
La mala en este caso es la bruja Chuma del Tort, que traducido al castellano es algo tan ridículo como Plaga de Tartas, ¿Quién puede ser malo llamándose «Plaga de Tartas»? Lo entendería si se llamase «Plaga de Coliflor» o «Plaga de Diarrea», pero una plaga de tartas me parece algo tan adorable como Paco Fox en short y camiseta de rejilla. Por cierto, Voldemor en Rusia fue traducido a Volan-de-Mort. No es que sea un gran dato, pero creo que es relevante para mostrar que allí las cosas son diferentes.
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El blockbuster del año en Rusia podría ser el blockbuster del año en la CutreCon VII |
El caso es que la malvada bruja Chuma es la responsable de la muerte de los padres de Tanya y busca un amuleto, algo parecido a una piedra filosofal sin ser nada de eso, que se encuentra oculto bajo la marca de nacimiento de Tanya.
¿No lo había dicho?
Efectivamente: Tanya tiene una marca de nacimiento en forma de lunar en la nariz, estamos contrastando nuestras fuentes para ver si tiene forma de rayo o de almorrana irritada.
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Tanya Grotter y el Trono de Drevnir |
Con esto es suficiente para hacernos una idea de por dónde van los tiros y podemos ya analizar ese arte postsoviético, propio de un Kandinski asiduo a la ruta del bakalao de Norilsk, el equivalente ruso a la Valencia de Chimo Bayo. En general Tanya viste con una mezcla de estilos que van entre Bershka en periodo OT 1 y dominatrix de bazar chino. Ya sabemos que Tanya tenía un extraño lunar en la nariz y como consecuencia de esto y no parar de mirárselo, el artista desconocido al que debemos estas portadas se tomó la licencia de dibujarla bizca. Es curioso que tanto Grotter como Fronze, los dos plagios más jrandes de nuestra era, tengan protagonistas que cuando lloran se mojan la oreja, pero eso es otra historia.
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Thank you, Mr Wilder… |
Lo que más fascina de las portadas es la amalgama de elementos sin ningún sentido. En la portada de ‘Tanya Grotter y el Trono de Drevnir’ podemos identificar dos elementos claramente perturbadores: ese querubín con peto de ¿látex? verde con esas gafas de sol y mirada a lo Schwarzenegger en Terminator 2. Solo le falta un bocadillo diciendo “Hasta la vista, baby”. Y la otra es el propio trono, en el que podemos apreciar una mezcla de Buda y los Bee Gees. Por otro lado hay que reconocer la increíble visión de futuro del dibujante, en ese viaje psicodélico de ácido y vodka en un gulag acertó a ver, un año antes que Miyazaki, el potencial de un Castillo Ambulante aunque en este caso parece más la típica sauna rusa con patas de gallina.
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Tanya Grotter y los quevedos de Noé |
En esta entrega el bueno de Yemet nos enseña algo, que las gafas que llevaba Quevedo se llaman quevedos en su honor y que, al parecer, Noé las necesitaba. ¡La literatura es la puerta al saber! En esta portada el dibujante ya pierde la vergüenza y nos da pistas de qué está pasando en el útero de Tanya: si antes Cupidator apuntaba al infinito esa flecha del amor, ya vemos que ha llenado de fuego el corazón de Tanya. Lo que me confunde es que lo sitúa al lado de un pescado frío que es una expresión muy americana para decir que ni fu ni fa. Habrá que leer el libro para saber si el furor uterino de Tanya se consuma o acaba, como indica el diseño del pelo, cantando ‘Bravo Samurai’ en la OTI.
Pero lo más evidente es ese niño mago con gafas, varita y capa sobre una escoba. Cualquier ser humano que no haya estado en una cueva los últimos 20 años reconoce “al niño que vivió” disparando su magia contra el mejor amigo y amor de Tanya. Y es que es un personaje recurrente en el universo Grotter: se trata de Hurry Pooper (Corre Cagón, si lo traducimos al castellano), el archienememigo de Tanya en el campeonato de Dragonball de Tanya Grotter y la sanguijuela dorada. Como colofón, Vanka, el gran amor de Tanya está volando en una aspiradora que desprende unos polvos que sin duda son una metáfora de la cocaína que rulaba entre dibujante y escritor, en cantidades que hacen que las fiestas de cumpleaños de Albert Rivera hagan que las de Curtney Love parezcan un parque infantil.
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Tanya Grotter y la sanguijuela dorada |
En un viaje lisérgico sin parangón, el escritor y el HARTISTA de las portadas nos sorprenden con Tanya y la sanguijuela dorada, ¿acaso un guiño a su propia trayectoria? No lo sabemos, no hemos leído el libro. Dejemos que otros sabios indaguen en esta y otras cuestiones porque sinceramente nos da igual. Aquí lo importante es ese traje de polipiel en el que han enfundando a una, no olvidemos, adolescente de unos 13 o 14 años, con botas y chupa de follador. La palabra fucker no se puede aplicar en Rusia: es una cuestión de estética y de principios. ¿Diríais que Alfredo Landa en ‘Cateto a babor’ tiene aspecto de fucker? Claro que no, pero no es menos cierto que es todo un FOLLADOR. Eso es así en Albacete y en Sebastopol. Así que Tanya viste como un follador, que no lleva el bolso a juego, pero follador al fin y al cabo, de 14 años. De 14 años, pero follador.
Me siento sucio.
Por suerte, para contraponer la visión erótica de una adolescente han colocado esa sanguijuela dorada al lado de un altar barroco custodiado por una especie quimérica de mono con cara de búho y orejas de alas de murciélago, o como lo describió el dibujante para Russia Today “un mal viaje de ácido en Faunia”. Al otro lado tenemos a esa especie de ¿fantasma? ¿aparición mariana (por suerte nuestro presidente lo que no tiene de listo lo tiene de guapo)? Esa especie de ninfa monocromática azul que es como Pitufo Sátiro debe ver a Pitufina.
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Retrato robot de Pitufo Sátiro realizado a partir de características faciales de los asistentes a la VI Cutrecon. |
Además, sale de esa llama como queriendo decir “a lo mejor este humo te hace ver cosas que no existen, Vladislav”. En este punto hemos decidido bautizar al dibujante como Vladislav Babydon’thurtme para que el gremio de “dibujantes, ilustradores y gente que hizo Bellas Artes con la suerte suficiente como para trabajar de lo que estudio” no nos pida daños al honor. Pero el mejor y más entrañable detalle me lo he dejado para el final. Tanto Tanya como el monobúho llevan ese invento del club Megatrix en los 90, la Mega Loca (un brainstorming de publicistas encocados en un after de Chueca de 1997 es el responsable de este nombre).
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Mega Loca Megatrix. |
“Salta y hace música” dice alguien que la vende en Wallapop, con esto también la podían haber llamado Mario Vaquerizooh wait… Mega loca… tan lejos no se fueron. El caso es, que con ese aspecto de mina submarina, tampoco escapó al plagio ruso y pasó a ser un arma mortífera (o no) en manos de nuestra estrábica heroína. Heroína en todas sus acepciones porque ya somos un poco fans y adictos a ella.
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Dimitri Yemets posa orgulloso drogado rusamente con sus creaciones. |
Y es que no hay manera de resistirse a esa carita de no haber plagiado un libro en su vida. Porque que tire la primera piedra el que no conozca a alguien que durante su adolescencia (o que él mismo no sea ese alguien) que ha cambiado los personajes de la saga de moda del momento para lanzar su propia obra. Así empezó la señora calentorra de ’50 sombras de Grey’, cuyo nombre ni me he molestado en buscar en google, haciendo fanfic de ‘Crepúsculo’ y ahora ha conseguido que plastifiquen los asientos de los cines porque lo que producen sus películas sí que es un tsunami y no lo de Bayona. Mi conclusión es que en el país de piratas en el que vivimos, Yemets y sus sagas son sin duda algo digno de una placa. Sin embargo, al ilustrador lo deberían mandar al rincón de pensar del gulag y ser juzgado por crímenes contra las artes, las ciencias y la adolescencia, porque solo hay que pensar en cuántos niños rusos habrán conocido el onanismo con sus portadas y cuántos de ellos luego se han sentido sucios, como nosotros cuando acabamos de masturbarnos y el porno nos parece repugnante. Lo malo es que lo de ellos está justificado.