Tengo una cosa clarísima: que si hace once años Vicisitud no hubiera creado ente bloj, no habría acabado estrenando una película en plena Gran Vía con lleno total y cuatro momentos de aplausos espontáneos del público en medio de la proyección entre los que NO se encontró la esperada ovación a mi gran secuencia de actor dramático. El público, efectivamente, tuvo criterio.
Porque sin V&S posiblemente sería un oficinista agobiado en el trabajo y que llega a casa buscando el solaz del porno. No como ahora, que estoy agobiado en el trabajo y sólo llego a casa buscando el solaz del porno cuando no tengo muchas ideas sobre las qué escribir.
El éxito de esta web es doble: por un lado, tenemos un grupo de seguidores fieles que sin duda reciben miradas raras de sus compañeros de trabajo cuando nos leen en la oficina. No por tener en pantalla largos textos en la era de sólo echar un vistazo a titulares click bait, sino por estar leyendo algo de título barroco y que NO te sorprenderá en la tercera foto. Básicamente porque todavía no hemos puesto una imagen de Marlow y Vicisitud con tanga escocés. Todavía.
Por otro lado, mido el triunfo de V&S en el hecho de que me ha permitido relacionarme con otros grupos del frikerío nacional. Desde músicos asturianos hasta proggers sevillanos, pasando por maquilladoras fans del Doctor Who, blogueras que hablan de moda en la F1 o guionistas tarados para los que he escrito un capítulo de un libro que nunca verá la luz. Esta web no me ha dado hordas de fans pidiéndome que les firme la teta (de hecho, el otro día firmé mis primeros autógrafos para la película, y no negaré que llevaba años ensayando cual esposa americana que prueba diversos tipos de apellido de casada). Pero sí que me ha provisto de amigos. Cómicos (que acabaron todos en nuestra película), escritores, periodistas, locutores de radio y fans del cine de mierda. Es posible que sin esta web nunca habría podido formar parte de la CutreCon, el mejor festival de cine de bajo presupuesto del mundo en el sentido de que no sólo cada proyección es una fiesta, sino que encima pagamos los derechos por emitir las pelis y todo. Porque somos así de excéntricos.
Algunos pensarán que ayudé con el festival sólo para poder estrenar este año mi flim. El motivo principal no es ese. En absoluto. Es otro mucho más chungo, de hecho (digamos que es muy Íñigo Montoya y hasta aquí escribiré). Pero no veáis el gusto que ha dado tener un lugar en el que poder preestrenar en Madrid ‘CineBasura: La Peli’… en plena Gran Vía. Otras personas han hecho cine low cost que se ha llevado premios. Otras personas han hecho bajo presupuesto que se ha vendido al extranjero. Otros han trabajado con grandes estrellas en sus películas financiadas con el dinero que se gasta Steve Buscemi en fabada. Pero nosotros hemos estrenado nuestro pequeño engender en un cine mítico con 500 butacas llenas. Con menos glamour de estrellas que cualquier otro evento similar de cine patrio, pero al menos aquí estaba mi padre. Que no es tan mítico como el de Vicisitud, pero porque todavía no he escrito sobre él ni le he hecho un vídeo. Os puedo asegurar que si yo soy un personaje, él es más: es Alfredo Landa encarnado en gaditano. Su primer acto al entrar en la sala fue ir a sentarse en los reservados para el equipo, decirle yo que no podía, e ir a hablarles en andaluz cerradísimo sobre lo cabrón que era su hijo y cómo lo iba a desheredar a unos atónitos Claudio Fragasso y Rosella Drudi (director y guionista de ‘Troll 2’). Luego se fue de juerga con el equipo. Hasta más tarde que yo. Mucho más.
Espero que ligara como Manolo La Nuit.
El éxito de la proyección fue satisfactorio no tanto para mi ego, sino porque el equipo estaba casi en pleno (para dolor de los presentes, Amarna Miller estaba en Los Ángeles, pero al menos se pudo ver a Paco Cabezas entre los VIPS, el cual tiene un culo mucho más blandito… No que se lo haya tocado a Amarna, claro. Pero a Paco SÍ. Y esa espojosidad es insuperable). Me dio mucha alegría poder ofrecerles a ellos, tras tanto trabajo gratuito, un estreno como dios manda en el que toda la platea se reía con los chistes. Mi verdadero premio era certificar que todo el mundo, desde los crowdfunders y productores (¡Ferran Herranz, executive producer, vino de Parchelona para el magggggno evento!) hasta el último ayudante de producción (que también tiene un buen culo), se sintieron orgullosos de haber perdido el tiempo con esta ovra.
Los nervios del estreno (porque lo de Sitges fue más íntimo y casi una prueba) me acompañaron toda la noche. Ni siquiera hice fotos ni periscopes. De hecho, dos minutos antes de subir a presentar la película cantando “Gracias por venir” de Lina Morgan, andaba iluminando con el móvil la oscuridad acompañando a los más rezagados en la búsqueda de una butaca libre. Luego pensé, al coger el micro, que tuvo que tener su coña cuando vieron que el acomodador era quien presentaba la proyección. Durante los 90 minutos de película estaba más bien comprobando qué chascarrillos seguían sin funcionar estrepitosamente y cuáles eran éxitos idénticos a las tres anteriores proyecciones. Por supuesto, también a mirar las caras confundidas de Fragasso y Drudi ante el pifostio que estaban contemplando. Que creo que les gustó. La buena mujer me dio un abrazo cuatro días después felicitándome por la originalidad de la peli, algo que me tomo como un cumplido viniendo de la señora que tuvo los ovarios de vencer a unos goblins vegetarianos con un sandwich de mortadela.
Si esto no os convence para ver ‘Troll 2’, es que estáis muertos por dentro.
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Cuando Fragasso habla, el resto reza en silencio. |
Fragasso, por supuesto, se rió de los dos homenajes a su mítica película que hay durante el metraje. Eso, extrañamente, me calmó un poco. Pero no lo suficiente. Esa noche no dormí. Pero tras tanta tensión de inicio de festival, el resto del certamen de jueves a domingo fue ya un paseo. Incluyendo el CineBasura en Vivo del viernes que, a pesar de tener esa ovra definitiva que es ‘House of the Dead’ de mi amigo UBA Boll, sufrió varios problemas técnicos que dejó la sesión en algo un poco más frustrante de lo esperado, si bien el público pareció disfrutar.
Este año fue menos sorprendente tras el salto brutal del anterior. Pero quizá más exisotos y cohesionado. El que Vera Montessori y Carlos Palencia hicieran pequeños momentos de VHZ con tráilers y chistes antes de cada película le dio una fluidez de dieta rica en fibra a todos los días. Los documentales atrajeron a más gente que el año pasado (algo que me llena de orgullo y satisfacción) y el cine hindú fue un clamor. De hecho, creo que ‘Action Jackson’ podría proyectarse todos los años.
TAL es su jrandeza.
Pero, si el año pasado este resumen fue una oda a los invitados y al equipo, que una vez más se ha comportado impecablemente a pesar de los problemas que nos dio el cine principal, en esta ocasión quiero felicitar a los espectadores.
A los que hicieron cola y llenaron el estreno de CineBasura, ante el estupor de los del cine.
A los que se tragaron toda la maratón del sábado y, aún así, fueron como campeones a ver la sesión golfa de A.J.
Al que gritó “¡NO SÉ DE QUÉ VA ESTA MIERDA, PERO ME ENCANTA!” durante dicho pase. La vez que más me he reído en 2017 con la excepción de un concurso que hice con amigos de leer Sinopsis de Cine de Ángel Sanchidrián sin reírse. Es un juego que recomiendo a todos.
A los que participaron en CineBasura en vivo a pesar de los problemas técnicos.
A los que se comportaron como campeones cuando el Cine de la Prensa se dio cuenta de que había vendido más entradas que asientos en ‘Troll 2’.
A los que tuvieron el valor de tragarse ‘La Isla de los Pigmeos Sangrientos’. Yo no pude.
A los que cantaron con ‘Zipi y Zape’.
A los que pidieron autógrafos a los invitados haciéndoles un poco felices.
Vamos: a todos los que ocuparon una butaca y contribuyeron a que este festival sea una macrofiesta entre amigos mucho mejor que la de ‘House of the Dead’.
Y, así, termino esta mezcla de crónica-artículo aniversario. Observaréis que llevo un mes sin publicar nada que no sean cosas personales. Pero es que con la peli y los viajes de trabajo (pasado mañana voy a Berlín), estoy que no paro. Pronto regresaré con más chorradas y, sí: “Videofobia, El regüeldo”.
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