Cine-colonoscopia: Guardians

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Normalmente no hablo mucho de trabajo en ente bloj. Por supuesto, hay excepciones, como cuando escribí de cierto absurdo viaje a Argentina o de las mentiras del audiovisual. No es una regla que me haya impuesto. De hecho, imponerse reglas tampoco es muy divertido. Excepto las que te ayudan a no incumplir leyes. Y la de no eructar Tubular Bells en una reunión con tu jefe. Esa es importante por algún motivo que, obviamente, NO comparto.

Pero a lo que iba: este fin de semana estuve en Berlín para el EFM, que viene a ser un mercado de cine muy grande en el que, en lugar de pepinos y calabacines para ir a ver ‘50 Sombras Más Oscuras’, lo que se venden son contratos para distribuir películas en España y arruinarte en el proceso. Así de mal está la cosa.

¡Qué bien!– dirá la gente. ¡A hablar de cine durante cuatro días y a ver películas! – dirá más gente que nunca ha estado a menos ocho grados con ropa térmica tras levantarse a las siete para tener una reunión en un sitio ruidoso con calefacción cercana a un geyser del Parque de Yellowstone. En uno de estos encuentros pensé que el ruido que salía de mis bajos era un pollito que por fin se habían incubado en mis huevos. Pero no: era un pedo. La dieta de salchichas y jarras de cerveza de medio litro es lo que tiene.

¿Por qué no te quitas entonces las calzas térmicas? – preguntarán los más inteligentes.

Porque no da tiempo. Vas corriendo de reunión a reunión y de película a película sin respiro. Es esto de ver cine lo más divertido, sobre todo porque a la primera peli cultureta rumana que pillas te puedes echar un buen sueño, que media hora arriba o abajo del metraje no suele significar una pérdida dramática en el avance de la ¿trama?

Y es que en estos mercados se proyectan muchas películas. La inmensa mayoría nunca llegan a verse en España. Pensad en el heroico trabajo de los distribuidores la próxima vez que paguéis por una peli que sólo os parezca normalucha. Imaginad la mierda que ha tenido que tragarse antes. Por ejemplo, yo mismo elegí inmolarme con esto:

Como decía un amigo en Feckbook, con Antchonio Banderas haciendo de Pauly Shore.

Del director de ‘Con Air’, con una de las personas más deseables del mundo y Olga Kurylenko. Que Antchonio es mucho Antchonio aunque esté mayor y, de todas maneras, la ucraniana nunca te va a dirigir la palabra si eres un señor (me comentan mis espías que tiene androfóbia debido a lo mal que lo han tratado los hombres desde que era pequeña).

La peli es de las de salirse a la mitad por miedo a que tus neuronas se declaren en huelga y pierdas así el control de tus esfínteres. Es tan terrible que cierto distribuidor español al que conozco, el cual la había precomprado antes del rodaje, se plantó delante del vendedor y le metió el contrato por la uretra. Esto último es una versión fantasiosa de lo ocurrido en realidad, pero que seguro que estaba en la mente de mi amigo.

Naturalmente, para desintoxicarme, me metí luego a ver una peli que apuntaba maneras (por si os interesa, la última de Cédric Klapisch que vuelve a estar la mar de apañada y que se estrenará aquí) Pero al día siguiente, porque no tengo perdón de dios, ni vergüenza ni cariño por mi masa encefálica, me fui a ver lo que me pedía el cuerpo:

Una peli rusa de superhéroes.

Concretamente, mi plan del día era ver dos de esas, pero se quedó en una por la profunda impresión que me causó. La suerte es que empecé con la famosa. La que se ha colado por bastantes webs de noticias americanas. La respuesta de Putin a Marvel. La prueba de que los directores de blockbusters rusos desayunan vodka con polonio. GUARDIANS.

Segundo artículo consecutivo con la misma foto. Lo merece.

Primero, una introducción a las superproducciones de otros países que, bien no son Estados Unidos, bien no tienen a José Coronado en el reparto. Francia es la más fiable en estos temas, sobre todo porque tienen apoyo estatal, saber hacer y Luc Besson. Italia directamente no hace. Los japoneses ponen a chavales todos iguales a dar brincos en trajes de cuero (porque… ¡fetishismo!) y, a menudo en dos partes que sólo ven los más acérrimos niponófilos. Y ya está. No hay más superproducciones de gran circulación internacional por países no angloparlantes (éstos, como Nueva Zelanda o Australia, suelen asociarse con Hollywood)

Luego están las tres potencias taradas: China, India y Rusia.

Los Chinos ponen a gente con trajes con mangas que hacen casi imposible limpiarse el culo volando por bosques de bambú y, últimamente, algún actor americano muy muy muy perdido o, en el caso de Nicolas Cage, pensando que todavía está en otro de los platós de las cerca de cientro treinta películas que hace al año para pagar sus problemas con el fisco.

Los indios son los mejores. Todas sus superproducciones parecen rodadas y escritas por un niño de 11 años con déficit de atención cuyo único objetivo artístico es MOLAR. El modelo narrativo de allí es que, si el héroe tiene que deshacerse de una prueba en un contenedor de basura, saldrá descamisado (y con enorme bigotón) de su coche, a cámara lenta, con coros que quedarían exagerados en un disco de  Rhapsody of Fire y en aproximadamente 20 planos lanzaría la prueba sin mirar atrás (porque los tíos guays no sólo no miran a las explosiones: tampoco miran atrás aunque tengan a Cristina Pedroche recitando a Quevedo mientras juega al Superdiscochino). Por eso este año la CutreCon triunfó con ‘Action Jackson’, una película que probablemente deba proyectarse todos los años en este certamen, en institutos, residencias de ancianos, bodas, bautizos, comuniones y saunas gays.

En la imagen: molar sin importar cosas tontas como la realidad.

Los rusos se diferencian de los indios en un aspecto crucial. Aunque no siempre, muchas de sus pelis de alto presupuesto siguen pareciendo estar escritas por niños de 11 años con una dieta estricta de chupachups con sabor a vodka y sudor de Putin. Ellos quieren también MOLAR. Pero quieren hacerlo de manera convencional. Los indios parecen que tienen las conexiones neuronales organizadas de una manera diferente al resto de la humanidad. Los rusos, por su parte, se toman las cosas las cosas demasiado en serio y quieren ser clones de combate legítimos. Y ya sabéis que ‘tomarse en serio’, ‘menos presupuesto’ y ‘drojas ilegales rusas’ unidos al intento de competir con los americanos en el género de moda sólo puede arrojar los resultados que tanto gustan por aquí: vicisitud extrema.

Cuando se empezaron a ver trailers de ‘Guardians’, la respuesta rusa a Marvel, internet los abrazó con alegría. Al fin y al cabo tenían a un hombre-oso disparando una ametralladora modelo Fallout a un masilla al que acaba de tirar al aire. Eso, que quede claro, es eminentemente bueno.
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Y ya.

Pero vamos al principio. Porque yo imaginaba caspa cuando entré en el cine (Imax, para más epicidad), pero no tanto facepalming. Nueve de la mañana y, tras un par de trailers no muy estimulantes (a propósito: algo poco habitual en estos mercados y hasta de mal gusto), empieza la película. Todo parece cualquier inicio normal de Marvel, pero sin gente con cara grimosa rejuvenecida por ordenador. De repente, un señor con traje de espaldas habla.

En inglés.

Con esa voz de doblaje de películas italianas del espacio o de bárbaros que hemos escuchado a menudo y en las que todo el mundo escupe sus diálogos como si estuvieran a punto de entrar en un rodeo. Para follarse al toro. Vamos, ese rollo Deliverance.

Yo pensé que, al tratarse de una especie de prueba militar diseñada para presentar al malo, se trataba de que habían cogido al peor actor americano que encontraron en una mazmorra del Kremlin y, encima, lo habían doblado al mejor estilo de los europuddings de los 80. Pero no. Nos pusieron toda la película doblada al inglés.

Lo cual fue una idea maravillosa.

Porque el principal motivo por el que ‘Guardians’ es cine-colonoscopia es que todo está compuesto por tópicos muy mal pensados. Muy manidos. No es tanto que copien tramas y personajes de otras películas, sino que presentan escenas, diálogos y conceptos que ya están pasados en la era de la Fase 3, como si fuera algo fresco. Por eso agradecí el extra de hilaridad que producía el que no hubiera casi ni un diálogo en boca. Especialmente en el caso de la Brigitte Nielsen marca Hacendado (dejo un momento para que la inmensidad de tal afirmación se aposente en vuestros estómagos), una dominatrix cuya mayor capacidad expresiva está en el colágeno interno de sus labios, que hace de Nick Furia.

Porque esto viene a ser sobre un equipo de superhéroes más o menos inspirados en los X-Men. Son cuatro: uno por cada nacionalidad de la gran URSS (porque con 20 milloncejos de presupuesto, más vale plegarse a la visión expansiva putinesca de Rusia).

Primero, el barbudo armeno que maneja telequinéticamente piedras y que, como tiene un poder digno de los ‘Mystery Men’, al final le dan un látigo eléctrico para que no le dejen como a Fátima Báñez en una reunión sindical de estibadores y pueda hacer algo en el clímax o, lo que es más importante, en el trailer. A continuación está el kazajo con pinta chinorri que se mueve rápido y tiene dos cimitarras a lo R.A. Salvatore que siempre (siempre) (SIEMPRE) saca a cámara lenta, ya tenga que eliminar a un ejército de coches que se le acercan a toda velocidad o prisa por terminar para ir a echar un pis.

Luego está Sue Storm… quizir, la guapilla ucraniana cuyo poder es volverse invisible cuando llueve. Lo cual sirve exactamente para lo que pensáis: para que vean su silueta en la lluvia y la capturen a los dos minutos de andar al lado de cualquier masilla. Esa es otra a la que le cambian el poder a eso de la mitad del metraje para no dar vergüenza. Finalmente, el líder que es, obviamente, el ruso. Un guapete cachas (que además es el que está de largo mejor doblado) que se transforma en oso (¡SIMBOLISMO!) y ya. Así que, efectivamente, para que no le den para el pelo al final, le ponen una ametralladora porque si funcionaba con un mapache, ¡imaginad con el animal macho nacional! ¿Verdad? ¿Verdad? La vida del guionista ruso es dura…

Todos son producto de los experimentos genéticos de un malo. Él mismo se convirtió por accidente en señor con dos súperpoderes (porque para eso era el creador): controlar los aparatos eléctricos – creo que en ruso le llaman Doctor Controlremotoman – y ser muy feo, pero muy fuerte. En serio: sé que ya lo dijeron en Deadpool, pero parece un escroto al que le han inyectado clembuterol.

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La trama (SPOILERS y tal) es más tonta que llevar preservativo a una reunión del Opus: el malo ataca, pillan al equipo, les dan una paliza como a Mazinger Z en todos sus primeros combates, el que los ha traicionado muere a manos del malo como pago por sus servicios y sin siquiera una frase ingeniosa. Hacen un upgrade (otra vez como Mazinger), van a atacar al malo y… tienen que salir corriendo.

No, en serio: salen volando y caen al río. Como no quedaba presupuesto para alargar la cosa más allá del minuto 90, acaban con todo de manera remota: salen del agua, Brigitte Furia les dice que el poder del trabajo en equipo a tal, se abrazan mucho y como que se tiran un pedo sideral que destruye la torre del malo y claramente no lo matan para la secuela. Repito: la resolución son cuatro personas mojadas en cuclillas poniendo cara de intensidad a en las escaleras al lado del paseo del Moscova.

Claro que eso no es lo más lamentable de la película. Como ya he comentado, el horror son los intentos de molar. Mientras los indios ponen a un señor con bigotón pasando a cámara lenta (claro) por debajo de unos tíos que dan volteretas tras ser impactados por su katana y la suspensión de las leyes de la física, los rusos básicamente copian cosas que ya eran viejas en los 2000. Como ejemplo, el momento FOTO DE GRUPO PARA EL TRAILER:
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Un plano que no estaría tan mal si no fuera porque viene detrás de una típica secuencia de montaje en la que todos aprenden a controlar sus nuevos poderes y ni siquiera lleva música de Survivor. ¿Para quién se están colocando? ¿Es para las fotos promocionales que le mandarán al Doctor Controlremotoman? ¿Es para su perfil de grupo de orgías en Badoo? ¡Quién lo sabe!

Ese el el quid del asunto. Todo en la película está hecho mirando de reojo a Marvel, incluso en el hecho de que la banda sonora NO sea memorable, pero, al mismo tiempo, sin darse cuenta de que llevamos una década de estas cintas. La corta duración no ayuda. El corto carisma de todo el mundo ayuda menos. Los poquísimos golpes de humor llegan tarde y son de ese tipo sutil de chistes que no sabes exactamente si se supone que debes sonreír o meterte un blini por el culo. Todo sigue una estructura manida y apresurada, desde el montaje de reclutamiento hasta los informativos hablando de los desastres provocados por Escrotoman por Moscú, momentos que, encima, resultan del todo increíbles porque en ningún momento pronuncian las palabras ‘Putin’ ni ‘Amado líder que todos querríamos follarnos por favor no nos eches polonio en el té’.

Así que la próxima vez que os quejéis de algo de Marvel o DC, echadle un vistazo a esto. Os hará más sabios, os otorgará más perspectiva artística y creará un agujero en vuestro hipocampo, en proceso de putrefacción tras tanto ver cine-colonoscopia ruso. ¡Perdón! ¡Yo no he dicho eso! ¡Rusia es nuestra amiga! ¡No leas esto, Put…!#€++Grasiars por leerrr este arrrtículo que erra una vroma. El cine russo conquistarrá el mundo. Larga vida a Guardians y a Tanya Grotter. Este blog tendrá que serrar momentáneamente. Viva Trump.
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