Hace unos años me lié a escribir una ambiciosa serie de artículos sobre clones de combate. Esto es, esas películas producidas con el único objetivo de confundir a tu tío marinero retirado cuando iba al videoclub y que acabara alquilando ‘Tiburón 3’ de Castellari cuando tú le habías pedido ‘Jaws 3D: El Gran Tiburón’ o ‘Las Calientes Noches de las SS’ cuando tú querías ver ‘Portero de Noche’.
Creo que esto último nunca ha ocurrido. Espero.
Vale. OCURRIÓ.
Uno de los aspectos de los clones de combate que sólo toqué de pasada fue el de los actores que eran plagios. El caso más famoso fue el de los falsos Bruce Lee’s que asolaron los videoclubes y las noches más febriles de Coral Bistuer. Pero hay uno más importante para la infancia de muchos niños de los 70 y 80: Paul L. Smith. El falso Bud Spencer.
No es un secreto que en Vicisitud y Sordidez amábamos a Bud. Protagonizó una de las muy contadas ocasiones en las que hemos escrito un obituario. Durante la primera etapa del blog era una de las imágenes de fondo y durante la más primera etapa era un banner que ponía «pompompom lalalá» junto a la imagen de Juan Pablo II con cara de ir full retarded. Aquellos fueron tiempos locos. Locos y salvajes. Locos, salvajes y definitivamente oligofrénicos. Es, por lo tanto, muy extraño que no hayamos hablado de los traumas que provocaron los plagios de las películas de Spencer / Hill tanto en Vicisitud como en mí.
Puede que haya quien piense que la saga protagonizada por el dúo italiano no merece ningún respeto. Ni éstos como actores. Qué demonios estoy diciendo: ninguna persona que no sienta nostalgia ve ya estas ovras. Pero para evaluar la verdadera valía de estos dos genios sólo había que ver sus clones.
Entran en escena Michael Coby (muy parecido a su nombre original, Antonio Cantafora) y Paul L. Smith, el cual firmaba con el imaginativo seudónimo de “Paul Smith” porque, qué cojones: él sí que era americano. La carrera del primero no es especialmente relevante al menos que consideremos digno de aplauso su papel protagonista como ‘Supersonic Man’ de Juan Piquer Simón (que volverá a aparecer en esta historia). Yo lo hago. Pero sé que yo soy un pedazo de innormal.
Smith, sin embargo, es otra bestia totalmente distinta y de carrera apasionante.
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Creo que debería haber usado otro sustantivo para describirlo pero, leñe: mirad esa cara |
Al igual que Bud Spencer, fue deportista en su juventud en Massachusetts, ese estado que nunca sabré escribir sin mirar wikipedia. Judío hardcore, estudió filosofía en Brandeis, universidad en la que no sólo te dan nada más entrar una kipá y un libro de chistes autoparódicos, sino que permitió que mi hermano El Ciudadano Soberano diera conferencias allí. Será porque mi familia tiene ancestros judíos, lo cual descubrí gracias a que Sam Firstenberg lo proclamó con gran alegría nada más mirarme a la cara (y fue corroborado por mi madre cuando le pregunté).
Smith hizo lo normal entre actores americanos que triunfaron en la serie B: irse a Israel a pegar tiros en la Guerra de los Seis Días. En un raccord de los que me gustan mucho, este conflicto culminó con la anexión de los Altos del Golán, hecho que inspiró el nombre artístico de… Menahem Golan, líder de la Cannon.
Pero qué puto frikazo soy, por dios.
Tras hacer un puñado de películas allí, protagonizó una de hostias basándose en su parecido con Bud. El título era algo así como ‘Koreyim Li Shmil’, lo cual se pronuncia más o menos (y transcribo fonéticamente) ‘Cthulu f’thang’. La cinta funcionó (en España llegó en la época del VHS con el vergonzoso título de ‘Si me enfado…’ para seguir estafando a tu tío marinero) y ello hizo que, ahora sí, acabara probando suerte en Italia. Gracias a su espesa barba de oso chuequil, el productor Manolo Bolognini (según wikipedia) lo pilló para hacer clones de ‘Le Llamaban Trinidad’. El primero fue ‘Carambola’ o, según IMDB, ‘Nos Llaman Carambola’, porque en esto de la poca vergüenza, los distribuidores españoles eran profesionales.
Atención al cartel, desesperado por estafar al personal:
Nunca vi esta película entera, aunque parece ser que es de esas que han envejecido a nivel dar vergüenza ajena. Sin embargo, el ansia viva europea por Hill & Spencer era tal que la operación funcionó y generó una secuela llamada ‘Carambola, Filotto… Tutti in Buca’, que en España se tradujo libremente como ‘Les Llamaban los Hermanos Trinidad’ porque el nivel de desvergüenza de los distribuidores españoles de la época les garantizaría hoy en día a todos despachos en Génova.
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…del prestigioso director creador del porno de fontaneros en ‘El Tesoro de las Cuatro Coronas’ |
A medida que Bud & Terence fueron apartándose del western, también lo hicieron Smith & Colby. ‘Simón y Mateo’ fue su ‘Y si no, nos enfadamos’, hasta el punto de ser también copro-ducción con España. Pero la anécdota llegó cuando Edward L. Montoro (que merecería artículo en ente bloj) la compró para EEUU con intención de venderla más todavía como clon de combate. Su genial idea: cambiar los nombres de Smith y Coby por ‘Bob Spencer’ y ‘Terrance Hall’.
Lo que conocemos en España como ‘La técnica de las marcas pirata del Mercadillo’ o ‘La sutileza de cagar y mear al mismo tiempo’.
Así que Smith denunció a Montoro (nunca un apellido que inspire confianza) y ganó. Ello indicaba que nuestro orondo clon no era un tipo normal. Por si no había quedado claro por el hecho de haberse ido al desierto a pegar tiros. Normalmente, la historia de este tipo de actores de serie Z acaba aquí. Un par de pelis más con los personajes de Simón y Mateo y a dedicarse a la horticultura o abrir una cafetería. Pero no. Smith era un actor decidido a tener una carrera. Una rareza en el mundo del cine-colonoscopia.
En 1978 consigue el papel de carcelero íoputa en ‘El Expreso de Medianoche’. El tipo causa gran impresión mundial y acaba siendo el antagonista de una gran superproducción. Colonoscópica, pero superproducción al fin y al cabo: ‘Popeye’, de Robert Altman. Concreta y obviamente, en el papel de Bluto (o Brutus). Rol en el que incluso interpreta una de las terribles canciones de Harry Nilsson:
Y, de aquí, a ser secundario de lujo en… ¡NO!. La carrera de Smith es más retorcida todavía. Porque un año después volvería a la mugre cinematográfica con ese clásico de la caspa que es ‘Mil Gritos Tiene La Noche’, de (os dije que volvería) Juan Piquer Simón. En este clásico del cine idiota que cerró la etapa en plató del insigne programa ‘Cine Basura’, nuestro héroe interpretaba al jardinero que ponía caras de sospechoso mientras llevaba a afilar la sierra mecánica. Posiblemente, la peor interpretación de la cinta, lo cual es algo digno de asombro, aplauso y sacarse neuronas por las orejas.
Ello terminó de hundir a Smith en la serie B, obv…. ¡NO! Dos años más tarde andaba irreconocible (esto es, afeitado y con el pelo zanahoria) en ‘Dune’ de David Lynch en una interpretación de psicópata Harkonen bastante más conseguida que la del todavía aprendiz en esto de ser actor Sting.
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La interpretación de los slips era mucho más sutil que la del bajista |
Esa época fue dulce para Paul. Trabajó con Sam Raimi y los Coen en ‘Ola de Crímenes, Ola de Risas’ y tuvo un papel cómico relevante en esa fiesta de cartón piedra que fue ‘El Guerrero Rojo’ de Richard Fleischer. Incluso se dejó caer por la Cannon en el festín de señoras con poca ropa de ‘Gor’. Pero lo más interesante de la etapa fue una pequeña cinta producida por Ovidio G. Assonitis (el tipo que despidió a James Cameron del montaje de Piraña 2 para hacer él mismo bien las cosas) titulada ‘Sonny Boy’. Algunos la recordaréis por su cartel de VHS:
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¡Un bicho! ¡Zuzto! |
Aunque el americano es mucho más cercano a la realidad de la película:
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¡Un David Carradine travestido! ¡MÁZ ZUZTO! |
Una de las películas más raras de los 80 que, obviamente, es objeto de culto hoy en día. Trata de un Smith y un Carradine vestido de mujer que crían a un niño como a un animal asesino, aunque el chaval es sentimiento y tiene personas. Una cosa rarísima que parece más bien sacada de los 70. Obviamente, en la época no supieron qué demonios hacer con ella. Según el director, Carradine pronto se metió en el papel, pero el pobre Smith no sabía de qué iba el desaguisado, aunque al final acabó poniéndose de su lado. Aunque no sirvió para nada: la peli pasó un par de días por cines y acabó olvidada hasta que internet empezó primero a hacer chistes de Carradine vestido como La Casa de la Pradera y, más tarde, de muerte por autoafixia erótica, porque las desgracias de grandes actores que hacían películas para pagarse su frustrada carrera como director son siempre divertidas.
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Y además componía canciones. Un monstruo. |
Smith siguió currando e incluso tuvo un papel secundario en ‘Maverick’ de Richard Donner antes de pasar los últimos años de su vida en Israel con el nombre judío de Adam Eden. Blockbusters, cine de culto, clones de combate, Cannon, cine colonoscopia. Quién iba a saber que tras un señor que es recordado en España por traumatizar infancias con carteles engañosos había un personaje interesantísimo.
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Y una auténtica bestia Harkonen |
Pues ahora vosotros, claro. Que para eso leéis Vicisitud y Sordidez.
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