Uno de los grandes placeres malvados de ver cine malo es tragarse películas vergonzosas en las que participan grandes estrellas. Es parte de lo que ha elevado a los altares costrosos a cosas como ‘Ishtar’, una comedia sólo regulera, pero cuya fama mierdera está engrandecida por su reparto, o ‘The Spirit’, aunque Samuel L. Jackson sigue un poco el credo de Robert De Niro este siglo de aceptar cualquier papel, aunque venga escrito en una servilleta de bar. En serio. De sus últimos papeles a protagonizar una adaptación de ‘Teo descubre las ubres’ hay sólo un paso.
Lo malo es que, con el tiempo, algunos fiascos clásicos van olvidándose a medida que los actores involucrados empiezan a desaparecer del imaginario colectivo. ‘Xanadú’ era mala por aburrida y hortera, pero también por ver a Gene Kelly despidiéndose del cine en patines, rodeado de neones al ritmo de la ELO.
Lo cual, ahora que lo pienso, es un final de carrera maravilloso.
Pero no nos desviemos: el caso es que si ahora os digo que uno de los grandes truños de la historia del cine es famoso por haber sido la última película de Ronald Colman, se creará un silencio similar al que se produce tras un pedo en un velatorio o cuando alguien pregunta en las oficinas de Telecinco cuál es el significado del último tweet de Íñigo Errejón.
Ya nadie sabe quién era Colman. Algunos recordarán quién era Peter Lorre….
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Lorre, ponderando formas de suicidio tras leer su escena. |
Otra gente más maravillosa sabrá de quién hablo si digo “Hedy Lamarr”, posiblemente la mujer que creó el concepto de “molar más que nadie”. Eso sí: Vincent Price sigue vivo en la memoria de los aficionados al cine de género y, gracias a dios, creo que los Hermanos Marx continúan siendo tan icónicos como para que las nuevas generaciones los recuerden a pesar de que sólo aparecieran en una película en color.
Ésta película en color. “La historia del mundo”. En la cual también se dejan ver todos los anteriormente nombrados y gente muy perdida como Dennis Hopper antes de drogarse salvajemente, Virginia Mayo, César Romero (El Joker del Batman bueno), Sir Cedric Hardwicke, John Carradine o Agnes Moorehead. Vamos: quitando al joven que más tarde haría grandes hitos como ‘Easy Rider’ o ‘Super Mario Bros’, un festival de viejas glorias. Todas se pusieron en ridículo por un motivo claro:
El dinero.
Todos (menos Price y Colman, que eran los protagonistas) se vendieron por la promesa de currar apenas un día a razón de 25.000 dólares por cabeza. Lo cual en 2016 no da ni para rodar ‘Cine Basura: la película’, pero en 1957 era el equivalente a pagar la residencia de ancianos en Malibú durante un lustro o, en términos que todos podáis entender, unos 200.000 euros. Como cuenta Marie Windsor, que hacía de Josefina: “Mi agente me dijo que que trabajaría sólo uno o dos días, y que la mayor parte del resto de los intérpretes estaban también contratados para periodos de tiempo igualmente limitados. Entonces empecé a preguntarme qué clase de producción troceada sería”
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La clase de producción que hace muchos contrapicados para no tener que gastar dinero en decorados o extras. |
El responsable de la jugada fue un tipo que venía de los documentales llamado Irwin Allen, el cual aplicó a su casting una lógica muy Uwe Boll: el que esté libre ese día. Sea quien sea. Aunque John Carradine tenga que hacer de faraón. Aunque sea Hedy Lamarr (artículo sobre ella pendiente, porque su jrandeza de ser tan ¡¡¡¡ÉPICA!!!! como persona se salía de la Vía Láctea y entraba en el dominio Borg, por lo que merece mayor estudio), la cual, con 43 años interpretaba a la adolescente Juana de Arco porque los cojones de Allen.
Y es que pocas cosas le gustaban más a Irwin Allen que reunir un reparto brutal, tal y como hizo al afianzar su dominio sobre los productes multiestelares de catástrofes con clásicos del cine espectáculo como ‘El Coloso en Llamas’ o clásicos del cine-colonoscopia como ‘El Enjambre’ (quizá otra gran olvidada que podría aparecer en esta irregular serie de artículos)
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Buenas noches, Príncipes de Maine, Reyes de caspa con visiones de abejas gigantes. |
‘La historia de la humanidad’ fue su humilde en intenciones ópera prima. ¿Hago una peli sobre dos personas hablando en un bar? ¡No! ¡Voy a contarlo TODO! A esto le digo yo no saber acotar nivel tu abuelo hablando de la mili. La idea era adaptar un best seller de un historiador y periodista llamado Hendrik Willem Van Loon. Hasta ahí, si quitamos lo de ‘loco’ en el apellido, todo bien. Pretencioso y osado, pero bien. Que aquí siempre hemos defendido ir a por todas y, ya que te la vas a meter, que la hostia sea épica.
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Concepto también conocido como ‘El Paradigma Rick Wakeman’. |
Pero de lo que nunca se habla en las críticas que se encuentran por internet es que esta historia del mundo de Van Loon… era un libro infantil. Lo cual puede explicar el tono abiertamente ridículo de una película que se publicitó como “¡Nunca ha habido una empresa tan vasta! ¡Más de lo que hayan visto nunca sus ojos!”. Sin embargo, el didactismo imberbe no puede ser la excusa para explicar la cantidad de pedos históricos que mete una cinta precisamente sobre la historia. Algo que nos lo explicó el propio Vincent Price: “Durante el rodaje sabíamos que la película iba cuesta a abajo. El guión era malo para empezar, y empeoró con los cambios diarios. Recuerdo a un aturdido visitante que le preguntó a Ronnie Colman: “¿No está esta película basada en un libro?”, y él respondió con esa dicción suya hermosa y suave: “Sí, pero están usando sólo las notas de la funda”.
¿Es tan mala la película? Para los hermanos Medved, sí, porque la incluyeron en su obra “Las 50 peores películas de la historia” de 1979, algo así como el preludio al libro fundacional sobre el cine-colonoscopia de los mismos autores “The Golden Turkey Awards” (1980), del que ya hemos hablado por aquí en otras ocasiones. Para que pongáis la importancia de esta gente en perspectiva, fueron los que de verdad popularizaron ‘Plan 9 From Outer Space’. Merecen nuestro respeto, adoración y puesta de culo en pompa para cuando Michael Medved quiera meternos su anti evolutiva y ultra conservadora polla.
Lo cual me lleva a otra revelación: como un libro de historia para niños no da para trama, los creadores decidieron inventarse algo que lo parece, pero no lo es. Sería el truco conocido técnicamente como ‘la trama Pringel’: parece una trama, sabe similar a una trama, pero en realidad son cajas de cartón prensadas y con sal. El libreto resultante, por lo tanto, más que un guión era una amenaza. El punto de partida es que dos estrellas están hablando de que el ser humano es tonto, peligroso y vota al PP. Sí: un inicio plagiado de ‘Qué bello es vivir’ y de ‘El hombre que podía hacer milagros’. Pero si copiar a Capra y H. G. Welles está bien, mucho mejor es decir que la humanidad está a punto de inventar una bomba que destruirá toda la civilización. Efectivamente: como la Solarita de ‘Plan 9’. Así que hay que decidir si dejar que el ser humano se destruya. No es exactamente lo que les pasaba a los extraterrestres gays de Ed Wood (a ellos les preocupaba que de paso destruyeran el universo), pero está lo suficientemente cerca como para que os deis cuenta de lo aberrante del punto de partida de la película.
¿Acaso a continuación deciden desde las estrellas resucitar a tres muertos para luchar contra el ser humano? No. Crean un tribunal celestial con Vincent Price como el diablo para reclamar que palme todo el mundo ya y se vayan al infierno porque en el cielo hay problemas de espacio (chiste que REALMENTE hacen unos ángeles en la peli) y Ronald Colman como abogado de la humanidad. Lo que viene después sigue un patrón tan edwoodiano que haría decir al famoso galán del bigotín: “Allen, te estás pasando”:
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Sólo con un +10 de carisma y +5 de Corman puede Vincent salir con un tridente de disfraz de ‘Diablesa putilla’ y seguir siendo lo mejor de la película. |
Ambos actores se dedican a enseñar imágenes de archivo o sacadas de otras películas de Warner y, en contraplano en escenarios que darían vergüenza a la obra fin de curso de un centro de educación especial, comentar la jugada con la misma falta pasión que los locutores de fútbol de TVE.
En lugar de hacer como Mel Brooks en su obra maestra y, al mismo tiempo, fracaso de taquilla, ‘La loca historia del mundo’ y centrarse en un puñado de épocas muy concretas, aquí van a toda leche pasando de tópico en tópico. Lo que sea para meter el mayor número de actores poniendo cara de ‘qué cojones hago yo aquí’. Vincent Price, como siempre, es quien parece salir con más dignidad de la jugada, básicamente porque ya se había acostrumbrado a actuar frente a bichos de plástico invisibles que demostraban mayor presencia de pantalla que John Carradine esperando a pillar su cheque e irse al bar de Moe a practicar su deporte favorito: el coma etílico.
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Vincent: me quedan tres frases para terminar. ¿Nos olvidamos la peli con una copa de bourbon o pedimos directamente que nos lo metan en vena? |
De hecho, su personaje es quien tiene que demostrar que la humanidad no merece vivir. Y, claro, Price molaba tanto que al final de la cinta acabas con la sensación de que, efectivamente, la humanidad merece desaparecer. O al menos la mitad de Ingletarra que votó por el Brexit. Y la mitad de Austria que votó el del partido xenófobo. Y la mitad encantada de votar a gente como Trump. Por no hablar de España, que… vale sí: ti pa ti ni pa mí: obliteremos a media humanidad. Salomónico.
El desfile de estrellas en retirada incluía el mayor punto de venta de cara a la taquilla: la reunión de los Hermanos Marx, ocho años después de ‘Amor en conserva’. Aquello fue un desastroso final para la carrera del mejor grupo de humoristas de la historia. Sí: Groucho Marx se follaría a cualquier Monty Python y ellos pedirían más tirando pastillas de jabón al suelo con alegre abandono. Sin embargo, ese lamentable proyecto no fue más que un vehículo para Harpo Marx en el que echaron una mano los hermanos con poco más que cameos extendidos. Lo mejor que salió del desaguisado fue que, en un casting, el circuncidado pene de Groucho fue quien descubrió a Marilyn Monroe, la mujer que ha concentrado más pajas por segundo a nivel mundial en la historia de la humanidad. Y CON MOTIVO:
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If I told you you had a beautiful body, would you hold it against me? |
Por lo tanto, sería la oportunidad de una despedida en una superproducción más honrosa y… ¡en color! La historia de la humanidad iba a hacer historia del cine.
Así qué Irwin Allen decidió que salieran en sketches separados.
Es como contratar a U2 y dejar que Adam Clayton se haga un solo de bajo y se marche para dejar paso a The Edge haciendo siempre el mismo tipo de acorde en solitario durante tres minutos en lugar de hacer el mismo tipo de acorde acompañado durante noventa minutos como es habitual en un setlist de los irlandeses.
Pero lo peor de todo, lo criminal, lo lamentable, lo Messi del asunto es que Chico sale sólo en un puto plano. No suelta ningún chiste. Y encima hace de tonto, diciéndole a Colón que la tierra es plana. Cosa que, como todos sabemos, es uno de esos mitos que a menudo me gusta desbancar en ente bloj. Lo cual viene a demostrar la fiabilidad de la investigación histórica de los guionistas.
Harpo hace de Newton y la manzana, momento NO histórico que despachan con algo así como ‘Esto podría o podría no haber ocurrido’. ¡Guionistas gallegos! Podrían llegar a presidentes del PP. En una pirueta digna de una tortuga ninja borracha, Allen se las arregló para meter ese objeto cuya presencia en cuadro evocaba sentimientos de horror insondable en los espectadores de las obras maestras de los Marx: el puto arpa. Sí. Eso que no tenía nada que ver en tono con el caos de las películas, que rompía el ritmo y que suscitaba deseos de usar las cuerdas para estrangular al querubín. Al menos, Harpo la utiliza para hacer un chiste (malo) de pelar la manzana usando el instrumento. El arpa, digo. Si hubiera sido lo otro, la peli se habría convertido en una obra maestra.
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Momento en el que Harpo de la pilla entre las cuerdas del La y el Si. |
Groucho, que tenía una tara genética que le impedía no ser la hostia, es el que sale más airoso de la situación, en una escena en la que un puritano compra a los indígenas Manhattan. Básicamente porque se saltan el tono semi serio/con leves chascarrillos de la película y lo colocan con sus gafas y su puro a hacer chistes anacrónicos junto a su mujer (la india jamona del vídeo) e incluso romper la cuarta pared. No es que sea graciosa la escena, válgame peich. Pero vale la pena echarle un vistazo:
Una vez visto esto, ya no es necesario tragarse la película. Ni siquiera recomendable desde un punto de vista médico. El desastre se acelera cuando llega el siglo XX, bien porque el libro estaba escrito en los años 20, bien porque se les acabaron los cameos. El caso es que todo acaba con el juicio casi ganado por parte del diablo, cuando Colman saca el as en la manga de la humanidad para demostrar su bondad:
La Biblia.
Sí: ese libro que incluye pasajes tan representativos de lo pacífico que es el hombre como:
– ¡Bromas!: Dios matando a un señor por hacer una marcha atrás. ¡Porque la masturbación merece la muerte! (Génesis 38: 8-10)
– ¡Perdón!: Dios matando a todos los primogénitos porque la solución dialogada como que no (Éxodo 12: 29-30)
– ¡Buen rollo!: La tribu de Judá masacrando a los que vivían en Jerusalén y prendiéndole fuego porque el genocidio es necesario. (Jueces 1:8)
– ¡Multiculturalismo!: Un ángel regañando a los israelitas por no destrozar los altares y mezclarse amablemente con los que estaban por su tierra porque… sus cojones (Jueces 2:1)
– ¡Risas y jolgorio!: La masacre de los 69 hijos de Guideón porque el ser humano es pacífico hasta que contrata asesinos a sueldo (Jueces 9: 1-5)
Y así podría seguir un par de posts, con bonitos ejemplos de este libro que sólo habla de paz, amor, fantasía, piruletas y homicidios masivos. Pero este artículo no va de ese tipo de crímenes. Ni de otros. Porque, seamos sinceros, ¿es esta película tan mala como para considerarse un crimen contra la humanidad? Quizá por darle sólo dos líneas a Peter Lorre y desperdiciarlo como Nerón con pinta de borracho. Pero no exageremos: la peli es infantil, tonta, aburrida, sin trama, pobre, caradura y a menudo falsa. Pero en peores plazas hemos toreado los aficionados al cine colonoscopia.
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– Pues mira: Nintendo va a meterse a producir películas, yo haré del malo y la canción será de Roxette. Va a ser la hostia. |
Por lo tanto, ¿merece ser rescatada del olvido para que las generaciones nuevas que sólo conocen ‘The Room’ o ‘Campo de Batalla: La tierra’ la compartan con sus amistades o enemistades? No. Idiota y mala es. Pero no es divertida. El caso es que, a pesar de toda la incompetencia, en el Hollywood clásico (de cuyo ocaso es un firme exponente esta cosa), las películas se hacían menos alocadamente ridículas que en el cine independiente o en ciertas superproducciones más recientes. Así que está bien, ahí quietecita en sus versiones full screen del EMule y su DVD sólo disponible por petición directa a Warner sin extras ni nada.
Por su parte, Irwin Allen no se mostró derrotado por el fracaso. Siguió adelante hasta conseguir muchas hazañas. Series de éxito y la afirmación del cine de catástrofes que culminó con el festival de risas involuntarias y, una vez más, estrellas poniéndose en ridículo de ‘El enjambre’. Pero eso es otra historia que quizá sea contada… no sé… ¿el año que viene? Qué queréis que os diga: los artículos de esta saga de ‘Clásicos olvidados’ son muy ingratos de escribir. ¡Los esfuerzos que hago por vosotros!
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