Interesante e infinítamente más divertida que recientes truños de superproducciones, bien de éxito mundial como ‘Jurassic World’, bien de éxito chino como ‘Warcraft’. Obviamente, no me he vuelto loco. Ambas son mejores que ‘Dioses de Egipto’. De hecho, la peli de Alex Proyas es un auténtico desastre. Pero yo vería diez veces antes ésta que el aburrimiento de Duncan Jones o el festival de tópicas de Colin Trevorrow. Bueno: quizá no diez veces. Pero una más sí. Dentro de un par de años. O cuatro.
Voy a intentar explicarme en cinco puntos que no convencerán a nadie y que sólo generarán comentarios como “Estás loco”, “Está bien polemizar, pero esto es demasiado” o “Matadle antes de que ponga huevos”.
1.- No es una franquicia
Como ya expliqué hace tiempo en un post que pocos habrán leído por ser un texto que acompañaba a un podcast, vivimos en una nueva era de la industria de Hollywood. De los pioneros se pasó al Sistema de Estudios, luego a la Era de la Televisión y crisis de dichos estudios y, hasta ahora, todo había culminado en 1975 con el inicio de la Era de los Blockbusters. Pero yo defiendo que hemos pasado a una nueva situación. Es la Era de las Franquicias. Los grandes estudios casi no producen ya cosas que no sean Propiedades Intelectuales preexistentes. Por el amor de dios: si hasta se realizan cómics con el único objetivo de que se pueda vender el guión en el que se basan a un ejecutivo de estudio con un MIB y colitis constante que le lleva a no querer presentar nada que no tenga algo previo con lo que anclar el tentpole de turno de 100 millones de dólares. Eso ha hecho que este verano, por ejemplo, se haya convertido, una vez esquilmadas novelas Y.A. y tebeos, en un festival de secuelas que nadie espera. La mayoría se está fostiando y sólo los poderosos Pixar se han mantenido a flote quizá porque ha pasado el tiempo suficiente entre una de sus películas menos interesantes, ‘Buscando a Nemo’, y su forzada continuación para que funcione la nostalgia. Que sí: que siempre ha habido remakes y secuelas. Desde el mudo incluso. Muchas de ellas superiores al original. Pero la clave de hoy en día es que son casi todas las pelis gordas. Bien se basan un libro de mucho éxito sobre un psicópata al que le gusta azotar a secretarias (pero en el fondo es bueno y me quiera, como los gatos), bien en otra película, como hace MGM, los cuales llevan años con un modelo de negocio basado únicamente en explotar sus IP previas con resultados como éste:
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Mi cuñado me ha dicho que su hijo maneja bien lo del photoshop |
A todo esto, que ‘Dioses de Egipto’ no es de uno de los grandes estudios clásicos.
La peli de Poyas (obviamente sic porque soy de humor infantil) está financiada por Summit entertainment, una especie de mini estudio en conjunción con Lionsgate para EEUU que financia sus películas con el pastizal que todavía les sobra de La Saga Crepúsculo tras bañarse en piscinas de oro como el Tío Gilito y con preventas internacionales. Sí: como la Cannon en los 80. De hecho, ‘Dioses de Egipto’ ha sido una hostia, pero los costes que tenían que cubrir a nivel doméstico apenas alcanzaban unos 10 millones de euros. O, en términos que puede entender el freak medio, lo que ha costado el capítulo 9 de esta temporada de ‘Juego de Trónidos’.
Pero lo importante de todo esto no es que sea una peli independiente. Es que sea un argumento nuevo. Mientras la veía, me sentía como transportado a los 90. Pensé que era por lo idiota y naif del guión, que me recordaba al Ronald Emmerich de la época. Que también. Pero en parte porque hacía tiempo que no veía un espectáculo de aventuras y efectos completamente nuevo sin que hubiera visto antes unos dibujos animados o una versión anterior.
2.- Es hortera, pero al menos es hortera con personalidad
El diseño de producción de ‘Dioses de Egipto’ es como si Los Caballeros del Zodiaco’ hubieran hecho un gang bang con los Transformers en lo que, ahora que lo pienso, podría ser el argumento de la mejor película de porno gay freak de la historia.
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Cooontra las fuerzas de-mo-nia-cás |
Nunca he visto a nadie quejarse porque los japoneses pillaran la mitología grecorromana y le añadiesen lo que siempre le faltó: armaduras metálicas relucientes con diseño del Carnaval de Tenerife. Eso sí: lo hacen para una de Egipto y de repente todo el mundo grita que es un atentado al mal gusto como si estuvieran en una cata de vvvvino y vieran a un señor sirviéndose de un cartón de Don Simón. ¡Qué ordinariez!
¿Significa eso que el diseño de producción de la película es acertado? ¡No, por dios! La idea es terrible, el exceso de cortinas de CGI para partirse la caja y los efectos de morphing cuando los dioses gigantes se ponen sus armaduras de poder estaban viejos dos años después del ‘Black and White’ de Michael Jackson. Pero al menos son distintos. En una época en la que todo en ‘Warcraft: El origen’ son descartes de ‘El Hobbit’, pero con las armaduras más grandes y recién pintadas, al menos es de agradecer que aquí se vea algo nuevo.
Y sí: sé perfectamente que defender el valor de ‘la novedad’ o ‘lo distinto’ como algo absoluto para hablar de una película es un error que siempre he denunciado. Pero aquí no hablo de que la peli sea buena por eso. Ni siquiera de que la película sea buena. Sólo que es más disfrutable que otras más rutinarias.
3.- El terrible guión da risa, pero al menos no aburre
‘Warcraft: El Tomarse en Serio una Chorrada’ es una peli DE PERSONAJES. Esto no significa que hacer una gran superproducción que intente desarrollar conflictos complejos entre sus protagonistas esté mal. El problema es que, entre tanta intención de DRAMA, en el fondo todos los personajes son los mismos tópicos de siempre.
‘Dioses de Egipto’, por su parte, opta por coger los tópicos y zamparlos en una manida trama de ‘búsqueda del objeto peich para acabar con el malo’. Pero en la que una aventurilla lleva a la otra al estilo pulp. O Harryhausen si lo preferís. Luego, a eso del final del segundo acto, decide que todo no ha servido para nada y se inventa un clímax sin sentido alguno, pero lleno de ideas tiradas al gotelé a ver qué queda. Resultado: entretiene en su oligofrenia. Como ver ‘Batman V Superman’ e intentar descrifrar el plan de Lex Luthor. Efectivamente: no tenía sentido. Pero al menos me divertí buscándolo.
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Me quitan una mano en un lado, un ojo en el otro… Como vengas a por mi testículo, te arranco la cabeza. |
Mientras tanto, ‘Warcraft’ da vueltas por la trama cometiendo el peor error del cine comercial: que yo vuelva de mear y le pregunte a mi acompañante, en lugar del habitual “¿Qué ha pasado?”, un rotundo y agonizante “¿Ha pasado algo?”
“Jurassic World”, por su parte, metía situaciones de aventurillas, pero plagadas de tópicos: el rico que hace las cosas él y muere. La ejecutiva sin tiempo para sus hijos (en este caso, sobrinos). La historia de amor forzada. El militar malvado (™)… Tantos que yo acabé asqueado de la trama.
Mal estamos, dirán algunos, si lo que le pedimos a una película es que al menos pase algo, que no te duermas y que no todo sea tópico. Pero recordad: esto no se trata de decir que ‘Dioses de Egipto’ sea buena. Se trata de no descartarla sin más.
4.- Se la ha juzgado mal por los motivos erróneos
Vale: esto no es un motivo que la haga interesante. Pero hay que reseñarlo, porque a menudo las películas vienen con un hype negativo al que la gente se apunta una vez lo ve sin examinar lo que tiene de verdad.
También, por qué no negarlo, es importante señalar que soy fan de ver grandes mierdas, siempre más entretenidas que las películas simplemente mediocres. Creedme. Me gano la vida viendo cintas ni malas ni buenas que no encuentran distribución en salas para ver si alguna vale la pena estrenarla en España. Todas ellas más frustrantes que un Buen Mojón como la primera de ‘Transformers’, la cual, como ya dije hace años, es quizá la mejor peor película de la historia.
‘Dioses de Egipto’ no llega a ese nivel, porque no dudo que hay algún espectador que la pueda encontrar un latazo. Como no dudo tampoco que niños desprejuiciados de hoy en día acaben recordándola con nostalgia dentro de 20 años.
Niños que ahora no saben lo que es el ‘whitewashing’ (lo de poner blancos haciendo de papeles de otras etnias) y a los que les da igual la perfección de los efectos digitales. Las principales quejas que se han vertido contra la película con mayor virulencia en internet. Ninguna de las dos acertadas.
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«¿Cómo era tu cheque, Gerardo Mayordomo?» «¡ASÍN!» |
A ver: el problema no es que los actores sean blancos para una historia de Egipto. Es todo el reparto. Pero todo. Es un desastre de decisiones cercana a “Voy a poner la tele enchufada al lado de la bañera llena” o “Creo que hoy me follaré un mapache salvaje”. Aunque, de hecho, no todo. Desde cierto punto de vista, tener a un danés y un escocés con pinta de oler (y el único actor que parece tomarse a coña la peli, emergiendo del periplo como lo mejor del desastre) como dioses es irrelevante. Porque no se especifica de dónde vienen esos dioses y, de hecho, los hay también con aspecto más moreno e incluso un negro.
Uy, el negro. Precisamente el negro.
Chadwick Boseman probablemente sea la peor elección de casting de la historia del cine al nivel de John Wayne para hacer de Atila. Incluso John Wayne para hacer de legionario romano. Aquí tenemos a un tío de 40 años que aparenta 30 haciendo del ser más sabio del universo, que lo vio desde su creación al mismo tiempo que Ra, el cual aparenta unos 100 años (más de esto en breve). ¿Cómo hace Boseman para dar a entender sabiduría en un papel que debería haber hecho Patrick Stewart, Ian McKellen o incluso Jaime Blach? Pone el codo reposando en el antebrazo con la muñeca caída hacia afuera. Como una parodia de Martes y 13 de Paca de Carmona. Pero todo el tiempo. TODO.
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En las imágenes promocionales al menos se dignó a poner el puño cerrado. El que nos metió por el orto. |
Ra es el ser más viejo de la creación. ¿A quién pillar? Pues Geoffrey Rush con un maquillaje y una calva falsa con coletilla que haría que Dick Smith se levantara de la tumba con una uzi en cada mano. ¿Acaso no había actores de 80 años (Rush tiene 65) a los que no hubiera que maquillar? El haber contratado al australiano parece la típica jugada de Uwe Boll de ‘A ver qué actor más o menos mayor de prestigio está libre para estas fechas’. Algo conocido en círculos de historiadores serios del cine como ‘La jugada Burt Reynolds como rey medieval’.
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Esto ocurrió |
¿Qué queda por decir de la pareja jovencita protagonista, dos niños cuya carencia de carisma podría formar un agujero negro y devorar parte del universo conocido? Pues que, en este caso, el whitewashing sí da un poco de vergüenza. Mira que hay chavales vendiendo su cuerpo en las playas de Santa Mónica. ¿De verdad tenía que ser rubio? Vale que los dioses sean de varias etnias pero, cojones: al menos pilla un moreno. Total: aunque sea un inmigrante ilegal de un puesto de salchichas lo mismo lo haría mejor.
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Aseguro que hay un chaval en la imagen. Quizá no lo veáis, pero está ahí. |
Todo esto podrían parecer insultos a la película. De hecho, lo son. Pero el quid de la cuestión es que, por un lado, lo del color de la piel no es lo esencialmente malo y, por otro, que todo es un desastre tan grande que al menos es divertido.
Sobre la perfección de los efectos digitales, es cierto que hay un par de pantallas verdes lamentables. Pero no son malos per se. Como se ha dicho, son horteras. Excesivos. Absurdos. Llamadme loco, pero si veo una peli mala, al menos que sea a lo grande. Dame una locura de Ken Russell antes que una medianía de Jonathan Liebesman. Dame un disco de Rick Wakeman que falle estrepitosamente antes que uno de (insertar grupo agradable, poco pretencioso y poco memorable que os guste y os ofenda más que nombre, porque son demasiados lectores con demasiados gustos distintos)
5.- Alex Proyas ha hecho un truño, pero rueda con salero
Alex Proyas es un tipo al que le tengo cariño. Pero desde el inicio de su carrera, cuando co-realizó uno de mis videoclips favoritos:
Todos somos fans de su capacidad visual mostrada en ‘El Cuervo’ y su carácter de visionario demostrado en ‘Dark City’. Y todos odiamos esa cosa lamentable que era “Señales del futuro”. Pero sobre todo por su guión evangélico-raeliano-mormón-cienciólogo o algo por el estilo. Yo lei ese libreto antes de que se rodara y la culpa es sólo suya por aceptar esa cosa insalvable que rodó tal cual.
Ahora ha aceptado otro guión mediocre muy parecido a la anterior obra de los mismos autores, ‘El último cazador de brujas’, otro intento de blockbuster de Summit que se saldó con similar hostión, aunque de menor efecto sísmico en la prensa por ser una película más barata. Curiosamente, ambos títulos comparten el no ser del todo aburridos y guiones que parecen más propios de una pelicula fantástica de los 90. Pero, a pesar de que a veces usa recursos DE MOLAR PORQUE SÍ en una pelea para luego no repetirlos en las otras, todo tiene ritmo. No se puede decir que las escenas de acción estén mal. Alguna hasta me apetecería verla otra vez. Quizá dentro de un par de años. O… ah, vale. Que eso ya lo he dicho al principio del artículo.
Así que, en vista que me estoy repitiendo como un chorizo picante bañado en salmorejo, voy a ir cerrando:
Efectivamente: ‘Dioses de Egipto’ es un clusterfuck. Pero un clusterfuck que será de culto en el futuro por chavales que no pasan sus días leyendo noticias de cine y quejándose del guión de ‘La Liga de la Justicia’ antes de que sepan nada ni hayan visto un fotograma. Es un delirio, obviamente, pero un delirio distinto y único. De esos que llaman los críticos que saben más de análisis cinematográfico que yo ‘espíritu pulp’. Qué queréis que os diga: yo lo prefiero a otra parte de las Tontunas Ninja o a esa cosa de los dinosaurios y la señora con tacones que no entiendo cómo llegó a ser una de las 20 películas más taquilleras de la historia.
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