¿El fin de España? ¿Y qué fue del fin del mundo de toda la vida? ¿Y el del Universo? ¿Qué pasa, que estamos de recortes hasta en el Apocalipsis”
Cine Basura: La película
Durante estos últimos días de mierda, había logrado resistir caer en el pesimismo de que todo el mundo se iba al carallo. No era fácil resistirse, viendo tantos signos del Apocalipsis. Empezando por esa fiesta de la democracia a cuyos resultados puso música DJ Soraya Sáenz de Santamaría hasta la eliminación bochornosa de España en la Eurocopa pasando por el doble Brexit retrasado (de Boris Johnson y sus secuaces a Wayne Rooney y el resto de su equipo).
Sin embargo, levantarse hoy con la noticia de la muerte de Bud Spencer ha terminado por rematarme. Y, feck, hacerme salir de la madriguera tras seis meses de silencio en el blog. Porque si el universo – o peor aún, España – van a acabarse, mejor que me pillen haciendo el gilipollas profundo.
Y porque ante la muerte de Bud, sí, nos enfadamos.
Adiós, amigacho
Que empiece el post con un diálogo de ‘Cine Basura: la película’ no es casual. Desde noviembre es lo único en lo que he invertido todo mi tiempo libre, de ahí la falta de actualizaciones del blog. Que ese diálogo NO esté en la película finalmente también es normal: en la edición hemos dado mil vueltas a todo, con soluciones de montaje suicidas, para que todo quedase profundamente bien. Porque una cosa es que sea una peli hecha con dos duros. Pero son VUESTROS dos duros. Y, cuando eso entra en juego, no hay proyecto pequeño. Vais a tener a vuestra disposición la mejor peli sórdida posible. Y apretaremos los dientes para que eso ocurra antes de que el Apocalipsis nos devore.
Y, ante el poco y negro futuro que se abre entre nosotros, qué mejor que bucear en el pasado y rescatar una de las mejores cosas que a cualquiera le pueden haber pasado en la vida. Ladies and gentlemen, en uno de esos escasísimos momentos en los que ente vlog se se apura por cubrir una actualidad necrológica (otras honrosas excepciones serían Manuel Fraga, David Bedford, El Fary y Anna Nicole Smith) aquí les dejo con los diez momentos de Bud Spencer que me definieron como persona:
10. Las droghas son una sordidez muy chunga (‘El súper poli’, 1973)
Si por un lado tengo que empezar con Bud Spencer, está claro que tengo que hablar de mi señor padre. La primera peli que vi de Carlo Pedersoli fue en el salón de mi piso en el polígano en una proyección de Súper 8. La película era ‘El súper poli’ (que, como toda buena carne de videoclub, conoció unos treinta y ocho títulos diferentes, lo cual es BUENO). Esta obra maestra, dirigida por el inigualable Steno (un experto del destape italiano, con joyas como ‘Al doctor Jeckyll le gustan calientes’) narraba las aventuras del inspector Dino Rizzo, apodado ‘Zapatones’, jefe de la brigada de narcóticos de…
Nápoles.
Junten ahora que es una peli setentera, proyectada en súper 8 y ambientada en la ciudad más sórdida de Europa y díganme dónde puede quedar cualquier discurso cool-maldito-puertas-de-la-percepción-LSD-Leary-Barret-Escohotado-Burroughs-Trainspotting-legalizeit… al lado de esta hostia en todos los sentidos perpetrada por Steno.
Unan esto al trauma ya narrado en el post del radiocasete del coche paterno escuchando el tema ‘Clara’ y comprenderán por qué jamás me he acercado a los estupefacientes. Feck, a día de hoy todos los argumentos a favor de la legalización, vengan de quien vengan (así diga misa Owen Jones) me suenan todos a Milton Friedman. Y ya saben how I roll: que gente como Joffrey Baratheon o Ramsay Bolton hagan las cosas que hacen pues… oye… son opciones vitales como cualquier otra, pero ser neoliberal… ¡por ahí sí que no paso!
9. La lucha social o es con caca o no es (‘También los ángeles comen judías’, 1973)
Es difícil tolerar una pareja de Bud Spencer que no sea Terence Hill, pero Giuliano Gemma estuvo sembrado en esta comedia ¡de denuncia social! En efecto, Bud y Giulianno, por uno de esos malentendidos tontos que a todos nos ocurren en la vida, terminan trabajando como matones a sueldo de un mafioso. Y, oye, mientras se trata de extorsionar a otra gentuza, todo va bien. El problema surge el día que van a cobrar la “protección” a una familia sumamente indigente. En un primer momento, Bud y Giuliano se hacen los duros, rechazando esas patrañas de que no tienen dinero. Toda esta escena está planificada con suma maestría por Enzo Barboni, ya que lo que coloca en primer término es a un niño pequeño sentado en un orinal haciendo un notorio esfuerzo para cagar.
Arte.
Es entonces cuando la discusión es interrumpida por un sonido de impacto contra el orinal. Giuliano, con grandes reflejos, aparta al niño, mete la mano y saca un hueso de melocotón. Con cara de haber desenmascarado al padre sostiene el hueso recién cagado ante su cara mientras dice “Así que comiendo melocotones fuera de temporada… ¡Con lo caros que son!” ante lo cual el padre, con suma sobriedad, coge dicho hueso de melocotón y dice “Usted diga lo que quiera, pero el niño lleva una semana comiendo el mismo hueso”. Y se lo vuelve a meter en la boca.
La expresión que pone Bud y Giuliano a continuación es la esencia de la toma de conciencia de clase social. Y también un poco de asquete, como no. Si Marx hubiese visto esta peli, la hubiese regalado en DVD con la primera edición del Manifiesto Comunista (eso ocurrió en una realidad paralela en el que el Tardis del Doctor creó un pifostio en el Londres decimonónico, no lo duden).
8. Más es más (‘Dos súper dos’, 1984)
El 99% de las veces que te dicen “Menos es más” el resultado suele ser arquitectura satánica, vidas convertidas en un infierno y algún corrupto cobrando comisión. Artísticamente, la cosa suele resultar en un coñazo del nivel de los relatos de Raymond Carver (sí, lo odio, denunciadme). Desde mi más tierna infancia hasta el disco doble de ‘Nostradamus’ de Judas Priest siempre he tenido claro que no hay nada mejor que la ambición sin límites, el más es más, y que ningún delirio es jamás suficiente, sobre todo cuando te estrellas en el intento,
En el caso de ‘Dos súper dos’… ¿Qué podía haber mejor que DOS Terence Hill y DOS Bud Spencer? Pues que la versión pija y gayer de sí mismo fuesen unos adinerados brasileños que se llamasen Antonio y Bastiano Joao Coimbra de la Coronilla y Azebedo.
Si cambiarse el nombre fuese gratis, creo que TODA la población mundial apostaríamos por llamarnos así. Pero ésta es una visión optimista de la humanidad, y ya hemos dicho que nos encaminamos al Apocalipsis a ritmo de DJ Soraya.
7. Hay que dar varias hostias por el precio de una (TODAS sus películas)
Los ‘signature moves’ de Bud a la hora de repartir hostias tienen más fuerza icónica que todas las pelis de James Bond y todas los tebeos de Marvel juntos. El diseño de sonido de sus puñetazos convertirían a Ben Burtt o Walter Murch en técnicos de doblaje de la televisión de Galicia. La eficacia de sus combos haría que los programadores del Tekken volvieran de sus estudios a su casa llorando y que, una vez allí, se tirasen un cuesco culpable en el salón que hiciese que su perro huyese de su casa llorando.
Esto es así. Pero, además, me gustaría destacar mi combo favorito: aquel en el que Bud pone en fila a los malosos para tumbar a varios de una sola hostia. ¿La lección poética para ente su vlog de ustedes que NO cree en el derecho de nadie a sentirse ofendido? Muy sencilla: intenta ofender a la mayor cantidad de gente posible con una sola frase. No es fácil, pero hay que intentarlo: yo ya probé a ser sionista y antisemita a la vez en un solo post.
6. A ser posible, hay que decirlo todo rezando (‘Dos misioneros’, 1974)
Una de mis grandes contradicciones vitales podría ser mi militante ateísmo y, a la vez, mi carácter sumamente clerical. Feck, después de todo estoy llorando la muerte de Bud, uno de los actores más meapilas de la historia, que montó una línea aérea para llevar peregrinos a sitios tan chungos como Lourdes, Fátima o El Vaticano (¡Exisitiendo Magaluf no sé por qué nadie viaja a ningún otro sitio!). Pero así de chunga es la vida. ¡Si es que incluso mi señor padre, que siempre termina todas nuestras conversaciones telefónicas con un “Sé bueno y no vayas a misa”, no puede dejar de recitar TODA la bendición urbi et orbe en todas las celebraciones señaladas!
En ‘Dos misioneros’, peli ambientada en el siglo XVII, Bud y Terence son los clásicos curas descarriados de parte del pueblo (ese truco de guion cutre que le viene bien hasta a Pablo Iglesias cuando intenta seducir vergonzantemente al sector capillitas de sus votantes potenciales, pero ya hemos visto que en Andalucía el grado de cenutrismo puede ser muy elevado ¡Dos hostias por el precio de una!). Pero lo realmente bello de la peli es el momento en el que Bud encabeza una rebelión, dando hostias a diestro y siniestro, mientras da órdenes a su cuadrilla sin dejar de salmodiar. A Dios orando…
5. Nada es TAN fácil/ Otros vendrán… (‘Les llamaban los hermanos Trinidad’, 1975)
Hay un momento, en el paso de la infancia a la adolescencia, en el que te sorprende que los dos pilares vitales de tu gusto artístico (Bud Spencer y Mariano Ozores… ¿O acaso existen otros?) son algo que mucha gente dice que es una puta mierda. ¡Eso sí que es un shock y no esas chorradas del complejo de Edipo!
Sin embargo, pronto tuve un argumento infalible para no hacerles caso: la miseria extrema del videoclub (no, no me refiero a que en la edición de esa obra tardía de Bud, ‘Aladino’, escribiesen una sinopsis sin haberse visto un solo fotograma de la peli). Gracias a los videoclubs pudimos descubrir el subgénero de la…
…Exploitation de ‘Le llamaban Trinidad’.
El que hacía de Bud salía en ‘Mil Gritos Tiene la Noche’ y ‘Popeye’. Carrerón.
La película por antonomasia de Terence Hill y Bud Spencer nació como una parodia del spaghetti western decadente, pero pronto apareció el ejército de clones de combate dispuestos a llegar a cotas jamás igualadas de vergüenza ajena. Desde el sórdido de Ignacio F. Iquino y sus ‘Los fabulosos Trinidad’ y ‘Ninguno de los tres se llamaba Trinidad’ a ‘Nos llaman Carambola’ de los actores Paul Smith y Antonio Cantafora. En el caso de estos últimos, destacaba el descaro con el que se vestían y actuaban como Terence y Bud, que llegó a su apoteosis en ‘Les llamaban los hermanos Trinidad’.
Ver aquel bodrio de pequeño fue el equivalente al que a un niño le regalen merchandising del chino de la esquina por navidad. Que no digo yo que una muñeca de Frozen gorda y con hidrocefalia no pueda tener su punto… pero el odio indiscriminado al género humano es algo que debería quedarse solo en el selecto grupo de votantes del PACMA (¡dos hostias por el precio de una!).
Películas como esa – o, en el caso de la exploitation de mi amado Mariano Ozores bodrios como ‘Juana la Loca de vez en cuando’ y ‘El Cid Cabreador’ – demostraban que daba igual lo mucho que despotricasen los critiquillos contra Bud y Terence: lo que hacían era algo sublime, y allí estaban todos los que se estrellaron en el intento para demostrarlo.
4. Nadie acierta a la primera (‘La colina de las botas’ 1969)
Carlo Pedersoli comenzó su carrera en el cine haciendo de extra en Quo Vadis, y se lanzó a saco el los 60 con varios spaghetti western de esos que, por la tarde, te hacen zapear hasta ver lo que toca ver a esas horas: cómo un hipopótamo crea un ecosistema basado en los excrementos con los que va poblando su laguna.
Afortunadamente, me salvé de todos ellos PERO… En el videoclub vi, de pronto, una peli que ponía “Terence Hill, Bud Spencer en ‘La colina de las botas’”. Era la pareja cómica definitiva justo antes de rodar ‘Le llamaban Trinidad’. ¿Qué podía salir mal?
In short: todo.
La magnitud de la catástrofe fue el clásico trauma de infancia del “nadie es infalible”. Ni una risa, ni una historia que enganchase, ni una hostia dada con salero… Pero, con el paso de los años, termina convirtiéndose en la clásica lección del “persevera… Muy pocos lo consiguen a la primera. Ahí tienes a Bud Spencer… Feck, si hasta Michael Bolton tuvo que hacer muchos discos de AOR salchichero hasta dar con la tecla”.
Sí: Bud Spencer y Michael Bolton son el ejemplo de la perseverancia y gran arte para mí. Nunca he dicho que mi educación fuese ejemplar (Y, qué coño, el ‘Everybody’s Crazy’ de Michael Bolton es una obra maestra del AOR que debería haber triunfado).
3. Para triunfar… el hombre tiene que mear (‘Como el perro y el gato’ 1983)
Rodar una película ambientada en Miami con el actor cubano Tomas Millan en lugar de Terence Hill supuso una peli flojita para los estándares de Bud. Pero, entre la insufrible verborrea del personaje de Millan, surgió esa sentencia filosofal en verso que marcó a hierro la base del 98% de mi poética (no significa nada, es una poética tan cutre y limitada como la dosis homeopática de izquierdismo que hay en Pedro Sánchez, lo cual hace que votarle con convicción sea del mismo nivel que tomar homeopatía con convicción ¡dos hostias!).
Básicamente: todo pensamiento relevante tiene que ser en pareado putón e implicar ir al váter. Durante mucho tiempo, en mi santa casa, era imposible ir a mear sin pronunciar esa frase de ‘Como el perro y el gato’, lo cual generó una conciencia de orgullo escatológico familiar que me ha llevado hasta donde estoy.
2. Siempre hay un momento para ponerse serio… dentro de una sordidez (‘Turín Negro’, 1972)
Verte cuarenta pelis de Bud en el videoclub y, de pronto, alquilarte… esto… ¡Bud Spencer actuando en serio! ¡Sus hijos trabajando para que no esté injustamente encarcelado! ¡Una investigación dramática y con acción sobre la Mafia en Turín rodada por un director que no era un mamporrero!
Uno está acostumbrado a crecer con los actores y ver que Pajares se haga un ‘¡Ay, Carmela!’ con nuestro reverenciado Carlos Saura. O a descubrir, como con ‘La colina de las botas’, que los inicios son cutrongos. Feck, yo ya sabía que, con Bud, a partir del 85, la edad pesaba, las hostias disminuían y, con ellas, la gracia de sus películas (recuerdo cuando dije “Hasta aquí hemos llegado” con las lamentables ‘Aladino’ y ‘Bombardero’…). Pero, de pequeño, descubrir una peli chungamente buena en un registro dramático fue una de esas revelaciones de lo poliédrico de la existencia y la primera intuición de algo hoy ya plenamente asumido: que el Cosmos tiene catorce dimensiones espaciales y dos temporales.
1. Pompompom Lalala (‘Y si no… Nos enfadamos’, 1974)
Podría decirse que esta coproducción hispano italiana – así como la excelente ‘Soldado de Fortuna’ – demuestra que trabajando todos juntos, somos más grandes, que la unión hace la fuerza y el Brexit sazona la gilipollez.
Pero la realidad es que los JRANDES artit-tas y las JRANDES obras de arte nunca se reducen a explicaciones tan simplistas. Entran, como Santa Teresa penetrada por un dardo dorado que le lance un ángel bellísimo, en el terreno de lo inefable. Hay críticos de cine que dicen que podrían pasarse toda la vida estudiando el plano inicial de ‘Centauros del desierto’. Lo veo y subo la apuesta: il coro dei pompieri en ‘Y si no, nos enfadamos’, es uno de esos momentos definitivos que te traslada a un plano diferente de la existencia al que ni Jodorowsky supo llegar.
Y mira que la colaboración de Bud Spencer con el músico Oliver Onions es una de las pocas armas que le quedan a la humanidad para hacer frente a este Apocalipsis cutre que nos devora, pero aquí… aquí todo se resume en una frase que me dijo un técnico de sonido italiano, con todo su acentazo, mientras estaba montando un anuncio en Milán:
“This song is… HOLY in Italy”.
No podía tener más razón. No en vano, solo vi tres pelis de Bud en el cine – de la mano de mi señor padre, claro – y éstas fueron el estreno de ‘Dos superesbirros’ y las reposiciones de ‘Le llamaban Trinidad’ y ‘Y si no… Nos enfadamos’. Y esa última fue la que resultó la experiencia mísitica que se merecía la gran pantalla.
Dan ganas de sumarse a un coro universal a golpe de Pompompom lalala para llegar a esa otra dimensión en la que ya descansa Bud.
Y que la Tierra se hunda en el Apocalipsis que se ha buscado. Coñe.
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