Siete tendencias que queremos que los hipsters pongan de moda

Foto del autor

0
(0)

Primero los llamamos “culturetas”. Luego, “gafapastas”. Cuando los angloparlantes se dieron cuenta, “hipsters”. Finalmente, “gilipollas”. Y ese es el problema: ¿Por qué tanto odio? Los hipsters hacen una gran labor social. De entrada, si se identifican bien, sabes qué chica de la fiesta NO te va a felar esa noche si le entras a ligar hablando de ‘Civil War’. Quizá si le abordaras nombrando a Kerouack te la miraría con asco y, con suerte, te haría una paja mientras mira la llovizna por la ventana. Pero sin pasión. Que ella es cool.

Y es que ese es el problema. Que son ‘cool’. Son fríos. Que no se permiten a sí mismos mostrar pasión verdadera. Son zombis que, en lugar de ser esclavos de Bela Lugosi entrelazando las manos, sirven ciegamente a lo que indiquen sus gurús. Carecen de voluntad propia y sólo les importa pertenecer a lo que ellos consideran la élite: su tribu. Tribu urbana, claro. Porque ser hipster de campo tiene que ser más entrañable y confuso que una película de acción escrita por un jefe de Podemos: en ella, cualquier persecución se solventaría con una asamblea en la que se votaría por mayoría si lanzarle balas a Hans Grüber con tirachinas o atragantarlo con naturopatía.

Hollywood: ahí tenéis una idea para enterrar definitivamente el moribundo género del cine de acción. Así evitaremos más películas de serie b con Travolta y Cage con pelucones.

Becarios+Photoshop+Estrella viejuna+ALCOHOL= Esto

Sin embargo, algún uso social tienen los hipsters. Ya que existen, es nuestro deber aprovechar sus virtudes. La principal es que, no nos engañemos, de cuando en cuando, con esto de tener que estar a la vanguardia, descubren algún grupo musical bueno. Feck: yo tengo cuatro discos de Belle & Sebastian, justo a partir del CD en el que se aliaron con Trevor Horn y, por lo tanto, dejaron de ser cool o hipsters. Pero ellos los descubrieron para nosotros.

Así que desde este blog queremos invitar a los gafapastas, barbudos con tirantes y pantalones cortos a considerar siete sugerencias para que rescaten modas del pasado que harán que el mundo sea un lugar más sórdido. ¡Aunemos el hipterismo con la vicisitud y la sordidez en una comunión de amor cósmico! Total: sus reivindicaciones de tradiciones y modas pasadas suelen ser tan aleatorias que nadie podría asegurar que alguna de éstas no hayan sido ya rescatadas e incluso desechadas en el tiempo que he tardado en escribir el post.

1.- Bares con nombre que usan el genitivo sajón

Los hipsters ya han rescatado los bares de viejos. La ranciedad está de moda. Si no me creéis, id a cierta hamburguesería cerca de la calle Galileo de Madrid, en la que han dejado la decoración sesentera intacta y, gracias a ese toque de que-cool-que-es-retro consiguen llenos todos los fines de semana. Así que yo les invito a dar un paso más. Recuperar una tradición ochentero-setentera que me llena de amor: ponerle a tu comercio el nombre con genitivo sajón. Sí: esa cosa que nunca sabrás utilizar bien en inglés. Lo de el apóstrofo y la ‘s’.

Porque, ciertamente, puedes llamar a tu bar ‘Le chic’. O ‘Greensberg’. Incluso, en un arranque retro, ‘Casa Paco’. Pero, ¿acaso no serías un innovador si lo llamaras simplemente ‘Paco’s’?¿O ‘Joyce’s’? Sé la envidia de tus amigos de larga barba y abre una peluquería llamada ‘Manolo’s’. Una tienda de scooters retro llamada ‘Amoto’s’. Ahora que en mi pueblo cierran la última cafetería que usaba esta fórmula (la mítica Cabsy’s), es el momento. Reivindicar los 90 tras la moda ochentera sería demasiado obvio. ¡Volved a los años de la transición! Y ya que estamos…

2.- La UCD

Los pijos, tribu urbana hermana, pero no siempre coincidente, os han robado el centro político con Cuñadados. Los perroflautas están conquistando el mundo con Pokemons. Ser socialista todavía no es tan del pasado como para ser cool. Y votar al PP, por mucho que Russian Red sea fan, no es una opción porque sus referentes culturales no pasan de César Vidal y el catecismo según Escrivá de Balaguer. Ellos nunca subvencionarían una película de Rebollo ni una feria de vinilos. En lo político, estáis huérfanos.

Pues, ya que no tenéis nada mejor que hacer, poned en marcha el mecanismo que os da vida: reivindicar algo del pasado, pero poniéndole en el cartel alguna moda capilar absurda. ¡Refundad la UCD! El centro es el lugar adecuado para el hipster, porque la política es tan, osea, tan poco cool. No ser ni de izquierda o de derechas es como no ser ni de Maiden ni de AC-DC. Como no ser ni del Capitán America ni de Iron Man. No seguir ni a Chiquito ni a José Mota. Es VUESTRA opción vital: todo da igual excepto las camisas de leñador. Siendo de la UCD podréis reivindicar cosas absolutamente irrelevantes y podréis pactar con quienes queráis para conseguirlas. ¿Leyes para que se abran más barberías? Hecho. ¿Prohibir ver Telecinco a no ser que sea irónicamente? Os lo agradeceríamos.

¿Qué sacamos los sórdidos de todo esto? Pues el logo de la UCD, que marcó mi infancia y el regreso de los chistes de Suárez. Que ahora, además, serían de humor negro. ¡Todos ganaríamos! Venga: elegid un líder sin carisma y versado en la discografía de Bon Iver. No hace falta que tenga ideario ni inquietudes políticas. Lo importante es que tenga un PELO DIVERTIDO y DISTINTO. Así que os propongo:

3.- El peinado Anasagasti

Los hipsters empezaron con el bigote. Y eso nos alegró a los sórdidos. Podría haber sido el bigotón, pero nos conformamos con la línea de hormigas rollo pederasta porque nos recordaba a John Waters. Luego visteis que, con movimientos como Movember o Bigoton Watch, la cosa estaba volviéndose mainstream. Así que optasteis por la barba. Y, dado que la parte de arriba también había que cuidarla, un peinado distinto… ¡El peinado nazi! Sí: podríais haber decidido que lo cool era el mullet, pero tampoco pido manchar mis pantalones de alegría seminal cada vez que voy por Malasaña. Me conformaría con otra cosa. El equivalente en pelo al after shave Floyd y a la colonia Varon Dandy: el peinado de cortinilla.

Hacedme caso: si el pelo ralea, ya no está de moda rapárselo. Los futbolistas lo hacen y eso es tan tan mainstream… Dejar la calva con pelo en la coronilla sería una opción, pero vuestros padres todavía siguen apegados a esa opción estética. Así que ofrezco el término medio. Cubrir la calva con una mata de pelo. Imaginad las posibilidades: tiendas con productos para el cuidado de la cortinilla. Cera para que se quede bien pegada a la calva. Incluso podéis hacer que sean ceras especiales perfumadas y pagarlas el doble que cualquier gomina normal. ¡Pensad el orgasmo de poder pagar más que el vulgo por la misma gomina!

Con este movimiento, la hermandad entre sórdidos de corazón y los hipsters no podría subir más puntos. O sí. Porque siempre pueden cambiar radicalmente su vestimenta. Siempre pueden…

4.- Vestir en chándal

Dejad los tirantes. Tirad las camisas de cuadros. Esas ya están la mar de cómodas en la piel de nuestras amigas lesbianas. Dejad los pantalones de pitillo para los independentistas vascos y las sudaderas para los hoodies ingleses. Es el momento de hacer una propuesta radical. La imagen del hipster se ha estandarizado tanto que ya son un tópico. Y no hay nada menos moderno y vanguardista que ser obvio. Así que desde aquí proponemos… ¡el chándal!

Pensadlo bien: ya no visten en chándal ni los heroinómanos que van a las barranquillas. Lo sé: he vivido muchos años en Embajadores. Y la gente que ves corriendo por El Retiro usan ‘ropa de deporte’. No: yo me refiero a ese de tela y rayas blancas a los lados. Pasariais de repente a llevar la ropa retro más cómoda posible. Y nosotros, los sórdidos, veríamos cumplir nuestro sueño: contemplar a gente con lo más cercano posible al pijama andando por la calle. Así nos creeríamos más que vivimos en la futura sociedad utópica de Star Trek.

5.- Las hombreras

Pero para quienes no quieran parecerse a ellos mismos en los 80 jugando al fútbol tras comer un bocata de pan con chocolate (en la tele decían que nos dieran La Piara, pero nosotros crecimos cojinetes con otras cosas más guarras), hay otra opción estética que me hace salivar más que la posibilidad de una escena lésbica entre Natalie Portman y Mila Kunis.

Ah, no. Que eso ha pasado

Ese complemento de vestir es… la hombrera. Pero no cualquier tipo de hombrera. Me refiero a esa que puede conseguir que planees hasta Aluche si te tiras desde el viaducto del Palacio Real de Madrid. Esas que unen lo mejor de los 80 (Corrupción en Miami) con lo mejor de los 90 (cualquier presentadora de gala del Telecinco de Berlusconi) Porque otra cosa no, pero los hipsters son limpitos. Y no les veo pillando de los 90 el look guarro-grunge. ¡Acudid a la verdadera sordidez de los trajes brillantes con hombreras!

Los sórdidos queremos ver a chavalas leyendo a Milan Kundera en el metro con trajes dignos de Carmen Sevilla en sus tiempos de presentadora de concursos. Y, a continuación, que aparezcan las chicas de ‘Ay qué calor’ cantando ‘I’m throwing my arms around Paris’ de Morrissey mientras se quitan los tops.

Que alguien tenga los cojones de decirme que ESE no sería un mundo mejor. Tendría razón, claro, pero… ¿y la risa?

6.- El Bitter Kas

Pero dejemos la moda. Es el momento de rescatar bebidas sórdidas. Personalmente, nada me gustaría más que los hipsters abrazaran el Irn Bru como su brebaje de elección. Imaginad los cócteles posibles: Irn Bru con Absenta. Imaginad también las visitas a las UCI por el resultado. ¡Qué diversión!

Sin embargo, no me hago ilusiones. Sé que la popularidad del Irn Bru en Escocia y su línea de anuncios sórdidos no casan con el espíritu cool de los hipsters

Irn Bru, tactos rectales y enfermeras sexys. Mi vida en una imagen.

Así que propongo una alternativa. Como estoy seguro que el muy sórdido vermú de la tarde ya habrá sido reivindicado en varios bares de la calle Pez y donde sea que se reúna esta gente en Barcelona (esto es, en TODA la ciudad), es el momento de rescatar la tercera bebida sórdida por excelencia. Algo tan chungo que es el refresco favorito de mi hermano El Ciudadano Soberano. Sí: esa persona que piensa que Alf es la cumbre de la historia de la televisión. Es la hora del… Bitter Kas.

Lo de ‘Notas cítricas’ recuerda a las descripciones del vvvvvino. ¡Qué más queréis, hipsters?

Un mejunje cuyo nombre proviene de la mezcla de los términos ‘Bitter’ (en inglés, ‘Asqueroso’) y ‘Kas’ (en armenio, ‘cuesco de cabra montesa tras ingerir un abejorro) y que siempre fue la bebida de elección de gente mayor de 60 años que no desea sentir los placeres de la vida. ¡Qué hay más hipster que eso! Nada más cool que tragarse algo completamente repugnante porque tomar cosas dulces y que saben bien es taaaan mainstream.

Y, para cosas mainstream y de señoras mayores, les pido un último esfuerzo a los gafapastas. La actitud rebelde definitiva. Hemos hablado de roba, bebidas y política. Pero falta algo. Un nuevo ICONO. Y lo sabéis. Ese onvre será…

7.- ¡Perales!

Sí señor. La modernez rescató a Raphael. ¿Por qué no reivindicar a alguien más importante en la historia de la música española? Al fin y al cabo, Raphael dependía de Manuel Alejandro y Perales es un cantautor. Los culturetas saben apreciar el valor de un señor con su guitarra. Feck: el nuevo single no es muy diferente que cualquier tema indie español:

Seriously: sustituid la inconfundible voz de Perales (tan anti-cantante que es la salvación de todos los que no tenemos voz en los karaokes) por la de cualquier imitador de Nacho Vegas (o, qué coño: por el propio Nacho Vegas) y la canción vale perfectamente para ponerla mientras fumas tabaco de liar y hablas sobre los Panero y la última peli de Reygadas.

Y esas son mis siete propuestas. Quizá vosotros tengáis más. Mi objetivo es tender un puente entre sórdidos y hipsters. Un puente poco fiable estilo el del final de ‘Indiana Jones y el Templo Maldito’, para que nos vamos a engañar. Pero un enlace al fin y al cabo entre dos tribus que pueden ayudarse mucho entre ellas. Al fin y al cabo, los neardentales follaban con los homo sapiens. Y no sé quién de los dos es aquí el neardental. Pero el caso es tener algo en común. No por nada. Bueno sí:por poder entrar más fácilmente a gráciles chicas indies con pinta de Zooey Deschanel a pesar de que tú tengas pintas de haber visto más de dos veces ‘El despertar de la fuerza’. Tu camiseta de ‘Pisha, yo soy tu padre’ y tu libro de J K Rowling no te van a ayudar con esa joven tan mona con camisa de lunares y cuello bebé de encaje que está leyendo a Foster Wallace en la cafetería. Pero si ambos estáis bebiendo Bitter Kas, podréis hablar de vuestra chapa en el bolso de cruzar del CDS y acabar cantando ‘Un velero llamado libertad’ mientras os váis de la mano a su casa mientras su mirada promete una noche inolvidable en la que no habrá felación. Pero quizá podáis emborracharos poniendo singles de The Smith y al menos cogerle una teta. Cosas más denigrantes hemos hecho los freaks por tal de pillar seno.

Siga al autor de ESTO en Twitter:

!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?’http’:’https’;if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+’://platform.twitter.com/widgets.js’;fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, ‘script’, ‘twitter-wjs’);

Vota esta publicación

¡Haz click en una estrella para puntuarla!

Puntuación media 0 / 5. Recuento de votos: 0

No hay votos hasta ahora! Sé el primero en calificar esta publicación.