Intentando jugar al Spectrum

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Mi primera afición vital fue llorar. Más bien, berrear como una oveja a la que están circuncidando sin anestesia. O eso cuenta mi madre.

La segunda, coleccionar pitufos. Mis iguales: bajitos y siempre con el rabito al aire.

La tercera, fantasear con toda chica que conocía. Pero todas. Ya en la primera comunión maniobré para emparejarme con la que más me gustaba. Finalmente, ya en esa etapa entre los siete años y la pubertad en la que todos los niños son insoportables, jugar al Spectrum. Me volví un experto. Devoraba el Micro Mania y sabía quiénes eran Jon Ritman, Raffaele Cecco y, por supuesto, Paco Pastor.

El director de la distribuidora Erbe. Este tío:

Me encantaba que el señor más poderoso de la industria en España fuera un cantante de pop sórdido más happy happy que toda la discografía de Roxette.

Al poco tiempo empecé a interesarme por el cine, el cual, peli a peli, fue desplazando a los videojuegos en el top de ‘cosas que me robaban más tiempo’. Hasta que llegaron las pajas, claro. El inicio de un gran periodo sin videojuegos en mi vida comenzó cuando mi Spectrum + implosionó de tanto jugar al ‘Decathlon’. Eso y que la ‘o’ y la ‘p’ dejaron de hacerme caso. Pues tal eran siempre mi configuración preferida para ‘izquierda’ y ‘derecha’ y nunca me gustó demasiado jugar con joystick (insertar segundo comentario de pajas aquí)

Fue una travesía en el desierto sólo salteada por un periodo de PC, sus aventuras gráficas y sus ‘Civilization’ hasta que me reenganché al tema con la Playstation. Por lo tanto, mi pasión actual retro se circunscribe casi siempre a los 8 bits y, por supuesto, el MAME. Porque no tener forma de jugar en casa no quería decir que no me escapara del instituto a echarme un ‘Metal Slug’. Pero lo mío es el culto al Spectrum por dos motivos: porque soy VIEJO y porque me va que me fustiguen.

Y es que los juegos de la máquina infernal de Sinclair se usan todavía en las sesiones de las dominatrix más selectas de Londres como sustituto más cruel al spanking.

El porqué es muy simple y se resume en tres puntos: En primer lugar, la velocidad de reacción de la mayoría de los juegos era parecida a la de tu madre cuando le intentas explicar qué botón del mando del IPlus ha de usar para grabar ‘El Secreto de Puente Viejo’. En segundo lugar, la mayoría de juegos estaban programados por chavales en su casa y no tenían probadores. En tercer lugar, la mayoría de juegos estaban programados por chavales en su casa con un gran odio a la humanidad. Bueno: esto se refiere sobre todo a los españoles.

Mi frustración con los juegos imposibles ya fue glosada en parte en uno de mis artículos favoritos de este blog: Mi historia sórdida de Spectrum. Pero vuelvo a ello por un motivo: estas navidades me regalaron un Spectrum Vega. Que es una máquina cutre, de precio excesivo y que lo único que hace es permitir jugar un número irrisorio de juegos… ¡pero en tu tele gigante!.

Sacacuartos para nostálgicos como yo

Por lo tanto, he pasado más horas con el ‘Manic Miner’ que terminando el ‘Witcher 3’. Feck: tengo el ‘Fallout 4’ sin abrir desde enero. Por lo que he podido comprobar, el porcentaje de juegos que REALMENTE siguen siendo jugables hoy en día es muy muy reducido. Sea por la dificultad demencial, sea porque cada vez que pulsas una tecla te da tiempo a prepararte un té bien cargado hasta que se mueve el monigote, sea porque no tienes ni idea ni paciencia para saber qué hacer. Cuando el otro día conseguí volver a terminar el que fue mi juego favorito de la época (‘Robocop’), pensé que era una pena no haber podido grabar la partida. Así que me lancé sobre el portátil, con su micro incorporado y sin ánimo de hacer nada especial. Sólo reflejar lo que era intentar jugar a algo que no tocabas desde hace lustros y grabar el primer intento.

Primero jugué al ‘Profanation’ de Dinamic. Por aquello del show business: Sé que escuchar a alguien frustrarse es DIVERTIDO:

Conclusión: mejor enterrar esta aberración a los ojos de yaveh en el pasado

Luego decidí recordar otro de mis favoritos de la época, pero que nunca acabé. El ‘Nebulus’.

Conclusión: Me lo voy a cargar en el Vega porque merece la pena

En vista de lo entretenido que era esto, decidí pillar un micro barato y cutre, conectarlo mal y seguir. ¿Cómo decidir qué juego pillar? Pues ni idea. Sólo que recordé el ‘Manic Miner’ y que su programador tenía un programa anterior. El ‘Styx’. Nada relacionado con ‘Mr Roboto’. Es más cutre todavía:

Conclusión: ésto no llega ni al nivel de juego de reloj de pulsera con juego. Que había de esas cosas, lo juro. Y molaban.

Como me había quedado confundido ante el hecho de haber acabado un juego en un minuto y en otro más sin siquiera disparar, decidí volver al mundo del SUFRIMIENTO. Regresar al videojuego español. Ese que siempre nos quejábamos en la Micro Manía de que recibía malas críticas en la Your Sinclair o la Crash mientras nos envolvíamos en la bandera de ESPPPAÑA sin darnos cuenta de que los ingleses tenían razón. Y cargué uno que no tuve en su momento. Tan legendaria era su dificultad.

Conclusión: Su puta madre. Es para aplaudirle la cara al programador.

Exhausto, recordé que Dinamic tenía un juego que SÍ había conseguido acabarme en los 80. El ‘Phantis’. Pero mi emulador no se lo comía. Quería que SUFRIERA y buscara otro. Pero no: descubrí una versión inglesa del mismo, titulada ‘Game Over 2’ (que alguien quisiera aprovechar la marca de un juego de tan infausto recuerdo como la primera parte es como hacer una película y retitularla “Campo de Batalla: La Tierra 2” para conseguir vender más entradas). La cargué y… se me grabó mal de imagen y audio. Pero si veis el vídeo entenderéis por qué no repetí la grabación. No porque se saltara mi principal regla de esta serie de ‘la primera partida tras años sin jugar’. Norl. Sino porque…

Sí: ME LO ACABÉ A LA PRIMERA (si bien recordaba vagamente el camino a seguir). No me sentía tan bien desde que una joven de ojos claros me llamó ‘Madurito interesante’.

Porque de eso se trataba jugar al Spectrum. No de que subiera tu atractivo para las mujeres hermosas, válgame peich. Era porque, cuando por fin lograbas dominar un juego, la sensación de gratificación era orgásmica. Más o menos la misma que cuando comprabas uno y resultaba que NO era una puñetera mierda. Eran tiempos de jugar a la ruleta rusa con tus pocos fondos pecuniarios. Y, si comprabas un programa español, era como tener cargadas cinco balas de un tambor de séis. El ‘Phantis’, además de tener una portada de Azpiri de jamelga marcando pezón, encima era jugable. Qué bonito.

Labyrinth 2: In Space

Así que aquí lo dejo por ahora. Si los vídeos tienen suficientes reproducciones, seguiré con ellos en mi canal de Youtube. Ese que tenía por ahora sólo para mis vídeos en los que hablo con la noviarraca de Eli Roth, mi diario de rodaje o ponía mis canciones hard ñoñas. Qué cojones: voy a dejaros con uno de mis temas ñoños. Quizá mi empresa audiovisual de mayor fracaso desde mis vídeos de stop motion con figuras de Star Wars, pero no tanto como cuando se estrene ‘Cine Basura: La película’ y no superemos los 200 espectadores.

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