En ente bloj siempre nos hemos puesto de parte de los sucios y de los profesionales del resentimiento en la fórmula 1 y, al mismo tiempo, hemos sido defensores de la sinceridad en lo musical. Podría parecer una contradicción. Pero ambas posturas no son antitéticas, sino que convergen en un bello ‘no bullshit’ que ejemplifica la actitud vital que todos tendríamos que poseer: hacer todo lo que concretamente te salga de los cojones sin preocuparte del ‘qué dirán’, del ‘cuánto se cachondearán’ o, sobre todo, del ‘no creo que mi jefe se tome a bien que enceste cascarrias en la papelera del despacho mientras estamos reunidos’.
Pero hoy no toca hablar de Steinman. Ni de Rhapsody of Fire. Hoy, como hicimos con Luis Cobos en su momento, vamos a repasar la discografía de José Luís Perales. Un hombre que se atrevió a ser un cantante famoso llamándose José Luis Perales. Un apellido que más bien evoca la imagen de un segundo ayudante administrativo en el ayuntamiento de Albacete. Pero los seudónimos son para tipos inseguros con su verdadero yo que lo único que quieren es que una chica disfrazada de la Princesa Leia en ‘El Retorno del Jedi’ les pida una foto en el Expocómic.
Dijo Paco Fox.
En fin.
Si bien hoy en día sé que todas las relaciones de este tipo son gilipollas (¡Feck, reconoce con alegría y la pisha al viento que te gusta lo que te gusta!), por aquel entonces tenía una neurona ocupada en los posters de Samantha Fox y la otra en la carátula del ‘Barbarian’, por lo que tampoco se me podían pedir profundas reflexiones. Por un lado me reía de la pinta del señor, de lo moñas de las letras y en general seguía lo expuesto por mi principal referente cultural de esa época: El Perich, el mejor humorista que ha parío suelo patrio, que solía hacer chistes recurrentes con Perales más o menos con la misma asiduidad que con el Círculo de Lectores. Pero, claro: mi cerebro no paraba de repetir las canciones de ente señor. Si en la radio se escuchaba el jodido barquito llamado libertad, yo dejaba momentáneamente de tararear ‘Sólo pienso en tí’ y rápidamente me hacía peralista. O alababa a nuestro héroe sin saberlo mientras escuchaba a Mocedades cantar su ‘La llamaban loca’. Porque hay un hecho que tengo que aceptar:
Que soy un ñoño. Algo que ya se podía intuir desde que era pequeño. Y que realmente acepté sin reservas cuando le grabé a La Navaja en el Ojo un recopilatorio de Alan Parsons Project. Al ver la lista de temas, en la que pasaba con alegría de cosas como ‘Games People Play’ para meter otras como ‘Time’, The Monch (cuñado de Vicisitud) sólo pudo exclamar:
Paquito es más ñoño que dios.
And proud of it!, añadiría yo.
Pero pasemos ya a analizar la discografía en sí. Una tarea que casi me causa una parálisis cardiaca. Pero no por el hecho de escuchar los discos. Fue más bien cuando decidí firmemente hacer este artículo en plan ‘Challenge accepted!’, me bajé toda la discografía y conté treinta discos. Treinta. Se han dado casos de embolia por mucho menos. Menos mal que un estudio posterior reveló que once de los que creía álbumes normales eran más bien recopilaciones. Lo cual quiere decir que Perales no es sólo una figura mítica de la música española. Más importante, es una figura mítica de las casetes de gasolinera.
Prehistoria: Porque te vas

Mis Canciones
Podría decir que pocas cosas marcan más la vida que el ser de Castejón, Cuenca. Pero basta con poner la lista de personajes famosos del pueblo según wikipedia:
En la portada, José Luís pone de relieve su por entonces patente falta de carisma y timidez colocando la foto más pequeña que tenía, pero haciendo gala de un unicej-chic que lo acompañaría durante sus primeros discos y mis pesadillas.
Pero todo esto no importa nada. El LP contenía el primer éxito de Perales como solista, ‘Celos de mi guitarra’, una oda a todos esos pesados que se traían la guitarrita en las excursiones del instituto en un vano intento de atraer a alguna fémina. O no. Probablemente no.
El pregón
Pero no sólo se encuentra alegría en ‘Mi pueblo’ o ‘Cuando dejé mi tierra’: incluso en sus momentos románticos, ‘El pregón’ muestra a Perales intentando ser menos melancólico y más jovial. Este hecho, unido al uso de diminutivos y la inclusión de una canción navideña con coros de señoras de misa y, sí, con marineritos incluidos, hace que éste sea el Disco Ned Flanders de nuestro héroe. Una faceta que brillará más adelante en su carrera. Junto a Enrique y Ana (‘Baila el Hula Hop’) y Parchís (‘No sé por qué’).
Para vosotros canto
Aparecen por primera vez ese horror cthuluniano que son los coros infantiles en la canción ‘El ciego’. El resto de temas son cubiertos por la mezcla a la que ya debería acostumbrarme: amor, melancolía y el pueblo. Para dar un poco de variedad, le da por hacer una canción humorística. Sí: sé que suena a decir ‘una comedia de Michael Haneke’, pero Perales demuestra en ‘El snob’, como ya hizo en algún tema de su primer álbum, que tiene un escritor satírico dentro de él. Muy dentro. Mucho. Pero al menos hay que darle un Progresa Adecuadamente por intentarlo.
Más serio se pone con la crítica social de ‘El amo y el mozo’ y ‘Mi pueblo se está muriendo’. Pero lo verdaderamente inquietante desde el punto de vista psico-social es la propia ‘Para vosotros canto’, que profetiza el posterior ‘Que canten los niños’ de la misma manera que el Libro de las Revelaciones profetiza el fin del mundo.
Por si quieres conocerme
Como lluvia fresca
Tiempo de otoño
Nido de águilas
Perales es feliz, como demuestra su foto de portada en el mejor estilo Ciudadano Soberano. Así que, en busca del chingle que pueda hacer que su anterior éxito masivo tuviera continuidad, se marca un ‘Te quiero’ épico y jovial al mismo tiempo que viene a decir algo así como ‘Años 80: Yo no te gusto y vosotros no me gustáis. Pero voy a ser vuestro referente’.
La jovialidad romántica del disco queda también perfectamente representada en los arreglos de ‘No soy uno más’. Lo que en los 70 hubiera sido una canción lánguida con unos violines y punto, aquí se transforma como Optimus Prime en una brutalidad con unos disco-violines y un ritmillo galopante de batería que parecen producidos por Alan Parsons con las neuronas convertidas en una masa de caldo primigenio debido a echarse la laca de Luis Cobos.
Pero la locura más cercana a los Petersellers que al propio Perales se establece definitivamente en el quinto tema, ‘Pequeño Superman’, que me fascinaba de pequeño con su intro estilo banda sonora de ‘Puma Man’, su cita a los Bee Gees y su estribillo a lo disco de Los Pitufos:
Viste como quieras, toma Coca Cola,
vuela por Iberia a Nueva York.
Fúmate un Malboro, tómate un Martini,
viste Cimarrón.
No, en serio:
Entre el agua y el fuego
¿Cómo superar la perfección de ‘Tiempo de otoño’? ¿Cómo se puede llegar a la altura de ‘Me llamas’ y ‘Te quiero’? Muy sencillo: con la mejor frase de la historia del pop español:
¿De dónde es? ¿A QUÉ DEDICA EL TIEMPO LIBRE?
Perales compuso ‘¿Y cómo es él?’ para nuestro amado Yulio Iglesias, pero la compañía supo que sólo a Perales podían ponerle los cuernos y reaccionar preocupándose por las aficiones del otro: “Dime, cariño: después de bajarte al pilón, ¿suele jugar a la petanca?”
¡Perales es un pedazo de pan y un santo!
Otras teorías aclaran que la canción va de un padre y una hija. Pero no sé si lo arregla: un señor con un celo tan brutal sobre el novio de su propio retoño (‘Es un ladrón que me ha robado todo‘) es material de peli de Todd Solondz. El resto del disco marca una relajación de la locura de arreglos hard casio de ‘Nido de águilas’ y se centra más en lo que realmente sabe hacer bien: amar con amor amoroso de amante amador (o de padre amoroso). Lo cual hace que, la primera vez que escuches ‘Y soñarás’, a la que suelta que ‘Y soñará / con una de catorce que le toque un día’ te pienses que Perales se ha convertido en Humbert Humbert o Dúo Dinámico de la vida. Pero la cosa va de quinielas. Espero.
El conjunto da mucho menos risa, entretiene bastante menos, pero al menos no hace que quieras limpiarte los tímpanos con cristasol.
Ameneciendo en tí
Hay discos con los que no puedo tener una distancia crítica. ‘Amaneciendo en tí’ es EL disco de mi infancia, por encima de la banda sonora de ‘Heidi’ y el ‘Tormeta a las diez’ de Objetivo Birmania.No recuerdo específicamente a mis padres poniendo este LP a menudo, pero ha sido volver a escucharlo y sentir ganas de encender el Spectrum, jugar con los muñecos de la Secret Wars y comprarme un frigo dedo. Me sabía todas las canciones de memoria. Hasta esa oda a las putas llamada ‘Samaritanas del amor’. Por algún motivo, era la que más me gustaba de niño.
Y ese motivo está claro: niño, sí. Morboso de mierda, también.
Con el paso del tiempo
Sueño de libertad
La espera
Si todo ‘Amaneciendo en tí’ resumía mi infancia feliz, la canción ‘La espera’ marca mi principal trauma. Como nunca me gustó ‘Bambi’, y ‘E.T.’ me la tragué en esa copia pirata de VHS que rulaba por debajo de los mostradores de videoclub, yo no tengo el mismo trauma joven que el resto. No. El mío es la letra de esta canción.
Un señor, todo feliz y acicalado espera al amor de su vida. Como un gilipollas, se tira año tras año poniéndolo todo bonito para la señora. Que nunca aparece. Nunca. Mi incipiente proto-ñoño-romanticón incluso juraría que la canción acaba con el tipo palmando. Escuchada hoy en día otra vez veo que no es así. Pero implícito queda. Y yo traumatizado.
El disco, en general, está en la línea de la primera canción: se inscribe en el infra-género hard-melancólico, alcanzando desgraciadamente importantes cotas de vicisitud en ‘El loco’, equivalente en cuanto a la letra a una poesía ganadora de un concurso de centros de la ESO.
A mis amigos
América
Gente maravillosa
En clave de amor
De todas maneras el resumen de este disco de arreglos sin un ápice de arrebatamiento o al menos sordidez, lo hizo Snowymary cuando exclamó desesperada: “¡ohú! ¡El amor eterno de los huevos! ¡Ya está!”
Quédate conmigo
“Hoy me pongo a escribir con pies de plomo / para no repetirme / (…) Si escribo la palabra gaviota / o el rumor de la lluvia en el jardín / si escribo de una golondrina / o recibo el otoño (…) Eso ya lo has cantado / Eso ya lo has cantado.”
No, si él mismo lo dice. A estas alturas, con Perales lejos del éxito masivo y tranquilo en su idiosincrasia, lo único que se puede hacer es al menos sacar una cita representativa. ¡Y qué cita! Hasta José Luis es consciente de que se repite más que un bocata de chorizo con ajetes y mojo picón. Con todo, es un disco que he podido escuchar una sola vez, porque mi odiada caribefilia hace acto de presencia en más de una canción, y mi médico me ha dicho que no me cabree más de lo necesario.
Me han contado que existe un paraíso

Perales no sólo comparte con Battiato el haber cantado en varios idiomas (ambos sórdidos: el ya mencionado alemán y el portugués), sino también la bolsa escrotal tamaño aspiradora industrial de sacar su primer CD de los 2000 con una duración de 38 minutejos. Decisión que no puedo dejar de aplaudir, porque a estas alturas de revisar su discografía, doy gracias a Odín por no tener que enfrentarme a obras de 70 minutos.
¿El disco? ¡Amos hombre! Si tenéis duda de cómo suena el Perales de este siglo están claras dos cosas: que no habéis atendido a la lección que imparte este post y que realmente no habéis entendido la lección que imparte este post.
Navegando por ti

Ya con una edad, Perales se toma con calma volver a editar música. Para hacer tiempo, se publica el único de los miles recopilatorios de su carrera con cierto interés por contar con algún dueto. Uno de ellos es el ‘Porque te vas’, con unos arreglos simpáticos, pero con una Amaia Montero que demuestra que una mujer puede cantar este tema y que no sólo NO te den ganas de volver con ella, sino que quieras, como bonus track, mandarle una mierda a domicilio y hacerte maricón.
Esta unión con un grupo de moda no supone el redescubrimiento por un nuevo público (eso llegará no llegó con la publicación de este magno artículo), así que espera con calma a 2006 para sacar su por ahora último disco.
La mera expresión del término ‘jazz latino’ hace que mis movimientos intestinales se conviertan en la II Guerra Mundial. Pues la mayor parte de las canciones de ‘Navegando por ti’ (José Luis: ¿es que no has aprendido de tu propia letra de hace unos años?) se podrían inscribir en este subgénero. O en cualquier registro policial. Sólo tenemos al Perales de antaño en ‘Una canción para la paz’, con sus familiares alusiones a la libertad y su vidilla de sus sordideces sónicas para Aldeas Infantiles. Pero lo que entonces habría estado envuelto en sus buenos sonidos horteroquestales, aquí se presenta con un ritmillo de fondo y punto.
Prácticamente todo el resto de canciones parecen la misma. Sé que eso podría decirse de muchos de los discos de Perales. Pero no olvidemos un elemento clave: es el decimonoveno disco. Todos escuchados en un periodo de dos semanas. Algunos varias veces.
Varias veces.
Toda la discografía de Perales.
Con dos cojones.
Con dos cojones.Y con dos cojones…. ¡Voy a actualizar este artículo! Al año de escribirlo, Perales sacó un CD al que nadie le hizo mucho caso. Yo el que menos. Su profunda irrelevancia hizo que ni me planteara decir nada de él en el blog. Pero en 2016, como cualquier franquicia de los 80 que se os ocurra (en serio: cualquiera)… ¡ha vuelto! Y yo tengo un deber. Éste es el único artículo de internet que glosa toda la discografía de este genio. He de mantenerlo fresco y a la última. Sé que decir ‘A la última’ y ‘Perales’ en la misma frase queda raro. Que ya os acordáis del José Luis moen-no que clamaba ‘VISTE CIMARRÓN! Pero de paradojas está el internet lleno. Así que:
Con una portada que parece de recopilatorio cutre de esos ‘GOLD’ y un título depresivo como los años 2000, José Luis va a lo suyo. AMOL. Abre el disco con arreglos que, por algún motivo, parecen Coldplay. Bueno. Estoy exagerando. Pero es complicado darle variedad a estos análisis. ‘Breve como la luz’ alterna ese sonido actual con una estrofa de ritmo reggae que da algo de cosita. Pero todavía se puede salvar. A partir de este curioso arranque, la cosa cae en el sopor que marca los últimos discos del alcarreño. Al menos, ha abandonado lo del jazz latino en casi todas las canciones. Canciones que alternan los temas amorosos con letras más comprometidas sobre la real… QUE NOOOOO. Que sigue siendo más monotemático que un adolescente en el Salón Erótico de Parchelona. Todo con una música muy establecida en el género hard ñoño, con al menos un momento algo diferente del uso de flauta en ‘Nunca sabré’, canción que, para que más o menos os hagáis una idea, acaba su estribillo con las sorprendentes palabras «te amo». Yo también te amo, José Luis. Pero es que a esas alturas del disco me quedé dormido, por dios.
Calma
¡Esto es otra cosa, pardiez!
Tras años sin hacerle caso (concretamente, desde que publiqué el post original), veo que en la Fnac hay nuevo disco de Perales… ¡EN VINILO! ¿Será ya el momento de que los hipsters reclamen a nuestro ídolo como un genio muy por encima de, por ejemplo, Raphael? Claro que no. El hard-ñoñismo es anti moderno por definición. Y José Luis nunca será una loca prima donna que pueda aparecer en una de Álex de la Iglesia o hacer un dueto con Alaska.
Así que me lanzo a Spotify. Salta la primera canción («Y me marché contigo»).
Comienza con buena batería.
Me pongo contento.
Entra la guitarrilla eléctrica como en el mejor ‘Tiempo de Otoño’.
Me pongo más contento.
Y, de repente…
…¡SAXOFÓN! ¡El instrumento ochentero sórdido de nuestros amores! Un tema que podría haber aparecido perfectamente en cualquiera de los discos de la época gloriosa entre el nombrado ‘Tiempo de Otoño’ y ‘Amaneciendo en ti’.
El resto del LP (porque, repito, ahora que hay vinilo otra vez se puede y debe decir «LP») no consigue estar a la altura de este glorioso arranque. El single ha sido ‘En un banco de la calle’, que los arreglos hace que parezca más bien pop indie español. Eso, para que quede claro, no es bueno. Pero es agradable y muy distinta a cualquier cosa de ‘Calle Soledad’. Y, como ya sabemos, ‘muy distinta’ en temas perálicos es como decir que ‘El despertar de la fuerza’ es totalmente diferente a ‘Una nueva esperanza’: en el fondo es lo mismo, pero joder que no apreciamos a estas alturas una nueva aunque leve variación sobre lo de siempre.
A eso de la mitad del disco, la cosa empieza a bajar un poco de interés, por mucho que meta una trompetilla en la repetitiva «Aquella canción de amor». Pero como erección inesperada de 5 minutos de un señor de 80 años, yo no pido más. El arranque y la novedad de los temas nombrados son suficientes y una sorpresa tras tanto disco monótono. La cosa acaba con una canción en plan jazz de salón de hotel que podría haber firmado Billy Joel tras comer una tarta de gominolas y, por fin, un cierre acústico con el tema que da nombre al disco, el cual me hizo empezar a pensar en si se habría descongelado el salmón para el almuerzo y si debería cortarme las uñas un poco más a menudo. Pero mantengo la alta puntuación. Porque a estas altura, echarle cojones y seguir reivindicando a Perales necesita que el propio José Luis te apoye en esta empresa. Y con «Y me marché contigo» lo ha conseguido.
Con dos cojones, Perales. Eres un mito de ESPPPPAÑA aunque la gente no se de cuenta.