Ente onvre: Troleando a la censura en el Reino Unido

Foto del autor

5
(2)

Ya he dicho en otras ocasiones que odio a los que se erigen como guardianes de la moral. Por lo tanto, todo esto de las clasificaciones morales de películas me parece un tema bastante sospechoso. Sospechoso y peligroso. Sospechoso, peligroso e imbécil.

Porque como demuestra mi amigo Rodrigo Caro, un chaval encantador y sin taras mentales que a los 8 años ya había visto ‘Suspiria’ y a los 13 ha rodado un mediometraje inspirado en el giallo y sabe perfectamente lo que era ‘2 Girls One Cup’, no pasa nada por ver cine de terror cuando se es niño, del mismo modo que no pasa nada si dices palabrotas con cinco años. Sí: alguno puede cagarse de miedo y mojar la cama durante un par de días dependiendo de que vea qué cosa. Pero también me pasaba a mí lo de no sacar los brazos fuera del límite del colchón después de ver un póster de ‘Viernes 13’ (porque de pequeños todos sabíamos que había una barrera invisible de láser que nos protegía) y no me hacía falta ver la peli para ello.

La teoría de que si un niño ve un acto violento en una peli (o juega a él en un videojuego) y luego debido a ello se pone a matar a gente tiene la misma base científica que la creencia de John Harvey Kellogg de que tomar copos de maíz tostados eliminaba el deseo de la masturbación. Lo curioso es que durante muchos años esto no sólo se creyó a pies juntillas, sino que caló tan a fondo en cierto país como para tener una de las censuras cinematográficas más feroces de la última mitad del siglo XX. ¿Estados Unidos? No: allí había autocensura, pero estaban demasiado entretenidos produciendo porno con dinero de la mafia. ¿Italia? Entretenidos produciendo películas gore con dinero de la mafia. ¿Francia? Entretenidos produciendo porno con música clásica de fondo. Lo sé. Fue una de las experiencias onanísticas más anti eróticas de mi infancia. Tener que machacársela mientras una chica se mete el palo de la escoba por allí mismo al ritmo de Vivaldi no invita al vicio. De las tres películas guarras pretenciosas que me colaron en mis años de EGB, dos tenían que ser francesas. Obviamente.

No, señores: fue el Reino Unido de la Gran Bretaña, Territorios de Ultramar y Los Monos de Gibraltar Incluyendo a Su Líder Intelectual el Príncipe Carlos.

La censura en ese conjunto de países / nacionalidades / paraísos fiscales siempre había sido muy dura. Ahí está el caso ya comentado en uno de los artículos menos leídos de ente bloj de ‘The Devils’ de Ken Russell. Pero la cosa se puso francamente dura a mediados de los 80. Algunos lectores ya habrán adivinado que voy a hablar brevemente de los Video Nasties. Algunos lectores tienen conocimientos de cine de terror que me llenan de amor y ganas de no tomar cereales Kellogg.

¡Con imagen de la carátula de ‘La Invasión de los Zombis Atómicos’!¡Señores con papilla en la cara!¡Paco Rabal!¡El Parque de Atracciones!

El asunto este trató de que el comité censor ya establecido no sólo se limitó a cortar películas como siempre. Es que directamente las prohibió y convirtió su tenencia en delito. Como si alguien traficara con animales en peligro, drogas (que tampoco habría que prohibir, pero ese es otro tema) o con sesiones de dj de Kiko Rivera. Todo fue instigado por una señora llamada Mary Whitehouse que llevaba varios años auto erigida, una vez más, como la guardiana de la moral del país. Fue ella la que empezó a echar la culpa de actos violentos (¿ES QUE NADIE PIENSA EN LOS NIÑOS!) a las películas, afirmaciones que fueron acogidas como niño en calzoncillos a la puerta de un seminario (porque en un post sobre la censura es mi misión meter burradas que cabreen a bienpensantes) por los periódicos sensacionalistas de la época. Ese curioso invento inglés que lleva años generando diversión. Desde noticias falsas hasta la creación del concepto de la Page Three Girl, lo cual ofreció al mundo algo que nadie creía posible: que en el Reino Unido no todas las mujeres parecían caballos con caries. Sin Samantha Fox o María Whittaker mi infancia y la de muchos otros habría sido una etapa un poco más triste.

Nothing’s gonna stop me now from jerking off

Además, en ente bloj le tenemos mucho aprecio a María no sólo por lo que algún avezado lector habrá ya intuido (que era la chica del ‘Barbarian’ de los 8 bits), sino por haber aparecido en el mejor vídeo de Genesis, que ya puse una vez pero, qué cojones: así acompañáis con algo de música sórdida la lectura:

Benny Hill, Maria y el inmortal Phil Collins en el mismo producto audiovisual. Que le digan a Richard Gere que ESTO es el verdadero nirvana

Pero ya me estoy desviando. Que esto en principio iba a ser un post de tres párrafos sobre una noticia aparecida esta semana en la red. Llegamos los últimos, pero con fotos de chicas ochenteras. Continuemos:

A partir de la locura incitada por Mary Whitehouse, la policía empezó a prohibir e incautarse de (expresión que siempre me ha parecido rarísima) una serie de películas de terror y algunas otras que cayeron en la lista porque andaban por ahí, estaban en la misma distribuidora o se llamaban ‘La casa de putas más divertida de Texas’ y eso era sospechoso: En Texas nada puede ser divertido. Excepto su movimiento de independencia secesionista. Que os juro que existe.

Todo ello, con su análisis de cada una de las películas, está bien documentado en numerosos libros que pueden comprarse por Amazon, pero yo recomiendo especialmente el DVD “Video Nasties: The Definitive Guide”, porque además de un informativo documental, lleva comentarios de cada tráiler de cada película prohibida por gente que admiro tanto como el bigotón de Kim Newman, quizá mi crítico de cine fantástico favorito del mundo.

Así que no me meteré ahora con la trilogía lovecraftiana de Lucio Fulci, las cositas de andar por casa comiendo fetos de Joe D’Amato o Island of Death (quizá una de las más gorrinas y depravadas de todas ellas y que, por lo tanto, sobre la cual ahora mismo van a investigar cinco o seis lectores habituales). Todo esto viene a cuento porque poca gente sabe que la censura siguió varios años en el país. Y que todavía, a pesar de que ya muchas películas salen sin cortes a disposición del público, sigue siendo una institución anormalmente poderosa en un lugar civilizado a pesar de tener un príncipe que apoya la homeopatía.

El caso es que, aparte de los Video Nasties, había una lista de películas cuya exhibición en salas no estaba prohibida, pero sí su posesión. Este segundo aspecto del asunto es menos conocido, y duró muchos años, avivado por un par de escándalos apoyados una vez más por los periódicos sensacionalistas. Uno a raíz de un asesinato supuestamente inspirado por ‘Halloween 4’ y otro por ‘Muñeco diabólico 3’, y curiosamente ninguno de los cuales fue debido a que ambos títulos sean la desvergüenza y desidia hecha cine. A lo largo de los 90, se creó en el Reino Unido un mercado subterráneo de tráfico de películas prohibidas, con su importación ilegal por la frontera (si ya es jodido meterse en el culo bolas de coca, imagináos VHS) y sus clubs y fanzines alternativos.

Finalmente, todo esta locura llegó a su fin en los 2000, cuando la llamada ‘Section 3’ se abolió (títulos que destruían si la policía los encontraba en tu poder, pero por los que no te metían en juicios como con los Video Nasties) y la censura se relajó hasta el punto de que yo tengo una preciosa edición de ‘El Más Allá’ de Fulci de origen británico. Pero el cuerpo censor sigue activo, las clasificaciones allí no son recomendaciones como en España, sino prohibiciones, y anda causando daño por otros motivos. Y a eso es a lo que vamos y la excusa para que me haya tirado varios párrafos hablando de la historia audiovisual angloescocesagalesayotrosterritorios. Pero antes, una comparativa:

En España tenemos un bonito comité de calificación moral. Que durante años era una chorrada a la que nadie hacía caso. Tras la aprobación de la explotación del cine X a principios de los 80 y la sustitución de las “Prohibida a” por unas más acertadas ‘No recomendada a’, hemos vivido unas plácidas décadas en las que quien quisiera ver ‘Nekromantik 2’ podía hacerlo sin problema en ediciones en vídeo. El porqué nadie querría tragarse semejante coñazo es otra cosa, pero cada cual con sus depravaciones fílmicas. Lo malo es que recientemente se nos han puesto gallitos quienes sean que ganen su salario con esta tontada y nos prohibieron ‘Saw VI’ en salas. La cosa quedó en nada, pero también se han obcecado en cascarle una X a ‘A Serbian Film’ para evitar indirectamente que se distribuya en este país. Y nuestro querido gobierno del PP ha colado una poca conocida ley audiovisual que parece redactada por un deficiente mental con parálisis cerebral. Esto es, por el propio Rajoy mismamente. En ella, se prohiben los contenidos pornográfico o “de violencia gratuita” en televisión. Quién decide lo que es “violencia gratuita” y lo que no es otro tema, porque las leyes se hacen vagas, tontas y de derechas a propósito. Pero desde luego, yo no soy el más indicado. Es el motivo por el que yo mismo iba a estrenar en Canal+ Xtra ‘The Abc’s of Death’ y cuando vi el episodio de gente empalada mientras se la machacaba con sexo pederasta decidí que prefería mantener mi puesto de trabajo y tal.

Pero al menos, en este país te plantan la X gratis. Puedes tener los cojones, como cierto distribuidor, de mandar la mencionada ‘A Serbian Film’ a calificar tanto a Madrid como a Parchelona por si en alguno de los dos sitios cuela. Pero en el Reino Unido la broma sale cara. Allí te cobran. Y es obligatorio.

En un arranque de economía modelo ‘el estado se lava las manos’, lo que debería ser un servicio público (aunque sea porque hay que pasar por el trámite por cojones) más bien huele a servicio público. Esto es, no es una organización gubernamental, y el sueldo de los censores (y, me atrevería a decir, los beneficios), salen de una tasa que se cobra a los distribuidores y productores. Lo cual podría ser buena idea si no fuera porque cada vez existen, gracias a la crisis en la producción cinematográficas, más películas que llegan con el presupuesto más justo que las mallas de una concursante de ‘MHYV’. El cine de guerrilla no puede permitirse dar, atención, 100 libras de entrada y 7,9 libras por minuto. Eso significa que una peli de 100 minutos acaba saliendo por 890 libras, o lo que viene a ser en europeo, 1.263 euros.

Vamos, que si ‘Cine Basura: la peli’ fuera británica, además de incorporar más chistes de caca y unas diez veces la palabra ‘wanker’ (mi palabrota inglesa favorita), habría tenido que alimentar solo con bocatas de chope a todo el equipo.

En su lugar, servíamos partes de los actores que iban acabando el rodaje.

Así que aquí entra una nueva propuesta a onvre del año: Charlie Lyne. Este documentalista (creo, porque a veces la IMDB se lía) y crítico ha visto que esto es intolerable en un panorama fílmico en el que para el cine de guerrilla ya no basta con extorsionar a amigos. Ahora además has de empeñarte a deber favores a todo el equipo que han trabajado gratis porque gracias a la piratería amortizar una peli de bajo presupuesto es una quimera tan fantástica como conseguir que la izquierda española entienda que el independentismo está en contra de su propia ideología.

Lyne se ha leído los requerimientos del comité calificador (o más bien, censor) y ha encontrado cómo llamar la atención sobre el problema y vengarse. Resulta que están obligados a verse la peli entera. Fotograma a fotograma. Por lo tanto, en un ataque de trolismo que haría que le contratara ipso facto como comentarista oficial de todas las apariciones de artículos de V&S en Menéame, ha abierto un Kickstarter para crear una película con una pared con pintura secándose. Cuanto más dinero saque, más larga será la película y más sufrirá el censor. A día de hoy, una de esas personas que guarda la moral de todos los británicos tendrá que tragarse 12 horas y 13 minutos de pintura secándose.

Aun así, más entretenida que la última de Reygadas

¿Servirá esto para que dejen de joder a la producción independiente británica? No sé. No hago películas allí (y, según quien vea el resultado final de ‘Cine Basura’, quizá diga que no llamarían ‘película’ a lo que he hecho aquí). Por lo tanto, hay quien diría que tampoco debería importarme.

Pero estaría equivocado. Me importa y he escrito uno de los posts con menos gracietas de la historia del blog por tres motivos: El primero es que admiro todo esfuerzo por ayudar a la producción de películas independientes. El cine de bajo presupuesto nos da joyas ocultas y, al mismo tiempo, el cine colonoscopia que tanto disfruto. El segundo es que no puedo evitar obtener placer cuando se llama la atención sobre la existencia de algo tan subjetivo, tonto e inútil como las clasificaciones morales, que llevan, por ampliar el público potencial, a la producción de películas aguadas como una ‘Los Juegos del Hambre’ en los que la protagonista no sufre ningún dilema moral, no mata a nadie a no ser que sea en defensa propia y la muerte no se ve con toda su crudeza. O, peor todavía, comedias en las que no se puede decir un buen JODER para que no se resienta la taquilla.

Pero el motivo más importante es el tercero. Y es que a mí no me gustan las bromas. De hecho, las odio. Me cabreo con los programas de radio con llamadas telefónicas tomando el pelo. PERO un buen troleo… eso es otra cosa. Tocar los cojones a una institución que se lo merece con sentido del humor es algo que aplaudo, aunque el pobre desgraciado que tenga que tragarse las posibles 13 horas de ‘película’ sea un encanto de persona. Que posiblemente no lo sea a no ser que realmente odie su trabajo y no tenga otra opción para pagar la hipoteca. Porque hay que pertenecer a un grupo muy determinado de capullos para participar de una organización que quiere imponer su criterio moral sobre un país libre prohibiendo a una parte de la población ver ciertas películas y, encima, extorsionar por hacerlo.

Siga al autor de ESTO en Twitter:

!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?’http’:’https’;if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+’://platform.twitter.com/widgets.js’;fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, ‘script’, ‘twitter-wjs’);

Vota esta publicación

¡Haz click en una estrella para puntuarla!

Puntuación media 5 / 5. Recuento de votos: 2

No hay votos hasta ahora! Sé el primero en calificar esta publicación.