El gayfrikismo

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Hace no tanto que ser un frikazo, al igual que ser homosexual, era una desgracia del mismo nivel que un acné desmesurado o la mayoría absoluta de Rajoy: un estado en el que lo deseable era durar lo menos posible. A golpe de electroshock si hiciese falta.

Sin embargo, con mucho esfuerzo y dedicación se logró sacar, aunque solo fuese un poco, al frikismo de esa categoría. De ser los secundarios de los que chancearse, los freaks pasaron a protagonizar series de desmesurado éxito como ‘Big Bang Theory’, lo más visto de la historia de la televisión de cable terminó siendo una adaptación de ‘Canción de hielo y fuego’… Y cada vez se presiona más a lo que queda de crítica de cine para que acepten al Darnái como la mejor peli de todos los tiempos (en el imdb les llega con anunciar el rodaje para colocarse en primera posición).

Y, hoygan: nos parece muy bien. Porque mal andamos cuando la madurez consiste en ver los telediarios de Antena 3 en vez de Doctor Who. O cuando se piensa que puede haber un motivo para tener hijos que NO sea el ponerle las pelis de Star Wars en su orden correcto (empezando por el episodio IV, claro, y glosando las virtudes del bigotón de Lando Calrissian).

Lamentablemente, todo este triunfo de visibilidad y de alegría de vivir no lo ha conocido de la misma manera el colectivo gay (sé que lo correcto es decir LGBT, pero usar siglas que no sean tan Jloriosas como MAMIL – middle-aged man in lycra – me parece un atentado contra el buen estilo literario). Y, sí, ha habido muchos avances en visibilidad y derechos, pero en absoluto suficientes a pesar de que muchos retrógrados opinen que ver a dos señoritas acarameladas por la calle es un signo inequívoco del hundimiento de EsP-P-Paña.

Por ese motivo, queremos aportar nuestro ínfimo grano de arena para que la jovialidad gay y freak puedan ir juntas de la mano hacia un futuro venturoso. Si en su día alertamos al frikismo de los peligros de caer en la tontería ultraliberal Randiana, o también animamos al mundo gayer de vivir con intensidad el poder del metal (porque el METAL es la única música: todo lo demás son sucedáneos para todos aquellos a los que, no exentos de razones fisiológicas, los alaridos y el doble bombo les produzcan dolor de cabeza) hoy animamos a los freaks a que salgan del armario y comprendan que el ensimismamiento, enmadramiento y, en definitiva, ser una secta dentro de uno mismo es EXACTAMENTE el mismo en ambas culturas. Y que hay que desterrar esa diferencia de “Si me consigo un/a churri y un curro encorbatado, puedo aspirar a salir del indeseable estado freak, mientras que lo de ser maricón no tiene arreglo”.

¡Basta ya! ¡Abandonemos esas épocas oscuras en las que Philip K. Dick vivía al borde del suicidio porque estaba convencido de que iba a ser homosexual! ¡Insultemos la homofobia de ese mormón asqueroso de Orson Scott Card! (Feck, siempre me dio por saco el Juego de Ender, así que sufro menos por el tema que otros freaks…). Hoy toca celebrar todos los pasos, siempre valientes, siempre joviales y, por encima de todo, de un frikismo del quince, que han ayudado a tantos onvres y munheres a salir del armario lanzando un dado de rol, empuñando la espada de Aragorn y embutiéndose en la lycra de Lobezno.

Superhéroes en el armario

Nadie comienza su andadura en el mundo de los tebeos leyendo underground. Uno puede arrancar con Mortadelo, pero es de la mano de Marvel con la que comienza el viaje del frikismo. Y es al cruzar la línea roja de DC cuando se ve que ya no hay vuelta atrás.

Por ello, no es posible calcular el daño que el panfleto ‘La seducción del inocente’, del infame Frederic Wertham, hizo a la posibilidad de que el frikismo superheroico pudiese salir del armario. A raíz de su escrito se creó el Comics Code Authority: una censura que, entre otras cosas quería proteger a los niños de “Historias como la de Batman, que estimula a la infancia hacia las fantasías homosexuales”. Sí, amigos, lo de Robin fue una sordidez desde el día 1, y todo el mundo se dio cuenta de ello. Y es una sordidez que celebramos: ojalá algún día Nolan la entienda tan bien como Schumacher en su ‘Batman: Forever’.

De entre los goles que les lograron colar el más notorio es el de DC y la isla de Themyscira, ese sitio en el que Wonder Woman vivía con sus hermanas amazonas. Si no la cagan con su peli, como lo hicieron con Catwoman, uno de los iconos definitivos del glamour, reverenciado en todo el mundo gayer, puede iluminar muchos caminos en el futuro. Aunque, de momento, la actriz elegida me da mucha grimilla.

Posteriormente, en DC, un jrande como Steve Englehart (al que reverenciaré por convertir ‘The West-Coast Avengers’ en una apoteosis del puterío y quién-se-lía-con-quién en vez de en un tebeo de superhéroes) creó el personaje gay de Extraño en la serie New Guardians. Arrancaba así una era liberal en DC que conocería sus mejores hits en la salida del armario de Batwoman y el tener ¡por fin! Un Linterna Verde del club del pepino como Alan Scott. Y lo mejo de todo era la actitud somotherfuckinwhat hacia su orientación sexual. Soberbio.

Mientras, en Marvel, para intentar salir de su pesadilla homófoba, algunos autores intentaron meter goles a la política de “Nadie del club del pepino en el universo Marvel” que el lamentable Jim Shooter estableció en los 80. El autor que más odiaba a Shooter, el mítico John Byrne, creó a Estrella del Norte en Alpha Flight. Desgraciadamente, es personaje terminó siendo un canadiense francófono metido en el armario que manifestaba su mala hostia a través de mil y un desagradables borderíos. Encima, hubo que esperar hasta el 92 para sacarlo oficialmente del armario.

En el siglo XXI Marvel fue introduciendo más personajes gayer, pero siempre bajo la presión de tener que poner “solo para adultos” y, por supuesto, no mostrar más que algún beso ocasional. Ya lo ven: meras migajas cuando lo que de verdad hace falta es una serie DE ÉXITO protagonizada por homosexuales carismáticos, y no por curiosidades al margen. A pesar de todo, hay que destacar en LA serie por antonomasia (X-Men) el personaje de Mística – por cierto, en las pelis eluden que se cepillase a Destino – y el haberse animado, recientemente, a sacar del armario al hombre de hielo Bobby Drake.

Se ve que LA MEJOR escena de la historia de las pelis de superhéroes surtió efecto. Me refiero, claro, a ‘X-Men 2’ y Lobezno haciendo de “profesor de arte” en medio de una conversación en la que los padres decían a su hijo “No podrías intentar no ser m…utante?”. Algunos aplaudieron a Bryan Singer por su magnífica escena criptogay. Sin duda alguna Bryan respondería “¡¿Critpo?!”.

Afortunadamente, si nos enseña algo la historia reciente de los superhéroes es que ciertas puertas  del armario que se abren son difíciles de cerrar. ¿Quién sabe? Quizás algún día veamos una peli con Mística bajando al pilón. De momento, lo mejor que tenemos es a Hugh Jackman abrazando lolailísticamente su pasión por el musical mientras algún freak desinformado gritaba desde el patio de butacas del teatro “¡No, Lobezno, no lo hagas!”.

Ralf König

Algo que sucede con algunos lectores de superhéroes – es mi caso – es que, conforme salen pelillos ahí abajo, comienzan a interesarse por el cómic europeo. Aunque solo sea por la proliferación de tetas y culos que allí se produce.

Si bien hay obras excelsas en el género como el ‘Ali Baba y los cuarenta maricones’ de Nazario, lo cierto es que esos tebeos predicaban al converso, y generaban rechazo a los freaks en las tiendas de cómics.

No fue hasta la llegada del cósmico Ralf König cuando las cosas comenzaron a enderezarse de la mejor forma posible: con humor. De la misma manera que se enterraron décadas de terrorismo y muertes, consiguiendo a la par que la gente aprendiese y celebrase muchos aspectos de la cultura euskaldun, con ‘Vaya Semanita’, ‘Ocho apellidos vascos’ o ‘Allí abajo’ (sublimes las tres, digan lo que digan) Ralf König, con unas historias disparatadas animó a muchos freaks a que se comprasen ‘El condón asesino’. “Sí, es una mariconada y sale un chavalín en pelotas agarrado al paquete del inspector de policía en la portada… ¡Pero es que luego te descojonas de risa!”. Esa fue la frase que abrió puertas y, una vez aprendimos todos que con muy pocos – o ningún – tebeo te podías reír más, los de La Cúpula se animaron a publicar ‘Huevos de toro’. Sí, antes habíamos vistos los más light ‘El retorno del condón asesino’ o ‘El hombre nuevo’… ¡pero ahora tocaba ver ojetes reventados y corridas en la cara!

Y Ralf triunfó y todos nos pusimos extrañamente cachondos con las andanzas de Ramón, obrero de la construcción.

Saludo de Ralf König para Vicisitud y Sordidez from vicisitud y sordidez on Vimeo.

Y luego vendría ‘La noche más loca’, donde todos aprendimos la belleza estética de ese placer sin igual que es lamer la última gotita que cuelga del capullo. Y eso sólo está a la altura de los más grandes. Gracias, Ralf.

Mangakas: siempre dos pasos por delante

A pesar de la psicopatología que domina todo el hecho sexual en Japón, el tener la industria del tebeo más grande del mundo implica que prácticamente puedes tratar cualquier cosa.

No es de extrañar, por ese motivo, que a los japoneses les debamos la revolución más importante que haya conocido el mundo del frikismo en su historia: la llegada de munheres a esa su comunidad antes conocida como “campo de nabos”.

Y es que, si el frikismo pudo hacerse mixto fue, precisamente, por ofrecer algo más que el “voy a dibujar tíos melenas con espadas como penes, pero a pesar de todo sigo siendo heterosexual”. Los nuevos temas del manga crearon así, una comunidad mixta que, entre sus repercusiones más positivas tuvo, en primer lugar, el aniquilar la chunga visión de la mujer como “ser castrante y aburrido que, eso sí, me permitirá llegar a la edad adulta abandonando la lacra del frikismo”. Pero también la de… ¡aumentar las combinaciones!

Y es que, abandonado ese masculinismo alienante de los tebeos de superhéroes, ahora ya se podía homenajear a Jimmy Sommerville y su ‘There’s More to Love Than Boy Meets Girl’. Así, mangakas contumaces que, en su día, hacían atrocidades como comprarse Candy Candy podían aventurarse en el goce de un Shojo Manga – como, por ejemplo Yaoi y Yuri – en el que la homosexualidad masculina era uno de los temas predilectos de las lectoras. Y pasó a serlo de muchos lectores. Porque el Shojo nos mola A TODOS.

Una de las obras fundamentales de gran utilidad para lectoras fue la serie Sailor Moon: una representación de personajes femeninos mucho más interesante que esa costra de ‘Frozen’. Una de sus protagonistas, la fuerte y musicalmente dotada Sailor Neptuno tenía un jovial rollo con Sailor Urano, aunque en la versión norteamericana fue debidamente censurado en imagen y en doblaje.

Que no se me olvide, por cierto, que el mejor autor de cómic de todos los tiempos (o mejor autor de cualquier cosa de todos los tiempos, sobre el que siempre posponemos un post épico) es un mangaka: Osamu Tezuka. Y Osamu fue un enérgico luchador contra la discriminación. Su largometraje ‘Cleopatra’ causó gran controversia por sus secuencias homosexuales, y Osamu nunca dejó de jugar con la ambigüedad toda su obra – jlorioso el perro Tamasaburo en Nanairo Inko – pero, si hay que quedarse con una, no dejen de leer ‘M.W.’. Enfermedad, religión, deseo y muerte más allá de Almodóvar y de lo que sea. Y les pondrá cachondos/as.

Y, ya que estamos con japos, de los tebeos toca pasar a los…

Videojuegos

Mucho imbécil que usa la palabra ‘feminazi’ – no te engañes: si está en tu léxico, estás haciendo el capullo – se ofende cuando muchas programadoras llaman la atención sobre el machismo de muchos videojuegos.

Pues mire usted, hacen muy bien, y no sólo por luchar contra la discriminación. ¿Es que nadie se da cuenta de que una industria del videojuego en el que todos y todas estemos felices y calientes sólo supone un mundo mejor en el que vivir?

Por ese motivo, nunca dejarán de ser bienvenidos más y mejores personajes gay llenos de carisma. Si hay que aplaudir al primero en abrir el armario, ese sería Birdo, el dinosaurio rosa de Super Mario Bros 2 (1988). En el primer manual de instrucciones apostaron por el rollo trasgénero al decir “Cree que es una chica, así que prefiere que le llaméis Birdetta”. Por supuesto, hubo censura por parte de los cretinos de siempre. En este caso los reaccionarios de Nintendo.

Muchos personajes que vinieron después jugaron un poco con el pánico a la sodomía tan instaurado en la cultura freak. Con el general Zhang y su liguero de Dynasty Warriors a la cabeza (incluso Kojima pondría un malo bisexual en la figura de Vamp aunque, deber es reconocerlo, no era la caricatura de una locaza).

«Descubrirás que, cuando muerdo, dejo señal» Sara Montiel

No sería hasta 1996, con Phantasmagoria 2 (Cádiz 0) de Sierra Entertaiment en la que el protagonista sería un bisexual y… ¡que el jugador eligiese! (Lo cual era ir un paso más allá del arcaico aunque fascinante ‘Alterego: Male/Female’ de Activision, que dio a muchos freaks la única oportunidad en su vida de estar dentro de una mujer, aunque solo fuese su psique).

Llevando las cosas más allá “el peligroso lobby gay” se atrevió con la atrocidad del ¡matrimonio entre personas del mismo sexo en Fallout 2! Un aplauso al programador Tim Caine precisamente por predicar allí donde más había que hacerlo.

Mientras, en el Final Fantasy IX, apostaban por el trasgénero con los personajes Quena y Vivi. Toda una forma de animar al jugador a explorar mundos de posibilidades sin tener que estar apretando violentamente su orto. Afortunadamente, en muchas ocasiones la partida terminaría con el ojete descansado. Y recordemos la frase de Ron Jeremy “Un ano relajado es un ano feliz”.

En el mundo pecero, un hit maravilloso – y uno de los videojuegos más encomiables de la historia – fue ‘Sims’. Su trabajo a la hora de demostrar que ser gay era un estilo de vida perfectamente viable fue una de las mejores educaciones para la ciudadanía posibles. Y su tráiler es una ovra maestra:

La última gran aportación a que el frikismo salga del armario alzando el mando de su Pleisteichon al aire viene de otra de las mejores sagas del videojuego ever: Grand Theft Auto.

Citando la frase de John Waters “La auténtica igualdad y aceptación gay vendrá cuando nos permitan ser igual de horribles que los heteros. No soporto una película en la que una lesbiana demuestre ser una madre maravillosa. ¡La igualdad es que pueda ser una madre horrible, represora y castrante como las madres de las películas que a mí me gustan!”. Siguiendo esa máxima, la expansión descargable ‘GTA IV: The Ballad of Gay Tony’ demostraba que se podía tener un personaje protagonista carismático, gayer y en absoluto encomiable humanamente. O sea, la definición perfecta de empatía para cualquier jugador de bien. What’s not to love?

Por supuesto, la batalla no está, ni mucho menos, ganada. Pero hay que seguir aplastando al enemigo homófobo hasta aniquilarlo o hacerle perder su virginidad anal. ¿Qué te molesta que, en Mass Effect III se permitan romances homosexuales (con sus escenas íntimas incluidas)? ¡Pues te jodes y sigues jugando hasta que te guste!

Star Wars

Aquí sí que tenemos un gran caballo de batalla que tomar por asalto. Nadie puede dudar que, evidentemente, Star Trek es una saga mentalmente mucho más avanzada que Star Wars: no sólo en su uso de la hard-sci-fi sino también en el socialismo libertario de Gene Roddenberry frente al autoritarismo chunguer y mongoloide de Lucas. Por ese motivo, no sorprende la maggggnífica labor de concienciación de George Takei o la salida del armario de Zachary Quinto justo después de su sublime interpretación como Spock.

Pero Star Wars no es lo mismo…

Tanto el encefalograma plano de Lucas como el de Disney, nuevos dueños de la franquicia, parecía que bloquean cualquier intento de animar a los miembros de la secta a seguir los consejos sexuales de Jimmy Sommerville.

Una primera grieta se produjo en el videojuego Knights of the Old Republic. Se trataba del personaje de Juhani – incluyan chiste sobre su participación en una peli choni de Bigas Luna aquí – una Jedi que había caído en el lado oscuro (aunque yo soy más de la primera traducción, mas Cervantina, del “reverso tenebroso”).

Oye, pues para un apretón…

Una vez la vencías tenías la opción de matarla por haberse corrompido o perdonarle la vida para que se uniese a tu grupo. Si hicieses lo segundo, Juhani estará tan agradecida que se enamorará de ti. Con lo cual, si tu personaje es femenino, ahí tienes la forma tan retorcida en la que puede producirse lesbianismo en la saga galáctica. Y con un twist: al final era el señor oscuro de los Sith padeciendo amnesia. Joder con las bolleras. (Ahora recuerdo a un amigo megafreak confesándome «Mi fantasía sexual es que una mujer con la voz de Darth Vader me diga que me quiere». Ains).

Afortunadamente, el malvado y todopoderoso lobby gay presionó a Lucas – cuyo principal contacto con identidades sexuales alternativas era caracterizar el hermafroditismo como Jabba – y, en una entrega siguiente de Knights of the Old Republic se plantearon que hubiese una opción… amorosa… en el juego. Diez jugadores masculinos y diez femeninos con la máxima Lucasiana de “Solo existe la heterosexualidad” . Pero, tras un merecido follón, se plantearon jugar la carta progresista, pero TAN mal que quedaron como el culo. Así fue la cosa:

Primero decidieron que sí habría opción homosexual PERO (el mítico pero de la frase “Yo no soy homófobo PERO…”) para no “alienar” a las buenas personas, decidieron que la homosexualidad sería solo un contenido descargable que no estaría en el juego base. Y que, si querías hacer el maricón, solo podría ser en el contenido descargable del planteta Makeb. Siéntanse libres de usar las palabras ghetto, segregación o lo que les venga en gaña. Yo soy mucho de usar la palabra “almorrana”.

Como la historia del mítico «Barco de los maricones» de Cádiz. Documéntense.

El caso es que hubo mucho freak imbécil de los del pánico a la sodomía que se cagó en el juego. Ya saben, los mismos del “George Lucas violó mi infancia – otra vez la sodomía… – con el Episodio I” fueron los del “Maked ha arruinado Star Wars”. Igual habría que decirles “Oye, a lo mejor el pagar por ese planeta descargable es el equivalente a un billete de autobús desde tu pueblo miserable a una gran ciudad en la que puedes follar con quién te dé la gana sin que te apedreen. La cual es una de las principales causas del más que saludable éxodo rural”.

La última concesión de la retrógrada saga galáctica a intentar vivir en el siglo XXI es el incluir un personaje gay ¡en un libro de la saga! ¡Un libro! Una oficial imperial lesbiana llamada Moff Mors (de nuevo un malo) aparecerá fugazmente en ¡un libro!

¿He dicho ya que es un libro? ¿Alguien los lee?

¡Un libro!

El JRAN Pope del Gayfrikismo: Russell T. Davies

En teoría, este apartado final debería tratar sobre series de televisión, pero me da igual que Laura Wachowski haga escenas de strap on en su último despropósito o que la estupenda Orphan Black le dé a todos los palos de la baraja, por no hablar de la cantidad de personajes MAMIL… perdón LGBT que hay en numerosas series más que soberbias, con Cyrus Beene de ‘Scandal’ a la cabeza.

No. Aquí vamos a por el arma definitva: el ente galés de casi dos metros que aunó el frikismo más recalcitrante con las mejores historias gay que el audiovisual jamás conociere: Russell T. Davies. The Russell, baby.

Escocia – Gales… Nada puede fallar.

Su primer gran contacto con la fama vino con la sublime serie sobre la vida gay en Manchester ‘Queer as Folk’. Unas historias imprevisibles, en las que Russell demostraba saber de qué hablaba, un Aidan Gillen que se salía como gay capullo y triunfador años antes de ser Little Finger en ‘Juego de Tronos’, y unos subtituladores de gaymelilla.com que se cubrían de gloria al poner “mi pollica” o “¡Finstro, pecador de la pradera!” de forma harto pertinente. Pero, por encima de todo, cortocircuitaba todos los cerebros con el personaje de Vince, un pobre pagafantas/follamigo del prota que era caracterizado por su desbordante frikismo.

Así, en una serie que comenzaba con anilingus y eyaculaciones faciales, sexo con niños de 15 años y demás jovialidades salidas de la mente de nuestro galés favorito, de pronto… ¡El personaje de Vince era caracterizado como un talibán de Doctor Who! Y, a partir de ahí, un nuevo universo se abría para el gayfrikismo: un polvo es interrupido porque uno de los chavales quiere ver ‘Genesis of the Daleks’ en VHS, un regalo romántico es el perro robot K-9 y, por encima de todo, LA muestra de amor supremo que descomponía o rehacía relaciones amorosas era… ¡Saberse el nombr de todos los doctores (y que Paul McGann NO cuenta). Vean este clip y no den crédito:

Con este bagaje, no fue una sorpresa que debiésemos a Russell T. Davies la resurrección de un pilar del frikismo como jefe de guionistas del nuevo Doctor Who. Y, si en Queer as Folk había metido referencias a Tom Baker y Sylvester McCoy, ahora tocaba…

Sí, lo han averiguado, meter mariconeo en la serie de nuestro Time Lord.

En el capítulo ‘Aliens of London’ , la maravillosa Choni de polígano – sublimes los satanes exhibidos – que era Rose la largaba un épico “you’re so gay!”   al doctor, que generó cierta controversia, pero la mejor carta estaba por llegar: en un contubernio entre Russell y Steven Moffat (que sería el siguiente jefe de guionistas de la serie) crearon al capitán Jack Harness:

Nota: es el que tiene cara de fistfucker

Y hasta al propio Doctor le pareció muy bien:

Jack, aparte de estar bueno, viajar en el tiempo y ser inmortal, tenía una característica muy útil para el futuro y muy encomiada por el Doctor: ser omnisexual. Vamos, que Jack se follaba todo lo que se moviese: ovre, munhé, Time Lord, robot y, siendo Russell galés, supongo que también ovejas.

Lógicemente, todos y todas los espectadores quisieron follarse a Jack, con lo que resultó inevitable tirar de spin off en una serie abiertamente ambientada ¡en Cardiff!

Sí, estamos hablando de esa ciudad de mis amores que tan bien me ha acogido y que es conocida por el reality ‘The Valleys’: la crónica de los desfasados fines de semana en los que todos los catetos del Vale of Glamorgan se bajan en la capital de Gales para darlo… TODO. Y, sí, Cardiff es merecidamente famosa en todo el Reino Unido por su despelote nocturno. Dechrau bwyta fy ceiliog enfawr ychydig ar y tro , babi!!!

En ese contexto, la serie ‘Torchwood’ tuvo carta blanca desde sus inicios para mostrarnos aliens hipersexuales que se follaban todo lo que se encontraban en su camino. Como ejemplo, esta escena en la que la prota no puede resistirse a un ente que se cepilla lo que sea para extraer su energía y convertirlo en polvo (lo sabemos porque antes hemos visto al propietario de un night club de Cardiff machacársela con la cámara de los baños hasta que el “polvo”, literalmente, le cortó el rollo).

También el personaje pagafantas de la serie – una pobre oriental malfollada – tiene su momento de gloria con otro alienígena que se cuela por la grieta espacio-temporal que le da toda la marcha a Cardiff:

Por supuesto, on top of the list, TIENE que estar el Jack Harness, que SPOILER no sólo se carga a la novia del personaje de Ianto – con el consiguiente odio de éste hacia el capitán – sino que, luego ¡se lo folla!

En el proceso, con una serie tan freak como ‘Torchwood’, Russell enseñaba a sus atónitos espectadores que no nacer bisexual es, sencillamente, una tara. Y que menudo mundo de posibilidades les estaba ofreciendo. Porque la “T” de Russell T. Davies significa “Television”. Y NO existe mejor ni más pura televisión que aquella en la que todo el mundo folla con todo el mundo. No me lo discutan.

Después de otras encomiables series – ‘The Sarah Jane Adventures’ ‘Demons and Wizards’ – y de haber regalado al frikismo el primer Doctor guapo – sí, mucho más que Davison – en la figura de un David Tennant que logró calentar por igual a frikazos y frikazas, Russell volvió al mariconeo extremo de Manchester con la merecida sensación de “misión cumplida”. Ahora nos tocaba a los frikazos que disfrutamos de sus sublimes episodios – como ‘Midnight’ o ‘The Parting of the Ways’ – seguir a Russell en nuestra edad adulta por un mundo en el que el frikismo y la gaycidad eran ¡por fin!l dos caras de la misma moneda. Y, de paso, ver la mejor serie de todo el 2015 (de nuevo, NO acepto discusión): ‘Cucumber’ que, si hubiese criterio, deberían traducir como ‘El club del pepino’.

Y esto ha sido un post épico que un arrebato de curro y las vacaciones me han hecho posponer en exceso. No es que quisiese publicarlo para el día del orgullo. Más bien me acordaba del pobre Pedro Zerolo, que decidió arruinar su prestigio mandando un saludo a un blog tan sórdido como éste.

Justo es que le devolvamos la cortesía con esta invitación al gayfrikismo. Esperamos haber sido dignos, Pedro. Hasta siempre.

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