Los peores videoclips de jrandes del rock progresivo 3: The Moody Blues

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Los ochenta fueron muy crueles con los grupos de rock progresivo.

Muchos preguntarán : “¿Rock progrequé?”

A ellos les contesto: Enhorabuena. Ya podrás hablar con munheres de música. Porque no hay nada más triste que ir con una chica atractiva a mirar discos (sí: existen las tiendas de discos y hay imbéciles como yo que las visitamos), que ella se emocione con la Velvet o cualquier cosa punk y tú sólo sepas llorar ante la visión de un disco de Anthony Phillips.

Muchos preguntarán: “¿Anthony Phiqué?”

A ellos les contesto: Enhorabuena. Aunque seáis fans en el armario de Dinamita Pa Los Pollos, ya tenéis más posibilidades de conectar en gustos con una mujer que yo.

El caso es que en la década dorada de las hombreras y los drum machines, los grupos de sinfónico no tenían mucho que hacer. Casi todos desaparecieron. Otros se mantuvieron con cierto éxito, pero a costa de que, gracias a su producción, hoy en día sus discos pop de la época sean objeto de escarnio tanto de los viejos fans como de los modernos de toda la vida. Ni siquiera hacían AOR de ese que reivindican los que hacen cosas como ‘Kung Fury’. Aunque era gente que solía rondar sólo los cuarenta en esos años, era como ver a tu abuela intentando hablar de cómo le mola quedar con las amigas a jugar a Minecraft y construir pollas y esvásticas en el juego.

Esa es más o menos la imagen mental que se me viene a la cabeza cuando pienso en Justin Hayward con estas pintas:

Pelassso.

Y es que esto va de los Moody Blues. Los inventores del rock sinfónico (fuck King Crimson: ellos llegaron primero). El grupo con la cantante más guapa del género y el bigotón más glorioso. Como nunca fueron demasiado oscuros ni complejos y hacían sus singles decentes, pudieron atravesar la debacle del género con cierta dignidad. Pero poco a poco iban perdiendo relevancia.

En 1983, otras viejas glorias del prog consiguieron lo verdaderamente ansiado: un hit single de los gordos para reverdecer laureles con una canción que no tenía nada que ver con ellos mismos. Fueron Yes, y hasta llegaron a llenar estadios con un Jon Napoleoncito Anderson vestido de Eva Nasarre.

Leggins to the left of you, wrist bands to the right.

No era como Asia, plagada de expatriados del género. Se trataba de un comeback por todo lo alto usando el nombre del grupo, aunque el autor de las canciones básicamente fuera un chaval sudafricano petable. Los Moodies no se habían desbandado como sí lo hizo Yes. Ellos llevaban media década intentando mantenerse como podían, incluso cambiando a su teclista más de melotrones por uno un poco más hortera que, además, era el segundo más feo de la historia del prog…

Pelazo. Que no es lo mismo que “pelassso”

… que a su vez había sustituido al verdaderamente más feo en Yes durante un disco.

Y, con todo, Wakeman ha follado más que todos vosotros juntos.

Pero flash back. Los Moodies fue un grupo que entró en la historia de las curiosidades por partida doble. Nada más empezar, fue uno de esos casos de formación que resultó tener verdadero éxito cuando se largó su líder. Fue un tal Denny Laine, pero no sufráis por él, que no es un Pete Best de la vida. Tuvo su carrera. Si acaso, podéis odiarle por haber acabado en los Wings y co firmando “Mull of Kintyre”, el atentado auditivo con gaitas definitivo. Que, por supuesto, a mí me agrada. Algunos pensaréis que porque soy un terrorista audiovisual sin gusto. Algunos tendréis razón.

Los setenta pasaron llenos de mucho éxito, mucho disco conceptual, mucha droja y mucha grupi esperando follarse a Justin Hayward o, si la cosa se ponía dura, a John Lodge (como siempre, si no había más remedio, al batería, aunque en este grupo la calidad era tener un flautista-pandereteiro, probablemente el combo más neverfucker de la historia del rock quizá por encima del que tocaba el fagot en Gryphon)

Pero, tras un descanso después de la marcha del teclista Mike Pinder a hacer discos para niños, el grupo siguió como si nada. Intentando adaptarse a los tiempos, pero con resultados respetables, pero nada espectaculares.

Hasta que llegó “Your Wildest Dream”.

¡Estos señores de cierta edad podían tener un hit masivo con una canción pop! ¿Acaso no fueron maravillosos los 80? Hoy en día la capacidad de alcanzar un número uno va directamente proporcional al tamaño de tus tetas, la cantidad de veces que hables de culos y a lo subnormal que sea el interludio rapero para atender al mercado de música urbana. Pero nunca a HOMBRES que comenzaron dos décadas antes haciendo canciones con títulos como “Doctor Livingstone I Presume” o “La liebre y la tortuga”.

La canción es alegre, suena bien sin el ochenterismo desatado del resto del disco que la contenía y tiene un vídeo nostálgico con EL PELASSSO DE JUSTIN HAYWARD de protagonista, lo cual mejora un 43% cualquier producto audiovisual. ¿Cómo seguir este éxito? Con la otra canción decente del disco que no suena producida por un orangután al que le han metido hombreras con purpurina en los conductos auditivos: “The Other Side of Life”. Y, ya que veníamos de un hit, había que hacerle otro vídeo con cierto empaque. Un clip que revelaba dolorosamente ciertos problemas con el grupo

Esto es: que no eran maestros de lo audiovisual y tampoco especialmente jóvenes. Como yo. Pero ese es un tema que dejaremos para cuando se estrene ‘Cine Basura:La película” y tenga que abandonar internet avergonzado.

El clip tiene cierta trama. De hecho, hasta tiene diálogos al principio, un arte cada vez más olvidado y que sólo grandes artistas como Katy Perry lo han intentado recuperar. Un yuppie (que era como se llamaba en los 80 a los neocons, que es como se llamaba en los 2000 a lo que hoy conocemos como ‘hijoputas corruptos’) está de cena con los colegas y pilla un taxi que le lleva, según las intenciones del director, a una especie de lado oscuro de la sociedad. La letra de Justin tampoco es que sea un prodigio de variedad y profundidad. Es como si ‘Walk on the Wild Side’ se hubiera escrito en una servilleta de McDonalds en lugar de en papel en el que venía envuelto el paquete de heroína que se metía Lou Reed.

Ese lado oscuro está representado por cosas como ésta:

ARTE

Y es que, como ya nos enseñó Russell Mulcahy en su master-piss ‘Total Eclipse of the Sun’, los directores de vídeos de los ochenta luchaban en un concurso extraño para ver quién se metía más cocaína y se le ocurrían más horteradas surrealistas. En este caso, horteradas que parecen sacadas de una peli postapocalíptica de Albert Pyun.

Pero no nos desviemos de lo que realmente me encanta del vídeo. Sí: toda la imaginería es delirante. Pero lo mejor es cuando llega el estribillo y empieza a presentarse a la banda. Comenzamos con Justin. Justin está bueno. Por Justin todo hombre dudaría de su heterosexualidad. Pero el pobre tiene cara de monaguillo. Es el roquero que le puedes presentar a tu abuela. La combinación de chupa de cuero con su imagen de novio ideal.. como que no. Y si le añadimos sus cuarenta añazos, lo de hablar de un paseo desmadrado investigando el lado oscuro de la vida, es como poner una foto de Bisbal haciendo los cuernos en un concierto Defcon Dos. Algo falla.

Mira qué chupa más molongui, tronco. Chachi piruli, soy un donjuán trolololó.

Luego vemos a nuestro ya conocido Patrick Moraz viviendo en su idiosincrasia de chaqueta hortera y siendo consciente de que esa noche Justin se follará a la modelo más mona del rodaje.

Porque un artículo con dos fotos de Moraz siempre es mejor. Y más aterrador.

Luego aparece una base de maquillaje. Debajo, se averigua a John Lodge, el otro principal compositor del grupo, ya en su comienzo de mutación de joven normalucho a señor mayor porcino.

No me mires, dejalo ya, que hoy me he puesto DEMASIADO maquillaje (jey jey)

Pasando por encima rápidamente del batería Graeme Edge porque ya de joven parecía más bien el Padre Abraham y aquí se está intentando convencer a la gente joven de que compre el disco de estos modernos Moodies, llega EL momento.

El instante en el que el director y el estilista demuestran por qué la cocaína no es la mejor aliada para tomar decisiones:

La gloria bendita. Ray Thomas haciendo de una mezcla de Peter Fonda y miembro vitalicio de La Ostra Azul. Observemos otra vez CON MÁS ESPLENDOR.

Es como mirar a los ojos de la Gorgona

Con la llegada de los 80, el pobre flautista Ray se había quedado sin nada que hacer en el grupo. De hecho, sus composiciones revelaban un poco anticuadas para el hard casio fest que iban a ser este disco y el posterior, «Sur la mer-de». Así que lo que básicamente quedó de él fue una corista tocando la pandereta. En lugar de una chica erótica, los Moody Blues tenían a un señor orondo con bigotón. Y ojos maquillados. Vestido del tipo leather de Frankie Goes to Hollywood.

O sea: convirtieron a un tipo con esta cara…

Quieres tocarle el tralalá y lo sabes.

…y que hacía discos en solitario con estas portadas…

La esencia de todo lo NO ochentero

…en un extra de la versión porno gay de Mad Max.

Veamos el vídeo para comprender el efecto completo de la aparición vicisitúdica de Thomas a eso del 2:20:

A partir de ahí, el vídeo no puede mejorar. Pero el director intenta epatarnos como sea poniendo al joven yuppie encontrándose consigo mismo y en varias escenas sacadas de una pesadilla de Michael Mann después de ver un maratón de Los Aurones. Parece ser que el chaval da una y otra vez con la misma mujer, pero todo lo que ve es calvos a los que parece que sólo les falta echarse cromo en los labios para alcanzar el Valhalla dando vueltas en sillones de dentista, sudorosos trabajadores con camisa de rejilla, señores de cuero echando espuma de extintor a la altura de la entrepierna y colas de hombres leather que parecen que van a entrar en el Strong (famoso bar por sus cuartos oscuros – que es lo que me han contado – que yo no soy de ir a esos sitios). Claro que no todo es tan gay. También hay un chino que NO le quiere vender un gremlin y varias cosas más que HOSTIA PUTA QUE RAY SE NOS PONE CHULO:

Si los Sex Pistols hubieran tocado la pandereta en una rondalla, habría sido algo más o menos así.

La clave es que, al igual que pasaba en los conciertos hasta que Thomas se marchó del grupo hace unos años, realmente no sabían que hacer con nuestro héroe del bigote. La flauta como instrumento (a pesar de la gaycidad del vídeo) NO era una opción en los 80. Hasta Jethro Tull la dejaron un poco de lado para sus discos hard casio. ¿Cómo meterlo en el vídeo de una canción en la que no hace nada (ni, por extensión, en todo el disco este y el siguiente)? Deberían haber obviado la opción fácil de poner a la banda tocando. Lo mejor habría sido tener a Justin de protagonista, que para eso está petable, y que hubiera tenido un encuentro estilo Welcome to the Pleasuredome con Ray mientras que el resto del grupo se tiraba a la modelo. Por supuesto, mi propuesta es peor que lo que salió. Porque yo no tengo ni idea de hilaridad y sin este vídeo nunca podría haber grabado a fuego esta imagen en mi mente:

El otro lado de la vida es un señor con bigotón con cuero y maquillado mientras toca efusivamente la pandereta. No sé si quedarme en mi lado o pasarme a ese con una lavativa y un bote de lubricante.

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