O “Un espía super guay”, que rezaba la super molongui chahi piruli carátula del VHS. Que es el formato en el que se estrenó esta cosa en España: directamente saltándose el bochorno de tener que pasarla por cines. En los 80. Con Bill Cosby de prota y siendo el tentpole (esto es, la producción más cara de la temporada) de Columbia para 1987.
Lo cual significa que estamos ante una hostia más relevante todavía que la previa ‘Ishtar’ de la misma compañía y de la que ya casi nadie habla. En una época en la que todo el mundo escribe sobre ‘The Room’ o ‘Birdemic’, hay grandes puntales de la historia del cine de mierda que están completamente o medianamente condenados a la oscuridad. Feck: ni siquiera he encontrado una versión en español de esta cosa por la red. Y estamos hablando de un mundo en el que puedes hallar en los torrents desde cine de comedia soviética hasta porno en árabe. Cosa que a mí no me gusta nada. La comedia soviética digo. El niqab del porno árabe le da un toque de tensión sexual y protección contra los rayos solares que no veas.
Hechos del caso:
En los 80, Bill Cosby hizo un truco de magia que habría dejado a David Copperfield azotándose el pene contra la estatua de la libertad de envidia. No estoy hablando de magrear a decenas de mujeres sin que ninguna lo denunciara. Me refiero a algo mucho más difícil y, por qué no decirlo, terrible: convencer a todo el mundo de que tenía gracia.
Yo llevo 9 años de blog intentándolo y os aseguro que no es fácil. Pero en los últimos años empiezo a ver resultados. Ahora a veces mi madre se lee mis artículos y me dice que tengo más gracia que cuando recitaba chirigotas delante de mis tíos con 6 años. Sí: las pelis de Joe D’Amato no son mi único trauma infantil.
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Cientos de ovejas dieron su vida para crear esta abominación a los ojos de Yaveh |
El caso es que el rey indiscutible de la televisión de los ochenta era una colección de jerseys de colorines con un tío dentro. Para que los más jóvenes me entendáis, Cosby era como el Emilio Aragón de la época: ambos inmensamente populares, ambos inmensamente poderosos y ambos con comedias familiares sin gracia. Sólo falla la comparación en que las hijas en la ficción no estaban igual de buenas y que Isabel Aboy no acabó como Lisa Bonet haciendo escenas de sexo con Mickey Rourke. Por suerte para ella.
Cosby ya tenía una discreta carrera como actor a sus acosadoras espaldas. Pero era más conocido por una serie de espías y por haber creado a un personaje llamado ‘Fat Albert’, cuya hilaridad consistía en que estaba gordo. Los 70 eran otra época. Otra época más gilipollas. Sin embargo, en el 84 lo petó a lo grande con una sitcom blanca, blanca, blanca.
Obviemos en chascarrillo fácil y continuemos.
La serie era muy muy familiar (en el sentido ‘ñoña que hace que ‘Padres Forzosos’ parezca ‘Breaking Bad’. Ñoña en el sentido que ‘dan ganas de lamer las botas de una dominatrix con ortigas mientras tocas una guitarra eléctrica lanzallamas con tal de quitarte el regusto a azúcar estilo Globomedia’). Ello ayudó a que llegar al éxito masivo entro todos los públicos y a suicidios igualmente generalizados. Tan importante era Cosby que fichó como imagen de Coca Cola, la compañía que representa todo lo americano sólo detrás de Disney y Halliburton. Incluso estuvo implicado en la debacle de la New Coke, que es algo de lo que en España casi nadie sabe nada porque a veces tenemos suerte en este país de mierda. ¿Y averiguáis quién compró una major de Hollywood con la idea de generar ‘sinergias’ publicitarias? Efectivamente.
En 1982, Cocacola adquirió Columbia porque, qué cojones: en algo hay que gastarse los millones de dólares y hasta Rodrigo Rato sabe que hay un límite en lo que puede uno derrochar en putas. Tras algunos éxitos, los dirigentes Donald Keough (efectivamente, no era precisamente de Baracaldo) y Roberto Goizueta (que, como su propio apellida indica, era cubano) decidieron que su compañía necesitaba prestigio. Y aquí me vais a permitir que haga un apartado para presentaros a un señor que sólo tiene que ver periféricamente con esta historia, pero que siempre me ha fascinado. Coca Cola contrató al productor inglés David Puttnam para dirigir el estudio.
Puttman era un antiguo ejecutivo publicitario que, contra todo pronóstico, no era cocainómano. Ni juerguista. Sí un poquito adicto al trabajo. Tras petarlo desde muy joven y hacer muchos contactos con realizadores ingleses de anuncios, decidió pasarse al cine. Hizo algunas películas menores, pero con material de sordidez. Una tenía a nuestro ídolo Ringo Starr de coprotagonista (y le funcionó en taquilla) y otra tenía a Donovan haciendo de flautista de Hamelin a las órdenes de Jacques Demy (el cual, como su propio nombre indica, era un hortera). De esa sordidez quizá me encargue en otro momento. Digamos ya que el éxito masivo le vino con el morbo. Su amigo realizador de publicidad Alan Parker le llamó para que le ayudara con ‘El expreso de medianoche’. Un poco de torturas y violaciones anales después y, ya que estamos con la anal-ogía, a petarlo.
David poco a poco se convirtió en el productor de moda e imagen del cine inglés en un periodo de crisis para esa industria. Aficionado a las pelis de qualité, la mayor gloria le llegó cuando llamó a otro director de anuncios, Hugh Hudson, y llevó su proyecto personal ‘Carros de Fuego’ hasta los Oscars, con la suerte de que el realizador era un poco tímido y toda la promoción recayó sobre la imagen del productor. Un tipo un tanto bocazas, aficionado a contradecirse y tendente a ser diletante, pero al que amo por haber hecho mi película favorita de todos los tiempos ever forever: ‘Un tipo genial’ (Local Hero) y por su curioso gusto, casual o no, a la hora de elegir las bandas sonoras de sus pelis. Digo que quizá causal porque Hugh Hudson jura que la idea de tener a Vangelis en ‘Carros de Fuego’ fue suya. Pero observen la gente que contrató:
– Mark Knopfler para Local Hero (obra maestra), Cal (coñazo con Helen Mirren) y Confort and Joy (decepción con solo tres temas de Knopfler)
– Vangelis para la nombrada ‘Carros de fuego’
– Mike Oldfield, del que ya hemos hablado en el blog, para ‘Los Gritos del Silencio’ (The Killing Fields)
– Giorgio ‘Bigotón’ Moroder para ‘El Expreso de Medianoche’ (Oscar incluido por este hard casio fest)
– Enya (sí, sí: Enya. Esa ENYA. La que mola despreciar más que al propio Knopfler, pero que yo HAMO) para ‘The Frog Prince’, película que no conozco a nadie que haya visto, pero cuya banda sonora tiene, atención, saxofón ochentero a saco. DE ENYA.
Tras acabar hasta los cojones por rodar ‘La Misión’ en Sudamérica con guardaespaldas para medio equipo y cagaleras para todos (y música de Morricone, por si alguien seguía dudando del gusto de este señor), Puttnam decidió que necesitaba un cambio. Su compañía Goldcrest estaba hundiendo la poca industria que él mismo había creado con la hostia monumental de ‘Revolución’ de Hudson con Al HU HA Pacino y la de ‘Absolute Beginners’ (de la cual ya hablé en este olvidado post). O se iba a dar clases a la universidad o aceptaba 5 millones de dólares y se quedaba tres años dirigiendo Columbia.
Puttnam no era tonto.
Así que llegó a Columbia y empezó a ponerlo todo patas arriba. De entrada, se encontró con un marrón de cojones. Uno tan mítico como ‘La Puerta del Cielo’ llamado ‘Ishtar’. A Puttnam le parecía un mojón, pero una de las condiciones de su puesto era que dejara tranquilos a Warren Beatty (que lo odiaba porque ‘Carros de Fuego’ le quitó el Oscar a ‘Rojos’) y a Dustin Hoffman (que lo odiaba porque el enano se comportó como un cabroncete en el rodaje de ‘Agatha’). Todos sabemos cómo acabó esta historia. Strike one.
Luego decidió que se había acabado esto de que las agencias de talentos manejaran el pastel. Que ya estaba bien de que las películas fueran paquetes de estrella+director+guión+estupefacientes que hacía que al final nadie fuera el adecuado para el material en cuestión. Eso le granjeó el odio del productor habitual de la casa, Ray Stark (insert joke about Game of Thrones/Iron Man here), que se llevó su proyecto ‘El secreto de mi éxito’ a otro estudio y, más importante, el de Mike Ovitz (el agente más poderoso de la época). Esta política anti-paqueteconpaquete llevó a que no quisieran hacer con él ‘Los Cazafantasmas 2’. Strike two.
Y, finalmente, el niño bonito de Cocacola, Bill Cosby, quería conquistar el cine. Así que tuvo una idea maravillosa y pilló a un guionista novatillo para desarrollarla: una parodia de las pelis de espías en la que se enfrentaba a una fanática activista de los derechos de los animales que conoce la manera de controlar los cerebros de los bichos y los usa para sus actos criminales mientras se esconde en una fábrica de atún.
Todos juntos otra vez: ¿Cuál era la sustancia blanca en polvo más popular en las ochenta?
Puttnam leyó dos versiones del guión y, tras vomitar profusamente, dijo que no lo veía claro. Pero Cosby tenía un triple telón de protección: su acuerdo con Cocacola, el antiguo presidente en funciones Steve Sohmer, que se dedicó a ser su perrito faldero impidiendo intromisiones, y sus gigantescos y machistas cojones. Al menos, Puttnam consiguió poner a uno de sus directores ingleses de anuncios al mando. No tanto por su insistencia, sino porque Cosby quería ‘humor inglés’… ‘alguien que ofreciera EL NUEVO COSBY alejado de su imagen televisiva’ (lo cual, teniendo en cuenta que el 40% de la trama se centra en las relaciones familiares del protagonista te hace pensar que Cosby no tenía muy claro lo que quería). Así que el director del estudio llamó a su amigo y debutante en el cine Paul Weiland. Existen regalos envenenados y luego están los que, además de envenenados, van con un anal intruder con pinchos sin vaselina. Weiland no quería, oiga, no quería. Pero sus amigos, entre ellos Alan Parker, le convencieron. Y en el estudio le decían que el guión sería un mojón, pero que la magia, la grasssia y el salero de Cosby lo harían funcionar como los Morancos hicieron con ‘Sevilla Connection’. Así que se pusieron a rodar. Strike three
¿Qué pasa en la película?
Ahora es la parte en la que debería escribir una reseña pormenorizada de la cinta. Pero no lo haré por dos motivos. El primero es que esto no es un Videofobia ni una reseña de Cine Cutre. El segundo es que estaba jugando con el móvil el 60% de las escenas. Sí: es así de mala. Mucho. Hasta doler. Doler en los huevos. Después de una patada. Una patada de Hulk. Con una bota con punta de acero.
De entrada está el hecho de llamarse ‘Leonard Part 6’, en un chiste que ni le funcionó a ‘Surf 2’ tres años antes ni, extrañamente, a ‘Vivancos 3’. Al menos, la debacle del Gran Wyoming usaba el chiste en la propia promoción (“Si gusta, haremos las dos primeras”… talk about wishful thinking). Aquí se explica nada más empezar por parte del obvio criado inglés (papel ofrecido a Michael Palin, el cual lo rechazó quizá mientras se limpiaba el culo con el guión): las otras cinco aventuras están clasificadas. Y fin. Se acabó el chiste. No se vuelve a mencionar.
El resto… ay, el resto. Los créditos, con dibujos de animales hechos por un niño de tres años manco y con parálisis cerebral, hacen que las pelis de animación de los chinos que ponen en las Cutrecones parezcan Pixar.
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Imagen real del próximo corto de Cacaman para la CutreCon 2016 |
Tras mostrarnos tres imágenes de la tortura que está por venir (un coche-tanque saltando por San Francisco, porque no existen películas rodadas en esa ciudad en las que no salten vehículos o no se vea el Golden Gate), el doble de Cosby haciendo piruetas de baile vestido como el robot de RoboVampire, pero con zapatillas de ballet (humor se escribe con h de horror) y el actor saltando de una explosión montado en un avestruz porque a tomar por culo la cordura.
Esos, claro, no son los tres momentos cumbres de la peli. O al menos no todo: Cosby sí que se enfrenta a unos malos con ballet, pero esos malos son… ¡hombres disfrazados de pájaros!
La lógica explicación de ello en la película es porque los cojones. Igual que el hecho de que el resto de esbirros de la mala vayan con camiseta imperio que, como diría Ángel Sanchidrián, es lo que le da calidad a la película.
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Masculinidad. |
Por otra parte, este resumen se deja fuera el momento más impactante de la cinta. No estoy hablando de cuando unas ranas se reúnen debajo de un coche y lo echan al agua saltando todas a la vez (estoy convencido que la física no funciona exactamente así). Ni siquiera de ese instante en el que una trucha asesina (sí: TRUCHA ASESINA) pasa por delante de un Playboy en una cañería y vuelve atrás a mirar la portada (que quizá sea el único momento del visionado en el que mi cerebro consideró detenidamente la opción de darle la orden a mis labios de hacer una mueca de leve sonrisa, pero decidió seguir tomándose un té). No. Lo mejor es cuando, para enfrentarse a los malos, Cosby usa hamburguesas y salchichas que le ha dado una vidente rumana (no preguntéis) y que hace que los malvados vegetarianos caigan fulminados.
Feck, si hasta saca una salchica que echa estrellitas…
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La salchicha mágica de Bill Cosby, muy popular en los despachos y ahora en los tribunales |
… y se la da de comer al malo, al que luego le explota la cabeza. ¡Con una puta salchica! Si fuera algo de Taco Bell lo entendería, pero esto es exagerar.
Lo peor de todo, como suele ser normal en estas parodias fallidas, es el tono. Por un lado, está lleno de intentos de chistes absurdos a lo ZAZ. Por otro, hay hasta dos subtramas estilo ‘La hora de Bill Cosby’ que ocupan más de la mitad de la película que tienen que ver con su vida familiar. Feck, nada más empezar, en lugar de irse de aventuras, tenemos una secuencia de montaje interminable en la que Cosby elige qué ponerse para ir a ver a su exmujer, con el maravilloso chiste recurrente y apasionante de elegir la ropa y corbata adecuada durante 5 minutos.
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¡ACCIÓN!¡SEXO! |
Y, por otro lado, otra subtrama en la que su hija está liada con un señor de 80 años y matadme ya por favor.
¿Qué pasó en su estreno?
1.153 dólares por sala. Como comparación, ‘Ishtar’ había hecho, en el mismo número de cines en su primera semana, 3.803. Y ESA es la película que ha pasado a la historia como la gran hostia.
La noticia le tuvo que sentó fatal a Cosby, el cual, según Weiland, sólo tenía miedo a dos cosas: Eddie Murphy los críticos. Y ambos fantasmas venían a darle por culo. Su carrera nunca alcanzaría al otro negro importante de los 80 (éste más putero que acosador) y las críticas iban a DOLER.
Con el tiempo y las páginas de trivia de la IMDB y la wikipedia, la historia oficial ha quedado registrada de la siguiente manera: Bill Cosby vio la película y, horrorizado, fue a varios programas de variedades a avisar a la gente de que era mejor gastar su dinero pinzas para pezón sin reguladores de presión. De hecho, su damage control fue tan concienzudo que aceptó el Razzie en plan ‘Chavales, que me lo tomo a bien, que seguimos siendo coleguitas’.
Pero no hay que fiarse de historias de antes de internet. Y yo, que hasta me leo las instrucciones de uso de los condones sabor a fresa para saber si afecta o no el que te lo pongas al revés al PH del glande, he investigado. Verán ustedes. Todo esto fue a posteriori. Cuando Cosby vio el primer montaje en soledad (prohibiendo a los ejecutivos de Columbia volar a Londres para acompañarlo en el proceso), quedó tan contento con la mierda que le habían pasado y con la que pretendía adulterar las mentes de la nación que exigió un nuevo crédito. Además de productor y estrella, ahora quería también el de ‘Historia original’. Que todo el mundo supiera que él era el AUTOR de la maravilla. Estaba convencido de que iba a hacer 100 millones de dólares. El director, por su parte, le contestó que se iban a ganar más bien 100 millones de hostias.
Pero luego vinieron los pases con público. El primero fue peor con la audiencia que un programa de debate de Buruaga. No podía ser. Cosby era dios. Así que la culpa tenía que ser del editor. Cortaba a Cosby demasiado. No se le veía suficiente. Porque la lógica ochentera dictaba que si la gente le veía la cara TENÍA que reírse. Pero ellos no sabían que eso sólo pasa con Carlos Floriano. En realidad, el pobre montador había cortado a la estrella por NO tener gracia. Como declaró luego sobre el segundo pase de público tras alargarle los planos a Cosby “Podrías sentir el odio. ¡Cristo, si una trucha consiguió risas mayores que el Gran Dios Cosby”. Como no quiero volver a ver su sitcom, no sé si esa cara de completo y total aburrimiento que se gasta durante toda la película estaba presente también en televisión.
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No: no me invento lo del chiste de la trucha. |
Tras estos dos pases previos, Cosby hizo caso a la única persona que un actor con ego desmedido puede escuchar: ¿a quien se la chupa? No. Curiosamente, en este caso fue a su mujer. Así que retiró todo el ambicioso plan de marketing (¡Sinergia con Cocacola! ¡Sinergia con Porsche!, gritaban en las oficinas de McCann-Ericson pensando en que iban a hacer una millonada) y se fue a decirle a Larry King, así en vivo y sin vaselina, que la peli era un mojón. Y de paso, echarle la culpa a David Puttnam por haber ayudado eligiendo el director británico (que, recordemos, pidió él) y al director de producción del mismo país. El cual, por si no sabéis de cine, os aseguro que poco tiene que ver con el proceso creativo que lleva a poner al protagonista con traje acolchado y casco de ciclista luchando con pases de ballet frente a hombres vestidos de pájaros.
Pero tanto control de daños no sirvió de nada. Hollywood intentó darle una segunda oportunidad con otra peli familiar con efectos especiales, ‘Ghost Dad’. Un proyecto que desarrolló primero Spielberg bajo el título de ‘Ghost Kid’ hasta que los guionistas de ‘Temblores’ le dijeron que lo de una historia de un niño muerto era terriblemente deprimente. Y por eso, años más tarde, produjo Casper. Spielberg siempre tiene otra oportunidad. Además, fue suficientemente inteligente para pasar del guión y largárselo a Cosby. A ver si averiguáis cómo se estrenó el resultado en España.
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Un hombre atrapado en una puerta y tres terroríficas cabezas flotantes. ¿De verdad que no era de miedo? |
Efectivamente: directamente en VHS.
Puttman, por su parte, fue rigurosamente despedido tras debacles como ésta, ‘Un señorito en Nueva York’ o la muy olvidada ‘Vice Versa’, película de padre e hijo que intercambian cuerpo que, en una muestra de cómo funciona Hollywood, fue devorada por otra exactamente igual llamada ‘De tal astilla, tal palo’ que se produjo simultáneamente por Tri Star, marca paralela de, SÍ: la propia Columbia.
Hollywood.
¿Por qué tanto odio?
Porque se lo merece. Los guerreros del cine colonoscopia sabemos que pocas cosas hay peores que una comedia fallida. Y por eso estoy ahora mismo cagándome en los calzones pensando en que yo mismo me he metido a hacer una película con el género más complicado de todos. Con lo fácil que es poner a dos hablando en una cafetería y hacer una dramedia. No. Tenía que hacer una de chistes malos. A lo mejor el año que viene alguien estará escribiendo un artículo similar sobre ‘Cine Basura: La película’.
Y el caso es que Cosby le puso ilusión a la peli. Pero la cosa no funcionaba y, lo más importante, no escuchó a la gente que le decía que estaba mal. Es el problema de estar en la cumbre: demasiados Yes Men y demasiado tiempo pensando en a quién le vas a meter mano luego en lugar de reescribir el guión.
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Lo del avestruz tampoco me lo he inventado. |
Claro que en la época nadie sabía que Bill era un salidorro. Lo que moló fue hundir esta comedia fallida porque era una figura. Eso hacen a menudo los Razzies (premios en los que barrió) generalmente con cintas que tampoco se lo merecen tanto, pero porque mola hacer leña del gran, inmenso, gigantesco árbol caído..
Leonard Part 6 se lo merecía. Y la leña de Bill Cosby daba para calentar todas las chimeneas de Villa Topo durante un invierno en Poniente.
¿Por qué está olvidada?
Porque su fracaso quedó ensombrecido por el de Ishtar solo unos meses antes. Otra comedia ligeramente mejor y ligeramente más exitosa, pero con dos estrellas ególatras que despellejar en lugar de solo una. El que no llegara a salas en España no ha ayudado a que quede como clásico del cine colonoscopia. Puesto que sin duda merece. ¿En cuántas películas se ve al protagonista siendo tan políticamente incorrecto como para matar a malos vegetarianos con hamburguesas?
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¿Y vacas que echan fresisuís? |
Gracias a dios, sólo en una. Y ya.