Tojeiro: Uno, Jrande, Putero y, ahora, Libre

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Ya sabéis que no somos de hacer artículos apresurados sobre la actualidad. Tiene que ocurrir algo muy gordo y que nos afecte personalmente para que, en lugar de jugar a la Playtation, echarnos una siesta o acercarnos aviesamente a mujeres en la cola de la Muestra SyFy nos dediquemos a escribir. El tema de hacer obituarios tampoco nos fascina. Pero en algunas ocasiones nos hemos tenido que saltar esa regla. Pasó con El Fary, Anna Nicole Smith o, en un alarde de atchonburikismo, David Bedford.

Podríamos haber escrito sobre alguien al que queríamos tanto como Leonard Nimoy. Pero no es lo que esperáis de ente bloj. Nadie me llamó cuando palmó Spock. Pero este medio día mi teléfono y mi facebook echaban más humo que el culo de un hamster siendo penetrado violentamente por un elefante. Hoy, el Diario de Ferrol anunciaba la muerte de alguien no sólo importante para esta página, sino para el amor que nos profesamos Vicisitud y yo y que no es del tipo del que se procesan el hamster y el elefante:

Ha muerto José Tojeiro. O Xosé Toxeiro. O el amo y señor de la sordidez gallega.

Hoy, España es un lugar menos sórdido. Aunque parezca increíble.

Hay uniones muy importantes entre personajes sórdidos y medios de humor. Bárcenas y El Intermedio. Aznar y La Razón. En nuestro caso, Tojeiro siempre ha estado muy presente en la historia de Vicisitud y Sordidez. No en vano su apolíneo perfil adornó el fondo del blog durante años hasta el cambio a la nueva, más moderna y menos aterradora imagen que intenta ocultar que apenas hablamos únicamente de caca. Pero la presencia de Xosé en nuestras vidas viene de un tiempo atrás. Unos años en los que nuestra admiración hacia la sordidez estaba en fase embrionaria y no se había volcado en internet.

Al poco de mudarme a Madrid para estudiar en ese pozo de puñaladas traperas, falsas sonrisas, drojaína y buenas amistades que era la ECAM, conocí a Vicisitud y José (sin relación: es que en España todo el mundo se llama como el mayor cornudo de la historia) Tito. Ambos eran de montaje, la rama de la Escuela con la que tenía más relación porque era, con excepciones, una de las que tenían menos artít-tas en sus filas. Tito conocía a un publicista de la agencia Remo. En aquel tiempo pre-redes sociales, circulaba por varias oficinas de publicidad una cinta enigmática. De ella no salía ninguna china con el pelo sucio a matarte, sino que se veía a un gallego hablando. Con un jersey de tonos marrones aterrador, eso sí.

La cinta fue de Tito a Vicisitud, quien fue el primero en cantar las maravillas de esa ovra. No paraba de repetir la palabra ‘prespitutas’, y comentaba que era la cumbre de la sordidez gallega. Por mi parte, yo tenía toda una pared del pasillo de mi casa de alquiler cubierta con El Museo de la Sordidez, cinta de Carlos Jesús incluida, junto a flyers de barras americanas. Así que un día, nuestro común interés por la chunguez nos reunió, junto a otros amigos, en el cuarto de Vicisitud para ver el vídeo. Y surgió el amor.

Llegado este punto, hay que señalar tres cosas:
a) Que vimos el vídeo entero. No lo que se popularizó con los mejores momentos luego en Youtube. Para apreciar la figura de Tojeiro más allá del Olimpo del one liner hay que conocer toda la historia.
b) Que la frase ‘Droja en el colacao’ no era tan conocida. Estaba en la etiqueta de la terrible copia VHS, pero el gran efecto era mucho mayor cuando te pilla casi desprevenido.
c) Que yo rara vez me río hasta caerme al suelo por algún chiste que no sea de caca.

Y me caí. Vaya si me caí.

Había nacido un nuevo héroe.

Tanto es así que nos hicimos con un U-Matic del programa completo. La cosa había salido del reality Codigo Rojo, el cual consiguió que Arturo Pérez Reverte abandonara definitivamente la televisión en pos de una carrera en el noble arte de MOLARSE y creer, erróneamente, que tiene más razón que Hans Magnus Enzensberger. Estoy convencido de que justo fue al segundo de ver el final del vídeo este y decir, con cara de circunstancias más propias de un cura heterosexual en un cónclave vaticano, «Manuel Jiménez: Era un complot», cuando el renombrado escritor decidió que ya le podían ir dando mucho por el culo a TVE.

Bien. Pues el U-Matic, formato caduco de corta vida en el que se almacenaban ciertas cosas en los 80, llegó a mis manos y me dediqué a copiar VHSs de mejor calidad cuando entré a currar de becario en el Plus. Tan contento y orgulloso de mi copia en Betacam Digital estaba que, a los tres años aproximadamente cuando por fin apareció el vídeo cortado en ‘Lo Más Plus’. me acerqué a uno de los redactores y le dije que, si querían volver a usarlo, que me lo pidieran, que el mío se veía mejor que el de internet y que encima estaba completo.

Él me miró con desprecio de arriba abajo, se dio la vuelta y no me contestó. Porque en aquella época los de un programa osea tan guay osea no se mezclaban con la escoria de un canal de pelis como Cinemanía. Hoy en día sigo a veces preguntando por él y le deseo que lleve un lustro en el paro y enganchado al jaco.

Pero lo importante de esta historia no son mis traumas con ex-compañeros, sino que la jrandeza de Tojeiro estaba en su historia completa, la cual varios años más tarde sí se colgó por fin en Youtube. José no era un putero al que le habían robado y que hablaba con acento de las Rías Baixas (de ahí viene el convertir la ‘g’ en ‘j’) a pesar de ser de Cariño, La Coruña. Era algo más.

Era un hijoputa. Pero un pedazo de cabrón desvergonzado y perturbado.

El famoso dinero que le habían mangado era un efectivo que había ahorrado tras emigrar y que escondía para no dárselo a la mujer. Y, en un alarde de idiosincrasia gallega, lo decía en TVE. A todo el mundo le sorprendía que declarara que «Ah, naturalmente yo les pagaba por eso… sin ser una cantidad excesiva… yo les pagaba… lo normal». Pero a mí lo que me daba más vicisitud era que tampoco tuviera reparo en que todo el pueblo supiera que era un rata que le ocultaba dinero a la ex mujer.

La magia del vídeo de Tojeiro, pues, era el valor del tío de ponerse en ridículo y aparentemente no darse cuenta de ello. No como hoy en día, que la gente busca hacer el tonto en cualquier reality. Xose era un sórdido DE VERDAD, que no buscaba la fama sino… ¡JUSTICIA! Era de tal calidad la realización y montaje del reportaje que al poco de conseguirlo tuvimos una clase con el crítico Antonio Weirichter. Un señor muy cultureta, pero también muy inteligente y amable. Nosotros, como un trío (incluyo a Vicisitud y Tito) de hijoputas, le dijimos que teníamos un corto que usaba el formato de falso reportaje para hacer una comedia. Que narrativamente tenía una estructura de crescendo sublime, administrando con maestría los chistes para llegar a un gran final.

Y se lo tragó. Vaya que si se lo tragó.

Cuando le dijimos que le habíamos tomado el pelo, se rió y nos dio las gracias, pasando a hablar de ‘La Verdadera Historia del Cine’ de Peter Jackson. Antonio: otro jrande de España.

Años más tarde, en un viaje a Buenos Aires, descubrí que el culto a Tojeiro seguía vivo. Juanjo, un gallego que encontré en el hotel, me pasó una foto del señor en aquella época, e incluso me mandó una camiseta que tuve que regalar a Vicisitud por no ser talla Hobbit:

Con ello sólo quiero decir que Tojeiro no sólo fue objeto de un latrocionio por parte de prespetutas buscando domicilios para hacer la prespitación, pero no por prespitación, sino por robar. Ha sido alguien que ha unido a sórdidos como Juanjo y yo en cerca de la Casa Rosada y que fue, justo a la apreciación hacia Ian Anderson, los primeros pasos de la historia de amor entre Vicisitud y yo. Y sólo por eso, le saludamos. Quizá esté en un lugar mejor tomando colacao con muchas prespetutas y dinero que nunca gastará. Y, como ateos que somos, sabemos que ese lugar es nuestro recuerdo.

UPDATE:

Un gallego de pro como Vicisitud estaba muy ocupado para hacer nada aquí, entre trabajos publicitarios y preparaciones de la liga fantástica y una reedición de su libro de F1. Sin embargo, le pudo el sentido del honor y ha manufacturado una conferencia de prensa de Rod Dennis. El esquivo y complejo ‘Ronspeak’ del jefe de McLaren era, lo supiese Ron o no, todo un tributo a la misteriosa expresión de Tojeiro, que seguirá generando interpretaciones cabalísticas en el futuro. Desde Ferrol y Woking, otro adiós a José:

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