Una
de mis mayores preocupaciones, cuando abandono la confortabilidad de mi
bello hogar de mierda, es: «si me pilla un apretón ¿dónde podré
encontrar un buen water para echar mi pequeña dosis diaria de abono?».
Sí, así soy yo, una mente simple, preparada simplemente para dos
funciones básicas, andar y cagar. Ando para ir a cagar, principalmente.
El problema no es tanto el dónde sino el cómo. Para mí cagar, sobre todo
teniendo que como fuera de casa 5 días a la semana, se convierte en un
asunto prioritario en ese momento del día en el que la fibra que has
consumido, misteriosamente, en vez de convertirse en un fabuloso jersey,
se acaba convirtiendo en mierda.
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FELICITÀ! |
Normalmente
cuando llega el apretón suelo buscar, primeramente, algo para leer. No
concibo la evacuación sin la lectura, así que siempre, entre la bolsa
que me llevo al curro incluyo: un libro, un cómic, una revista o el
periódico. He leído grandes obras en el cuarto de baño, Crimen y
Castigo, De lo Espiritual en el Arte, La Biblia, El Juicio de Galactus, 23 números de
Jara y Sedal, los apuntes de Historia del Cine de la Facultad, los botes de los champús, las etiquetas de las lengüetas
de las bambas. Necesito leer
mientras cago. Es más, si no encuentro lectura no cago igual. Los días
que me he dejado el material para leer se me suele reconocer porque suelo ir
por el curro en busca de algún periódico, cual ente hiperactivo mientras
ando apretando el culete para que no se me escape un zurullo ansioso. Esto se ha solventado en gran medida con los smartphones y las tablets y ahora es bastante común ir a hacer caca con estos aparatos y escuchar, por ejemplo, a tu compañero de cagadero viendo el youporn o jugar al Candy Crush mientras se oye el constante gotear del agua al ser golpeada por los zurulletes.
Una
vez seleccionado el material lector empiezo a seleccionar el water
idoneo para depositar mis nalgas. La tarea más ardua de todas. Como
persona escrupulosa e hipocondríaca que suelo ser no me vale cualquier
taza. A la que veo un pelo rizado, agua amarilla, gotas salpicadas, o
frenazo marrón, lo desecho y busco otro. Recorro en tiempo récord todos
los lavabos de las tres plantas del edificio en el que curro, cual bedel
de instituto buscando adolescentes fumadores o niñas felatrices a las
cuales meter bronca.
Una
vez seleccionado el WC adecuado (es decir el que tiene trazas azules de
Pato WC cayendo desde arriba y formando un bello charco de limpieza en
el agüilla del fondo) procedo a colocar el denominado «Safety Paper».
Porque sí amigos, por muy limpio que pueda parecer un baño, nunca está
tan limpio como el de tu casa. Bajo esa apariencia azul de limpieza e
higiene, se esconden 200.000 millones de bacterias que cual ejército
nazi ante Polonia, esperan el momento para atacar y provocarte un
herpes, una infección de hongos, o una enorme diarrea (aunque mi razón
principal es el asco que me da depositar mi lindo culo en donde algún
desconocido pudo haberlo aposentado previamente). Así que cojo trozos de
papel de water (nunca el primero) y después de doblarlo lo voy
colocando en sucesivas capas en el borde de la taza. Luego, para evitar
la incomoda explosión salpicadora que hace la hez al caer en el
charquito, coloco más papel en el hueco de la taza. Así el water parece
más una extraña momia egipcia, o un huevo kinder, que una taza. El problema es que la porosidad del papel de culo no evita que los gérmenes lo transpasen, ergo es una operación totalmente absurda más allá del mero efecto placebo-homeopático. Aún así lo hago, más que nada para evitar el frío contacto de la cerámica en los muslámenes.
Bueno,
ya hemos colocado el Safety Paper. Cerramos la puerta, con pestillo of
course, y saco de la bolsa mi lectura. Me bajo los pantalones y me
siento. Si lo hago cuidadosamente empiezo el proceso, pero a veces por
culpa del estrecho habitáculo donde ponen los putos cagaderos, al
girarme golpeo con el cinturón o con el pantalón, parte del Safety y
hala a volver a empezar. De verdad, qué coño piensan los arquitectos que
diseñan lavabos, ¿que somos sílfides? Hijos de puta, así muráis todos
envueltos en guano. Bueno a lo que íbamos. Más o menos ya hemos
establecido el proceso caguil, y podemos dedicarle unos buenos 10
minutos de lectura fecal. Ahora mismo estoy releyendo a Susan Sontag,
una delicia, mucho mejor que el Allbran. Pero a veces surgen
inconvenientes, ¡ay amigos! rezad por que no os alcancen.
1er Incoveniente: No hay baños limpios.
Ante
esta dura realidad hay métodos alternativos de cagar con una cierta
seguridad. Yo suelo coger las toallas desechables que hay en el lavabo
para secarse las manos, y con un cuidado extremo de que mi piel no entre
en contacto con la superficie (unos guantes de látex son de puta madre,
pero creo que si fuera con guantes a trabajar me darían baja
psiquiátrica: coño, voy a probar a ver si me la dan), limpio la parte
manchada y vuelvo a empezar, el proceso anterior. Aunque meto capa doble
de Safety y previamente tiro 6 veces de la cadena (bien por la sequía, a
mí me mola la sequía, los desiertos molan)
2do Inconveniente: No hay Papel
Este tiene varias variantes:
-Que
no haya papel suficiente para hacer el Safety, por lo que yo opto por
reservar el papel suficiente para la limpieza y adoptar dos posturas
cagonas. Una es la de hacer equilibrio en postura clásica del caganer
del pesebre con el subsiguiente cargamiento de las piernas, que, si la
cagada es larga, acaban pareciendo las prótesis de Long John Silver (o
las del marinero de Padre de Familia, para los que no leen). La otra
postura es más extrema y supone alzarse con bastante equilibrio eso sí,
sobre la tapa del water (no la que cierra, sino la tapa de cagar) y
adecuar el culo en la postura del caganer. Decir que si alguien abre la
puerta en ese momento puede ser víctima de uno de los momentos más
absurdos de su vida, al contemplar al cagón circense.
-Que
no haya papel: Es posible dependiendo del sitio donde se jiñe (¿con j o
con g?, ah, esas grandes cuestiones) que el servicio de limpieza sea
tan pésimo como los preparadores físicos del Barça, por lo que el papel
del culo sea algo visto como un objeto legendario. Si el apretón es
chungo y no podemos evitarlos, y en caso de no llevar kleenex (el 90% de
los tios no llevamos, a no ser que estemos resfriados), procuraremos
agenciarnos algún tipo de papel alternativo. Periódicos deportivos
suelen ser un buen material, ya que absorben bastante. Tambien funciona
de puta madre el One More Day de Spiderman, o cualquier cosa editada por
Quesada.Eso sí, no podremos librarnos de un incómodo enrojecimiento
anal, que en caso de tener almorranas podrá derivar en un doloroso
escozor e incluso en un sangrado, que hará que al salir del baño, si no
hemos limpiado o tirado de la cadena, se pregunten por nuestra verdadera
sexualidad.
3er Incoveniente: Cagar con alguien esperando fuera
A
veces los apretones se multiplican y no somos nosotros solos las
víctimas de la necesidad evacuatoria, por lo que alcanzar un lavabo a
veces es una tarea de superviviencia, como las carreras de los ñús
delante de los leones. Es divertido ver a varios tíos con un periódico
bajo el brazo, andar apretando el culo y el paso con el ánimo de llegar
antes que nadie al cuarto de baño. Si tienes la suerte de haber sido el
primero y ya has ocupado tu plaza, no hay nadie que incordie más que
cagar con alguien golpeando la puerta para entrar o esperando a que se
desocupe el baño. Depende del tipo de incordio que te provoque yo
recomiendo dos tipos de actuación:
-Dejar el baño lo más guarro
posible para que el pesao que entre detrás tuyo, sienta la misma
sensación de asco, asfixia y angustia, que Andreíta al darse cuenta de
que sus padres eran la Esteban y Jesulín de Ubrique. Normalmente esto
sólo se lo reservo al típico pesao que cada dos por tres te va dando
toquecitos y gritándote:- ¡»Enga, ques pahoy!»-. El problema es que a
veces el tío pesao puede ser tu jefe y entonces pronto va a dejar de
serlo, tu su subordinado digo, ya que seguramente empieces una odisea en
busca de otro jefe que te de trabajo.
-Si el tio es educado,
recomiendo que lo dejes de la mejor manera posible, lo arregles, tires
varias veces de la cadena, recojas los posibles papeles que se te hayan
caído y al salir musites incómodo un «lo siento» con la cabeza gacha en
gesto de humildad. Ya que nunca puedes saber a ciencia cierta si tu jefe
es el que está con el ansia.
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El verdadero uso de la TARDIS |
Bueno queridos cagones,
ya sabéis que como en casa no se defeca, pero espero que estos pequeños
consejos os sirvan para poder dejar la plasta en el curro o en el bar
donde soléis ir a comer, de manera más cómoda y elegante. Al menos a mí
me sirven. Y, sobre todo, no le deis la mano a alguien que acaba de salir
del baño.