Cine con valores: La Chica Satélite y Vaca Lechera

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A veces, simplemente no hay palabras. Como cuando me presentaron a Manuela Vellés o cuando se te acaba el rollo de papel higiénico en casa ajena. Situaciones en las que no sabes qué decir. Lo mismo se puede aplicar a ciertas películas. Cine que está más allá del bien, del mal, de la cordura y de lo respetable. Esto es, películas con VALORES.

Hacer lo que te de la gana en el cine tiene cojones, porque es un medio caro. Llevarlo a cabo en animación es más osado todavía, porque es un género mucho más costoso. Y que, encima, todo resulte divertido y no una masturbación mental aburrida es digno de aplauso, de bajarse los calzoncillos y bajar la calle Génova botando con tus nalgas. El delicado equilibrio entre el atchonburike sincero y la provocación pour épater la bourgeoisie es más difícil de medir que el micropene de un coreano en una bañera de cubitos de hielo en invierno.

Y aquí entra una cosa que sin duda creo que es producto de una mente maravillosa. Si entendemos ‘maravillosa’ como ‘afectada por síndrome de cerebro espongiforme’. Es absolutamente increíble que ideas como éstas pasen de ser un simple concepto nacido sin duda de una noche de hongos silvestres a convertirse, tras ser consultadas con multitud de amigos, guionistas, productores y camellos, en un largometraje que hasta un impresentable en España puede ver.

“La Chica Satélite y Vaca Lechera” es el maravilloso título de esta estupefaciente película coreana que es el equivalente a alguien que ha visto ‘El viaje de Chihiro’ y ‘Sin Chan’ en la misma noche que escogió para probar por primera vez los barbitúricos mezclados con Irn Bru. Corea poco a poco está dejando de ser el sitio en el que se hacían clones cutres de pelis japonesas y se animaban ‘Los Simpsons’ para crear su propia industria. Cosa que NO hará esta finstrada de presupuesto bajo tal y como se puede ver en sus fondos 3D que serían sorprendentes sólo si aparecieran junto al vídeo de ‘Money For Nothing’ y algunos temas de perspectiva y proporciones que harían Rob Liefeld y Todd McFarlane dijeran que hay que currarse las cosas más.

Pero esto no es una crítica de la película. Esto es uno de los nuevos mini posts que estamos poniendo desde que rehicimos la web. Lo que pasa es que no tengo mesura y mi concepto de ‘mini’ es más laxo que mi ano tras atiborrarme de gominolas con edulcorantes. Yo sólo quiero contaros los que para mí son los mejores cinco primeros minutos que he visto en una película desde ‘The Stuff’. Pero no en plan ‘lahostiaestoescine’ del inicio de ‘Sed de Mal’, ‘El puente sobre el Río Kway’ o ‘La Jungla 3’. Me refiero a cómo se debe arrancar a una cinta atendiendo a los valores. No sólo el de ‘hacer lo que me de la gana’, sino además hacerlo con desvergüenza, diversión y chistes de caca.

La cosa se abre con un SATÉLITE consciente que mira a la tierra y ve a un chaval tocando una canción que no valdría ni para la extinta OTI. Así que, lógicamente, decide bajar a la tierra a verlo.

Mientras, en un bosque, una ESTUFA GIGANTE persigue a una VACA BÍPEDA cruce de Totoro y un fan de Justin Beaver. Cuando va a ser devorado, es salvado in extremis…

Por el mago Merlín.

Que es un rollo de papel higiénico con bigotillo.

Entonces, Merlín ve el satélite entrando en la atmósfera y entona su conjuro especial: “Papel higiénico Kleenex Popó Popó”.

Creo que es buen momento para avisaros de que la película, aun con sus momentos de humor, no es una parodia. Insisto que se trata de una versión de Miyazaki pasada por el pasa puré junto con hongos alucinatorios y con dos tebeos de Tezuka para darle sabor.

El conjuro hace que Merlín lance parte de su papel y desvíe la trayectoria del satélite, que se convierte en una chica que tiene propulsores en las botas como si fuera Astro Boy y dispara su brazo. De hecho, además lleva un carcaj a la espalda lleno de puños de repuesto por si va a una fiesta leather en Chueca.

Por otra parte, otra vaca está corriendo. De un espejo en la carretera aparece un señor que malévolamente le extrae el hígado (el cual tiene ojos y boca) armado con lo normal para estos quehaceres:

Un desatascador de retretes.

Entonces ve a la vaca del inicio y comienza la persecución en busca de otro hígado. Pero no es una vaca: es el chaval que llamó la atención del satélite al que han roto recientemente el corazón. Y como todos sabemos, si una tía te deja tirado, lo normal es convertirse en un animal.

Y es obvio que ahora TODOS queréis ver esta obra maestra. La cosa continúa con más escenas espectaculares, como la vaca limpiándose el culo con el mago o el satélite-chica ordeñando al protagonista para poder sacar dinero y pagar así el alquiler.
¿Es buena? ¿Es mala? ¿Da igual? Por supuesto que da igual. Ésta es una película que ha hecho un tío que ve el mundo de forma diferente. Diferente y aterradora. Hay una sinceridad enajenada que sólo pueden otorgar cuatro chupitos de jaggermaister en esta película. Una sinceridad que es, por supuesto, lo que hizo que aplaudiera al final de verla. Y vosotros lo haréis también en cuanto le pongáis la mano (o el culo) encima.

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