“Terminar” es un concepto muy importante en la vida de todo freak, porque muchos tenemos rasgos obsesivo-compulsivos. ¿Cómo se explica si no que una persona se embarque en coleccionar e incluso (¡TREMENDO!) leer los tebeos de La Patrulla X y todos (pero todos) sus spin offs? No digo que el fandom en general sea tipo Sheldon Cooper y tenga que dar siempre tres golpes al llamar a una puerta.
Por supuesto que no. Pero que nadie me niegue el derecho de comprobar dos veces si llevo la cremallera abierta todas las mañanas.
Porque, como ya dije la primera vez que hablé de ‘Las Crónicas de Thomas Covenant el Incrédulo Hijoputa Quejica Pesao’, las películas, sagas literarias o colección de pelotillas de ombligo son como las pajas: cuando haces pop, ya no hay stop.
Como este blog es viejo, en la anterior ocasión dejé el tema de esta bazofia justo cuando había empezado con el primer libro de las que serían ‘Las Por Fin Joder Ya Últimas Crónicas de Thomas Covenant El Anormal’. Han pasado unos años y ya se ha acabado la tetralogía.
Sí: cuatro libritos en siete años. A ver si aprende el obeso terminal de Martin y hace los deberes de una vez. Porque Steven R. Donaldson (¿qué cojones le pasa a los autores de fantasía con la puta ‘R’ en medio?) ha demostrado que se pude hacer. Se puede hacer mal, eso sí. Pero también son un desastre ‘Festín de Cuervos’ y ‘Danza de Dragones’. Las sagas de fantasía ya son como echar un polvo con la jefa para medrar en la empresa: Lo único que importa una vez empiezas es acabar como sea y punto.
¿Qué ha pasado en estos tres libros tras el pasado post? ¿A alguien le interesa? Aunque a nadie le importe, yo no puedo dejar un viejo post inconcluso. Porque ya he dejado claro que soy compulsivo. Así que os lo resumo: mucho sufrimiento. Con deciros que dejé el tercero a la mitad para leer ‘Danza de Dragones’ antes de retomarlo al cabo de unos meses ya os lo estoy contando todo. Es como dejar de rasparte la retina para tomarte unas vacaciones sacándote los pelos del escroto con pinzas.
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Las pajas no te dejan ciego: Stephen R. Donaldson SÍ. |
La clave de ‘Las Últimas Crónicas de Mierda de Thomas Coventant en las que Thomas Covenant Sólo Sale en los Dos Últimos Libros’ es que por cada acción siempre hay cincuenta páginas de remordimientos. Es como literatura bulímica: a cada paso que se da, luego hay que explicar de las miles de maneras en las que se sienten mal los personajes. El concepto de ‘culpa’ es el tema principal unido al de ‘honor’. Pero ya he explicado en el blog lo idiota de esa palabra, así que no hace falta extenderse tanto como el propio Donaldson, que tampoco llega a ninguna conclusión.
Por otra parte, me siento como el usual veterano de guerra en las pelis malas de Viet Nam cuando escucho a los amigos hablar del final de la cuarta temporada de Juego de Tronos. “¿Deus Ex Machina? ¡Vosotros no sabéis lo que es un Deus Ex Machina!”. Me veo como Nick Nolte en ‘Tropic Thunder’: he estado en una guerra falsa y he vivido para contarlo. Todo el último libro de la decalogía es como el catálogo de Ikea sección ‘Eventos que te sacas del culo, a pesar de haber tenido tres libros para establecerlos’.
¿Pero de qué va este maravilloso conglomerado de 4000 páginas? Ahí vamos: Linden, la protagonista de la anterior saga y ex de Coventant, no por divorcio, sino porque su novio se convirtió en un dios, cuida en nuestro mundo de la (a su vez) ex mujer del Coventant porque… supongo que es una santa hembra. Además, tiene un hijo autista adoptado. Sólo le falta dirigir un santuario de gatitos cojos para ser elevada a los altares. Un mal día, por obra de Sauron… quizir… El Amo Execrable (sutileza), que ha raptado a su hijo, vuelve a The Land y se pasa un buen puñado de semanas sin cambiarse la ropa. El importante tema de la olor no se trata en ningún momento, a pesar de que la palabra ‘unclean’ en un sentido metafórico se usa aproximadamente mil quinientas setenta y nueve veces en los libros.
The Land está asolada por portales que te hacen viajar en el tiempo. Esto, que como todos sabemos mejora cualquier ficción y posiblemente haría lo mismo con mi vida sexual, hizo que el primer libro me engañara pensando que la cosa iba a ir bien. Pero no. Para el segundo, aparece Thomas Coventant que resulta al final ser su hijo disfrazado. Por supuesto, del chaval no sabemos casi nada a pesar de tener otras dos trilogías a las espaldas. Y tampoco pasa mucho más, excepto que la protagonista, como suele ser ya habitual en ella, toma con el objetivo de salvar a su hijo raptado una decisión similar a Del Bosque manteniendo a Casillas: resucitar a Thomas Covenant y, con ello, y porque a Donaldson le sale del orto, despertar a un gusano gigante (en serio) que devorará el mundo. O sea: que para rescatar a un niño autista adoptado se dedica a poner en peligro toda la creación. ¡Señoras y señores: nuestra heroína!
Del tercer libro no recuerdo nada. Pero nada de nada. Es todo una nebulosa de docenas de personajes, entre los cuales hay una tribu básicamente de indios que se llaman Los Ramen y que, por consiguiente, me daban hambre cada vez que hablaban de ellos. Por lo que pone la wikipedia, se enfrentaban contra un bicho gigantesco hecho de dolor y culpa (todo muy católico) que, por algún motivo, nadie había nombrado en las otras trilogías. Al final, Covenant, que convenientemente no se acuerda de nada a pesar de haber sido un dios durante unos milenios (porque el tiempo pasa más lento en The Land que en nuestro mundo, con la posible excepción de Soria), elimina a su ex, que es la que causa los portales para viajar temporalmente, matando toda posibilidad de que el último libro me entretuviera.
Dicho último volumen ya es la traca. Se desarrolla todo durante la noche porque el gusano de Dune se come las estrellas que en realidad son las almas de los elfos de estas novelas y esta frase no está influida por el uso de peyote. El niño autista supera su enfermedad porque, no sé, sus cojones, y se dedica, I shit you not, a crear con piedras puertas interdimensionales porque era muy bueno con los legos en nuestro mundo. Se supone que el gusano es imparable. Se supone que el Amo Execrable es imparable. Se supone que cierto elfo malvado que controla al bicho de dolor y culpa es imparable. Se supone que que me estaba leyendo un libro. Yo qué sé. Sólo sé que grabé esto para compartir con el mundo mi reacción al leer la última página:
Al final, os juro que no comprendí cómo acababan con todas las amenazas. Se lo ventilan en apenas un capítulos un poco porque sí. Los butreques en la trama son tan grandes que ni con el tapón de alberca de la isla de ‘Perdidos’ multiplicado por diez podrían cubrirse todos.
‘Las Gracias a Dios Últimas Crónicas de Thomas Covenant el Ex Dios Olvidadizo’ es lo que la alta crítica describe como ‘una experiencia cercana a una lavativa… una lavativa de cinco horas’. ¿Por qué, entonces, he seguido leyéndolas? ¿Qué me ha impulsado a perder decenas de horas de mi vida en ello y hacer este extraño post? Pues el hecho de que, en realidad, no he perdido el tiempo. Esta experiencia me ha hecho más duro. Chavales: en una era en la que los fanboys le dan la espalda a una saga en cuanto mete la pata en la tercera película… en un tiempo en que a la cuarta temporada todo ha ‘saltado el tiburón’ o es ‘worst episode ever’… en este tiempo oscuro, guerreros imbéciles como yo quedamos pocos. ¿Queréis saber lo que es dedicación a una narración estúpida, ciega, gilipollas y de derechas? ¡Yo os demostraré lo que es dedicación a una narración estúpida, ciega, gilipollas y de derechas! Oh, wait… ya lo he hecho.