Artit-tas cuyo lado sórdido desconocías: John Huston

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Mi primer artículo para el blog se centraba en la figura de nuestro querido Uwe Boll. En él, me preguntaba cómo cojones era posible que un tío con tan mala fama hubiera podido trabajar con gente como Ben Kingsley o el que es sin duda mucho mejor actor cuando se quita la camiseta, Jason Statham.
La respuesta en aquel caso era que nuestro amigo UBA buscaba huecos en sus agendas y les pagaba decentemente. Otros casos en la historia del cine se explican por avaricia, cuentas pendientes con el fisco o, simplemente, que alimentarse sólo con cocaína es caro. Como suele ser normal, la relación Boll-actores de renombre no es nada nuevo. Hay ejemplos mucho más divertidos.
Y hoy vamos a hablar de mi favorito. Uno de los tíos más carismáticos de la historia del cine, que, además de director cojonudo, era un actor de la hostia con una voz que, en una batalla de diálogos entre él y Christopher Lee, el perdedor sería la humanidad porque todos moriríamos de acojone ante tanta grandiosidad y carisma. Les presento el lado sórdido de… John Huston.
Huston es una leyenda del cine. Pero de las de verdad. No en plan “James Stewart es una leyenda del cine”, sino más bien rollo “John Huston no se cagó en el rodaje de La Reina de África’ porque sólo bebía whiskey”. Modelo “Agarro a un niño en Méjico y me planto en el aeropuerto y se lo presento a mi mujer como su nuevo hijo adoptivo”.
Pero este artículo no trata de por qué Huston era un jrande del cine. Para eso ya hay biografías a mamporros. Aquí hemos venido a cachondearnos de las extrañas decisiones que tomó durante los 70.

Raquel… aquí mi puro. Puro… aquí Raquel.
El mismo 1970, Huston fue una de las respetables estrellas que aceptaron aparecer en ‘Myra Breckinridge’, uno de esos clásicos olvidados del cine-colonoscopia. Se trataba de una cosa estilo la vergüenza aquella de Otto Preminger de ‘Skidoo’. Esto es, un desesperado intento de los estudios de Hollywood de ser molones y llegar a un público joven con comedias transgresoras. Pero mientras aquella era como Garci tratando de hacer cine juvenil con Arévalo de protagonista, ésta es… simplemente una locura. La protagonizaba una chica llamada Mito Masturbatorio (que a veces firmaba como ‘Raquel Welch’, vaya usted a saber por qué) y la dirigió un crítico de cine que luego retornó a su trabajo normal con la cara mucho más colorada de las hostias que se llevó por la cinta. La cosa se basaba en un libro de Gore Vidal (que repitió en el cine chungo con su maravillosa ‘Calígula’)  y contaba la historia de un chaval que se hace la mejor operación de cambio de sexo del mundo. Y en algún momento, Raquel Welch le endiñaba por el culo a un señor con un strapon mientras aparecían alternadas imágenes de pelis de los años 30. No. En serio.


Es lo único que recuerdo de la película. ¿Querrá decir eso que soy un depravado? La respuesta no la duda nadie: No, joder. Es que a ver cómo vas a olvidar ver una peli del 70 con un enculamiento tan jovial, aunque no se vea el dildo.
Huston básicamente pasaba por allí junto a Mae West (en su retorno al cine, casi igual de divertido que su última película de la que hablé aquí) y John Carradine. Vamos: para dar lustre y ponerse en ridículo. Pero no hay que ser duros. Es verdad que la película acabó con la carrera del director y con la posibilidad de que Welch fuera una mega estrella. Vale que apareció en el primer libro sobre películas de mierda publicado en la historia del cine. Pero ellos no podían saber en el meollo en el que se estaban metiendo. Con un escritor de prestigio, un joven director y la tía más buena del momento (y, según Marlow, ever). Ningún jurado les condenaría.
Pasaron unos años, Huston dirigió sus cosas y se entretuvo entre rodajes propios con papeles en pelis normalitas. Incluso llegó a trabajar con Welles en la por ahora inédita ‘The Other Side of The Wind’. Y, más importante, moló en ‘Chinatown’ casi a nivel Ramsés II. Y nadie se ha molado tanto en la historia de la humanidad como Ramsés, que, al triplicar la expectativa de vida de la época, llegó a la conclusión de que era un dios inmortal. Huston podría haber pensado en lo mismo al ver la película si no hubiera estado entretenido sacando unos cuartos siendo el usual secundario de lujo (™) de cualquier flim que se le pusieran por delante. A veces olvidables, a veces buenas, a veces entrañables (como ‘Batalla por el Planeta de los Simios’, que no hace falta que la volváis a ver: es tan chunga como la recordáis). Pero pronto llegaría su etapa de las realmente memorables. No en el sentido de ‘Trabajar con Polanski haciendo uno de los mejores antagonistas del cine’, sino en el de ‘esa peli la guardan tus enemigos para enseñarla en la reunión de ex alumnos del instituto y tirarte de los calzones luego’.
La transición de ‘pelis del montón’ a ‘cine colonoscopia’ comenzó en el 77, con el encuentro con un viejo conocido del blog y de millones de espectadores que a lo largo de los 70 y 80 se acordaron constantemente de él y de su puta madre: Ovidio G. Assonitis, también conocido, tal y como comenté en su momento, con el mejor pseudónimo americanizado de la historia: ‘Oliver Hellman’. Porque sus películas eran producto de ese lugar especial del infierno reservado sólo a los más cabrones como dictadores, asesinos en serie y esa gente que, tras subir por la izquierda, se queda parada un rato antes del final de las escaleras mecánicas de Atocha creando un tapón descomunal por miedo al Monstruo Triturador de Pies.
Ovidio, aunque no lo parezca viendo su filmografía plagada de clones de combate, es egipcio y no italiano, si bien en ese país fue en el que empezó a producir cine. Su lanzamiento llegó con su primera película como director, ‘Poder maléfico’ la cual, dado que todos los que nos las damos de listillos en internet es porque leemos páginas en inglés, quizá conoceréis más como ‘Beyond the Door’, un plagio de ‘El Exorcista’ que dio bastante dinero. Así que Ovidio sumó dos más dos y pensó ‘¡Por el culo te la hinco!’ y le dio con vicio a los clones de combate. Para su siguiente película se fijó en ‘Tiburón’ (algo muy normal en la época, pues hasta Dino De Laurentiis no pudo resistirse al que fue de facto el primer blockbuster de la historia). Su aportación: ‘Tentáculos’ que, aunque parezca mentira va de pulpo asesino y no de un demonio del infierno japonés que viola a colegialas.
Como había sacado un dinerito con ‘Poder maléfico’, Ovidio pensó que, ya que estaba en ello, contrataba a actores de renombre para que rodaran un puñado de escenas que tampoco tenían que tener que ver mucho con la trama. Así, John Huston aparece por allí como periodista hermano de Shelley Winters que se da un garbeo por la trama de vez en cuando sin participar mucho entre lingotazo y lingotazo (más o menos como su compañero de reparto Henry Fonda). Obsérvese esta afirmación, porque establece un patrón que retornará con la obra maestra de este post. Por si alguien se lo pregunta, la peli es, obviamente, tremendamente aburrida y se nota bastante que todo el presupuesto se fue para pagarles a los actores gordos unas bonitas vacaciones en la playa. Qué queréis que os diga. Si yo fuera una estrella de cine y me pagaran por irme de relax a unas playitas de San Diego, pues que le den por culo a mi prestigio. Que, conociéndome, nunca habría tenido de todas maneras.
Tras estos días playeros, Huston le debió coger cariño al mar, porque continuó con otra muestra de cine-colonoscopia de gran fama videoclubera: ‘El triángulo diabólico de las Bermudas’. Ésta vez el desaprensivo no era Ovidio, sino el igualmente querido por los aficionados a la caspa René Cardona Jr. El mejicano había hecho el año anterior su propio Cutriburón: ‘Tintorera’ (música de Basil Poledouris… Repitamos: MÚSICA DE BASIL POLEDOURIS). Se ve que le dio mucha rabia que Ovidio contara para el suyo con actores de renombre y él se tuviera que contentar con Hugo Stiglitz (al que tenemos amor en ente vlog no porque Tarantino lo nombrara en ‘Malditos Bastardos’, sino por haber sido el protagonista de ‘La invasión de los zombis atómicos’). Así que para su siguiente película llamó a John Huston, que se ve que lo suyo en aquella época no era leer guiones, sino usarlos para limpiarse el culo durante el rodaje en tierras exóticas de esa puta maravilla que es ‘El hombre que pudo reinar’. Porque lo que propone Cardona para explicar el misterio del triángulo de las Bermudas es de genio. De genio del mal:
¡Es una muñeca malvada que flota por ahí!

O eso creo. También hay un poco de, quizá sí o quizá no, la Atlántida, una pizca de barcos fantasmas, un pedo de luces en el cielo, una vomitona de cuadros de monstruos que se lanzan al mar y hacen como espumita blanca y lo que sea que sale en un guión cuando se escribe con los ojos cerrados en un teclado en otro idioma mientras te taladras parte del cerebro con un sacacorchos y lo rellenas con montaditos de anchoa con leche condensada. Como era de esperar teniendo en cuenta que ni la propia peli no sabe de que va, al final va y se acaba en plan Friker Jiménez con que todos habían desaparecido hacía 12 años. O desaparecerán. O la muñeca se meterá a cabaretera.
Me duele el cerebro.
John Huston, a todo esto, vuelve a salir lo justito interpretando al padre de la niña poseída y aquí sí que está claro que le debía dinero a los narcos de Tijuana, porque si no, no lo entiendo, porque rodar en el mar sí que es un coñazo
Así que se volvió con su amigo Ovidio Assonitis con ‘El Visitante del Más Allá’ con el objetivo de disfrutar de unas merecidas vacaciones en Roma en un hotel de lujo (mientras que los actores no famosos eran enviados a hostales con vida animal, incluyendo a la propia niña protagonista; Ovidio, siempre sabiendo en qué gastar el dinero).
Y, mirad por donde, por fin salió una maravilla.
No de buena, joder. Estoy hablando de un clásico del cine-colonoscopia. Una ovra que está desde que la vi el otro día en mi top 10 de favoritas del infra-género.
También conocida como ‘Stridulum’, ‘Estrimdururu’, ‘Strupirrupum’ o ‘Su puta madre qué palabro’ por la mayoría de los aficionados al cine que no saben que hay cosas mejores que hacer con su vida, esta locura producida por Assonitis, pero dirigida con toda la gracia por un tal Giulio Paradisi (antiguo ayudante de dirección de Fellini en ‘8 1/2’) es posiblemente la película mala de mejor calidad visual que tengo en mi top personal. Al principio pensé en hacer un Videofobia. Pero es algo que tenéis que ver. Porque su poder de fascinación nace de la acumulación.

¡CRISTO CÓSMICO LO QUE HE VISTO!
Empecemos por el reparto. Que esta vez es la hostia, pero de verdad:
¡John Huston como El Visitante que empieza a bajar las escaleras para evitar un peligro, pero cada plano está más atrás!
¡Shelley Winters (otra vez) como la amiga de Huston, aliada de las fuerzas del bien, Sherry Bobbins de profesión y especialista en no hacer su trabajo!
¡Glenn Ford como policía que pasaba por allí y al que le come los ojos un pájaro porque descubre otro ave, pero mecánica, que no deja de hablarle!¡En serio!
¡Mel Ferrer (ex de Audrey Hepburn que, sí: salía en ‘La Invasión de los zombis atómicos’ junto a Hugo Stiglitz y Manolo Zarzo) como jefe de corporación diabólica con el superpoder de parecer un maniquí cada vez que habla!
¡Sam MOTHERFUCKING Peckinpah como doctor abortista ex de la prota que sólo tiene una o dos escenas dependiendo de la versión de la película (americana o italiana) porque estaba tan pedo que no se acordaba de los diálogos!
¡Lance Henriksen como John Cassavettes en ‘La semilla del diablo’!
Porque la peli es un clon de combate de la cinta de Polanski… ¡y más! Ya que estamos, mete otro tanto de copia de ‘La profecía’ e incluso de ‘Encuentros en la tercera fase’. Sí: es un flim de posesiones diabólicas con extraterrestres. Como tener una tarta de chocolate y echarle encima cachos de solomillo de ternera. ¡La teoría del triffle de Rachel aplicada al cine nunca falla!
La película tenía como póster un ojo gigante, truenos y unas garras con un hilo sangrante sobre una ciudad. Os puedo decir que ciudad sí que hay en la película. Pero la ausencia del resto de la iconografía no importa cuando tenemos a Franco Nero con peluca de rizos rubios haciendo de Jesucristo espacial en la segunda escena:

Franco Nero con peluca de rizos rubios haciendo de Jesucristo espacial. Tu argumento es inválido.
Podría intentar explicaros la trama de la peli. Pero os dejo que os lo cuente Franco (¡Franco, Franco, Franco!). Para que os hagáis una idea, lo único que hemos visto hasta ahora es a John Huston mirando a una niña en lo que parece el mundo del Hombre Alto de Phantasm.

En lo que probablemente sea el mejor plano nunca rodado para un clásico del cine de mierda. En la contradicción está la diversión.
Y, sin tener ni idea de qué ha pasado (ni la tendremos a lo largo del resto de la película), corta directamente a este parlamento que da mucha risa, pero sin el cual NO se entiende la película. Lo cual es especialmente relevante si tenemos en cuenta que tal escena no estaba en la versión americana de la cinta:
En otro tiempo muy lejano, a años luz, más allá del pensamiento, apareció una nave con una cola de fuego viajando a través del negro espacio. En aquella nave estaba SHATÍN, un prisionero llamado SHATÍN…
Hola, SHATÍN
… No es posible describir su maldad con palabras, su criminalidad. El comandante YAVHE lo había capturado después de décadas de continuada búsqueda en una batalla encarnizada que había segado la vida a cientos de seres. Pero poco después SHATÍN consiguió huir. Se apoderó de una pequeña nave y escapó de YAHVE (…) Pronto encontró escondite en el plante Tierra. SHATÍN era un mutante, sus genes se transformaban (…) pero con un nuevo poder destructivo. Usó ese poder para extender la destrucción y muerte. Con objeto de encontrar y destruir a SHATÍN, el comandante YAHVE intentó muchos métodos, entre ellos, unos pájaros entrenados para matar…
EL HORROR

… pero cuando SHATÍN descubrió los pájaros se transformó en un águila inmensa y los mató a todos excepto a tres que sobrevivieron y le hirieron mortalmente el cerebro. Pero SHATÍN ahora muerto seguía viviendo de otra forma. Antes de que le mataran SE UNIÓ A LAS MUJERES DE LA TIERRA PROCREANDO MUCHOS HIJOS…


… transmitiendo de esa forma su espíritu maligno y sus temibles poderes.(…) No obstante la lucha ha continuado hasta nuestros días, pues los descendientes de YAHVE persiguieron a la progenie de SHATÍN para evitar su contaminación a través del COSMOS
 ¡AUTOR, AUTOR!

Esto es, obviamente, lo mejor que habéis escuchado nunca como introducción de una peli. Un poco más comprensible que el principio de ‘Dune’, pero más extraño que el de ‘Campo de Batalla: Barbate’.

Recapitulando: Satán y Dios, en plan Dragon Ball o la Cienciología, son seres espaciales. Y satán murió pero folló como loco. Y Jesucristo y su agente especial John Huston tienen que rastrear a sus herederos.
El heredero es una niña poseída un tanto capulla que está al cuidado de su padre Lance Henriksen, el cual, por orden de Mel Ferrer, tiene que preñar a su mujer para tener un hijo anticristo porque, joder, una niña es una mierda y se ve que los entes especiales respetan la ley sálica.
Huston se pasa por la película intentando convencer a la niña de que no sea una malcriada y montando una pista de aterrizaje junto a unos calvos en una azotea. Ninguna de las dos cosas sirve para nada. Eso sí, al final un montón de pajarracos atacan a Lance Henriksen con lo que es el único efecto de animatrónico de latón de la historia al que se le rompe un hilo y empieza a dar vueltas.
Pero las palabras sobran. Porque para eso está la banda sonora, que si fuera sólo un poco más setentera haría que le saliera pelo afro en el púbis a todo el que la escuchara. Atención al a lo bien que acompaña al tráiler:

Claro que no puedo dejar de compartir con vosotros el momento de clímax que aparece en este vídeo en el minuto 8:30. Es la tercera vez en mi vida que me he levantado del sofá y le he aplaudido a una película.
Al final de la peli, Huston le entrega la niña a Jesucristo Nero (que, en un momento atchon burike épico, no había aparecido todavía en el montaje americano), que le rapa el pelo y se la queda en su harem de jóvenes pequeños Buda. O, lo que se conoce en términos usados en la Cutre Con, una puta maravilla.
Tras alcanzar este nivel de sordidez tan maravilloso, ese año rodó también ‘El felino’, una poco conocida película de aventuras dirigida por un señor con el improbable nombre de Ernest Pintoff y que no he visto. Se trata de una coproducción con Espppaña (empezamos bien), plagio de James Bond (seguimos regular) protagonizado por un campeón de kickboxing (mejoramos) con, una vez más, un reparto maravilloso que cuenta con tres ex villanos Bond (cojonudo), siendo uno de ellos Christopher Lee (la hostia). Claro que, como ya hemos aprendido, la mayoría de los actores parece ser que aparecieron para rodar uno o dos días y sacarse unos cuartos.
Más o menos lo que sacaría con su último gran papel sórdido Huston: la voz de Gándalf en la versión animada de ‘El Retorno del Rey’ de Rankin Bass. Estos depravados ya habían hecho una de ‘El Hobbit’ también con Huston que no está mal del todo. Pero esta extraña producción era un intento de continuar el abortado proyecto de Ralph Bakshi… pero sin respetar ni la estética, ni la historia ni, sobre todo, el tono de la anterior. Y por tono me refiero a su escena más recordada por todo fan de Tolkien, que no tiene nada que ver con Huston, pero que tengo que poner porque uno se debe a la historia de la vicisitud cinematográfica:


Bien pensado, la veo como banda sonora alternativa a ‘El visitante del más allá’.
Quizá influido por tanto desastre, Huston rodó justo después, en 1980, una de sus películas más denostadas: un psico-thriller con buena premisa, pero muy aburrido, titulado ‘Phobia’ y protagonizado por Starsky de ‘Starsky y Hutch’ y su peinado pelopolla.
Pero menos mal que el virus de la cutrez no se apoderó totalmente de un jrande como Huston. Después de ‘Phobia’ llegaron gloriosas películas. Y no estoy pensando en ‘El honor de los Prizzi’ o ‘Dublineses’ (¿cómo adaptar uno de los mejores finales de la historia de la literatura? Huston lo sabía: dejándolo igual). Por supuesto, la película que se me viene a la cabeza es ‘Evasión o Victoria’. Stallone de portero de furngo. Pelé haciendo humor. Y yo, que tengo un trauma por haber tenido que escuchar de niño todos los fines de semana ‘Carrusel deportivo’ y llegar a odiar este deporte, me emociono con la chilena final. Una puta obra maestra y la mejor película de fútbol jamás rodada por parte de un tío que salió en ‘El Visitante del Más Allá’, que rodó ‘El tesoro de Sierra Madre’’ y que dijo “Prefiero pensar que Dios no está muerto: sólo borracho”. Un genio, joder.

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