La
última cosa que escribí para el blog fue, curiosamente, uno de los artículos más auto-destructivos de mi andadura en internet. Más que el de los
darnáis o el de
Anvil. Eso sí: me dejó descontento porque mezclaba mi afición a escribir polladas como el trabajo. Dos cosas que, como la fabada y el sexo anal, no deberían nunca ir unidas.
Así que ahora me voy a desintoxicar de tanta seriedad con una completa, absoluta, total y concreta gilipollez. Porque este es mi blog y no me lo follo como quiero porque sólo me quiere como amigo. Pero algún día se dará cuenta de lo que valgo.
Voy a hablaros de los rincones oscuros de internet. Esos foros en los que, si no andas con cuidado, pueden hacerte un fistfucking no consentido en las retinas. Efectivamente: hablo de 4Chan.
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Parece inocente hasta que recuerdas que la iconografía de los corazones representa en su origen culos. |
Yo no sabía lo que era eso. Y sigo sin saberlo. Pero claro: uno es muy freak y conoce a gente muy perturbada. Lo cual es bueno. Por un lado, porque toda esta fauna me permite órdagos de ‘yo más’ en cada conversación con desconocidos: que si ‘pues yo conozco a una chica monísima que con aversión a que la toquen’, que si ‘pues yo tengo un amigo que colecciona cartas de asesinos’, que si ‘yo conozco a un tío que le habló de su picha minúscula a María Castro para hacerse el interesante’…
Por el otro lado, porque muchos están peor de la cabeza que yo mismo y me descubren sordideces profundas sin que tenga que poner mi salud mental en peligro mirando por las pozas inmundas de la red.
Ahí entra cierta amiga erótica aficionada a hablar de las mayores porcalladas que se puedan encontrar. Fue ella, por ejemplo, la que me descubrió la existencia del hentai prolapso.
Y todavía la odio por ello.
Bien. Pues la chica es asidua a 4Chan. Sitio que NUNCA he visitado, pero que, por lo que me cuentan, es a internet como la zurraspa del fondo de un contenedor de basura a la OMS. De un contenedor de basura de un poblado de drogadictos. De drogadictos con colon irritable.
Hablando de las salvajadas que veía por ahí, me comentó un hilo de mensajes del que surgió una figura mítica. Un hombre para la eternidad. Alguien que demostró su perturbación a nivel pasarse el Dead Space con la motosierra en modo difícil: El Experto en Paquetes.
En cierto hilo de ese foro estaban hablando de un tema que a todos nos preocupa y nos concierne: la ausencia de paquetones en los mangas. ¡Tanta ropa ajustada que deja ver los pezones cual portada de un juego de
Spectrum español y tan poca polla! No podía ser. Así que pusieron esta imagen como prueba:
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¡Hombreras! ¡Traje que llama la atención sobre los pezones! ¡El hombre casi perfecto! |
Naturalmente, llegó otro usuario que respondió con una versión anatómicamente curiosa.
Pero el que hizo este montaje NO es nuestro ídolo a pesar de la calidad fina de su trabajo. No. ÉL llegó un poco después con la frase inmortal:
“¡RECONOZCO ESE PAQUETE!”
Y, acto seguido,
subió la foto de la que el potochopeador original había sacado el bulto:
Algunos son expertos en cine asiático. Otros en física nuclear. Algunos incluso en
la recogida de cocos en Abisinia. Pero nadie superará nunca el hecho de ser un entendido con paquetes sugeridos en hentais. Nadie.
¿Me fascina tanto la existencia de ente onvre como para visitar el susodicho foro en busca de más sordideces? Claro que no. Ahora, mi interés se centra en otros temas. Como el simple hecho de que existan expertos en paquetes de futanari y porno prolapso. Pero claro: la regla 34 (“si existe, hay porno”) no tiene excepciones. ¿O sí? ¿Existe, por ejemplo, porno de Fraga?
AHORA SÍ
Porque hasta podemos hacer que Fraga protagonice su propio pornazo:
)
¡Lo bueno del porno es que es cutre! ¡Haced vosotros vuestros propios pornos para que la regla 34 nunca falle! Hans Magnus Enzensberguer prespitando con Samantha Fox. Historias románticas entre Esperanza Aguirre e Iñaki Anasagasti. El cielo es el límite. Un límite aterrador y deprimente. ¿Existe, por ejemplo, slash fiction de los redactores de Vicisitud y Sordidez? Por dios, espero que sí. Que en esta vida no eres nadie si no formas parte de la regla 34.