Tener manos es una de esas cosas maravillosas que, como el amar, el mear o el ser capaces de cantar los primeros compases del himno nacional eructando, damos por hecho sin apreciar todo su ilimitado valor. No sólo porque sin los pulgares prensibles el homo erectus no habría sido capaz de empezar a usar instrumentos, sino por algo más importante. Pensad en que sois mancos de ambas extremidades. O sólo tenéis pezuñas. Acabáis de llegar del trabajo o lleváis dos horas estudiando. Hay que desatascar la mente. ¿Qué toca ahora? Efectivamente: honrar
al dios Onán con la paja tonta. ¿Y qué pasa si no tienes manos? Pues eso. Que todo se complica innecesariamente.
Pero nada es imposible para la mente calenturienta de un animal. Tengas o no capacidad de apretar con firmeza tu salchicha, hay que darle salida a todo lo que tienes concretamente en lo que vienen siendo, así dicho en fino y elegante, los santísimos cojones. O simplemente, una buena sesión de hacer de DJ con tu vagina. Así que os presento las cinco mejores masturbaciones del mundo animal por tres motivos:
– Para que os de mucho asquito
– Para saciar vuestra enferma curiosidad
– Para que la gente vuelva a entrar en el blog buscando la palabra ‘
Masturbaciones’. Ah, y por si acaso vuelve a ocurrir, dejo dicho la expresión ‘IMPLANTES MAMARIOS ACRÓBATAS’. Necesito que alguien llegue aquí buscando eso en Google. OTRA VEZ.
Menciones especiales:
Los animales en general no son necesariamente como los hombres en el sentido de que la explosión blanca de amor no es su principal objetivo. A ellos les mola sobre todo el simple placer de tocarse la polla. Como yo los viernes por la tarde después de una semana de trabajo viendo cine del conflicto palestino. Porque ahora hacen doscientas películas al año del temita. Que ya les vale. Pero como dijo la curvada polla de Marc Wallice, no nos desviemos.
 |
(No: no voy a poner una foto del pene erecto y extrañamente doblado de Wallice para explicar el chiste, guarros) |
La mayoría de los animales son mucho de restregarse. Caballos o perros son grandes practicantes de este deporte. Siempre me ha parecido entrañable cuando un perro se pone a follarme la pierna. Y he dado gracias a peich de que los caballos no intenten lo mismo. Que su polla es ya de por sí más grande que toda mi mismidad. Los gatos, por su parte, también se restriegan dejándote la ropa perdida de pelo lo cual, para un alérgico como yo, es peor que si te dejara toda su vileza en los pantalones. Aunque como ya sabemos que son muy suyos, a veces les da por practicar esta compleja disciplina que tantos hemos soñado realizar pero que sólo unos elegidos como Ron Jeremy pre-barrigón han conseguido: la autofelación, a la cual también son aficionadas las cabras y las morsas. Lo cual nos lleva a respetar las morsas como icono de ente blog. Un bicho que se la chupa Y ADEMÁS tiene un soberbio bigotón digno de Teddy Roosevelt sólo puede ser una maravilla de la naturaleza.
 |
Tumbado al sol, tocándose la polla. Esto es vida. |
Los pingüinos también gustan de restregarse con el primer pedrusco que vean, dado que las piernas de los humanos no están tan a mano en el polo. Claro que es algo que comparten con el resto de aves. Lo digo para la próxima vez que se os pose una en la cabeza y empiece a moverse. Que sepáis que no se está acurrucando.
Y un detallito más: he leído por ahí que a falta de pan, cabezas o rocas, bueno es cualquier cadáver de otro pingüino.
También se dice que los alces son aficionados a restregar la cornamenta contra un árbol para orgasmar, pero como no he encontrado más de una referencia al tema, dejémoslo como hecho sin contrastar. Aunque teniendo en cuenta el gustirrinín que me da cuando me rascan la cabeza, no me extraña. La cabeza de encima de los hombros, so guarros. Que para bromas fáciles, forzadas e infantiles ya estoy yo.
5.- Ardillas: No desaprovechan nada.
Tan monas. Tan pequeñitas. Tan simpáticas. Tan de machacársela y luego comerse su propia vileza… Efectivamente: cuando no están escondiéndose de depredadores, lamiéndose las manos o comiendo nueces, nuestras queridísimas parientes del hostiable Alvin se dedican como todos a machacársela, a menudo hasta el final. Y luego, para no desaprovechar nada, que el alimento en este mundo escasea, se lo comen todo:
Parece ser que le dan más al deporte en época de celo y que cuando más se la machacan es como lo que hace Joseph Gordon Lewitt en ‘Don Jon’ (una de las más jrandes pelis sobre lefa de la historia): justo después del coito. Dado que las hembras ardillas se dan unas buenas fiestas durante el celo andando con una media de diez machos en periodos de apenas tres horas, la paja sirve para limpiar los conductos y reducir las posibilidades de padecer una enfermedad de transmisión sexual. El acicalamiento se completa con una concienzuda limpieza de la parte exterior del pene con saliva.
Doy gracias al cielo por tener condones.
4.- Puercoespín: El amo del frenesí.
Los puercoespines tienen menos fama de adorables que las ardillas. Pero son un encanto. No muy dados a ser acariciados, pero maravillosos. Preparaos para que se os derrita el corazón más que con un vídeo de un gatito tocando a Richard Clayderman mientras un osito panda baila acunando un bebé:
Pero hay un lado oscuro y desesperado en la vida de estos pobres bichos. Los puercoespines hembras son sólo receptivas a la cópula durante 8 a 12 horas… ¡al año! Sólo un paso por delante de esa amiga vasca tuya tan guapa a la que le pagas fantas desde hace lustros. Además, el ritual es de un guarro tan tremendo que sólo Vicisitud podrá hacerle justicia en un próximo post secuela de éste que espero con más impaciencia que un puercoespín calentorro mirando el reloj a ver si llega la época de apareamiento de una puta vez. Porque, claro, mientras tanto hay que entretenerse. Y, gracias a este vídeo, todos los que estabais pensando en abandonar las camisetas de gatitos y apuntaros a la moda puercoespín después de ver lo del bichito zampando calabaza como un bebé hasta arriba de Red Bull, tendréis un motivo mejor todavía para ser fan:
Y es que este señor todo lo hace con pasión y entrega. Lo dicho: una monada.
3.- Elefantes: ¿Nos hacemos unas pajillas?
Los elefantes, en lo referido a todas sus funciones corporales, son como Sammy Hagar a la hora de cantar: sutilezas, las justas. No puede ser de otra manera cuando tienes que mear varios litros o cuando la polla te mide un metro y el resto de elefantes con nardos de metro y medio se ríen de ti. Por no hablar de los clítoris de 40 cm de diámetro de las hembras también conocidos en términos zoológicos como ‘palantires’.
Dado que los elefantes tienen una trompa que utilizan para todo, no es de extrañar que sea el otro medio usual de pajeo más usual aparte del popular restriegue con la panza ya conocido por el resto de animales.
Y por mí una noche de año nuevo después de ver a Sabrina y acostarme calentito. Pero eso es otra historia sólo ligeramente más repugnante.
Lo mejor de todo es que resulta más divertido hacer notar que las elefantes hembras también le sacan brillo a su palantir… pero a menudo en compañía (aunque sólo se ha documentado en cautividad). Efectivamente, del mismo modo que el sexo oral homosexual que practican las hienas entre sí es un tanto complicado, las elefantas le dan al sexo nasal. Algo al alcance sólo de estos animales y quizá de una noche tórrida entre Adrian Brody y Franco Battiato.
No os preocupéis por esa terrible imagen mental que os dejo a la altura de Wert hablando de tirar la toalla tras ducharse. Los espantosos vídeos de los dos primeros puestos os la quitará rapidito.
2.- Delfines: a falta de manos, buenos son peces.
Con el tema de los pingüinos ya di una buena introducción a la profunda sordidez que podía alcanzar este post. Algo que se confirma en los dos primeros puestos. Porque no tenía imágenes del pingüino necrófilo. Pero aquí tenemos prueba documental de otro animalico también mono y de bonita sonrisa (aunque Los Simpsons nos enseñaron que era una maldición y que en realidad están esperando a volver a conquistar el mundo) pasando el rato como puede. Y dado que las aletas no le llegan al pene como le pasa a las morsas, pues qué mejor que utilizar un pescado. Un pescado muerto. Un pescado muerto y decapitado.
So long and thanks for all the fish.
1.- El mono y su aparato masturbador
Hay quién diría que me debería sentir orgulloso por llamarme como mi conciudadano Paco De Lucía. O como el nuevo papa. O, siendo muy gays, como Paco Rabanne. O, para fascistas, Paco Martínez Soria. Sin embargo, yo me enorgullezco de compartir nombre con El Mono Paco.
Habiendo
reseñado en el pasado las aventuras onanistas de este insigne personaje, y teniendo en cuenta la inteligencia de los monos, era obvio que esta especie ocuparía el primer puesto. No en vano, ‘haciéndose pajas como un mono’ es una frase muy popular y útil en nuestro día a día, y cuyo uso yo recomiendo para cualquier ocasión: para romper el hielo con las nuevas amistades, como tema de debate, apoyo humorístico en velatorios y, el que más empleo: durante mis intentos de ligar.
Hay muchos ejemplos. Los bonobos son todo actitud y a menudo se la machacan con el pie mientras con las manos se pellizcan los pezones o directamente se rascan los sobacos. Pero tiene que ser otro tipo de chimpancé (96% idénticos en el genoma, por supuesto) el que realizara la mayor burrada en uno de los vídeos más populares de la historia de Youtube porque, yo qué sé: la sociedad está demasiado enferma para sobrevivir.
El ser humano, en su infinita sabiduría, inventó las vaginas masturbadoras y los huevos Tenga. Pero los monos no tienen la capacidad de manufacturar y, qué cojones: para echar el lubricante. Así que un pobre sapo vale. En la pirámide de depredadores, el ser humano está a la cabeza, los monos andan por algún lado un escalafón debajo y las ranas están pegadas a las pollas de los primates más aburridos.
Porque ya lo dijo Roberto Carlos: «Yo quisiera ser civilizado como los animales».
Roberto Carlos era gilipollas.
¿Y dónde están las hembras, dirán algunas féminas ofendidas porque sólo han aparecido una vez en esta lista llena de penes? Pues restregándose con todo lo que pillan. Pero sin usar una rana. Dios mío. Sin usar una rana.
Creo que voy a tener pesadillas esta noche.