#LSF1_2013 estival: Alemania, Hungría, Bélgica

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Tras mi pausa estival/laboral, tocaría un resumen de las tres últimas carreras de mierda. No hay otra expresión vistos los ganadores y el panorama ético y estético que dibujan de aquí a final de año.

Pero, en vez de eso, voy a arrancar con un momento de mis vacaciones mallorquinas que, creo yo, describe este campeonato – y los tres anteriores  – a la perfección.
Llegando a una recóndita cala poco conocida cerca del gozosamente corrupto – that’s the way ah-ha I like it – Port D’Andratx, decidí entablar una competición contra una pareja gayer de nudistas italianos – ¿hay algo mejor? – para ver quién podía sacar más medusas del agua. Yo, armado de mi capaz ganapán, logré capturar 40 y ellos 30.
Sí, gané, ¡pero ellos las cogían con unos plásticos cutrongos para, acto seguido, practicar un espectacular tiro parabólico contra las rocas! No sólo eso: su empelote añadía el dramatismo extra de «A ver si uno de ellos va a tener que salir corriendo del agua en pos de una planta de aloe vera con la que aliviar el escozor de su finstro». Porque yo asumía que los italianos, a pesar de lo que vemos en Ferrari, son capaces de razonar durante una situación de crisis (y no, no había Aloe Vera a la vista: los jrandes siempre saltan sin red). Así pues, yo pude vencer, pero ellos fueron los que convencieron. Porque una victoria que no hace soñar no sirve para nada. 
Y porque ir en pelotas siempre son puntos extra en la liga fantástica.
Bien, eso es lo que es el futuro tetracampeón marca Hacendado: un tramposo como yo que, en su fuero interno sabe que nunca será mejor que un nudista gayer italiano. Alguien que no sólo ni inspira ni hace soñar, sino que provoca atentados gramaticales como juntar las palabras «tetracampeón» y «Vettel» en la misma frase. Porque, en F1, decir «tetracampeón» es decir «Prost». Y juntar su nombre con el de Frigodedo en la misma frase no sólo provoca una reunión de urgencia de la Santa Inquisición para quemar al hereje que ose blasfemar con tanta impunidad, sino que, también, causa el mismo efecto que buscar «Google» en Google: se rompe Internet y el gobierno sirio comete la gilipollez de usar armas químicas.
Hubo quien, ante la victoria alemana de Vettel, quiso aprovechar para reivindicarlos como piloto y convencernos de que aquella no era una carrera marca Hacendado, por aquello de que sudó más de lo habitual. Pues no: la victoria en Alemania se la debió a una triple carambola: primero, que Red Bull evitase el adelantamiento en boxes de Webber merced a un homicida cambio de neumáticos (logrando ser el team of the race en el proceso); segundo, que Grosjean no puediese aprovechar su excelente primer relevo con blandos por culpa de un coche de seguridad que adelantó su segundo cambio; tercero, que Lotus, una vez más, hiciese el indio con la estrategia de un Raicoñen que no necesitaba parar más (como se demostró en Hungría: por lo menos Lotus algo aprendió después de tantos tiros al poste).
La celebración de la victoria alemana por parte de los fanboys de Vettel me hizo pensar en una situación muy de teleserie: preparar una cena romántica para tu novia al final de la cual quieres entregarle un anillo de compromiso. ¿En serio, en una situación así, alguno diría a la que desea que sea su futura esposa «como todas las tiendas estaban cerradas, no tuve más opción que comprarlo todo en el Mercadona así que, una vez te termines ese yogur con bífidus marca Hacendado… aceptarías ser mi esposa hasta que la muerte nos separe»?
Ojo, Vettel no tiene ni la culpa de tener un cochazo ni de que, saliendo tarde del curro, sólo esté abierto el Mercadona. Pero el efecto resultante es el efecto resultante: con la excepción de su primera victoria con Toro Rosso – desde la pole y abriendo hueco, eso sí – este chaval no ha hecho NADA histórico ni inspirador, ni memorable, ni estético. Y en Hungría, para rematarla, Vettel demostró lo que es cuando no llega primero a la primera curva (su adelantamiento low cost en Spa no llega ni a Hacendado, casi ni a producto de chino poligonero): un mierdecilla. Su patética carrera cerró la boca a los que osaron decir que la victoria de Alemania debería silenciar a sus detractores. Aunque, a cambio, cayesen sudores fríos ante la victoria de Hamilton y la posibilidad de que, este mundial, pudiese decidirse entre esos dos seres en un remake inconfeso de la película ‘Entre mierdas anda el juego’.
Por supuesto, olviden todo el carisma de Eddie Murphy y cualquier atisbo de risas o alegría, porque el tetracampeonato para Frigodedo es algo tan apetecible como realizarte una autocolonoscopia con el kit do-it-yourself oferta 3×2 de la marca, por supuesto, Hacendado. ¿Y un segundo título para el Mierda? ¿No te haría ilusión que Mercedes se llevase un campeonato de esa forma corrupta que tanto te gusta?
Pues no. Porque la corrupción, per se, no es lo que realmente me hace feliz, sino la corrupción entendida como espectáculo, como alegría, como ACCIÓN… Y, vamos a entendernos, mi amado Bárcenas – que, a estas alturas, ya debería ser declarado un tesoro nacional – ha puesto un listón muy alto que los mingafrías de la FIA y Mercedes nunca podrán soñar con alcanzar. Problem is… ni siquiera se molestan en alcanzarlo. Y eso es inaceptable. 
En su día, ya di puntos negativos de mierdismo a Miercedes por cómo se salieron de rositas de todo el asunto referente al test corrupto en Montmeló. Pero, llegando a Hungría, la escudería ha decidido que, puestos a practicar el Mierdismo, mejor que lo haga EL MAESTRO. Que para eso lo han fichado por un buen dinero. 
Y menuda exhibición nos dio: todo comenzó con las declaraciones previas a la clasificación, en las que el Mierda dejó claro, por activa y por pasiva, que Mercedes no eran candidatos a nada en el abrasivo circuito húngaro y mucho menos en el campeonato. Nada más marcar un tiempazo en la Q3, se marcó un número todavía más sobreactuado de «¿Eso ha sido pole?». Una vez triunfó con autoridad – en un carrerón, eso sí: sus adelantamientos a Webber y Button fueron antológicos – su «incredulidad» en la victoria logró adelantar en sobreactuación al mismísimo Agustín Gonzalez. Pero totalmente carente de gracia, claro. 
Pero la magistralidad llegó cuando tocaba poner la guinda al pastel. ¡Y qué pastel! Después de que su Nicole ya tuviese los ovarios con un grado de hinchazón tal que lograba crear su propio campo gravitatorio, Lewis había decidido poner coto a sus chonifiestas, PERO… ¿Cómo podía resistirse a hacer una visita a la Playboy Mansion? Ignorante de que Nicole sabía sobradamente que «un hombre en la cama es siempre un hombre en la cama», el Mierda intentó disculparse con perlas del nivel de que el había ido a la Playboy Mansion «a analizar con espíritu de entomólogo en diario quehacer de la sociedad de consumo».
Ya lo ven: el Mierda, el piloto que lo arruina TODO. Si vas a la Playboy Mansion… ¡apechuga y márcate un «pues sí, y todas tienen las tetas más grandes que tú»! O, mejor aún, cuando ella te diga «¿Qué hacen esas bragas encima de tu casco?» usa la técnica Julio Iglesias: cogerlas, tirarlas por la ventanilla del coche y decir «¿Qué bragas?». Te dejará igual, pero harán videos en youtube remezclando tuz hazañas de ‘faker’ con las de Punset. ¿Qué habrá mejor?
Pero no: un buen Mierda tiene que arruinar los golferíos más ÉPICOS utilizando técnicas de pagafantas-nivel-mítico. Sus retahílas de «perdón» en Twitter sólo eran superadas en espanto por el aterrador rumor acerca de… ¡una canción de reconciliación que había compuesto para Nicole! No dudamos de que, en caso de que ESO saliese a la luz, el continuo espacio-temporal se desbarataría y asistiríamos al fin de nuestro universo. 
Pero no pasa nada, porque sería un universo en el que el título mundial de F1 se disputa entre un mierda y un mierdecilla. Seguro que, en otra dimensión paralela, el campeonato es un mano a mano entre los dos pilotos de Toro Rosso: Alguersuari y Sainz Jr. Un universo en el que el gran debate de la presa sería «¿En qué locales de ambiente españoles ficha Marko a dos pilotos con tanto morbazo? ¡Queremos ir allí YA!».
Así pues, el saldo mierdístico final de Hamilton tras el GP de Hungría son unos mareantes -15 puntos que le hunden en la tabla general. ¡Hay que recuperarse con urgencia a golpe de ACCIÓN!
Y, a pesar de todo este mierdismo estratosférico, la respuesta de Frigodedo no se queda atrás. Sus -3 puntos del «¡Kimi me sacó de pista, jo, decidle a Marko que le metan una penalización!» apenas son compensados con el destrozo de su alerón contra Button (2 puntos) 
Quizá la única nota positiva la puso la Star of the Race de Hungría: Felipe Massa. Ferrari ya va comprendiendo que no hay nada mejor que usar a tu segundo piloto como arma. Y Fernando Alonso, en Bélgica, así lo ha remachado: «Necesito que alguien se lleve por delante a Vettel» (si hubiese añadido un «Felipe, confirm you have understood the message» le hubiese dado 20 puntos en vez de 3). En esta ocasión, en la que el patético ritmo del Ferrari condenaba a Alonso a un séptimo puesto, Felipe maquilló el resultado endiñando a Rosberg primero (10 puntos) y sacando de pista a Grosjean después (1 punto) logrando, así, un inmerecido drive-through para el francés (sí, ese drive through es un punto para Massa, por malvado). Romain, por su parte, se lleva 4 puntos por la colisión gilipollesca a la par que innecesaria contra Button. Ahí está la calidad.
En términos de acción y puntuación, el GP Belga fue igual de soso que el húngaro, con el insulto adicional de la exhibición de ritmo del Red Bull. Menos mal que el problema de embrague a la salida (1 punto para la escudería) hundió, una vez más a Webber permitiendo al australiano demostrar lo atroces que son sus «out laps» una vez más. En serio: ni el Mierda destroza tan rápido un neumático. Si no, el doblete estaba bastante al alcance. Still, 3 puntos para Mark por hablar de sus problemas usando la palabra «tractor».
Para salvarnos del marasmo, esta vez tuvo que emplearse a fondo el rey de la regularidad: Pastor Maldonado abandonó su estrategia de «puntuar poco pero variado y en TODAS las carreras» para calzarse una espectacular Star of the race. ¡Y, además, didáctica! Puestos a demostrar esa verdad científica enunciada en el teorema «Que no, cojones, que en esa curva no caben cuatro coches a la vez» ¡qué mejor forma de hacerlo que con ese doble impacto (20 puntos en total, ya añadido el estilazo bolivariano) y 2 por el stop and go!
Al lado de eso, todo lo demás son puntos menores que no voy a detallar – léanlos en Twitter – mientras dejo para el final un nuevo intento de Vettel de intentar comprar en el Mercadona los triunfos que no logra en pista. 
Sí, claro, me refiero al tinte marca Hacendado que logró no sólo reeditar la ya habitual pitada en el pódium, sino también un esfuerzo ímprobo de los activistas de Greenpeace a la hora de desviar la atención de ese atentado estético (la FIA ha emitido un comunicado diciendo que estudiarán dicho tinte después de la carrera). En cualquier caso, viendo cómo protegió el pelo con su gorra durante la rociada de champagne, cabe pensar que estamos ante el clásico tinte Hacendado que decolora progresivamente. O sea, que… ¡lo que veamos en Monza puede ser AÚN peor!
Francamente, lo de ese tinte es tan «si miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada» que prefiero ni puntuarlo.
Respecto a los equipos, poca cosa, 5 puntos para Caterham por el abandono de Pic y 5 para Ferrari por su cagada táctica en la Q3 (Alonso se lleva 2 pos su salida de pista allí), así que gana Lotus porque sus 4 puntos por problemas de frenos tienen 3 de psicodrama por todo el show de humo y por acabar de una puta vez con el récord de regularidad de Raicoñen (dicho esto, lo tiene por la caraja del décimo puesto, así que respeto más el de Chumáquer). Y añado: los récords de regularidad sólo sirven para que el pobre Heidfeld pueda presumir de algo.
Así pues, con el ánimo bajo, con pocas ganas de ver este espectáculo deplorable y carente de valores en que se ha convertido la F1, repitiendo la frase que decían mis amigos cuando les arrastré a ver el ‘Tommy’ de los Who en español y cantado por Barón Rojo y Eva Amra «¿Por qué nos hacemos esto?», les emplazo a Monza para ver si, como ocurrió a finales del 2007, los milagros existen y la F1 puede salir ya de este mal sueño marca Hacendado.
Ni a pesadilla llega.

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