Ente onvre: Hal Yamanouchi

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En un principio pensaba hacer un mini-post de sólo dos párrafos titulado ‘Ente onvre: Michael Reventar‘. Un actor que se une al panteón de gigantes del cine poblado por gente como Nick Rotundo, los hermanos Pang y Franka Potente. Pero luego me fui a ver ‘Lobezno: Mental’. Y descubrí que el viejo protagonista es…
¡Hal Yamanouchi!
(Se hizo un absoluto silencio)
Repito: ¡HAL YAMANOUCHI! ¡En una superproducción de Marvel!
(El silencio no sólo se hizo incómodo, sino que además se hurgó la nariz distraído)
Probemos otra vez:
En todas las pandillas infantiles de este país había motes variados para los integrantes. Pero siempre (siempre) había un “Negro” (el más moreno), un “Manteca” (el Gordi del grupo) y, sí: un ‘Chino’. Pues Hal Yamomouchi era EL CHINO de todas las películas cutres italianas de los 80. Dentro de mi educación videoclubera, Yamanouchi fue mucho más importante que Jackie Chan o Bruce Lee. Porque estos dos jrandes no aparecían en películas con carátulas como ésta:
Vaqueros contra indios futuristas. Luego no había ni vaqueros ni indios, pero sí un chino.
Yo siempre he sido más de cine fantástico que de kárate. Así que las películas que me atraían en el videoclub eran esos clones de combate de Conan o Mad Max perpetrados por Joe D’Amato, Sergio Martino o incluso Lucio Fulci. De ellos ya hablé hace en estos posts hace mucho tiempo, en la era Hiboria del blog.
Pues bien: en todos salía siempre el que yo consideraba que debía de ser el único actor chino que vivía en Roma. Resulta que era más bien japonés, pero, como nos dijo el eminente José Viruete, todos los asiáticos son chinos. Y punto.
Sin Haruhiko “Hal” Yamanouchi, no se puede concebir el cine postapocalíptico italiano. Lo cual sería bueno para gente aburrida, pero para los sórdidos significaría una pérdida irreparable. Feck: hasta salía brevemente en uno de los últimos Cine Basura que hicimos. Que, a propósito, está aquí completo gracias a unos señores que no conozco, pero que amo:
Pero, como siempre, este tipo de figuras curiosas tienen historias interesantes detrás. Durante años, Yamanouchi (quizá el único señor que firmaba sus participaciones en estas ovras con su apellido real) ha sido una figura irremplazable dentro de la traducción y el doblaje de películas en Italia. Por sus manos han pasado cintas de Ozu o Imamura. Claro que eso no es todo. El loco canijo protagonista de ‘La Espada Salvaje de Krotar’ (que también pasó por Cine Basura) es un bailarín y coreógrafo de alto nivel. Cómo es posible que pasara de trabajar con Lindsay Kemp en Londres a aparecer en ‘Bronx Lucha Final’ es algo que me fascina. Los bandazos que da la vida. Bandazos de borracho, claro.
A lo largo de los 90 siguió apareciendo en películas (sobre todo italianas), trabajando como lingüista y cultivando una carrera teatral de alto nivel. Esto es, de esas obras de teatro y óperas tan gordas que conoce hasta alguien tan lamentable como yo, que cada vez que escucho a un tenor pienso ‘¿Por qué cojones grita tanto?’.
Y, de repente, me lo encuentro hace un par de años como malo en ‘Push’. Un clon de combate de ‘X-Men’ de medio presupuesto con  Chris Evans haciendo lo que podía mientras los pederastas de la audiencia pensaban que Dakota Fanning no estaba creciendo mal del todo.
Yo no, claro. No porque no sea un guarrete de sucia mente, sino porque me fascinaba ver a Hamanouchi en una pantalla de cine tras tantos años. Feck: quizá por primera vez, que lo de ente onvre era ser carne de videoclub y no de salas. Una vez en casa, descubrí que había salido en ‘The Life Aquatic’, peli que nunca he visto por un motivo muy obvio: porque no. “Será que el tipo volvió a Japón y tuvo una buena carrera de largometrajes desconocidos en occidente”, pensé. Pues tampoco. Sólo Italia y una aparición en ‘Robot Jox’. ¡Si hasta participó en la versión de allí de ‘Doctor Mateo’! (¿Os he dicho alguna vez que vi rodar la versión original británica? ¿No? ¿Sabéis por qué? Porque es un dato que no me interesa ni a mí.)

¿Cómo consigue un onvre así colarse en una producción solvente americana rodada en Tokyo? ¿Es que no hay suficientes actores japoneses que hablen inglés como para tener que pillar a uno que vive en Italia y que había aparecido en ‘Sinbad, el rey de los mares’ del tándem Lou Ferrigno-Cannon?

Cuatro años pasó esa pregunta alojada en mi cabeza demostrando que debería existir un software CCleaner para los cerebros humanos. Y, de repente, el tío aparece como uno de los cuatro personajes principales de ‘Lobezno: Innormal’. La pregunta se repite. Y no tengo respuesta. Sólo sé que me alegro muchísimo. Me encantaría encontrar a George Eastman en ‘Thor 3’, a Romano Puppo en ‘El Señor de Acero se encuentra con Batman en Malasaña’ o a Fred Williamson en ‘Los Bengadores Gusticieros 2’ haciendo de Luke Cage.  Pero no es más que un sueño. Y uno muy normalito. Los míos suelen ser más en plan “ayudo a salir a varias personas y un troll de las Minas de Moria y luego me voy a echar un partido de fútbol con Cüneyt Arkin, el cual se dedica a saltar y atacar a mi hermano pellizcándole los pezones”. True story. Mi psique a veces me da miedo.

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