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Nota: este es el primer post
de la historia del blog que he considerado seriamente no publicar. Es como las primeras sesiones de Jethro Tull antes del componer ‘A Passion Play’. Como ‘The Sicilian Defense’ de Alan Parsons Project. Esto no es un artículo normal. Son pedorretas mentales producto de un día muy chungo hace ya un tiempo en el que juro que no había consumido peyote ni Irn Bru)
Mi perturbada mente procesa lo que ve y hace de una forma peculiar: Todo lo vivo de manera narrativa. Por ejemplo, el acto de ir a hacer un pis es una aventura con inicio, nudo y desenlace. Que a veces puede convertirse en material de ente bloj cuando tal desenlace es una meada bifurcada en tu primera cita o ese maravilloso momento en el que te pillas el prepucio con la cremallera justo cuando tienes que entrar a una reunión con el director de la empresa.
Por otra parte, ello explica también que mi género favorito musical sea el rock progresivo, pues tiene estructuras próximas a una narración. Esto es, si una épica de Genesis es como jugar a ‘The Last of Us’, cualquier canción ganadora del Festival de Eurogaysión sería el equivalente al PacMan. Y, en el caso de los Sex Pistols, al Pong.
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Reductio ad Pongdum |
Andaba por lo tanto yo reflexionando sobre esta imbecilidad cuando llegué a una conclusión: el follar también ha de tratarse con el rigor de una buena historia. Mi cerebro, en lugar de salir del cráneo y estrangularme, siguió elaborando sobre esta hipótesis y llegó a la conclusión definitiva: los mejores folladores han de ser necesariamente los freaks fans de la literatura fantástica y del rock progresivo que, además, se laven a menudo el prepucio. Esto último es importante porque aquí estamos hablando de una historia ÉPICA con final feliz (pun intented) y no de una película de terror.
Ya puedo escuchar el clamor popular: ¡Eso lo dices porque TÚ eres un fan de la literatura fantástica y del prog! La respuesta está clara: No soy tan lamentable como para venderme en internet alardeando de mi capacidad amatoria. O sí. Porque ya obliteré toda mi dignidad el día que aparecí con el mankini de Borat en directo en Cine Basura.
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Héroe del No Follarás en la Vida ™ |
Otros dirán que esto es sólo una especulación absurda que no está basada en ningún riguroso estudio científico. A ellos les contestaré: si conducís tal estudio, por favor hacedlo como un reality show porque sin duda sería el evento del año.
Finalmente, un reducido grupo de indeseables comentarán que definitivamente este blog ha perdido el rumbo y ha saltado el tiburón. A esa panda de envidiosos sólo puedo contestarles:
Sí.
Tenía que llegar.
Pero elaboremos. La premisa es la siguiente:
Un buen polvo es aquel que resulta a) variado, b) razonablemente largo y c) con una buena progresión dramática. Yo añadiría d) en el que se hacen chistes. Lo cual explica mucho sobre mi lamentable relación con las mujeres. Pero teniendo sólo en cuenta los tres primeros puntos, ¿quiénes están más acostumbrados que nadie a las obras de larga duración y muchos elementos dramáticos distintos? Pues eso. Todo aquel que ha leído ‘Juego de Tronos’ y ‘
Las Crónicas de Thomas Covenant’ (pobre desgraciado) sabe que cualquier cosa alargada como la polla de Jeff Stryker es mucho más emocionante. Los
fans de las sagas ÉPICAS disfrutamos tomándonos nuestro tiempo para alcanzar el momento en el que por fin los héroes emergen victoriosos. Sabemos que no es llegar y besar el santo, sino que hay que currárselo. Y no sólo eso: damos por supuesto que cada libro tiene que tener su propio clímax.
Ergo se abre, no ya la posibilidad, sino la obligatoriedad de VARIOS CLÍMAX. No conozco a onvre o munhé alguna que se oponga a eso.

Por otra parte está el tema musical. Muchos dicen que la música chill out o el ‘Je t’aime’ son las mejores canciones para follar. Y una mierda. No hay nada mejor que el ‘Close to the Edge’ de Yes. Porque es una canción que esconde, entre los muy poco heterosexuales grititos de Jon Anderson, el secreto de un buen polvo. No se trata sólo de su extrema duración. Porque se podría decir que hay sesiones rave que duran varias horas. ¿Pero quién quiere 90 minutos de follar en la misma posición y con el mismo ritmo frenético? El mayor terror de una mujer es encontrarse con un bakala encima suya empujando durante dos horas sin parar hasta que el interior de la vagina se convierte en un acordeón. Como decía Un Pingüino en mi Ascensor, en la variedad está la diversión. Lo cual se aplicaría también a ese clásico de los tópicos del fornicio que es el ‘Bolero’ de Ravel. Sí: un crescendo es algo que viene bien para un casquete decente. Pero es mucho mejor un polvo con muchos cambios de ritmo y de melodías.
Lo cual nos devuelve ‘Close to the Edge’. La canción empieza con una cacofonía frenética. Esto es, un grito de guerra para ir al ataquerl. Porque la pasión es la pasión y ni conviene ni se debe controlar en sus primeros compases. Pero el buen freak sabe que no puedes andar mucho rato con la historia de la Tierra Media y dando demasiada información en plan acelerado. Hay que sacar la lengua de la tráquea, dejar de morder cuello y plantear una estrategia. Así que la guitarra de Steve Howe se calma y, suenan compases que evocan la gloria bendita:
Obviamente, sexo oral.
Un momento romántico sin igual que supera con creces cualquier otra canción ñoña que os venga a la cabeza. Porque algunos estaréis pensando que siempre será mejor una balada lenta. Pero esas quedan muy bien para los polvos a contraluz de los blandipornis noventeros, que parecen más un ballet que una buena follada. Además, ¿quién en su sano juicio querría prespitar escuchando ‘Bed of Roses’? No sólo es una canción corta y sin mucha variación, sino que además la imagen de tres espinas de rosas clavándose en el prepucio es algo que nadie quiere tener.

Por supuesto, no voy a ir describiendo la adecuación de ‘Close to the Edge’ a un acto sexual compás a compás. Cada uno que le ponga su imaginación según sus depravaciones. Siempre se pueden aprovechar los cambios de ritmo constantes ausentes en otros géneros de música. Eso sí, el momento en el que todo para y Anderson grita lo de ‘I get up, I get doooooown’ refleja claramente la ÉPICA lucha del rabo para volver a por una segunda ronda después de que su Total Mass Retain no pudiera retener más todo lo que es concretamente la eyaculación. Pero, recordemos: ¡Puede haber otro clímax! Después de El Abismo de Helm, todavía nos queda Minas Tirith.
Eso sí: nunca llevéis vuestro frikismo de Tolkien al extremo de colocarte entre las dos tetas y decir algo así como “¡Estamos ante la alianza de Las Dos Torres!», porque entonces toda vuestra habilidad narrativa la tendréis que aplicar al noble arte de hacerse una paja.
Además, y como último detalle, no hay que pasar por alto que en este clásico de Yes se utilizan los crótalos, instrumento con un nombre que se presta a la chanza erótico festiva. Esos dos pequeños platillos nos resultabas mucho más sugerentes cuando los sacaba
la fermosa cantante del grupo de versiones de Yes ‘Topographic’ en los conciertos y los frotaba con delicadeza. Un amigo de Vicisitud y mío estuvo a punto de pedirle que, por favor, le acariciara con el pulgar y el dedo medio su escrótalo.
Y sí: ese amigo ¡ERA YO!
Así que ya sabéis: el tamaño importa poco. Pero la capacidad de ver un polvo como una narrativa compleja es esencial. Sois el Dungeon Master de vuestra propia vida sexual.
Pero no tiréis dados a la hora de decidir si lamer o morder un pezón, por el amor de Tracy Hickman.