Cine Basura, temporada 3, episodio 3: Mis vicisitudes deportivas

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Como siempre, primero los datos: Gratis. El viernes 23 a las 22:45 en la dirección www.canalplus.es/cinebasura y, a partir de las 23:00h, la película en Canal+ Xtra, con los comentarios por el audio 2. ¡Animaos a comentar en el chat, que es lo que le da vidilla a esta aventura!
Y, ahora, paso al artículo en sí. Porque claro: después de tres temporadas, no apetece especialmente volver a explicar de qué va el programa. Lo importante es que sigáis viéndolo. Cuantos más, mejor. La audiencia, la participación en el chat y los tweets son lo que hacen que sigamos adelante con esta cosa.
Pero lo cierto es que cada mes toca escribir algo sobre el Cine Basura. Y a mí me gusta que cada texto sea especial. Quizá ‘especial’ en el sentido Forrest Gump del término. Pero me agrada buscarme cualquier excusa para anunciar de pasada la película y el invitado, pero, al mismo tiempo, hablar de lo que me de la real gana. Dado que la putrícula es ‘2019, tras la caída de Nueva York’, una cosa muy divertida (¡con Romano Puppo!) que se vende sola, la excusa la voy a encontrar en Iñaki Cano, que es el finstro que vendrá al comer tortilla con Viru y conmigo.
Iñaki es, atención, comentarista de fútbol y, sobre todo, de la NBA en Canal+. Efectivamente: no nos hemos ido muy lejos esta vez para el invitado. Pero queríamos romper una lanza en favor de la existencia del frikismo en el fandom deportivo. Dos mundos que muchos quieren mantener separados, pero que ya hace tiempo que me di cuenta de que pueden ir perfectamente tan juntos como Sergio Pérez y un alerón saltando en pedazos.
Porque hay que reconocerlo: el frikismo y el deporte no siempre han sido los mejores aliados. Pero pueden serlo. Deben serlo. Al fin y al cabo, saberse todos los nombres de los jugadores de la NBA es tan absurdo y lesivo para la mente como dominar la filmografía de Albert Pyun. Además, ambos casos aseguran una cosa: que si no paras de hablar de ello en las fiestas, puedes convertirte en un Héroe del No Follarás en la Vida ™. Eso, lectores, es algo que une mucho.
Naturalmente, yo tengo una relación de odio/ligero-moderado-sin pasarse amor por los deportes en general. Como espectador, siempre he visto a las selecciones apañolas de furgo y baloncesto por aquello de entender el patriotismo de la única manera correcta posible. Pero las competiciones de equipo siempre me han importado un carajo.
Aunque de pequeño tenía un póster de Butragueño en mi habitación.
Era joven y tenía excusa: mi padre era del Parchelona, mi hermano del Atleti y yo del que fuera que más jodiera a ambos. Armonía en el hogar: ese concepto tan querido en mi familia. Lo curioso es que, a pesar de que siempre ha sido un freak de esos que se encerraba en casa a jugar al ‘Bruce Lee’ de Spectrum o a leerse ‘La Espada de Joram’, a veces intentaba socializar jugando al furngo. Normalmente de portero. Lo que sólo quiere decir una cosa:
Era muy, muy, muy mal jugador.
Evidentemente, lo del baloncesto, teniendo en cuenta que me quedé estancado en 1’68 metros, no era una opción, por mucho que me inspirara la existencia de aquel base americano muy bajito famoso cuyo nombre he olvidado porque nunca llegó a dirigir una película de zombis ni a hacer un disco de rock progresivo.
Así que, mientras mis compañeros de colegio se dedicaban a pasar su clase de gimnasia con juegos de equipo, yo era el único tío que se marchaba con las chicas a hacer atletismo. ¿Era porque se me daba bien? ¿Era porque quería cuidar mi cuerpo adolescente entumecido por horas de Spectrum y pajas? No, joder:
Era porque, a pesar de estar muy cascado, era el segundo mejor corredor de fondo.
Y la primera era la chica más guapa de la clase.
Resultado: un kilómetro corriendo en segunda posición con la vista fijada todo el rato en el pandero de la muchacha. Como la zanahoria y el burro. Como una bola de lana y un gato. Como una gótica y un dibujo de Tim Burton.
Este entrenamiento calenturiento me llevó, durante un brevísimo periodo de tiempo, a tener cierta forma física. Incluso llegué a correr la Milla Urbana de Algeciras, un buen lugar en el que hacer competiciones en circuitos de ciudad porque no hay nada que te distraiga. Más bien, el espanto que te rodea te incita a llegar a la meta cuanto antes con tal de no volver a ver edificios feos, no tener que sortear yonkis ni pasar otra vez por delante de esa escultura tan bonita que todos conocíamos como ‘La Cagada de Mazinger’.
Conseguí terminar la carrera en una posición sólo medianamente vergonzosa e incluso llegué a saber lo que se siente al querer expulsar todo lo que es el bazo por el esófago. Los años siguientes los pasé intentando jugar de vez en cuando con los amigos, pero dejé de lado todo deporte con la excepción de un breve periodo en un gimnasio durante el cual conseguí llevar a cabo mi gran ilusión vital: conocer a Carlos Pacheco y mover las tetas. Luego me fui a estudiar la carrera, comencé mis vicisitudes estomacales, me dediqué a perder el tiempo en blogs y nunca volví a jugar a ningún deporte.
Pero una cosa me quedó en el recuerdo. Que por mucho que odie el furngol como concepto por ser, debido a sus precios, el causante de los problemas económicos del cine de Canal+, tengo que tener un respeto por la gente que se dedica a ser freak del deporte. Sobre todo si son capaces de retransmitir partidos de baloncesto y, como Iñaki, ponerse a hablar de la Marvel. Porque del mismo modo que descubrí gracias a Bryan Singer y a mi amigo Carlitos que se puede ser maricón perdido y fan de los X-Men, el ser experto en deporte no quiere decir que seas un patán incapaz de disfrutar de una buena sesión de cine-colonoscopia.
Así que ahí estaremos el viernes. Luchando contra los estereotipos. Dos freaks del cine chungo y uno del baloncesto que, contra todo pronóstico, demuestran una gran higiene personal. Os esperamos a todos. Y si faltáis a ver con nosotros este maravilloso clon de combate de ‘Rescate en Nueva York’, que vaya Romano Puppo a vuestra casa juegue a las canicas con vuestras pelotas.
Romano Puppo desayuna todos los días testículos de Chuck Norris.

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