Política. Esa cosa que tiene a toda Espppaña más desanimada que Yamcha a punto de pegarse con Célula. Eso que llena los muros de Facebook y Twitter de todos mis amigos. Eso que hizo que una conocida francesa me dijera que no le apetecía volver a vivir aquí, porque todos andamos con cara de descomposición estomacal constante.
Obviamente, nunca apetece hablar de los políticos. Pero hasta en ese pozo de inútiles y últimos de sus respectivas promociones en carreras Féber, hay cosas que nos pueden hacer reír. Y no me refiero a la imagen de Montoro en calzoncillos de corazoncitos. Básicamente porque eso, más que sonrisas, haría que quisiera aspirarme el cuerpo vítreo del globo ocular y rellenarlo con lejía. Y clavos.
No: en política hay un fenómeno que a todos nos divierte de vez en cuando. Porque imagino que poca gente va a votar llena de ilusión. Lo normal es acercarse al colegio electoral a practicar el antiguo deporte de mirar las papeletas de los partidos minoritarios absurdos que no conseguirían un escaño ni aunque todos sus candidatos hicieran un flashmob vestidos de Perry el ornitorrinco y cantando ‘Madre soy cristiano homosexual’. Aunque en ese casó SÍ que tendrían mi voto.
Y quizá en los demás. Porque, qué coño: vista la situación política actual, en la que hasta las grandes alternativas a los partidos mayoritarios resultan que generan su buen número de aprovechados indolentes (con
una espectacular y sórdida excepción) o son cultos personales al gran líder Kim Jon Rosa Díez con posiciones políticas esquizofrénicas, yo prefiero otra opción: la de la risa. Porque entre corruptos populares (¡
forsale!) o perturbados desconocidos, prefiero a los últimos. Al menos, ofrecerían más descojone. Y, si son partidos griegos, tendrían en el congreso a
munheres como
enta. Sí, lo de ese link se llama Julia Alexandratou, y que que hay más abajo de la pantalla del ordenador son tus manos en un lugar inapropiado, so guarro. Por desgracia, Julia, del partido ecologista griego, no se ha nacionalizado española, por lo que nunca la tendremos en nuestro parlamento. Nosotros nos tenemos que conformar con las fotos sexys de Soraya Sáenz de Santamaría y Aribaespppaña, un documento audiovisual creado con la sana intención de que toda la población masculina del país quiera salir en la próxima cabalgata del orgullo gay luciendo un ensanchador anal.
Pero hoy no voy a hablar del partido de esta señora ni de ninguno de las numerosas candidaturas cómico-taurinas que pueblan los comicios nacionales. No por falta de ganas: sabe feck que me encantaría investigar a uno de mis favoritos desde joven: el ‘Partido de la Asociación de Viudas y Esposas Legales’, al que yo desde que tengo uso de razón lo he llamado el PAVEL Chekov.
Tras esta referencia absurdamente forzada a Star Trek, y que debería marcar el cierre de este bloj, os voy a hablar de otro partido. Uno que ha conseguido un resultado ÉPICO en las pasadas elecciones griegas:
Y estaba escrito a boli detrás de otra papeleta. O al menos eso dice su líder, Miltiadis Tzalazidis, que en adelante, para abreviar, llamaremos Miltiadis Tzalaidis. Porque él lo vale:
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Molaría en el remake griego de ‘La ciudad no es para mí’. |
De hecho, Miltiadis ni siquiera se votó a sí mismo. Las notas de prensa que han dado a conocer este hecho al mundo no son del todo claras, quizá porque no se han tomado este momento histórico con la necesaria seriedad. Pero parece ser que el líder del partido declaró que no había papeleta en su colegio electoral. Algo que me extraña, puesto que eso en España sería totalmente ilegal. Pero estamos hablando de Grecia y NO VOY A HACER NINGÚN COMENTARIO con las palabras ‘dar’, ‘por’ y ‘culo’. No hay que ser tan obvio.
En los confusos textos de las agencias de noticias parece ser que Miltadis llamó Judas a quien le votó, pero luego se retractó, porque sin duda quería más votos. Y no veo yo a este hombre como alguien con sentido del humor para presentarse por la risa. Como, por otra parte, pensamos hacer Vicisitud y yo las pasadas elecciones hasta que cambiaron la ley electoral. En serio.
El motivo que me hace sospechar que nuestro héroe no es un bromista, sino un perturbado genuino, es que a ningún cachondo se le ocurriría la jugada maestra que define realmente a su partido: el nombre. Está bien hacer formaciones con retretes en el logo o bromas más divertidas como presentarse en España como Falange Auténtica. Pero hay que tener una especial forma de locura que ningún humorista puede alcanzar para llamar a tu partido con un nombre que ya forma parte del Libro Promocional de Bebida Para Barrigudos de los Records:
«Independiente renovando a la derecha, renovando a la izquierda, renovando al Pasok, renovando a Nueva Democracia, no a la guerra, partido de la acción, me deshago de la tierra, me deshago de las deudas, salvo vidas, movimiento griego del trabajo panagrario Paeke», en adelante, para facilitar la lectura, IRALDRALIRAPRANDNALGPDLAMDDLTMDDLDSVMGDTPP. O mejor, el CHEWBACCA. Que siempre quise que existiera un partido con esas siglas, coño.
Observemos toda esa inmensa denominación. Un señor que renueva todo: hasta la decoración al gotelé de tu salón. Que no quiere guerra, que le gusta la halsión, da tierra, te paga lo que debes, se convierte en Superman, salva a un tren de escolares, preña a mil mujeres en ocho segundos y es capaz de viajar en el tiempo para evitar el final de Perdidos. O no tanto. Desde luego, lo de ‘dar tierra’ parece ser cierto: en su programa ofrecía terrenos gratis. O al menos eso es lo que saqué en claro al usar el google translator con una página en griego, idioma en el que sólo sé decir ‘El barco está en el Pireo’, no me pregunten por qué. Según la traducción de mierda, «Las parcelas están situadas en Grevena en un área de 30.000 acres en la casa de Mustafa». Quién es Mustafá es un misterio en que el no voy a indagar porque prefiero gastar mi tiempo en cosas más útiles como intentar ligar. E “intentar” es la palabra clave aquí, claro.
Miltiadis, un señor de 83 años con probable experiencia en mandar cartas al director a todos los diarios nacionales y a ponerse en las vallas de las obras a comentar el trabajo de los albañiles, tiene su pasado político. El tipo ya se había presentado a las elecciones por un par de partidos, y en los pasados comicios marca Falomir que tuvieron que repetirse incluso llegó a obtener 299 votos con su CHEWBACCA. Votos de gente, sin duda, con ganas de cachondeo. O tiempo para leer la papeleta.
Lo acojonante de este caso es darse cuenta de que ni siquiera sus amigos, familiares u ovejas del campo de los acres al lado de la casa de Mustafá le han votado. Paraos un momento a pensar lo profundamente triste del caso. ¿Es que Miltiadis está solo en este mundo? ¿Es que le canta el sobaco y no se lava los dientes? ¿Es que ni siquiera los compañeros de la partida de dominó de la tarde en el bar de la esquina han levantado un dedo por su amigo? Una realidad que, qué queréis que os diga: me pone un tanto triste. Prefiero pensar que todo es como dice el señor: que es un complot de los medios en contra de los partidos pequeños. Que él puede resolver todos los problemas del mundo, pero no le dejan.
Probablemente no tenga razón. Pero si fuera presidente, seguro que le saldrían de todos lados esos amigos que no le han votado buscando algún favor. Y Miltades sería el último en reír. Junto con todos nosotros.