Como Fernando Alonso triunfó gracias a Satán

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Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Todas las
carreras que había presenciado en las que corría el Mierda siempre habían
terminado con una desgracia para el piloto inglés mientras mi pura fijación,
rabia y concentración para hacer el mal casi teñía mi grada de negro.
Gastronomía de calidad.
Sin embargo, uno siempre duda, y piensa que la alianza con
el maligno terminará por acabarse. De hecho, todo empezó de forma extraña el viernes
por la tarde cuando, intentando algo tan sencillo como pedir una horchata en
Valencia (feck, el mítico Grabriel lo hacía en los baretos jebis y sigue vivo)
y, sistemáticamente, fracasaba en el intento.
La mañana del domingo, agarrado a un árbol y vomitando en un
alcorque, protagonizaba mi versión cutronga de ‘Resacón en Valencia’, echaba un
ojo a las fotos del móvil para preguntarme qué carallo había pasado la noche
del sábado. O sea, todo lo que ocurrió desde que me dijeron «Aquí no
tenemos horchata» en plena Malvarrosa. Estaba claro, desde luego, que el
ultrafollable Xabi Alonso – y la celebración etílica posterior – había logrado
levantarme el ánimo después de haber presenciado en directo la Q2. Y es que
Ferrari, cuando en una de esas decisiones dramáticas tan propias suyas (4
puntos) – y que tanto amamos, al igual que su estrategia de neumáticos de
Canadá – cerró el paso de Fernando a la Q3, las esperanzas para el domingo se
desvanecieron más rápido que el dinero extra que reclamaba Calatrava para sus
satanes.
El alcohol es muy malo.
Igualmente, la autoritaria pole del Mierdecilla, flanqueado
por el Mierda, me hacía dudar de mis poderes mágicos, tan bellamente
demostrados en anteriores ediciones – principalmente, el pitstop lamentable delMierda en el 2009 y su hostiazo en Barcelona en el 2010. ¡Y eso que hasta me
marqué una pequeña peregrinación satánica por Valencia para que nuestro señor
me diese fuerzas para hacer el mal!

Sí, son notas musicales.

Así que el domingo, mientras me dirigía a la grada, me
repetía que lo de guardar neumáticos nuevos está muy bien, que son 5 segundos
más rápidos por cada relevo, que mira qué bien le fue a Raicoñen haciendo eso,
que casi ganaba en Bahrein, que Fernando iba a ser un suicida en la primera
vuelta y eso son muchos puntos de la liga fantástica, que más de un lector
habría hecho un sacrificio de una rodaja de chope a mayor gloria de Satán
nuestro señor y que, a lo mejor, en los chiringos del Circuit sí que habría
horchata… Sin embargo, el pesimismo se imponía y pensaba que el aluvión de
puntos generado por el equipo Marussia – antes llamado ‘Fuck You Richard
Branson’ – iba a ser la única nota de color y halsión del GP valenciano. Por lo
pronto, Timo Glock se llevaba 10 por su no comparecencia a los que sumar 3 por
el motivo: por muchas vueltas que se le den a términos como «infección
estomacal», todos sabemos traducirlos en nuestra mente: CACA. Por
supuesto, Marussia se llevó 5 puntazos al dejar en evidencia ese maravilloso
chit-te de la F1 patria llamado María de Villota: «María es nuestra
probadora, NO nuestra piloto reserva. No puede correr en el lugar de Glock
porque no tiene superlicencia». Sólo les faltó añadir un «pero
agradecemos sobremanera el dinero que paga por ponerse nuestro mono y darle
vidilla a su cuenta de Twitter».

El caso es que, vestido de Ferrari y sin horchata me dispuse
a jalear una salida en la que Alonso consiguió remontar tres puestos y en la
que nadie se ganó un mísero punto para la liga, salvo un puntito para Narain
por su toque con Charles Pic (al final lograría otro más por un drive through
por exceso de velocidad en el pitlane ¿soy yo el único que mala hostia en poner
una sanción de ese tipo a un HRT?). Sin embargo, para mi gran felicidad y
alborozo, sí que pude presenciar el ultraplástico trompo que Bruno Senna se
marcó frente a la grada en la que yo estaba. Deslumbrante en su ejecución, se
merece 3 puntos por su arrebato estético, aunque fue una pena que no se llevase
a nadie puesto. Luego, descubrí la causa de dicho trompo, que no fue otra que
un contacto con Kobayashi. Ignoro si el drive through de Bruno (1) significaba
que la FIA le declaraba culpable del incidente, sin embargo, tras ver varias
veces la repetición no me cabe la menor duda de que Kamui era enteramente
responsable. 
¡Delante de mi tribuna!

Alonso 111- Massa 11
Está claro que el pobre japo, teniendo que vivir día a día junto
con el exagerado hype de Sergio Pérez, está animándose a sobreactuar. Y todos
tan agradecidos: 10 puntazos a los que sumar otros 10 por su tardía colisión
con Felipe Massa, motivo por el cual la FIA le calzó una bella penalización. En
otras carreras, con 21 puntos se ganaría holgadamente la Star of the Race. Pero
ya sabéis que, en esta carrerón para la historia, NO era ese el caso. Still, os
toca esperar y sufrir hasta el final para llegar a esa Star. Porque, como nos
demostraron Aristóteles y Peter North, el postergar el placer siempre consigue
los resultados más espectaculares. Sobre todo si te has hinchado a espárragos.
O a horchata.

A la vuelta 12, el adelantamiento de Alonso a Hulkenberg –
yo ya daba por sentado que esperaría a la primera parada – fue el primer toque
de atención de que aquella iba a ser una carrera en la que estar de pie y al
sol, olvidándose de las más básicas precauciones de cremitas solares y demás
caralladas. Y así fue: cuando los que estaban delante, la gente se arremolinaba
alrededor del único freak que tenía el live timing en su móvil – o sea, yo –
para saber si Alonso los pasaría al retrasar su parada. Y así fue. Luego,
llegaron los soberbios adelantamientos casi en curvas consecutivas a los que
retrasaron su parada hasta ponerse cuarto. Y yo pensaba «¡Todo esto sin
tener que molestarme en usar mis poderes parasubnormales para el mal!».
Fue entonces cuando comencé a emplearme a fondo, poniendo gestos de
concentración y cuernos satánicos que recordarían a la Superabuela con un
ataque de oligofrenia intentando corear – sin éxito – los grandes éxitos de
Barón Rojo. Después de unas vueltas haciendo el gilipollas, ya nadie se atrevía
a preguntarme por el live timing. 

Y entonces Jean-Eric Vergne, superándome en
gilipollez, protagonizó uno de los jrandes momentos de la carrera. Su
adelantamiento a Kovalainen pasará a los anales de Gianna Michaels y Naomi
Russell, aunque sea con la etiqueta de «eyaculador precoz»: la forma
en la que se abalanzó sobre el finlandés (10 puntos) sin esperar a rebasarle
más allá de tres centímetros provocó no sólo una lógica sanción de la FIA (1
punto) y un complemento de estilo de 5 puntos – porque a todos nos gustan los
culos generosos – sino lo que es más importante: el safety car (1 punto) con el
que mis poderes para el mal volvieron a la carga.

El cambio de neumáticos de Hamilton volvió a ser ¡otra vez! digno
de ser presentado y jaleado por José Luis Moreno a golpe de uh-uh-uh,
metiéndole la mano por el culo al mecánico del gato en vez de a Rockefeller.
Los 4 puntos llevan el x2 del factor mierda y un complemento de 5 puntos por
pura contumacia. Mientras me enajenaba, una señora me decía «Pero tampoco
hay que disfrutar tanto con la desgracia ajena. Es mejor que Alonso lo hubiese
pasado en pista». Declaración a la que tuve que responder «Señora, la
actitud correcta es que querer que gane tu equipo COMO SEA  y alegrarse del dolor ajeno». Mientras
respondía, un mensaje de Paco al móvil exclamaba «¡¡¡Sigues teniendo los
poderes de Mierda!!!».

El dream-team de la liga fantástica.
H
¡Jo!
abrá quien diga que, esta temporada, hubiese creído más en
mis poderes si McLaren hubiese hecho bien el cambio, y, desde el punto de vista
de «lo extraordinario», hubiesen tenido razón. Sin embargo, hubo más
motivos para la alegría. Las numerosas vueltas dadas bajo el régimen de safety
car nos trajeron de vuelta algo de lo que hizo que los 80 fuesen realmente
Jrandes. No, no fueron los bigotones – lamentablemente – sino esos momentos en
los que los motores se iban a tomar por saco. La gente religiosa en exceso –
esto es, los que, cuando encuentran algo que no aciertan a explicar, llenan ese
hueco con «Dios» – consideran un abandono por causas del motor, como
pura «mala suerte». La realidad, como dijo Alain Prost, es que
«todo ocurre por una causa física determinada». ¿Alguien puede decir
que lo que hizo que Vettel y Grosjean volasen no tuvo que ver con sus
posteriores abandonos por sobrecalentamiento del alternador?
Desde luego, así debió pensar toda mi grada – incluida la
señora atemorizada por mi furia homicida – cuando se alzó al unísono para
celebrar la rotura de motor del mierdecilla. A todos los que sacrificasteis una
rodaja de chope a mayor gloria de Satán: JRACIAS.
Feeling the finger.
Ni que decir tiene, los 5 puntos de Red Bull tenían un +3 de
componente psicodramático por la manera en que abandonó. Sabe todavía mejor
después de que haya sospechas, muy serias, de que el señor Newey esté pasándose
la normativa actual sobre los difusores soplados por donde Vergne se pasa el
sentido común. Igualmente, Vettel se lleva 3 puntos por todo el teatro que
mostró con sus guantes. Still, muy lejos de la gloria de Alonso en Singapur
cuando imitó a Basil Fawlty después de que su coche le dejase tirado en la Q1.
Poco después, Grosjean tuvo el mismo destino (5 puntos para
Lotus) pero menos gracia. Le doy, eso sí, 1 punto por el derrapazo que pegó en
el reinicio de la carrera y que provocó que Alonso se lo merendase y también
otro puntito por el toque que dio al asturiano. Dio un poco de penilla oír a
Romain decir que «hubiese pasado a Alonso». Claro, con ese peacho
velocidad punta del Lotus…
Vitaly is baaaaack.
Entremedias, un momento estelar de Vitaly nos recordó que,
pese a tener pocas posibilidades de lucir su talento cipotístico con el
Caterham, aprovecha como nadie las que se le presentan. Ahora que su equipo
comienza a poder luchar de tú a tú con los Toro Rosso – en vez de estar en
aquella aburrida tierra de nadie – Vitaly vengó la afrenta de Vergne a
Kovalainen con un bellísimo ataque (10 puntos) a Ricciardo que lleva un
complemento esteta de 6 puntos por… vuelo.

Y ahora sí, el momento que estabais esperando: la Star of
the Race. Decía al principio del post que es, en cierta medida, reconfortante y
feliz ver cómo regresan ciertas tradiciones. El ver a Ferrari cagándola es una
de ellas – y, jei, aquí lo hicieron en la Q2 – la otra tradición es que, de
cuando en vez, a muchos se les llena la boca hablando de «la madurez de Hamilton».
Inevitablemente, cuando parece que ese rumor absurdo podría ser verdad – feck,
apenas llevaba puntos este año en la liga fantástica – llega el Mierda y
recuerda a esos necios lo equivocados que estaban.
Socialismo o muerte.
En las últimas vueltas, los neumáticos de su McLaren dijeron
«basta» y, en vez de hacer lo lógico – esto es, lo que hizo Alonso en
Canadá – que era dejarse adelantar en la manera en la que menos afectase a sus
tiempos por vuelta, el Mierda comenzó a practicar una conducción defensiva que
le hacía perder segundos y segundos en cada sector. El cuarto puesto era más
que posible, pero un «maduro» Lewis, decidió sacar a Maldonado de la
pista cuando estaba totalmente emparejado. Tal acción merecería un drive
through, y eso fue, literalmente, lo que le terminó ocurriendo. Por lo pronto,
5×2 puntos para el Mierda por imbécil y un puntito por la forma tan ridi de
tirar su volante, sin olvidar 5 puntos por cómo le provocó una herida a un
mecánico durante el pit de mierda (¡se lo merecía!), pero NO fue él la Star of the
Race.
¡Jo-o-o-o!
En efecto, el HINMENSO Maldonado nos dio a todos una sublime
lección de socialismo bolivariano en estos tiempos de rendición mariquita al
credo ultraliberal. Frente a la afrenta a la que le sometió el Mierda, Pastor
hizo algo más bello que agachar la cabeza y volver a intentarlo en otra curva:
por TERCERA vez desde que está en F1, decidió usar su coche para endiñar. Da lo
mismo que uno también se autodestruya en el envite: lo importante es hacer
justicia. Esto es, joder a los mierdas. Fue bello verle en Bélgica ir a dar a
Hamilton en la Q2, fue casi mejor la forma en la que endiñó a Sergio Pérez este
año en los libres de Mónaco. Pero esta acción en Valencia es la que convierte a
Pastor en un piloto superior pletórico de VALORES. Sí, fue penalizado por la
FIA (1) y perdió su décimo puesto. Pero ver al Mierda escarmentado contra el
muro… eso… eso sólo lo consigue Satán y los poderes parasubnormales. 10×2 y 7
de estilazo Bolivariano. 28 puntos a los que sumar los 10 que le da la Star of
the Race. Eso son 38 puntos para liderar la tabla clasificatoria con autoridad.
Y toda una lección para el Mierda: con Pastor, bromas… las precisas.

Pastor y la seguridad vial.
La mejor postal turística de Valencia ever.
¡Greta Garbo ríe! ¡Alonso llora!
Y luego llegó el maravilloso final. Una mujer venezolana me
preguntó en qué posición había quedado Pastor. Le respondí que, como perdió el
alerón, quedó décimo en la tabla pero el primero en mi corazón. Grité un «¡Viva
Venezuela!» y luego vitorée a un Alonso que estuvo ÉPICO. A los pocos
minutos, cualquier rastro de cinismo e ironía había abandonado mi coraçao y,
como todos los que estaban a mi alrededor, echamos una lagrimita cuando vimos a
Alonso – ¡acompañado de Chumáquer! – llorar (3 puntos) durante el himno esPPPañol y durante esa todavía mejor
sordidez que es el italiano.

Alonso gana el GP de Valencia gracias al poder de Satán from vicisitud y sordidez on Vimeo.

 Un señor con bigotón me dijo «Mucho mejor
esto que lo de Barcelona 2006. Aquí, además, nos ahorramos a gentuza pitando el
himno». Y le di la razón: defender las pitadas alegando que es «gente
ejerciendo su libertad de expresión» es el clásico argumento de la derecha
ultraliberal Randiana. Que viene a ser «todo acto es bueno porque expresa
la libertad y albedrío del que lo realiza». Como ven una soplapollez que
no oculta una realidad más sencilla aún: pita si quieres, pero no dejarás de
ser, por encima de todo, un maleducado. Paco me dio la razón: «En el
España-Francia, por mucho que los odie, las más elementales buenas maneras – y
un verso como ‘ciudadanos, a las armas’ – me impidieron pitar la
Marsellesa».
Hoy, Valencia, España es un país de puta madre. Con toreros.
Conforme volvía a la estación de tren, me daba cuenta de que
JAMÁS volveré a ver algo tan jrande desde una grada, de que el poder de Satán
no tiene fronteras, que nunca se puede sacrificar el suficiente chope y que, si
uno se lo propone, al final logrará algo tan difícil como lograr tomarse una
horchata en Valencia.
PS. de bonus track, algo que faltaba en el post:
Como ya sabéis, los resultados de pilotos, aquí. Los de escuderías aquí. Y la general, aquí. Y esta vez, tras tal tocho y tal muestra de superpoderes, sí que puedo pedir con alegría una invitación a unas cañas.

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