en el vestíbulo… El olor a orina, cerveza y sudor rancio emergía de entre
las sombras, las luces habían vuelto a ser destrozadas y el pasillo, destruido,
estaba totalmente a oscuras. El silencio reinante no significaba que no hubiese
nadie allí. Caminar era escuchar botellas rotas y jeringuillas crujir bajo tus
pies. Con suerte, uno de los tres ascensores de la torre podía no estar estropeado.
Graffiti fresco, condones usados o un vagabundo desmayado era lo que solía
esperar en su interior cuando las puertas se abrían.»
refiere a la auténtica torre de los horrores de Londres. No esa gilipollez que
están pensando, con los Beefeaters, cuervos y las joyas de la corona, sino a
una de las ovras cumbre del arquitecto Ermo Goldfinger: la Trellick Tower.

hermana fea – o guapa, cuando se trata de arquitectura satánica uno ya no sabe
que pensar – la Balfron Tower. Y, gracias a que está a cinco minutos de
distancia de otra creación mefistofélica del mejor satanismo – los Robin Hood
Gardens – esta pequeña guía turística puede ser definida como «el Gran
Derby Londinense»: dos pesos pesados frente a frente. Al final del post,
tendrán que elegir usarcedes al vencedor.
Mairie d’Ivry – fuese española, por aquello de ser «satanes que el dinero
puede comprar» y también por ser más accesible para la mayoría. Thing is, escribo este
post tras visitar múltiples satanes en mi último día de curro en Londres, y la
emoción por adorar a nuestro señor me embriaga. I just can´t help it. Y, feck,
¿de verdad que Londres les parece un destino turístico raro e infrecuente?
contando transporte y todo no debería ocuparles más de hora y media – y es mil
veces más recomendable que un paseo por la anodina Oxford Street. Eso sí, la ruta exige contemplación y una buena dosis de jeta (amén de falta de respeto por la
propia integridad física, but you knew that already).

sería que, de cara a elegir el hotel, opten por ese maravilloso sitio en el que
nuestro amigo Abad pasó una de las mejores noches de su vida: en un post memorable nos explicaba cómo su cama estaba cubierta por una sustancia indescriptible,
cómo las ventanas estaban rotas, cómo en el suelo había una paloma muerta y
cómo termino pasando la noche de bar en bar invitando a copas a las putas del
barrio. ¡Eso sí que es ponerse en situación para visitar satanes la mañana
siguiente!
mayoría de las personas – incluso las que se plantean visitar satanes –
prefieren dormir en un hotel más céntrico y normal: uno en el que tolerar la
biodiversidad de las moquetas de baño inglesas pero en el que, por lo menos, se
note algo la diferencia entre dormir en una cama o debajo de un puente. Así
pues, para todos ustedes, la indicación es que se cojan un metro hasta la
estación de Bank y, una vez allí, tomen la línea DLR hasta la parada de
Blackwell.
la profusa cantidad de streets in the sky – perdón, estritsindaskai – que verán
les irá preparando para la maravilla que les aguarda. O no. Nadie está
suficientemente preparado.
maravilla:
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Ante esto, lo normal NO es bajarse |
¿Puede alguna parada de metro en el mundo presumir de algo así? ¿Le interesa a
alguna parada de metro en el mundo presumir de algo así? No sé la respuesta,
pero salí escopetado cantando «Que alegríiiiiiiiia cuaaaando me
dijeeeeeroooon vamoooos aaaal encueeeentrooo de Sa-tááááááááááán»
dando indicaciones de calles u hostias así. Llega con decir «¿Ve usted al
adifisio? ¡Pues vaya to recto, si hay huevos!».
de conservación: los proyectos para derribarlo son muchos, y escandalizan a
bastantes arquitectos.
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Un gatito acaba de morir |
construir en su lugar es una puta mierda sin gracia satánica alguna. Tanto, que
hasta tienen que… ¡hacer cuadros puntillistas homenajeando a Seurat para
vendernos su ponzoña!
público – con toda la sordidez que ello implica. El efecto de ver un bloque
frente al otro es de arrobamiento místico. Como cuando a Santa Teresa le penetra un ángel bellísimo con un dardo dorado. O así.
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Hasta Santa Teresa hubiese cambiado de «Señor» |
tiene una vista inigualable, que incluye la Balfron al fondo. Si Satán quisiese
instalar su trono en la tierra, éste no sería un mal lugar (gocen, aquí debajo, del despliegue tecnológico que es la primera foto panorámica exhibida en ente vlog: Satán todo lo merece).
entorno más «amigable», pero es un empeño vano.
mano en primer término no me satisfacía, así que decidí desafiar todas las
normas del decoro y pedirle a un pobre transeúnte que me hiciese la «foto
clásica». Había quién me preguntaba «¿Pero la gente no se acojona
cuando le pides que te haga una foto y, acto seguido, te ciclas gritando
Sa-tááááááán cuernos al aire?». La respuesta – ahora por fin puedo darla –
es que la gente se acojona cuando les pido que me hagan una foto con esos
espantos al fondo, lo que pase luego ya como que parece hasta normal. Por eso, cuando pido la foto, pongo una cara sonriente del tipo «Soy un
guarro y lo sé, pero tu vida no corre peligro a mi lado. Creo». La misma cara que
ponía aquel doctor que, en el congreso de ecografía del escroto, nos explicaba el apasionante mundo del divertículo testicular.
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«No, si la foto es para un amigo…» |
– un empleado de la limpieza de la zona de Tower Hamlets – que me hiciese otra
en la que se viese más el edificio. Un cartero comercial de color – negro – que
pasaba por allí le dijo al amable señor que me estaba haciendo la foto
«¿Qué, currando horas extra para que te paguen la priva?».
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Algo mejor, pero no para pagarle unas cañas. |
este adifisio, me estaba faltando algo. Y estaba claro qué era: la obra cumbre
del matrimonio Smithson suponía la presentación en sociedad del término…
ESTRITSINDASKAI.
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Los Smithson inventan… la corrala |
satanista de pro tiene que hacer, al menos una vez en la vida, una
peregrinación de rodillas por una estritindaskai. Cualquiera vale pero, joer,
en el caso de los Robin Hood Gardens, estamos hablando de LA MADRE de todas las
estritsindaskai. Ergo… ¡tenía que subir!
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La original: rechace imitaciones |
o salga para poder meterse, acto seguido, por la puerta. Me encaminé, pues, a
través del parking, a uno de los portales.
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«Mamá… ¿Quién es ese freak que nos está acechando?» |
con chilaba y bigotón, que acabada de meter a su hijo en el centro infantil/mezquita de
la planta baja, si era residente en el edificio y si podría permitirme subir a
la segunda planta a ver la estritindaskai. Enfebrecido, tuve los cojones de largarle
que era un arquitecto español. Worst thing is, me dejó entrar. Y esto fue el
resultado.
unas palabras porque las fotos quedan así mejor maquetadas.
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Residentes africanos = puertas de colores |
guarda de seguridad me largó por vía de apremio. No existen muchos edificios
que tengan seguratas de ese tipo, y menos aún con la diligencia del «ya te
vi merodear por abajo». Todo un síntoma de que algo no debía funcionar en
el maravilloso estate de los Smithson.
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¡A hacer el pijo a la calle (pero no la del cielo)! |
entrada principal en la que solicitar la visita. Deben estar acostumbrados a
algún fan fatal de los Smithson que otro…
Balfron: una calle en la que pude disfrutar de este sublime «aislamiento
acústico».
satánico de los Robin Hood Gardens: desconectarlo, con la excusa del
«ruido circundante», de todo su animado vecindario. Y terminar
convirtiéndolo en un ÉPICO pozo de inmundicia: una familia normal no tiene por
qué estar viviendo la «utopía» día a día.
a ver – caminen hacia él. Si hay indigentes tirados por el suelo, joer, pues
esquívenlos, que hay que decirlo todo.
Goldfinger. Como más de uno ha podido sospechar, Ian Fleming – el autor de las
novelas de James Bond – era vecino suyo. Y se llevaban como el culo, de ahí el
nombre del villano Bondiano más memorable. Curiosamente, pese este background,
en la Balfron no hay precisamente Martinis y tías buenas, pero sí licencia para
matar. Más que licencia, obligatoriedad.
amable señora hindú. Mientras se reía, la mujer hacía un esfuerzo para intentar
justificarme. «It’s a very big tower», me dijo. Le sonreí y di las
gracias – feck, la foto es muy buena, y hasta se tomó el esfuerzo de
arrodillarse para sacar a ese Satán que es la Balfron en toda su gloria – así
que no le expliqué en que consiste el «satanismo». Nadie se merece
eso.
Trellick Tower, la Balfron es más ancha y forma parte de un complejo más amplio
de bloques (unidos entre sí por pasadizos in the sky, faltaría más). Ni que decir tiene, el espacio público que definen es absolutamente lamentable,
lleno de recovecos de hormigón chorrentoso de utilidad absolutamente
incomprensible (aunque me da que los de siempre ya le habrán buscado las utilidades de toda la vida).
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¿Urinario? |
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WTF? |
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WTF?????!!!!!! |
tobogán de Satán». Es el único uso que se me ocurre para este despiporre,
y toda una oda a la paternidad irresponsable.
estritsindaskai de los Robin Hood Gardens, encaminarme a la entrada principal.
torres de escaleras/ascensores, que sólo se conectaban con el bloque principal
en los pisos impares. Evidentemente, me dije ¡quiero subir ahí! ¡Aunque,
históricamente, los ascensores de la Trellick y la Balfron hayan sido famosos
picódromos y sus escaleras cobijo habitual de camellos y violadores! ¡El culto
a Satán es el culto a Satán!
asín a bote pronto, tenía poca pinta de violadora – entrase para poder colarme
con ella.
el gusto de Goldfinger por «mimar hasta el último detalle del
diseño». Básicamente, una hilera de gresite blanco en el hormigón
chorrentoso.
padre de familia salir del ascensor. Gracias a ello, pude colarme en los
pasadizos (tienen, al igual que la puerta, código de acceso: la seguridad tuvo
que evolucionar MUCHO desde los diseños originales de Ermo). Y, feck santo, valió la pena.
bloques del estate. Lamentablemente, varios de ellos estaban en obras, con la
doble desgracia que ello implica: no poder ver la Balfron adecuadamente y que
futuros visitantes dejarán de disfrutar de chorretones con solera.
Blackwall – pasando, again por supuesto, por los Robin Hood Gardens – con esa
pregunta que todos los fans de las Spice Girls TENEMOS que hacernos: «Si
pudiera tirarme a una, y sólo a una… ¿A cuál elegiría?». Pues eso,
ayúdenme – no, no tirándose a las Spice restantes por mí – y participen en la
siguiente encuesta:
será en ESP-P-P-PAÑA.