Ente onvre: Jean-Patrick Narcisso

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Nos demos cuenta o no, el ser unos viejunos hace que cada vez contemos más batallitas a las nuevas generaciones. Conforme vayan pasando los años, estoy convencido de que la batallita más inverosímil terminará siendo el relatar los esfuerzos que suponía el consumo de pornografía en nuestra juventud.

«Chavales, llega un momento en la vida de un onvre en el que tiene que salir de su casa en pos de unas revistillas o similares» suena, en plena era del pornotube a un sufrimiento tan innecesario como el circuncidarse por motivos estéticos. Sin embargo, es la época que a Paco y a mí – y a muchos de nuestros lectores – les tocó vivir. Por ese motivo, resultaba especialmente mágico que, de repente, la televisión, se marcase empelotes integrales que nos evitaban la siempre sórdida procura de pornografía en el mundo exterior.

Esos momentos están debidamente recogidos en muchas webs: la mítica ‘Guerra de las Tetas (asín, con mayúscula)’ entre Samantha, Sabrina, Marta y Danuta; el lucimiento jovial de un felpudo en el fugaz programa infantil ‘Langostino’ y, por supuesto, la irrupción de la primigenia etapa de Tele 5 (todavía no superada).

Ante la ofensiva de la privada, el ente público vio que ya no podía competir contra las chicas Chin-Chin a golpe del cultureta ‘Cine de medianoche’ (invito a un Sugus a todo aquel capaz de meneársela solventemente con las pelis de Nagisa Oshima o Valerian Borowicz) así que, en un alarde de involuntaria genialidad, decidieron echar mano del «chic» y la «sofisticación» gabacha y traerse un programa llamado Venus TV.

Por supuesto, todos le dimos una oportunidad (por mucho que estuviese mejorando la tele, aún no estaba el patio como para ponerse escogido o para rechazar unas tetas). Tardamos, eso sí, unos pocos – y tediosos – minutos en darnos cuenta de que no valía la pena soportar aburridísimas historietas rancias al ralentí para ver dos fugaces senos en los últimos compases. Eso ya te lo aportaba mucho mejor el ‘Playboy: Late Night’. Sin embargo, cuando parecía que ‘Venus TV’ era un espacio televisivo que nacía muerto, hizo actor de presencia EL ONVRE.

Madames et monsieur, avec vous… Jean-Patrick Narcisso!!!!

Uno de los espacios del Venus Tv era el ‘Narcisso Show’ (un nombre de marca que, en mi panteón, está al nivel de ‘Electric Bogaloo’) en el cual una serie de muchachas francesas, dispuestas a liberarse de las miserias de su vida cotidiana, realizaban un strip-tease ante la sagaz mirada de nuestro héroe Jean-Patrick. Si bien dicho strip-tease no tenía más relevancia que la que poseyese la propia chiquilla, lo que venía a continuación redefinía varios parámetros de lo que es la onvría y la sordidez. Y esto no es algo que digamos a la ligera.

Una vez terminaba el strip-tease, Jean-Patrick, sin que la invitada hubiese tenido tiempo de vestirse, sentaba a la muchacha en un taburete alto y procedía a efectuarle una respetuosa entrevista. Ni que decir tiene, las cotas de vicisitud y surrealismo destrozaban cualquier medidor imaginable. Y es que, reflexionen: ¿Qué carallo le preguntarían usarcedes a una bella mujer en bolas que acaba de realizar un strip-tease? Las veces, en mi vida, que me he encontrado en una tesitura similar, no he sabido qué hacer. Por ejemplo, una rueda de prensa con Almodóvar y sus actores tras el pase de ‘Hable con ella’… ¿Qué carallo se le podría preguntar a Leonor Watling, que está toda la peli en estado vegetal empelotada en una camilla? ¿Debería uno limitarse a decir «¡Qué tetas tan bonitas!». O, cuando estuve al lado de Torbe, hablando de autoría de dvd y de montaje mientras, en el monitor de la izquierda, aparecía él mismo en pelotas follando… ¿Cómo reaccionas en ese momento? Mi compañera de trabajo, Uxue, sólo pudo decirle un «¿Tú eres de Bilbao? Yo soy de Pamplona». Cualquier cosa para cambiar de tema.

Pero Jean-Patrick no era como el común de los mortales, con un intranquilizador «Venez avec moi…» preguntaba cosas como si el saxofón que acompañaba el strip-tease le parecía un símbolo fálico, o bien si el hecho de nadar en vacaciones le evocaba el retorno al útero materno. Ni que decir tiene, luego le pedía a la entrevistada que nos mostrase como nadaba tanto a braza como a espalda. Evidentemente, el equipo de realización no dudaba en mostrarnos planos detalle de la intrépida nadadora mientras emulaba, en seco, a Esther Williams.

Para rematarlo, Jean-Patrick terminaba haciendo regalos a las invitadas. Por supuesto, estaban a la altura de la demencial entrevista previa: desde un liguero de diseño acompañado por un diploma de agradecimiento de la asociación francesa de fabricantes de ligueros a un lujoso tractor agrícola valorado en 48.000 francos.

Una asociación de la que me haría el carnet.

Un detalle añadido de grandeza era que, cual Mayra Gómez Kemp de la vida, Jean-Patrick Narcisso hacía elegir a la concursante entre un regalo o el «sobre sorpresa». Y toda sorpresa era posible en esta cumbre del atchonburike televisivo.


Still, lo que hace realmente grande al Narcisso Show es que justifica plenamente el recurso a la nostalgia y al «los de antes sí que eran toros». Normalmente, como ya sabéis, en ente vlog no somos unos grandes fans de la nostalgia: muchas cosas que nos marcaron en la infancia y la adolescencia han quedado plenamente superadas. Otras, como nuestro amor desaforado por las señoras cardadas, está en el pantanoso terreno de la depravación. Sin embargo, sí que podemos afirmar que el erotismo festivo audiovisual ya no tiene – ni tendrá – ONVRES de pro como Jean-Patrick Narcisso. Hoy en día, ya sea a golpe de hiphoperío MTV o de desagradabilidad freak (en el peor sentido del término), el empelote ha pasado a ser una especie de transgresión cool con poca sordidez, menos gracia, y un exceso de tetas siliconadas. Por ello, la visión de Jean-Patrick nos retrotrae a esos momentos en lo que lo sexual era algo REALMENTE sucio y chungo. La palabra «creepy» cobra un nuevo significado ante la delgadez, la calva, las orejotas, el traje blanco y, last but not least, la suave y melifua dicción francesa de Jean-Patrick. En estos tiempos de provocación controlada, lo del Narcisso Show supera por la derecha a la última Jran Ovra enajenada y auténtica de la televisión: los duetos de Parada y Pablo Sebastian. Su desaparición, junto a la de Jean-Patrick, nos demuestra que el camino de la sordidez tiene aún muchas victorias que conseguir y más derrotas que vengar.

Visiten este link para ver más actuaciones del Narcisso Show. Sin duda alguna, muchos acabarán decidiendo que gastarse unos eurillos en un curso de francés es una inversión que vale la pena.

La siguiente inversión, por supuesto, será ese radiante traje blanco de Jean-Patrick. Le plus grand.

UPDATE: Fozando algo más en todo lo que es el internet he descubierto un par de cosas jugosas – no su verdadero nombre: Jacky Nercessian, eso no interesa a nadie – que son que estudió teología con la intención de ser pastor en Inglaterra y que ¡sale en una de mis pelis recientes favoritas! Es el profesor Esperandieu en ‘Las aventuras extraordinarias de Adèle Blanc-Sec’. Ya sabía yo que aquella peli me gustaba más aún de lo debido…

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