Darío Argento, Parte 2. Y con esto ya que si lo digo todo

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Pocos saben que Darío Argento hizo una comedia.

Y ahora pasemos a lo que realmente le importa a la gente: los asesinatos y la casquería.

Parte 2: Los títulos con animales (¡Lean aquí la primera parte si hay cojones!)

La primera película de Argento fue ‘El pájaro de las plumas de cristal’. El porqué de este título es algo irrelevante. Si bien hay, contra todo pronóstico, un pájaro en la trama, supongo que el motivo más importante es el muy recomendable concepto de ‘la llamo como me da la gana porque así mola más’. El caso es que fue un éxito morrocotudo, con las temibles consecuencias que los habituales de este blog ya conocen y que sólo pueden compararse a hacer una consumición en la calle Montera sin condón. Efectivamente: clones de combates como hongos.
Realmente, el giallo comenzó a tener éxito con nuestro viejo conocido Mario Bava, el cual fue el primero en adaptar a Italia la moda de los policíacos alemanes. Pero fue ‘El pájaro de las plumas de cristal’ el flim que engendró realmente la oleada de clones a destajo. A parir de aquí solo hacía falta cualquier guión con un asesino misterioso con guantes, un motivo absurdo para matar y un título preferentemente largo y, a ser posible, con un animal. Así tuvimos ‘Una lagartija con piel de mujer’, ‘La cola del escorpión’, ‘La muerte en los ojos del gato’, ‘El vientre negro de la tarántula’, ‘Una mariposa con las alas ensangrentadas’ o, en un momento de despiporre mental inigualable, ‘No se tortura al Pato Donald’.
No, en serio.
¿Y valía la pena la película como para que se armara tanto jaleo? Pues es una cosa entretenida pero nada sórdida. Y que ya plantea la usual constante en las películas de Argento de alguien que vio un detalle importante a nivel subconsciente, pero que no logra recordarlo. Como en ‘Profondo Rosso’, sólo que aquí Dario no tiene los cojones tamaño satelital de aquella y hace trampa con el recuerdo en sí, no mostrándoselo al espectador realmente hasta el final.

Luego, el propio Dario haría clones de su misma película, con los títulos ‘El gato de las nueve colas’ y ‘Cuatro moscas sobre terciopelo gris’. La primera (y voy a desvelar el final, pero es por vuestro bien) es más o menos entretenida, con, como siempre, sus escenas puntuales rodadas con gracia y sus homenajes a Hitchcock. Pero se va al garete por lo extremadamente oligofrénico del móvil del asesino: un tipo que trabaja en un laboratorio en el que hacen pruebas para comprobar que los asesinos suelen presentar el cromosoma XYY que los predispone a la violencia (lo cual me da a mi que fue más una moda de la época que una realidad). Uno de los doctores descubre que lo tiene. ¿Y qué hace? ¡Pues matar a la gente para que no lo sepan!
A eso le digo yo auto cumplir tu propia profecía. O, en lenguaje de internet, Epic Fail.
Eso sí, en la peli sale mi mito personal del panteón de actores de Hollywood de segunda: James Franciscus. Un señor que siempre me ha caído simpático por dos cosas. Primero, por su espectacular aparición en El Informal que, damn, no he encontrado en Youtube para compartirla con todos vosotros. Segundo, por supuesto, por su nombre. Si te llamas así, tu película es automáticamente mejor. Hagan la prueba: repitan conmigo rápido ‘Yeimsfranciscus. Yeimsfranciscus, Yeimsfranciscus’. Ahoran ya se han dado cuenta de la verdad: Que definitivamente he perdido el contacto con la realidad. Y que no pienso hacer el chiste de Candyman que sin duda alguno de vosotros esperaba.

“-¿Eres Charlton Heston? -¡No! Soy Yeimsfranciscus”

La película que termina la trilogía, ‘Cuatro moscas sobre terciopelo gris’, no sólo tiene título de obra humorística del Museo Reina Sofía (como lo son la mayoría de las cosas allí expuestas… ¿verdad? ¿VERDAD?), sino que además es un festín del ‘podría haber sido’. Podría haber tenido a Deep Purple en la banda sonora. Podría haber estado protagonizada por Ringo Starr. Podría haber sido buena. Podría no haber sido aburrida…
Pero tampoco hay que ser tan malo. Como suele ser habitual en Argento, siempre hay algo que disfrutar a nivel visual. De hecho, según pone la IMDB (pues he de confesar que no recuerdo tal plano), tiene el primer ejemplo de la historia del cine de ‘tiempo-bala’. ¡Y hasta sale Bud Spencer! ¡Y su personaje se llama Dios!
Lamentablemente, si la identidad del asesino fastidiaba su anterior película, aquí el método por el que se averigua quién es el malo hace las veces de patada en los huevos a la calidad del flim. Se trata de que las cuatro moscas del título son la imagen pendular del medallón del asesino grabadas en la retina de uno de los muertos.

¿Gilipollez o no? Hombre, pues gilipollez. No sólo porque el recurso de ‘grabación de la última imagen en la retina’ (tomada de ‘Los hermanos Kip’ de Julio Verne) tiene la misma base científica que la existencia de caballos que excretan limonada. Es que, encima, estamos hablando del medallón más feo de la historia. La policía de la moda debería detener al asesino no por sus crímenes, sino por atentado estético al tener un colgante con un moscardón disecado. Y a Argento por haber considerado que la idea central del título era una idiotez y luego haberse echado atrás y aceptado la tontería.

Parte 3: Gli anni de decadencia

Flash back al post anterior. Después de fracasar en su intento de plantar la gamba en el mercado americano, Argento comienza su estrepitosa carrera hacia la chunguez y, lo que es peor para los lectores de este blog, la mediocridad.

‘El síndrome de Stendhal’ todavía estaba diseñada con la intención de contar con una estrella internacional, pero el realizador pensó que, ya que tenía que poner a la protagonista siendo violada un par de veces, que llamaba a su hija. Seguro que la conversación fue así:
Dario: Hola, cara mía.
Asia: Q’passsa papi
Dario: Oye que tengo aquí un guión en el que a la protagonista la torturan y violan salvajemente y, no sé porqué, he pensado en tí.
Asia: ¡Qué bonito! ¡Cojonudo!
Dario: ¿Cómo anda tu madre? A ver si nos vemos para el próximo puente.

Efectivamente, la pobre Asia la pasa putas en esta película y se dedica a ir por la vida con cara castradora de Michelle Rodríguez. Lo cual es bueno. En lo que se refiere al tema visual, Argento demuestra un interés esteta que había estado ausente en ‘Trauma’ y que casi desaparecería durante los siguientes años. De hecho, el director acababa de descubrir un nuevo juguete: ¡La infografía! El síndrome de Stendhal es la primera película italiana que tiene imágenes generadas por ordenador, y Argento las utiliza no sólo para hacer cosas lógicas como secuencias oníricas de su hija entrando en cuadros, sino para planos totalmente absurdos de balas metiéndose dentro de los cuerpos. Que es lo que nos gusta.

Sin embargo, la película, que no he visto hace bien poco debido a que desde finales de los 80 la distribución de la obra de Dario en España ha sido bastante pobre, no me gustó demasiado. Por un lado, (¡EJPOILER!) está el
twist final, que es de esos que un fan de este blog se ve venir a kilómetros. (¡YASTÁ EJPOILADO!). Pero sobre todo porque empieza a establecerse la principal rémora del Argento reciente: los actores secundarios del tigre. Jovenzuelos chungos sin personalidad y con la capacidad interpretativa de Belén Esteban con parálisis facial. Algo que afectaba a ‘Ti Piace Hitchcock’ y de manera dramática a ‘Non Ho Sonno’. Porque si bien hay acuerdo en que la primera es lo menos memorable hecho por Dario, la segunda podría haber estado bien. Tiene a Max Von Sidow, un guión lleno de giros como en los viejos tiempos y un primer asesinato rodado con mucho arte. Pero la chavalería que pulula por la pantalla da más grima que una reunión del elenco de todas las secuelas de ‘Viernes 13’.
Como bien comentaba nuestro lector Otropaco en el anterior post, lo más lamentable de esta etapa es ‘El fantasma de la ópera’. En vista de que la seudo adaptación que hizo en ‘Opera’ lo dejó algo descontento, Dario lo volvió a intentar. Pensó en qué le faltaba al original de Leroux. Y llegó a la conclusión más lógica:
Que un protagonista ha sido criado por ratas telepáticas.
Y, dejando que la potencia de estas palabras se asiente en vuestros cólones, anuncio que no hablaré de ‘Il Cartaio’ porque no la he visto ni de ‘La terza madre’ (secuela de ‘Suspiria’ e ‘Inferno’) porque las palabras no pueden hacer justicia a tamaño festín de tripas, tetas y humor no intencionado. Esa, al igual que ‘Phenomena’, hay que verla para creerla. Puede que te haga gracia. Puede que te parezca una mierda. Puede que te hagas daño en la frente de los violentos facepalms. Esta la dejo en misterio, que no voy a despellejarlo todo, leñe.

Parte 4: Argento, ese productor

Con media Europa llamando a Argento ‘El nuevo Alfred Hitchcok pero con cara de cadáver, ay madre mía, que da más miedo que sus películas’, nuestro sórdido favorito se lanzó en el 73 a hacer su propia serie de televisión según el modelo creado por el orondo y francamente perturbado director inglés. Se llamó ‘La porta sul buio’. Yo desconocía la existencia de este producto, que apenas duró cuatro capítulos, hasta que un buen amigo se la trajo en dvd tras un viaje al extranjero. Junto con otro aficionado a la mierda cinematográfica, nos sentamos a ver un episodio.
Si creen que cogimos uno de los dirigidos por Argento, pasen al párrafo marcado con un ñordo.
Si creen que nos decantamos por uno dirigido por el creador de ‘Star Crash’, pase al párrafo marcado con una didgeridoo.

¿Es que no has aprendido nada de este blog después de cinco años? Un tipo con guantes negros te asalta y te canta los grandes éxitos de Perales. Falleces en el instante. Vuelve a comenzar la aventura.

Obviamente, me conocéis bien. Nos tragamos un desastre aburridísimo de Luigi Cozzi, un señor al que hay que tenerle cariño a pesar de haber hecho ese sopor que es ‘Contaminación: Alien invade la tierra’.
Concentrado en su carrera como director, Argento no se volvió a acercar a la producción hasta que hizo, de acuerdo con George A. Romero, una edición especial para Italia de ‘El amanecer de los muertos’. El tipo la llamó ‘Zombi’ y creó un montaje con menos humor y más acción y otros elementos que realmente importan. Otra vez, todos juntos:
Los asesinatos y la casquería.

Y se ve que tuvo razón, porque en aquel país la película arrasó. Y, como ya sabréis, supuso otra avalancha de clones de combate y el inicio de la temible moda de muertos vivientes que nos asola. Argento sí que se acercó al tema (más o menos) zombi produciendo ‘Demons’, una película que mezcla metalenguaje, seres demoníacos, casquería, metal (como era normal en Dario en los 80) y, como toda película de bien, un helicóptero atravesando el techo de un cine. Tras una segunda parte que no he visto, Dario pasó olímpicamente del sórdido de Lamberto Bava, director original que nunca conseguiría repetir el éxito de la primera entrega, y le echó el ojo a Michele Soavi, que transformó lo que iba a ser ‘Demons 3’ en ‘El engendro del diablo’, una película con el mismo poco sentido al que nos tiene acostumbrado el cine de género italiano (¡a pesar de tener según la IMBD ocho guionistas!), pero que no deja de ser curiosa de ver. Por supuesto, que hay que darle las gracias a Argento por ser uno de los mentores de este señor (el otro fue, ¡horror!, Joe D’Amato): tras volver a colaborar juntos en ‘La Secta’, Soavi en solitario hizo una obra maestra del atchonburikismo con ‘Dellamorte Dellamore’, una película que incluye a una mujer siendo devorada por un zombi reprochándole al protagonista que intente salvarla con un ‘A mí me come quién me da la gana’. Lo cual creo que resume todo el sentido de la sociedad de nuestro tiempo. No. No lo creo. Estoy seguro de ello.

Parte 5: Vicisitud extrema

Todo esto escrito y todavía no he dicho que Argento empezó en el cine como guionista. Esto puede que se contradiga con lo anteriormente expuesto sobre la locura de los guiones de sus películas. Pero no se contradice. Más bien se da de hostias y luego, por supuesto, le aplasta la cabeza contra un cristal. Por el amor de peich: fue co-guionista de ‘Hasta que llegó su hora’, una de las mejores películas de la historia del cine.

El caso es que Dario siempre ha trabajado basándose en sus propios guiones (exceptuando sus contribuciones televisivas a ‘Masters of Horror’ de las que no hablaré porque quiero terminar ya el post). Hasta que unos finstros le presentaron ‘Giallo’. Una promesa de homenajear al género que él ayudó a popularizar, escrito por un par de señores con experiencia en monster movies del canal Syfy (-lis cinematográfica). Quizá porque con los años se le había olvidado el inglés, quizá porque… bueno, no se me ocurre ninguna excusa más que no incluya las palabras ‘daño’ o ‘neuronal’. Contra toda lógica no sólo la convirtió en su próximo proyecto, sino que hasta metió mano en el guión. Aquí quedan dos opciones: o lo mejoró, con lo cual queda claro que el original habría tenido mejor uso como papel reciclado para un borrador descartado de ‘Sálvame’, o lo empeoró. Sea como fuere, el prestigio de este pobre señor ha quedado definitivamente tocado, hundido, pisoteado, meado encima, recogido, batido con mierda de perro, dado de comer a una vaca y utilizado como abono.
Porque ‘Giallo’ es un espectáculo de la vicisitud como pocos se han visto en un director de prestigio. De prestigio entre freaks, claro. Pero esos son los únicos que cuentan para ente bloj. La cosa es tan chunga que hasta Tobe Hooper se ríe de lo bajo que ha caído Darío.

Asistí a la proyección de esta jran ovra en la pasada y pobretona muestra de fantástico de Madriz. Fue la única sesión a la que fui. Sabiendo muy bien en lo que me metía. Curiosamente, se había preparado para ese mismo día un ‘Trash entre amigos’ con una bazofia de monstruos del SyFy. Pero los que se decidieron por esa cita no sabían que la verdadera risa estaba en la proyección de Argento.
Los rumores sobre la película apuntaban a un jolgorio histórico. Adrien Brody, el protagonista, había paralizado el estreno de la cosa en Estados Unidos. Según él porque le dijeron que la película tenía más presupuesto que el que se encontró una vez metido en faena. Según ese lado oscuro que todos tenemos que tiende a ver teorías conspiratorias por todas partes, porque comprendió tarde que se había metido en una bazofia de las que hacen currículo. Concretamente, de las que hacen que tu currículo sirva como lectura de humor en las visitas al excusado.
Por supuesto que yo tenía ya información de primera mano de que la cosa, más que mala, era de vicisitud. Así se lo hice saber a toda la panda de freaks que nos reunimos en la entrada. Para crear ambiente. Eso iba a ser como una sesión de Cine Basura, pero con 500 personas diciendo burradas.

¡One of us! ¡One of us!

¡Esto NO es una comedia!’ se dedicó a gritar un amigo varias veces durante la proyección. Lo cual generó muchas más risas, claro. Porque era la única respuesta posible a lo que se mostraba en pantalla. El comienzo, sin embargo, es más o menos decente. Quitando los aplausos y las risas por la mera presencia de Elsa Pataki, lo que se pudo ver fue un típico asesinato de la casa, más tipo menú VIPS que Arzak (ese sería ‘Non Ho Sonno’), pero nunca nivel, digamos, tortilla de patatas con trozos de cáscara de huevo.
Claro que, a partir de ahí, todo se va a tomar por culo.

– ¿Cómo de mierda es esto, Dario? ¿Asín?
– No, Nappiato: ASÍN
Lo primero que me llamó la atención de la película fue, sin embargo, un detalle la mar de tonto. ‘Giallo’, miren ustedes por dónde, no es exactamente un giallo. Unos tipos se marcan un homenaje al género, se lo dan a su director vivo más reputado, y no siguen las reglas. Porque lo más importante de este tipo de películas es que siempre se trata de un whodunnit, esto es, una historia de asesino misterioso en plan Agatha Christie. Pero no. Aquí, a eso de la mitad, se nos muestra el asesino.
Que es Adrian Brody con una careta de Rambo de Muchachada Nui.

No me refiero a que el malo sea Manolete (otra obra cumbre de la carrera de este actor durante cuya proyección me regañaron varias veces por descojonarme abiertamente) con doble personalidad. Es que Brody hace dos papeles distintos por algún motivo que sólo Jiménez del Oso podría averiguar.

En lugar de mantener el misterio sobre la identidad del asesino, Argento alterna diálogos de risa, flashbacks de trauma del protagonista rodados como si fuera un anuncio de Timotei de los ochenta y escenas en las que el malo-gañán tortura a las féminas. Pero Dario entiende el género del torture porn a su manera. Y la manera es esta:
Elsa Pataki atada a una mesa gritándole al asesino ‘¡¡¡ERES FEEEEEO!!! ¡¡¡ERES FEEEEO!!!’ sin parar.
Convirtiendo, por lo tanto, toda la escena de tensión en el Primer Festival del Humor de Mortadelo y Filemón. Claro que si esta escena se me quedará grabada hasta el fin de los tiempos, tampoco creo que olvide el momento en el que Emmanuelle Seigner, que interpreta a la hermana de la Pataki, se da cuenta de la clave para identificar al asesino. Si creíais que lo de ‘Cuatro moscas sobre terciopelo gris’ era para abrirse las venas con maquinilla eléctrica, esperaos a esta revelación:

Una de las víctimas aparece medio muerta. Lo único que dice es ‘¡Giallo! (Amarillo)’. Así que, en un momento determinado y porque sí, Emmanuelle sintoniza con el espíritu de Octavio Aceves y deduce la verdad. Podría referirse a la pintura de la puerta de la casa. Al color de su coche. Al color de su tinte. Al de sus gayumbos. Pero la verdad es otra: ¡es que tiene la piel amarillenta porque sufre un problema de hígado! Así, porque la primera palabra que se le pasa a una azafata por la cabeza al escuchar ‘Amarillo’ es ‘Ictericia’.
Fueron estas y muchas otras vicisitúdicas razones que os invito a descubrir las que consiguieron que, por una vez, viera una película colonoscopia y me sintiera mal no por mi tiempo perdido, sino por todos los involucrados en el desastre. De verdad: me dio tanta pena por Argento y compañía que ni haría un Videofobia con la peli.

Lo próximo: Drácula 3D, producida junto a Enrique Cerezo y, según la IMDB, un tal Antonio Tentori en el guión. Un paseo por su filmografía y, ¡zas! ¡Hilaridad!: es el tipo detrás de ‘La isla de los muertos vivientes’ y ‘Zombie: La creación’ de Bruno Mattei. Argento se tira años escuchando como los guiones de sus películas nunca están a la altura de su fiesta visual y contrata a un guionista de Bruno Mattei (originalidad cero) y el último Lucio Fulci (lógica cero).

Ya el hecho de contar con el presidente del Atleti, productor de ovras cumbres de la chunguez nacional como ‘Franky Banderas’ o ‘La venganza de Ira Vamp’ y ex compi de negocios de Jesús Gil es un detalle que eleva el coeficiente sórdido del proyecto. Pero leer la sinopsis lo confirma definitivamente. Un documento que ha llegado a mis manos por medios secretos y que causa desazón por lo poco interesante de lo que cuenta y porque parece estar escrito utilizando babelfish. Según lo que me ha parecido entender, se trata de una simple adaptación del montón, con dos particularidades: La primera, que todo ocurre en Transilvania (así me gusta: ahorrando en localizaciones; con suerte, hasta pueden reciclar decorados de Ira Vamp). La segunda, que la última frase es: ‘… pero su espíritu está flotando sobre sus cenizas en el aire, que, formando una gran sonrisa de murciélago burlón… FIN’ (añado inmenso sic. No, en serio. SIC), lo cual me ha dado una extrema vicisitud tanto por lo chungo del recurso como por recordarme al final de ‘Van Helsing’, uno de mis mayores momentos de risa histérica en el cine. Que espero que se repita cuando pague 10 euros por ver mi primer argento en 3D. Con la clara expectativa de que, aunque el basarse en un clásico no invite a ello, haga todas las gilipolleces con la cámara que se espera de él. Que para eso vemos sus películas.
Para eso, y para hacer posts de doce páginas. Está claro que, como Argento, no tengo mesura. Ni vergüenza.

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