
Así que, pensando en qué podría hacer para salir del paso por segunda vez en aproximadamente un mes, me he sacado de los abismos de mi disco duro otra solución vaga. Nada de teorías absurdas como hace tres posts. Esta vez echaremos un vistazo al pasado. Antes de que existiera ente bloj.
Que en aquel entonces, yo sintiera también la necesidad de expresarme diciendo idioteces. Como lo de los cortos era muy cansado, intenté escribir crítica musical en internet. Los remanentes de esa época, leídos hoy, son literatura más de saldo que una colección de camisetas de la iniciativa Dharma. Un desastre. Así que probé con relatos cortos. Lo que salió fue un festival de forsalismos que daban más vicisitud que risa. ¡Qué coño! Risa si que daban. Concretamente de esa que dice ‘Jo, jo… ay…qué miedo me daría conocer a este tío’.
Así que como lo de escribir cuentos tampoco daba para follar, me metí a hacer el blog con Vicisitud. Y el resto, es historia. Historia de no follar.
Aquí os presento uno de los ejemplos de estos relatillos, escrito más o menos a la altura del estreno de La Comunidad del Anillo. Lo recuerdo porque se trata de la secuela de otro que leí una vez en medio del campo en plena excursión del grupo de amigos fans de Tolkien. Aquel primero fue recibido como era de esperar: con estupor y vergüenza ajena. Así que escribí una continuación. Y, siguiendo las enseñanzas de Menahem Golan, que estrenó Desaparecido en Combate 2 antes que la primera parte, os presento este relato con un único objetivo: rellenar espacio. En él, los más agudos lectores podrán apreciar sutiles detalles que aparecerían más tarde en algunos posts del blog. El resto, continuará su vida alegrándose de tener la memoria de su cerebro ocupada en cosas más interesantes.
EL HOMBRE DE LA TIERRA DENMEDIO
Victor Sholespoques era hermano de Victor Pitipluf, a pesar de que no compartían ninguno de sus progenitores ni se conocían de nada. Es uno de esos misterios de la vida, casi tan abracadabrante como el porqué todos los hombres padecen alopecia púbica. El caso es que ambos habían desarrollado sendos poderes asombrosos. Pitipluf, como todos sabréis, es más conocido, tanto por ser el hombre que convertía todo lo que tocaba en producto manufacturado, como por su afición a cantar la sintonía del Comando G vestido de fallera. Pero ésta no es su historia. Gracias a Dios.
Éste es el relato de Víctor Sholespoques, el Hombre Que Podía Viajar A La Fantástica Tierra Denmedio ™. Ávido consumidor de yogures caducados, Víctor había desarrollado esta prodigiosa habilidad el día que le picó una araña genéticamente alterada que tenía un buen cabreo porque no le habían concedido el préstamo hipotecario. Rápidamente, Víctor sintió irrefrenables deseos de darse cabezazos contra el mostrador del Banco de España, cosa que hizo ante el regocijo de sus compañeros de trabajo. Porque el Sr Shoelespoques había sido toda su vida el encargado de perforar los talonarios de cheques para que sea más fácil sacarlos. Un trabajo apasionante que, sin embargo, no le llenaba tanto como su verdadero hobby: reproducir batallas medievales con bastoncillos para los oídos usados.
Una mañana de Enero, Víctor contempló su reproducción de Las Navas de Tolosa y sintió un gran vacío en su interior, por lo que salió a la calle a marcarse unos pasos de claqué. No tardó en encontrarse a un extraño hombre que, bruscamente, le pidió un consejo. Y no sólo eso: también le pidió la cartera, el reloj y su colección de pelotillas de cerumen de famosos.
“Es que es difícil ser profeta y llegar a fin de mes”, le dijo. Y sin darle tiempo a contestar, eructó melodiosamente y añadió: “Recuerda: una vez fuiste poderoso. Pronto volverás a serlo”. Y desapareció.
Extrañado, Víctor continuó bailando All that Jazz hasta que llegó a la sucursal bancaria. Rápidamente, se dirigió a su despacho y comenzó a darse porrazos en la cabeza con la grapadora. Y al séptimo golpe, se vio transportado a la Fantástica Tierra Denmedio, donde derrotó a ejércitos, salvó el mundo, amó a hermosas mujeres e hizo el amor con fornidos hombres. Pero eso es otra historia menos interesante que no merece ser contada por ahora.
FIN