Artit-tas cuyo lado sórdido desconocías 2: Miguel Ríos y ‘La Huerta Atómica’

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Uno de los lemas que rigen mi vida es ‘Siempre hay nuevos grupos de sinfónico cutre que descubrir’. Es una máxima importante, situada justo al lado de ‘Nunca debo comprar un cd de Hans Zimmer por mucho que mole el tema principal’ y ‘Usa la escobilla del retrete, que si en caliente da asco, en frío mucho más’. Esto significa dos cosas: que me rijo por demasiados lemas. Y que necesito ayuda profesional. Pronto.

Pero el asunto es que he vuelto a descubrir un jran disco sórdido donde menos lo esperaba. Sí: yo sabía que Miguel Ríos, ese alabado roquero con más problemas con las ces y las eses que yo mismo, había hecho un LP progresivillo. Yo siempre he tenido un tangencial respeto a este señor. No sólo por su monumental programa y canción ‘¡Qué noche la de aquel año!’ (‘en que aprendimos a tocar con guitarras de futuro’… ¡oh, yeah!), sino incluso por algunos de sus discos de finales de los 80 y, por supuesto, la extrema sordidez ¡¡¡¡ÉPICA!!!! del celebérrimo ‘Himno a la alegría’. A pesar de ello, nunca me dio por escuchar su extraña obra progresiva. Pero para eso están los amigos que aparecen en tu casa con discos duros cargados de pornografía: una vez copiadas las guarreridas, siempre puedes rebuscar en sus carpetas a ver qué encuentras.

En mi caso, saqué en claro, además de toda una colección de señoras con pinta de buena persona jugando con dildos, el disco ‘La Huerta Atómica’. Un descubrimiento mucho más provechoso que todos los otros videos juntos. Con la posible excepción de aquella rubita que… ¡NO! ¡El progresivo cutre SIEMPRE está por encima del sexo! ¡Y eso explica por qué me han ido las cosas de una forma tan chunga en el terreno del ligoteo! Ay, qué triste.

Ríos comenzó su interés por el género freak por excelencia en el disco anterior, titulado ‘Memorias de un ser humano’ (perdió la oportunidad de llamarlo ‘Memorias de un onvre’, pero, leñe, tampoco se puede estar en todo). Sin embargo, no se soltó realmente la melena hasta éste. Incluso sospecho que todavía tiene que tenerle cariño al género, pues dos años después volvió a intentarlo con otro LP titulado ‘Al Andalus’. Por no olvidar que contrató durante los ochenta a Thijs Van Leer como teclista para sus giras (el sordidazo de Hocus Pocus). Por eso, hay que admirarlo. Y dejar clara una cosa antes de meternos en tarea: a mi, el disco me ha gustado bastante. Lo digo porque luego puede entrar algún fan de Ríos cabreado por el trato otorgado a su ídolo (algo que, teniendo en cuenta que esto es internet y la asociación de este señor con las SGAE, tiene muy poquitas posibilidades de ocurrir). Pero no hay duda de otra cosa:

Que también me ha divertido enormemente.

Comencemos por el concepto. Porque todo buen disco de progresivo TIENE que ser conceptual. Y, si no es así, mejor inventarse un tema para justificar tus alabanzas. Porque un cd sinfónico sin concepto es como una película de Burt Reynolds sin bigotón: puede que no esté mal, pero siempre le faltará algo importante. ‘La Huerta Atómica’ es un relato postapocalíptico en Torrejón de Ardoz. Realmente, transcurre en Ajalvir. Pero qué queréis que os diga: con Torrejón queda más gracioso y, al fin y al cabo, está al lado. Porque si unimos la palabra ‘postapocalíptico’ a cualquier término popular patrio (imagínense: ‘chorizo postapocalíptico’, ‘el postapocalipsis y la virgen de la Macarena’ o, por supuesto ‘Chiquito del Postapocalípsis’), el resultado sólo puede ser, sencillamente, la hostia. Sobre todo para todos los que hemos malgastado horas de nuestra vida viendo las películas cutres italo-españolas del género.

Miguel Ríos, por lo tanto, empieza bien. En lugar de torpedearnos con rollos abstractos de viajes al interior o discos conceptuales basados en una frase del Tao, propone una historia concreta y de ciencia ficción. La trama es tal que así: un señor tiene una casa con huerto al lado de la base de Torrejón de Ardoz. Tras follarse a una guiri, una buena mañana escucha un aviso: ha habido un accidente nuclear. Sobre su casa se ha formado una campana atómica (vaya usted a saber por qué) que ha impedido que muera. Por el momento. Mientras espera su fin en plan los viejos de ‘Cuando el viento sopla’ (película de dibujos malrollista, pero con música de Rogelio Inodoros y Genesis en consonancia con las ganas de abrirte las venas que trasnmite él flim), se ve rodeado de fantasmas. Esto es, ¡postapocalipsis y sobrenatural todo en uno!. Al final, todo es un sueño… que parece hacerse realidad. Efectivamente: el mismo final chungo que ‘La invasión de los zombis atómicos’ (repito: pronto en este blog). Lo cual deja claro lo que todos sospechábamos: que la temática nuclear somete al cerebro de los que escriben historias a sesiones intensivas de cutrez narrativa.

El disco comienza, como no podía ser menos, con una introducción narrada, seguida de una canción con unos pianitos que en plan Rick Wakeman, pero menos sórdido. Después, más teclados estilo Gentle Giant borrachos introducen un típico himno progre antiyanki de la época, de titulo ‘Buenos días Superman’. Pero lo bueno llega en el cuarto tema: ‘Yankee Johnny’. Con ese título, ¿qué se puede esperar? ¿Un rockanroll estilo Mike Ríos? ¿Una canción country? No, claro.

Es Miguel cantando en inglés-granadino.

El buen hombre ya había hecho su versión del ‘Himno a la alegría’ y, si investigara con más cuidado para estos artículos, quizá encontrara algún otro antecedente. Pero dudo que sea tan jlorioso como esta maravillosa introducción y primeros dos versos:


Me encanta la frase melódica del comienzo. Y, justo a continuación, ese tremendo ‘My name is Johnny, from Alabama / I´m flying over Spain at 20,000 feet’. Jrandeza y vicisitud todo junto: la esencia de la magnificencia del rock progresivo, pero en Esppppaña.

Tras esta pedazo de canción, llega el momento Je T’aime… Moi Non Plus de Mike. Una balada titulada ‘Bienvenida Katherine’ con un sonido mucho más parecido a lo que nos tiene acostumbrado. Claro que con ruidos orgásmicos. Algo que mejora toda canción especialmente si tu abuela se acerca al ordenador justo cuando suena:

¡Eso sí que es una corrida ÉPICA! Es interesante notar que Katherine se descojona justo después del clímax. ¿Será su reacción natural? ¿O quizá habrá sido Miguel un Peter North de la vida y lo ha puesto todo perdido? Fascinante…

Tras un tema más cantado en plan rock and roll, pero con teclados sórdidos de fondo, llega la juerga. Se produce la debacle nuclear. La encargada de anunciarlo: Jeannette. Con su acento absurdo mezcla de ‘a ver si me comes toíta enterica’ y ‘si te tiras un pedo a mi lado, me quiebro’, suelta lo que básicamente es un chiste: tras leer una serie de recomendaciones en caso de desastre atómico, acaba con una de esas traducciones que casi no llega ni a nivel de subtítulo de serie americana bajada de Internet:

Entonces, dense un beso en el culo y díganse adiós’.

Normalmente, desaprobaría una traducción en plan babelfish como ésta. Pero dice ‘culo’. Y con eso soy feliz y me río. Sanamente, claro. No de la vergüenza ajena que produce la introducción narrada que va justo a continuación. Otra grande de Espppaña toma el relevo: Massiel. Y, con mucha alegría, suelta:

‘Señoras y señores: Bienvenidos al Consultorio Atomico de la Sra. Pum’.

¡Y se queda tan tranquila!. Básicamente, su papel es el de contar toda la trama y no volver a aparecer el el disco. Mike toma por fin el relevo con ‘El carnaval de los espectros parte 1’ (¿Lo veis? ¡Hay partes! ¡Es progresivo!), una cancioncilla movida que termina con una especie de pastiche del ‘Aleluya’ de Händel. Básicamente de coña, la verdad. Todo ello da paso, NO a ‘El carnaval de los espectros parte 2’, sino a otra cancioncilla que comienza un poco aburrida, pero pronto evoluciona a una parte instrumental en plan Steve Howe que da paso a un órgano de iglesia. Porque el tema religioso es necesario en este momento, ya que llega….

¡La canción del MEGACRISTO! (en adelante, siempre en mayúsculas). Sabemos qué es un Cristo. Pero todos nos preguntamos compungidos: ¿Qué es un MEGACRISTO?

Probablemente esto.

Para Miguel Ríos, el protagonista se ha convertido en un martir nuclear. ¿Cuáles serán sus superpoderes? Porque yo he leído tebeos y sé que cualquier tipo nuclear acaba teniendo un poder. ¿Será el MEGACRISTO una especie de Nuclear Man de ‘Superman IV’? La idea me fascina y deprime al mismo tiempo. Mejor acabar como ‘Radiactivo Man’. ¡Me pido ser Fision Boy antes de que Mickey Rooney me quite el papel!. (Efectivamente: una oscura referencia a un episodio de Los Simpsons diseñada para llamar la atención de todos los lectores freaks: cuando no se te ocurre ni siquiera un chiste de caca, es el recurso más socorrido para sacar adelante el artículo).

Esta maravilla conceptual ya no puede ser superada, y el disco se arrastra poco a poco hasta su final (¡¡¡¡ÉPICO!!!!, como es de esperar). La felicidad plena de descubrir una maravilla tanto del progresivo esppppañol como de la vicisitud musical me embriagó e hizo que me a mi lema: ‘siempre hay nuevos grupos de sinfónico cutre que descubrir’ le añadiera la adenda ‘y, sea o no sea así, siempre está la probabilidad de que acabes riéndote un rato’.

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