
Vader Abraham:
Sí: como muchos freaks sabrán, ‘vader’ es ‘padre’ en holandés. Una coincidencia que ha hecho que miles de fans de ‘La Guerra de las Galaxias’ discutan durante años sobre si Lucas tenía o no en mente la verdadera identidad de Darth Vader desde el principio, en lugar de gastar su tiempo en intentar y fallar miserablemente en el empeño de buscar una mujer escultural con la que perder media vida debatiendo sobre si Lucas tenía o no en mente la verdadera identidad de Darth Vader desde el principio. (For the record: no sólo hay un tipo que se marcó TODO UN LIBRO para desmentir esa creencia, sino que además es posible que la anterior sea la frase más larga y farragosa que se ha escrito en un blog)
Pero aquí vamos a hablar del otro Padre con similar influencia en mi infancia, justo por debajo de Anakin y un paso por encima del mío propio: El Padre Abraham. No de aquel descerebrado incapaz de pillar una broma del Todopoderoso con ganas de hacer un mindfuck con sus adoradores (¡Que no, Abra, tío, endevé qué bruto eres, que era de coña!). Más bien se trata de un cantante holandés llamado Pierre Kartner, nacido Petrus Antonius Laurentius Kartner (lo cual indica que a sus padres les gustaban las películas de gladiadores y que fumaban marihuana), que se cambió de nombre y se colocó una barba el día que le dio por cantar la canción ‘El Padre Abraham tenía siete hijos’ (¡qué prolífico!) Un apodo la mar de curioso, pues, teniendo en cuenta el significado de ‘Abraham’, literalmente se puede traducir como ‘El Padre Padre de Muchos tenía siete hijos’. Que, efectivamente, son muchos. Demasiados incluso.
Hay que aclarar que yo, siempre que me he puesto con algo, me he dedicado a ello plenamente. En diferentes etapas devoré toda la información posible sobre Spectrum, cine, progresivo, porno o cualquier afición repentina que se me metiera entre pelota y pelota. Pero la primera de todas fue la de los pitufos. Era un fan entregado. De hecho, lo segundo mejor que se me podía regalar, justo después de un muñeco de ‘La guerra de las galaxias’ (hoy en día, ‘figuras de acción’), era un muñeco azul con barretina. Así que mis padres me compraron el disco de El Padre Abraham, consistente en un señor de curioso acento cantando junto a Alvin y las Ardillas. Ello llevó a que abandonara totalmente mis vinilos de Enrique y Ana y Los Payasos de la Tele (pero nunca el escuchar una y otra vez el tema de ‘El Quijote’, que me parecía ¡¡¡¡ÉPICO!!!!) y me centrara en esta magna ovra.
Esto es: sin saberlo, pasé un año entero escuchando schlager.
Así he acabado.
Lo primero que me llamó la atención de este disco era la imágen de portada: esa composición fotográfica de un señor barbudo vigilando el pueblo pitufo cual ser omnipotente me fascinaba y acojonaba. Dado que el nombre ‘Abraham’ tenía claras connotaciones bíblicas, ¿acaso los pitufos, cuya religión es desconocida, adoraban a un sórdido onvre cantante? ¿Explica eso el hecho de que el único pitufo que se deja barba es el jefe? ¿Y es por todo ello que, en la primera canción, el Padre Abraham se dedique a regañar severamente a todos aquellos que desafinan? ¿Son, en realidad los descendientes de los siete hijos de la canción anterior? Un pequeño vistazo al mundo espiritual pitufo, sólo algo menos complicado que el de su vida sexual.
Todo eso pensaba yo mientras no paraba de escuchar una colección de canciones que responden totalmente a las características del schlager con la excepción de una extraña versión del ‘In the Mood’ que nos decía a los niños que hay que dejar los cigarrillos y el café si no queremos que nos de un infarto. ¡Temática infantil de calidad!
Y es que Vader Abraham era ya un famoso cantante de nuestro género salchichero favorito. Su canción del 76 ‘Het kleine café aan de haven’ es uno de los schlagers más famosos ever, con, según wikipedia, más de 250 versiones. Y, según yo, también. Porque me fui a la página oficial del músico y me vi una por una todas las portadas de las adaptaciones que han hecho otros artistas de la obra de Kartner a la búsqueda de alguna especialmente sórdida. Trabajo absurdo por un motivo: TODAS lo eran.
Después de que una pequeña tirada de su single para la película ‘La flauta de los pitufos’ (¡Edición en DVD YA!) se agotara durante un festival, se creó un LP completo que se vendió internacionalmente, inculcando sibilinamente la verdad del schlager a miles de niños por todo el mundo. Porque Kartner, al igual que nuestro ídolo Phil Collins, se dedicó a cantar sus canciones en todos los idiomas a los que se adaptaba el disco. Aquí podéis escucharlo entero y comprobar cómo su dominio de nuestra lengua supera sin duda a Madonna, Bon Jovi, David Hasselhoff y demás grandes de la música que han cantado en español. Todos juntos: ¡Pitufarrrrrré, pitufarrrrrrás!
Udo Jürgens:
La ausencia de Udo Jürgens en la lista anterior suponía para la historia del schlager como hacer un recopilatorio de música española y olvidar a Yulio Iglesias. Imperdonable para unos y un alivio para otros.
A pesar de ser austriaco, Udo es toda una estrella internacional. Esto es, entre todas las naciones aficionadas al schlager. Que, en el mundo de la música sórdida, cuentan por dos. Si bien ganó el festival de Eurovisión y ha cantado con Shirley Bassey y las Supremes, su mejor momento (esto es, el más vicisitúdico) fue su paso a la música disco con esta canción:
¿Homenaje a Richard Clayderman que se torna en Electric Light Orchestra o el playback más obvio de la historia? De cualquier manera, absolutamente vello.
Pero como la wikipedia está plagada de sórdidos, siempre se pueden encontrar ejemplos más oscuros del genio y la popularidad de Jürgens. Como el hecho de que la banda de trash metal Sodom hiciera una versión de su ‘Aber Bitte Mit Sahne’ (‘Pero, por favor, con nata’). Una preciosa canción sobre mujeres feas zampando como locas para sobreponerse de los desastres amorosos que incluso ha dado origen a un juego de tablero. Y yo que creía que lo de adaptar al cine ‘Asteroids’ era el no va más del atchonburikismo de las franquicias…
Sin embargo, yo me quedo con su canción para los mundiales de fútbol del 78: ‘Buenos días Argentina’, cantada junto a todo el equipo. El cual, por supuesto, incluía a Karl-Heinz Rummenigge, señor cuyo apellido me fascinaba en aquellos días infantiles en los que no paraba de escuchar al Padre Abraham.