Cinco formas vicisitúdicas de abusar de las estrellas de cine

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Como decía Oscar Ladoire en el doloroso drama ultrarrealista ‘Pagafantas’, yo no soy de dar consejos. Ahora bien, os voy a decir una cosa: nunca os lieis con una actriz o un actor. A no ser que esté de muy buen ver, claro. Pero, en ese caso, que sea sólo para vacilar frente a todos tus conocidos.

Muchos de los actores con los que me he encontrado a lo largo de mi vida son seres cuya actitud vital y moral se define con una frase:

Hazmecasohazmecasohazmecaso.

Claro que, como ocurre con todas las generalizaciones chorra, mis problemas con esta profesión son en el fondo superficiales. Y, por si acaso algún conocido lee esto, reconozco que algunos me caen bien. Algunos. Por eso, tampoco me parece adecuado cuando los productores sin escrúpulos (no haré el chiste de que eso es una redundancia: reconozco que hay algunos que tienen pocos escrúpulos) abusan de la presencia de un intérprete famoso para sacar unas perrillas.

Veamos las cinco formas en las que se puede explotar la aparición de actor en una película con el lícito objetivo de que el pobre acabe avergonzado de su participación y que el productor tenga más dinero para invertirlo en tejemanejes inmobiliarios

5.- Engañando al personal:
– ¡Necesitamos un actor de nombre para la película!
– Perfecto: contratémosle para un par de días de rodaje y digamos luego que es el protagonista.
– ¿Pero la gente no se sentirá estafada?
– ¡Pero YA habrán pagado!

La forma más leve de desvergüenza productora y a la que dedicaré menos espacio es esta de contratar a una estrella para una breve aparición y luego anunciar la película como si su presencia durara más que una ventosidad silenciosa. Que es exáctamente a lo que olía, por ejemplo, la publicidad de ‘Killer Barbys’, con Jesús Franco y los productores (creo que, horror, gente de Subterfuge) aprovechando la buena fe de Santiago Segura y zampando su cara en todos posters. ¡Cuántos despistados que esperaban un nuevo ‘El día de la bestia’ se encontraron con esta caspa!

Los casos son muy, muy, numerosos: Roger Corman lo hizo con Boris Karloff aprovechando dos días de sobra en un rodaje para meterlo en otro; Raymond Burr se prestó a americanizar unos cuantos interludios de Godzila para el mercado americano poniendo cara de sorprendido; y John Carradine se pasó media vida haciendo breves apariciones a cambio de una botella de bebercio por las que solía tener crédito principal. Hasta la temible directora española Luna se marcó unos breves rodajes con Daryl Hannah y Denise Richards para luego estirar el material a lo largo de todo ese despropósito titulado ‘Yo, Puta’.

Aunque mi momento favorito de ‘tipo en el poster que casi no sale en la película’ es el de Steven Seagal en el cartel español de ‘Decisión crítica’. No es un buen ejemplo, porque supongo que el actor era consciente del truco. Pero tengo que contaros mi visita a un cine de Sevilla para ver esta magnífica ovra. Detrás teníamos dos canis de esos a los que les gusta retrasmitir la película. Durante los primeros 10 minutos:
– Quillo, el Seagal les va a repartir leña
– ¡Se van a cagá!
– ¡Por la cara!
El equipo asalta el avión. Seagal se queda atrás y claramente fallece.
– ¿No ve tú el esplotío? Pero que no ha muerto. Que es el Seagal.Silencio.
– Ahora va vení el Seagal y les va da por culo a tos. Ya verá’.
Silencio. La película avanza.
– ¿Novetú? ¿A ve si va a haberla palmao?
La película llega a su clímax.
– ¡Ahora viene el Seagal!
Los buenos ganan.
– Pero… pero… pero… ¡Ay, ay, ay, que estaba muerto!
– Qué bastinazo…
Créditos.
– ¡Tío!¡Que estaba muerto de verdad!¡Y pa eso te lo ponen en el poster!
Sí, amigo. Luego me fijé bien: la imagen de Seagal en el poster era claramente un dibujiño cutre comparada con la de Kurt Russell. Y es que hay que estar atentos.

4.- Desvergüenza de último minuto:Más lamentable todavía que glorificar un cameo es rodar a una estrella a la desesperada para salvar un proyecto desastroso. Un caso un tanto complicado de explicar fue el de ‘Más Caraduras’ (o sea, ‘Smokey and the Bandit 3’).

Las secuelas de éxitos sin la estrella principal suelen generar truños vicisitúdicos de importancia, tal y como nos demostró recientemente ‘El hijo de la máscara’. Pero ya a principios de los ochenta se produjo este notorio caso de intento de sacar unos billetes a pesar de no contar con el protagonista original. Si bien no está claro si sólo se consideró como proyecto o se llegó a rodar, parece ser que se planteó una secuela de ‘Los Caraduras’ con el título de ‘Smokey IS the Bandit’, con Jackie Gleason, el señor gordo que hacía de sheriff, interpretando también el papel de contrabandista al estilo Burt Reynolds. Cuando se dieron cuenta de que el concepto era un tanto lioso, contrataron al tipo que hacía de compañero de nuestro dios del bigotón favorito en las otras partes. Pero, aun así, la cosa quedó bien rara. Así que los productores tiraron de chequera y se aseguraron un lamentable cameo de la gran estrella del bigotón con el fin de darle un poco de legitimidad a la cosa. Que no consiguió, por supuesto.

Un ejemplo algo más triste es el de ‘Amor en conserva’, debido a que unos productores con canguelo convirtieron lo que iba a ser un vehículo para Harpo Marx (algunos aseguran que Chico se incluía en el pack y que la película se hacía para aliviar las deudas que tenía éste) en el último film de los hermanos en equipo. Así que en tuvieron que darle una vuelta al guión y básicamente obligaron a Groucho a aparecer en unas escenas de la película. Supongo que lo convencieron con razonamientos claros y fríos como ‘Malhermano’ y ‘Endevé, Julius, que ya te vale, que qué más te da’.

Algo que no puede alegar como eximente Eddie Murphy por su participación en ‘La mejor defensa es el ataque’. Porque él lo hizo por un motivo claro. La conversación, según comentó el actor, fue tal que así:

Este guión es una puta mierda, tío.
Ya, pero te damos (cantidad de dinero no declarada, pero de esas que consiguen erecciones masivas)
¿Ah, ESE dinero? ¡Vamos a ello!

Lo que pasaba es que los productores se encontraron con una película, escrita y dirigida por los que dos años más tarde serían los responsables de ‘Howard el Pato’, que era lo que normalmente se conoce en el mundillo como ‘un mal dolor de huevos’. En los pases previos descubrieron que la gente prefería una exploración gástrica a tener que seguir viendo la cinta. Se habían gastado dinero en una comedia con Dudley Moore que no hacía nada de gracia, y decidieron que había que hacer cualquier cosa con tal de tapar el desaguisado, quizá en un ataque de vicisitudo al considerar qué iban a pensar sus madres del hecho de que a) no se hubieran leído el guión porque estaban ocupados metiendose lonchas o b) se hubieran leído el guión mientras se estaban metiendo lonchas.

Así que escribieron todo un nuevo papel para Eddie Murphy, estrella protagonista de ‘Superdetective en Hollywood’ y sospechoso de crímenes contra la humanidad por ‘Atrapado en un pirado’, en una trama paralela que no se entrecruza con la principal en ningún momento. Principalmente porque ni siquiera comparten línea temporal. La cosa va tal que así: Dudley Moore tiene que construir un tanque, pero hace una mierda. Que alguien considerara que ahí había un material de peso significa que, claramente, en los ochenta no pedían el graduado escolar para entrar en Hollywood. La idea para arreglar el desastre fue poner a Eddie Murphy paralelamente conduciendo, unos años más tarde (curiosamente, durante una invasión de Iraq a Kuwait), el tanque que el tipo ha creado. Repito: en montaje paralelo. Al mismo tiempo. Efectivamente: sería como mejorar ‘María Antonieta’ añadiendo una trama paralela en la que Bill Murray, encarnando a un pozero real, monta una liga de fútbol con la cabeza decapitada de Kristen Dunst. Un momento… bien pensado…

3.- Sacando provecho de éxitos posteriores:El tercer puesto va para la práctica más común y que más cabreos ha generado en los videoclubes de todo el mundo: relanzar películas en las que aparecían estrellas establecidas haciendo papelillos antes de ser famosos. Prácticamente todas las estrellas han sufrido la ignominia de ver cómo sus primeros e indudablemente lamentables pasos delante de las cámaras eran lanzados en video con su foto en primer término, generalmente sacada de un momento posterior en su carrera cuando los expertos esteticistas de Jolibú ya habían cambiado el estilo del actor. Como, por ejemplo, cuando le quitaron a George Clooney el maggggnífico mullet que exhibía sin pudor en ‘El retorno de los tomates asesinos’ y que, si el guionista hubiera tenido visión, habría sido el arma con la que derrotar a las plantas mutantes.

Como todo el mundo tiene su oscuro pasado (en mi caso, el hecho de haber intentado ser catequista con el muy desesperado objetivo de ligar con chavalas), no vamos a glosar las miles de películas que aparecieron en los videoclubes haciendo hincapié en la presencia más o menos larga de una estrella ulterior. De esas, mi ejemplo favorito siempre ha sido el de ‘Sizzle Beach USA’, una bazofia de 1976 que Troma (palabra que suele evocar más imágenes de desastres que un maratón de Roland Emmerich) que se lanzó en los 80 con una foto de Kevin Costner en la portada a pesar de que sólo aparecía cinco minutos. Y que una vez pillé en televisión, mientras me preguntaba quién había sido tan perturbado como para comprarle una peli a la Troma y qué hacía yo viendo esa película un sábado de madrugada en lugar de intentar follar.

Sin embargo, hay un par de casos que merecen algo más que una mención. El primero es el muy conocido debú cinematográfico de Stallone. Se trataba de una cosa chunga porno-pretenciosa titulada ‘The Party at Kitty and Stud’s’ que, en un alarde de desvergüenza, se reestrenó tras el éxito de ‘Rocky’ en una versión blandiporni llamada ‘El potro italiano’. El pobre onvre tuvo que aguantar ver en los cines una guarrerida por la que le pagaron unos 200 dólares y un bocata de chope. Pero, leñe: hay que sentirse orgulloso de ser el único actor procedente del porno que ha conseguido realizar una película con Jet Li, Jason Statham, Dolph Lundgren, Bruce Willis y Arnold Schwarzennegger.

Pero, al menos, Stallone era el protagonista de aquella cosa. Los productores de ‘Monaco Forever’ le echaron mucha más cara al distribuir masivamente en video este mediometraje (¿Quién los hace? ¿Para qué sirven?) que incluía una escena de menos de tres minutos en la que aparecía Jean Claude Van Damme. Algo que de por sí no es notable. Como ya he comentado, se trata de una práctica vergonzoso-habitual con ilustres antecedentes, los más famosos de los cuales son los de la promoción de ‘La pequeña tienda de los horrores’ basada en la aparición de Jack Nicholson o la de ‘Amor en conserva’ con una Marylin Monroe pre-retoques que sólo salía en una escena. Sin embargo, este caso es especial. No creo que Van Damme se avergüence de la película por haber sido explotada como si fuera guarrilla basándose sólo en que su personaje aparece en los créditos como ‘Gay Karate Man’ (muchos gays han buscado esta película con la creencia en plan leyenda urbana de que el actor enseñaba sus cositas). Tampoco es tan grave como cuando Xuxa tuvo que ver por todas partes una peli suya del 82 en la que salía en bolas seduciendo a un niño de 12 años. El problema y causa de la vergüenza es lo terrible de su interpretación como seductor y lo profundamente ridículo de la escena:

Buscar una película de hostias y encontrarse con esto tuvo que haber sido toda una experiencia para algún cliente de videoclub. Concretamente, de esas que se resumen en la frase ‘Ya te’ssstás metiendo esta cinta por el culo y me dejas alquilar otra por la cara, ¿vale, tron?’. Es como si en plena fiebre de ‘Blanco Humano’, hubiera aparecido una edición de ‘Breakin’ con esta portada:

Yo la habría alquilado.

2.- Actores estafados (o ‘El asunto Richard Harrison’):Un paso más allá es publicitar la presencia de un actor que nunca rodó escenas para la película, pero que milagrosamente aparece en ella. Sin saberlo, claro. Es algo que pasa con directores aficionados a rodar ‘películas carrefour’: págale al equipo una y rueda dos. Si bien hay algunos ejemplos menores, como es el caso de Lou Ferrigno apareciendo sin saberlo en una secula de su ‘Hércules’ de Luigi Cozzi para la Cannon, hay un señor cuya historia (que desconocía, pero sobre la que me llamó la atención Viruete en una conversación) es suficientemente ¡¡¡¡ÉPICA!!!! como para dar nombre a este apartado.

En los 60 había un actor americano de esos que emigró a Europa a hacer peplums y westerns. Su nombre era Richard Harrison. El tipo llegó a ser bastante popular. De hecho, fue la primera opción de Sergio Leone para ‘Por un puñado de dólares’, aunque rechazó el papel. Lo que me lleva a pensar en que su rutina matutina a día de hoy sigue consistiendo en levantarse todas las mañanas y golpearse repetidamente la cabeza contra el lavabo.

Cuando la moda del cine de género europeo empezó a menguar, se dejó bigotón y siguió actuado a destajo, normalmente sin mirar mucho el guión. En la última etapa de su carrera, viajó a Hong Kong para realizar un par de películas de ninjas. O tres. Quien sabe. En aquel momento de su carrera, su método de seleccionar proyectos era básicamente viajar al sitio donde le pagaran mejor y pudiera ir a la playa. Y lo que pasó, en sus propias palabras, fue esto:

Las historias eran siempre difíciles de entender. Normalmente, sólo me daban hojas sueltas con las que trabajar, por lo que nunca sabía cuál era la trama. En la última película, me hicieron rodar diferentes escenas, y luego las pusieron en más o menos nueve películas. No lo supe hasta que fue demasiado tarde. Cuando intenté pararles [al productor Joseph Lai y al director Godfrey Ho, un señor que rodó 90 películas, 40 de las cuales llevan la palabra ‘ninja’ en el título], me denunciaron a la Hacienda de Hong Kong, y tuve que pagar varios miles de dólares en impuestos, aunque en mi contrato se especificaba que recibiría mi salario libre de impuestos.

Esto es, que el tipo tuvo que ver su ya devaluado nombre en carátulas de video por toda Europa en películas en las que apenas salía y que utilizaban siempre sus mismos planos hablando por teléfono con actores distintos. Y, encima, se vio obligado a soltar dinero. Su prestigio, que ya estaba más o menos al nivel del de un redactor de ‘Sálvame’, cayó tanto que prácticamente abandonó el cine. Dejando tras de sí una enorme cantidad de películas de ninja. Que ya le gustaría a él que hubieran sido nueve. Según la Imbd, el tal Godfrey Ho lo utilizó en un total de veinticuatro títulos. Repitámoslo: veinticuatro. A eso le digo yo montaje creativo y amortización de recursos.

1.- Puteando a los muertos:Llegamos al final y al tema que motivó originariamente este post. ¿De qué manera se puede aprovechar un productor de un actor de forma más lamentable que las expuestas con anterioridad? Muy sencillo: ¿qué es para muchos lo más bajo moralmente en lo que puede caer un hombre para ganar dinero? Y no vale decir ‘abogado’ o ‘detective de la SGAE’. Efectivamente: comerciar con los muertos. Esto es, hacer que la estrella protagonice tu película cuando ya ha palmado. Algunos podrían pensar que lo de no estar vivo supone un problema para actuar delante de las cámaras. Pero eso nunca ha detenido a Keanu Reeves en su camino al estrellato.

Después de este extremadamente obvio chiste, pasamos a los ejemplos más sonados de esta necrofílica práctica. No me refiero a esfuerzos legítimos como intentar acabar una película que tu actor te ha dejado a medio hacer (generalmente por desmedidas aficiones a barbitúricos; a veces, por olvidarse de tomar la pastilla de la tensión). Tampoco a las ocasiones en las que la intención era hacer un homenaje, en plan la aparición de un por otra parte irreconocible Laurence Olivier cutre-digital en ‘Sky Captain’. Aquí, el obvio propósito es forrarse a costa de la fama de un cadáver que todavía huele.

El ejemplo más famoso de esta práctica por su salchichería y cutrez es el de Ed Wood aprovechando un material casero que grabó con Bela Lugosi para vender a los productores una nueva película. He de suponer que todo perturbado que ha llegado a esta altura del artículo conoce la historia de ‘Plan 9 from Outer Space’: Bela sale en dos o tres planos al principio y un par de patéticas tomas vestido de vampiro que se repiten varias veces. En el resto de la película lo dobla un tipo que utiliza la compleja técnica de maquillaje de ponerse una capa tapándo la cara para simular que es el fallecido actor. Una solución magnífica sólo un poco más sutil que ponerle una careta de cartón o pintar el negativo con rotuladores carioca.

Algo menos conocido, pero ligeramente más lamentable es el caso de Bruce Lee. No me refiero a las miles de películas que protagonizaron sus clones de pintorescos nombres (ya sabéis: Bruce Li, Bruce Lai, Dragon Lee…), a menudo incluso poniendo el nombre de Lee en el título. Más bien a utilizar un par de planos de descartes para montarse varias películas completamente nuevas: Las distintas ‘Game of Death’

El primer ‘Game of Death’ era un flim incompleto que Lee dejó a medias cuando le llamaron para protagonizar ‘Operación Dragón’. El director de ésta, Robert Clouse, se hizo con el material unos años después y la terminó usando dobles con gigantescas gafas de sol (y, a veces, ¡fotos impresas en cartón a tamaño natural!) y algunos planos de otras películas (incluyendo algunos con Chuck Norris, al cual no le hizo ninguna gracia aparecer sin saberlo en esta producción). No es la más limpia de las jugadas, pero, al menos, se partía de media hora de material que incluía casi todas las escenas de acción (que, seamos sinceros, es para lo único que se le necesitaba). Dependendo de lo magnánimo que tenga uno el día, puede interpretar que es un homenaje o una poca vergüenza, sobre todo por la escena en la que el personaje de Lee finje su muerte y posterior funeral para el que se utilizaron planos… ¡de las verdaderas exequias del actor!

Sí: ‘Game of Death’ es más o menos es una operación lamentable. Sin embargo, muchos agradecen que el filme se terminara, pues el resultado ha dejado algunas escenas icónicas del cine de acción. Y cualquier película que ha dado origen a un juego de maquinitas (el ‘Kung Fu Master’, por supuesto) y que ha conseguido que un chándal amarillo sea icónico en lugar de evocar imágenes de tráfico de drogas en un polígono de Algeciras es digna de encomio. Claro que otras cosas como ‘The True Game of Death’ o ‘Tower of Death (AKA Game of Death 2)’ no lo son.


La primera, cuyo título sería reverenciado como dogma de fe si el cinismo fuera una religión, utiliza algunas tomas de Lee mangadas de otras películas (principalmente de ‘Operación Dragón’) e incluso planos de ruedas de prensa para justificar el poner su nombre en los créditos junto al del correspondiento clon protagonista. La película plagia el concepto de ‘Game of Death’: parte del funeral de Lee y pone luego a un clon imbuído del espíritu del actor mediante planos oníricos de la estrella (también mangados) viviendo aventuras similares. Más o menos como la segunda película, ‘Game of Death 2’, sino que ésta sustituye lo del espiritu por el hecho de que el protagonista sea un hermano buscando venganza. Aquí, además de agenciarse alguna escena descartada de ‘Operación Dragón’, se utilizó sobre todo la táctica de ‘todos los chinos son iguales’, poniendo a dobles en plano entero y cortando a veces a brevísimos primeros planos sacados de otras películas:

Pero este no es mi caso favorito. Al fin y al cabo, Lee tampoco es que fuera uno de los mejores actores de todos los tiempos. Y los directores de sus películas no es que hayan sido candidatos al Oscar.

Premio que sí tiene Blake Edwards.

Tras haber resucitado la carrera de Peter Sellers con el retorno del personaje del Inspector Clouseau en, obviamente, ‘El retorno de la Pantera Rosa’, Edwards rodó un par de entregas más de la serie con similar éxito de taquilla. Lo malo es que se le murió el protagonista. ¿Por qué no resucitarlo otra vez?

Lo malo es que esta ocasión, la palabra no era una metáfora. Pero eso no detuvo al director de ‘Una cana al aire’ (su comedia más infravalorada, que todos tenéis que ver YA). Cogió unas cinco escenas descartadas de otras partes de la serie y decidió utilizarlas para montarse una película que pudiera ser la introducción de nuevas secuelas con otro actor.

La vergüenza ajena resultante, titulada ‘Tras la pista de la Pantera Rosa’, comienza con una nueva e irrelevante escena del robo de La Pantera Rosa, que casi no tiene nada que ver con el resto de la pélicula. Lego pasa a unos créditos animados que, extrañamente, están inspirados en el comecocos. En el momento de anunciar el crédito de los guionistas, aparece el dibujo de Clouseau y forma las letras meando. Sutil, Blake. Sutil.

A partir de ahí se suceden las escenas eliminadas de las otras películas, algunas espantosas, otras simpáticas. Que no tienen absolutamente nada que ver entre sí. Pero al rato, Blake se queda sin material. Se inventa que Clouseau desaparece (off-screen, obviamente) y que una reportera habla con sus conocidos. Momento que aprovecha para poner escenas de la saga que ni siquiera eran descartes. Como media película de greatests hits. Finalmente, un doble de Sellers aparece en un acantilado y, en una aguda metáfora de la intención de los creadores de esta película, recibe una cagada de gaviota. Fin.

Y todos gritando: ‘¡Mi dinero!’

El resultado: la viuda de Sellers denunció a los responsables de la película por haber insultado la memoria de su marido. Obviamente, acabó recibiendo una compensación de casi un millón y medio de dólares. Una mierda si tenemos en cuenta que la película, que probablemente costó el equivalente a dos meriendas de tigretón, recaudó casi 10 millones en Estados Unidos. Suficiente para lanzar la secuela ‘La maldición de la Pantera Rosa’, rodada al mismo tiempo, pero sin planos lamentables de Sellers. En su lugar, pusieron al padre de Blosson y un cameo al final de Roger Moore como Clouseau que, miren ustedes por donde, estaba la mar de bien en el papel. Pero claro, el resultado fue una taquilla de la mitad de dinero que la de la anterior película. Moraleja: si vas a continuar una saga anti natura, no te molestes en buscar un nuevo actor: cágate con alegría en la memoria del fallecido, que así sacarás más dinero.

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