
Es el signo de los tiempos: todo se uniformiza y las vidrieras con sus letras pintadas por Tony Encinas anunciando paellazas o cochinillos segovianos van siendo sustituidas por vidrieras con menús moderniquis escritos en letra helvética o soserías por el estilo que tanto gustan a los diseñadores gráficos. Todas las ciudades se van uniformizando asépticamente y, en casos como el de Barcelona, ya se pueden dar por muertas.
Donde más se nota esta asepsia modelna es a la hora de vestir. Las revistas de tendencias y ponzoñas como la calle Fuencarral han permitido a los pijos desplegar toda su billetera gilipollas y, a la vez, les ha permitido creerse intelectualmente superiores y más dignos que los que, en los primeros 90, llevaban el polito con la bandera de España. Adiós a las pinzas, hola mercado de Fuencarral; adiós a la raya a un lado, hola peluquería de diseño que me cobrará 10 veces más por dejarme el pelo como un moderno gurú de la cocina.
En este contexto, TENGO que recomendaros la visita a una tienda de auténticos francotiradores de la moda: Hierro y Albero.
Ante los pijomierdas reconvertidos al Fuencarralismo, estos dos señores reivindican el pijerío ochenteno con un grado de histeria tal que la ONU se está planteando incluirlos en el registro de organizaciones terroristas. Como muestra, estos náuticos:
¿Alguien había soñado con ese color para esos zapatos? ¡Claro que no! Ni siquiera toda la turba de cantantes de hip hop – o Sofia Coppola, for that matter – que sólo se podrían comprar unas Nike con pedrería y horterez futbolística cuyo precio superase los 3000 euros podrían ser más «gangsta» que con esos náuticos.
Pero la provocación todavía va más allá con el arma más poderosa que nadie puede imaginarse. Bueno, ya os la imagináis por el título del post: Hierro y Albero es la apoteosis de la bandera de Esppppppppppppp… ¡paña! Caben más banderas en su outlet de la calle Gaztambide en Madrid que en treinta manifestaciones del foro de la familia una detrás de la otra (y ya sabéis que yo soy de los que reivindica que la bandera de España se luzca en el orgullo gay: el país NO puede ser patrimonio de un partido que, encima, está en la oposición).
El último foco de resistencia del pijerío textil auténtico (los polos con la banderita en el cuello de los primeros 90) queda en mera travesura de tiernos infantes ante el poderío de Hierro y Albero (cuyo logo tiene reminiscencias taurinas y es en rojo y gualda… ¡como debe ser!). Ellos lo explican, once again, mejor que yo: «A través de un logotipo que simboliza un hierro ganadero sobre los colores albero y grana, se resume el marcado acento español que domina su inspiración, plena de la fuerza que representa la tradición equina y ganadera de nuestra cultura.»
La galería de fieles compradores que exhibe su web demuestra que Hierro y Albero tienen auténticos principios sórdidos: ¡nada de contratar a la drogadicta de Kate Moss para intentar suavizar sus aristas! En lugar de ello, vamos a por gente realmente sórdida como:
Cuqui Fierro en su registro más cómico-taurino.
Actrices Mariano Ozoriles como Jenny Llada.
¿Ha lucido alguna vez mejor la bandera de España que en las tetas de Marlene Mourraeu? Y pensar que hay quien se gasta su dinero publicitario en top models de exigua fama…
Puestos a hablar de España, ELLA tampoco podía faltar.
¡Y también Rupert y Paul Rodgers! Ay, no, que es Parada, siempre me lío. Pero seguro que, a la que Queen haga la gira de «The Cosmos Still Rocks», Baby Baby se compra media tienda.
Me sorprende la foto con Antonio Muñoz de Mesa: aprecien que no lleva puesto nada de la tienda. Probablemente, como es un cachondo – certificado por Paco Fox – quiso coquetear con el lado oscuro. Y dudo que denuncie a Hierro y Albero por difamación.
En definitiva, queremos que vuelva con alegría lo mejor de los 80: su sinceridad textil. Segreguemos el mundo entre las camisetas de Blind Guardian, las cadenas y los parches de Kiss, la gomina con onditas, los tupés de rocker… Y, claro está, derribemos el mercado de Fuencarral y, en su lugar, pongamos algo más honesto. Como una tienda de calzoncillos marca Vizeau que acabe del todo con el mito de «la androginia es moderna». Vizeau, como opuesto y complementario de Hierro y Albero también tiene un lugar bajo el Sol.
Claro que, el crossover entre las dos marcas – ya saben aquello de que los opuestos se atraen – también sería viable. ¿Se imaginan una campaña: «¡Locaza pero española!»?
¡Todo son ventajas!