Ente onvre XI: Grandes nombres cinematográficos

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Otro post de esta serie dedicada a iconos de la sordidez desconocidos para la mayor parte de los lectores que, seamos sinceros, tampoco darían para esos artículos ÉPICOS a los que os hemos malacostumbrado. Esta vez, nos centramos en dos onvres de grandes nombres el segundo de los cuales incluye, como bonus track, un análisis de una película-colonoscópica:

Nick Rotundo

Una vez más, tenemos a un señor que se asoma a este blog con una única credencial: la de un tener un nombre acojonante. Pero, si bien el anterior onvre, Ronnie Cutrone, aportaba además una interesante historia del mundillo artit-tico, el amigo Nick no tiene nada más que reseñar. Pero, leñe: se llama NICK ROTUNDO. Y es montador de películas de hostias. Como Albert Pyun y los hermanos Pang, Nick nació para dedicarse a hacer películas de halción. Su nombre da prestigio y poder a los créditos de grandes hitos del videoclub como ‘Prom Night 2’ o la saga de Lorenzo Lamas como reencarnación de Alejandro Magno ‘The Swordsman’ / ‘Gladiator Cop’, flim este último que también dirigió.

Y ya está. Tampoco hay que dedicarle más párrafos. Sólo se trata de compartir con todos vosotros que el hecho de que el nombre de este señor sea un referente constante de los redactores de este blog. Ante la pregunta de ‘¿cómo te gustaría llamarte?’, Nick Rotundo quedaría en un honroso segundo lugar justo después de Cleopatra Fuensanta Lucrecia (nombre real de una conocida: lo juro). Es más, si Nick Rotundo tuviera un hijo con Franka Potente, el retoño sólo podría llamarse Devastación Atómica. Pero un evento tan jocoso sólo ocurriría si dios fuera Michael Bay. Un momento. Dios ES Michael Bay. Awesome!


Lash La Rue

Lash La Rue fue una olvidada estrella de westerns a finales de los 40 y, como su propio nombre indica, uno de los primeros metrosexuales del cine. Un título que acabo de otorgarle sin ninguna vergüenza. Según ‘The Son of the Golden Turkey Awards’, el tipo era un peluquero que quería ser estrella. Cuando dio el salto a la pantalla, no lo hizo de cualquier manera, sino con estilo. Eso quiere decir que siempre iba de pulcro traje negro con remaches blancos y, lo más importante, el sombrero estratégicamente ladeado. Y con un látigo.

Porque lo que hizo famoso a ente onvre no fue su capacidad como actor, ni su nombre de estrella porno gay, ni lo obviamente conjuntado para ir a un concierto de Erasure que vestía. Su marca personal en la historia del cine es que fue el primer héroe con látigo. Por supuesto, no vayáis a pensar que esto se trata de una historia de sado maso gay. De entrada, el chaval fue ídolo infantil y llegó a protagonizar su propia serie de tebeos que siguieron publicándose hasta después de que sus westerns de serie B dejaran de producirse. Además, estuvo casado diez o doce veces. ¿No es maravilloso que ninguna fuente, ni siquiera la biografía online escrita por su sobrino, tenga claro el número exacto?

La Rue adoptó el látigo para una de sus primeras intervenciones en la pantalla, y el personaje resultó tan bien que el productor que le había sugerido tan peculiar arma decidió darle su propia serie de películas. Así, cambió su elegante nombre de Alfred por el más sórdido de ‘Lash’ y se lanzó a un estrellato que tampoco llegó nunca a se masivo, pero que probablemente quedara anclado en la mente de muchos chavales. Según la wikipedia, La Rue fue quien enseño a Harrison Ford a utilizar el látigo. Algo que, como muchas informaciones de internet, es dudoso. Pero sí que es lógico pensar que George Lucas tuviera el recuerdo infantil de este señor cuando le vino la inspiración divina de darle tan peculiar arma a Indiana Jones. No en vano, otro de los modelos para el arqueólogo fue el Humphrey Bogart de ‘El tesoro de Sierra Madre’. Y La Rue tenía un extraordinario parecido con la mítica estrella.

Los tiempos como ídolo cinematográfico de este señor fueron, como era de esperar, escasos. El western de serie B ya andaba de retirada cuando él llegó, y sus fortunas no mejoraron cuando empezó a pasarse con las juergas, el alcohol y, como ya hemos visto, matrimonios express. Los últimos westerns que hizo eran producto de esa línea de producción optimizada conocida como ‘rodemos media hora y ya cubriremos el resto con planos de pelis anteriores’. Tras perder sus ahorros invertidos en un motel (obviamente, debido a un divorcio), un intento de suicidio y posterior arrepentimiento, el povre onvre intentó un retorno en 1964 cuando publicó este anuncio:

HOMBRE – Listo para trabajar. Fue taquillero cuando era un idiota irresponsable. Ahora es adulto, digno y capaz. Buena saludo, cintura pequeña, y una cabeza llena de pelo. Un hombre mejor resulta en un mejor actor. ¡Déjenme probarlo!

Pero a nadie le dio por probar. Acabó fatal, pues se convirtió en un cristiano renacido, visitando shows del oeste y hablando de la biblia a partes iguales. Y protagonizando en el 86 la película-colonoscopia ochentera con el mejor concepto visto en un video club: zombis vs señor de casi setenta años con látigo.

Efectivamente, Lash intentó un retorno a la interpretación con la aparición en un par de películas de terror baratas. La primera y más memorable para mí fue ‘The Dark Power’. Memorable no porque la viera en la juventud, sino por el anuncio que pillé en el Fotogramas. Se trataba de una doble página de una compañía de video nueva (que, teniendo en cuenta que era a finales de los 80, seguro que no duró más de 3 meses) anunciando a bombo y platillo una serie de comedias argentinas chungas (los equivalentes gauchos a Antonio Ozores y Juanito Navarro, con títulos como ‘Rambito y Rambón: Primera misión’ y ‘A los cirujanos se le va la mano’) mezcladas con una de tiros y otra más con un zombi chungo en la portada. Ese último bicho (y, según acabo de comprobar, las sordideces argentinas) se me quedó marcado en la memoria con el poder y horror de la foto de Ana Aznar desnuda. Siempre quise ver qué bazofia escondía esa película. Con el tiempo, logré recordar el título y, con la mula, ver el flim. Pero no estaba preparado para que no fuera una caspa zombi normal, sino una caspa zombi con la grandeza de Lash La Rue.

La película empieza con un prometedor texto sobre, curiosamente, los toltecas (¡tengo ehtudioh!, dice el guionista). Y digo ‘prometedor’ porque acaba con la frase: “… Y se alimentaban de los vivos para sustentar su maldad!!!!”. Es importante hacer notar que no son una, ni dos; ni siquiera tres exclamaciones, sino ¡¡¡¡cuatro!!!! las que acaban la frase. ¡¡¡¡Ex EXTRA acojonante!!!!

Lash, con cuidada barba y magggnífica cabellera canosa, pero cintura fondona lógica en un señor de 68 años, está vestido de policía al lado de unos periodistas. Se ve que están grabando a un indio moribundo, cuya última palabra es ¡¡¡¡Toltecas!!!!
A continuación, créditos y unos cuantos minutos de nuestro viejo amigo el ‘monstruo consciente del presupuesto’: la cámara subjetiva. Con música a lo tiburón de fondo, está acechando a un niño que anda claramente por otra parte del bosque. Al final, curiosamente, no es un bicho, sino cuatro perros cabreados. Pero, no: no se comen al chaval…. ¡¡¡¡porque Lash entra con su látigo a domarlos!!!! (sí: toda entrada de Lash también tiene que tener cuatro exclamaciones)

A continuación, comienza la exposición de la trama. Que, obviamente, nos da igual. Excepto la escena en la que Lash le echa piropos a una chavalina joven. A lo que ella le contesta que, sin duda, no cree que él tenga problemas para ligar, pues todo el condado sabe de SU LÁTIGO. Lash is THE MAN. Más tarde, cuando le ofrece explicarle cómo maneja el látigo, ella le suelta, coquetamente, un “es que el sadomasoquismo y yo no nos llevamos demasiado bien”, elevando automáticamente un 26% el interés vicisitúdico de toda la parte de narración de leyendas indias absurdas y presentación de carne de cañón.

A eso del minuto 35, comienza la diversión. No se trata de que salgan zombis. Más bien hablo de las primeras tetas. No muy relevantes, la verdad sea dicha, pero al menos despiertan al espectador tras el letargo de toda la presentación de personajes. Diez minutos, cero tetas y un pedo después llegan los zombis a acosar una casa llena de nenas, nenes, y el gordo que se tiró el cuesco. Que, obviamente, será castigado el primero por su falta de civismo. Los zombis en cuestión son cuatro brujos ¡¡¡¡toltecas!!!! en buen estado de conservación y que no sé muy bien por qué andan cabreados. Tras salir de su tumba, el primero (uno con pinta de guitarrista de metal ochentero) se dirige a la casa y tiene el detalle de llamar a la puerta. Entonces se produce una gran presentación de personaje:

Idiota 1 (mirando por el cristal lateral): ¡Uh, este tío es espantoso!
Idiota 2: Será Michael Jackson que viene a ver a Timmy.

Y, con este inteligente diálogo, comienza la escabechina. Y los chistes malos. O a lo mejor no eran chistes. Definitivamente, el momento en el que tres de los bichos discuten como shavales del polígano parece una broma consciente. O cuando el cuarto muerto viviente le rompe el motor del coche a los chavales. Creo…

Desmembramientos, zombis borrachuzos, casquería, humor de calidad y gritos de wookie se suceden hasta que, por supuesto, llega ¡¡¡¡Lash!!!!. Una mijilla tarde, pero tampoco podemos pedirle más a un hombre de su edad. Al grito de ‘¡¡¡¡Siente mi látigo, hijo de Satanás!!!!’, y acompañado de una fanfarria que le daría vergüenza hasta a Mauricio De Angelis, comienza a repartir leña. Lamentablemente, queda inconsciente de un sopapo, por lo que son las chicas supervivientes las que acaban con tres de los zombis mientras éstos se entretienen viendo una radio portátil y peleándose por quién las viola primero.

El último queda para Lash. El bicho coge un látigo para defenderse (porque todos tenemos látigos de reemplazo en las despensas de nuestras casas). Pero nuestro héroe no se amilana y le echa su mejor reto de cowboy:

Látigo La Rue: Muy bien, bastardo del demonio: ¡salgamos fuera!

Y salen fuera:

(Video sacado de la web Badmovies.org, una de las primeras que solía visitar cuando descubrí el mundo del cine chungo en Internet)

¡Señor mayor contra zombi a latigazo limpio! Toda una cumbre del cine que termina con Lash decapitando al muerto de un latigazo. ¡Qué más se le puede pedir a una película-colonoscopia! Pues bueno, para empezar que nuestro héroe saliera un poco más. Y que fuera menos aburrida. Pero tampoco me quejo. Que es de cine chungo de lo que estamos hablando.

LaRue hizo otra película más con el director de ‘The Dark Power’, titulada ‘Alien Outlaw’, pero esta vez sin látigo. Lo cual significa que es tremendamente aburrida. Un poco más tarde, tuvo un pequeño papel en el remake de ‘La diligencia’ protagonizado por Kris Kristofferson y Johnny Cash. Según se cuenta, Cash se mostró totalmente emocionado de trabajar con su ídolo LaRue. Pero no olvidemos que el famoso cantante era un borracho.

Muchos son los que hoy recuerdan a ente onvre. Un luchador de wrestling adoptó su apellido como homenaje. Claro que eso fue antes de que ese espectáculo volviera a ser popular en este país. Pulp Fiction, la biblia de todo aficionado al cine de veintitantos, lo menciona. Claro que Tarantino hace referencia a prácticamente todo. Y también aparece en una canción de Tom Paxton. Un cantante americano de folk que tiene un disco con esta portada:

O sea, que más bien digamos que prácticamente nadie se acuerde de él. Pero ahora nosotros lo hemos recuperado. El héroe del látigo original. Sólo nos queda rezar porque Indiana Jones acabe sus días enfrentándose a zombis indios.

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